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Su guardia pretoriana irritó al gobierno y a los chilenos

Bush trajo a Chile la agenda de la próxima guerra

Fuentes: www.radio.udg.mx

George Bush y Collin Powell no vinieron a Chile sólo a consolidar negocios globales de las grandes corporaciones: el binomio trajo una agenda para encaminar la próxima guerra. La presencia imperial generó tantas «cumbres» paralelas que pasó a segundo plano la 14ª Reunión de Líderes de las Economías del Foro de Cooperación Económica del Asia-Pacífico […]

George Bush y Collin Powell no vinieron a Chile sólo a consolidar negocios globales de las grandes corporaciones: el binomio trajo una agenda para encaminar la próxima guerra. La presencia imperial generó tantas «cumbres» paralelas que pasó a segundo plano la 14ª Reunión de Líderes de las Economías del Foro de Cooperación Económica del Asia-Pacífico (Apec, en su sigla en inglés) preparada con gran esmero por el gobierno del presidente Ricardo Lagos.

El verdadero epicentro de la Apec estuvo en el Hotel Hyatt, donde el huésped imperial se reunió con los líderes de Rusia, China, Japón y Corea del Sur para persuadirlos sobre el peligroso programa nuclear de Corea del Norte. En la madrugada del domingo recibió «la cuenta» del mexicano Oscar Fox, que llegó atrasado desde Costa Rica. El estadounidense debió ser el penúltimo en llegar el sábado al Espacio Riesco, la sede formal de la reunión Apec, de acuerdo al protocolo negociado antes según el orden alfabético del nombre de cada país, pero sus dos limusinas blindadas e idénticas se retrasaron hasta después del ingreso del vietnamita, que debió ser el último. Quiso llamar un poco más la atención

Estilo Calígula

En la Estación Mapocho, Lagos ofreció el sábado una cena a todos los líderes Apec y a sus esposas, pero los guardaespaldas bushianos trataron de ingresar repartiendo golpes por el mismo acceso destinado exclusivamente a los jefes de estado, según el protocolo convenido previamente. Pero los Carabineros, que son buenos reprimiendo y practican constantemente, se lo impidieron. Bush se percató de la trifulca, dio la vuelta y rescató de un manotón a uno de sus guardias del servicio secreto, para seguir caminando con Lagos, visiblemente molesto. El resto de la guardia pretoriana debió ingresar por la puerta de servicio, mientras la prensa internacional aplaudía con entusiasmo.

Una cena en honor a Bush prevista para el domingo con 250 invitados fue cancelada por Lagos y reemplazada por una reunión de trabajo para 20 personas. El motivo fue la intransigencia de los estadounidenses en querer trajinar con sus propias manos y sus máquinas «made in USA» a todos los asistentes. No confían en la eficacia policial chilena. El malestar que provoca la presencia imperial no sólo atañe a los sectores populares que repudian su visita, sino también a los empresarios y delegados sometidos constantemente a los trajines del manoseo de seguridad.

El domingo se supo que el personal chileno que debía recibir los dos aviones de Bush fue detenido por los estadounidenses mientras eran desocupados. Las autoridades locales ignoran exactamente cuántas personas bajaron de las aeronaves. Tampoco saben qué armas bajaron de los aviones, ni cuántas. Bus utiliza dos aviones y dos vehículos personales negros, de vidrios polarizados blindados, para que nadie sepa en cual de los dos se desplaza.

Las dos limusinas de Bush recorrieron la ciudad con un sequito de unos 40 vehículos repletos de armamento, incluido un carro especial provisto de antenas destinado a emitir señales y a interferir posibles atentados de bombas accionadas desde celulares, y… seguir manejando al mundo, mientras una suerte de aeronave Awac de comunicaciones, vuela constantemente sobre Santiago. El visitante no quiso recibir honores frente al palacio de La Moneda por temor a franco tiradores. Sus desplantes imperiales ganaron simpatizantes inesperados para la causa contra la guerra y la globalización al estilo americano, sin que su apostolado anti-terrorista recibiera demasiada atención.

¿Qué es la Apec?

La reunión Apec no fue un encuentro de «países», sino de «economías». Tampoco asistieron únicamente jefes de estado, sino «líderes» de las «economías», que en muchos casos no son «países», como Hong Kong. Del mismo modo, participan por igual Taiwan y China. Más bien fue una reunión de corporaciones y de los dueños de las «economías». Estuvo ausente el factor humano del capital, según el eufemismo que hoy designa al trabajo, a la mano de obra y al empleo. Obviamente, los trabajadores no fueron tomados en cuenta.

Bush está convencido que una nueva guerra, esta vez con Irán, definitivamente salvará al mundo del «terrorismo» y también al dólar y a la economía estadounidense del colapso que temen a corto plazo especialistas tan conservadores como Allan Greenspans, el jefe de la Reserva Federal. Sus próximos objetivos son Irán y Corea del Norte. El pretexto esta vez serán las armas nucleares. «Paremos si usted ha oído antes eso», advirtió hoy el cauteloso editorial del New York Times dominical.

«El gobierno de Bush crea una falsa sensación de urgencia sobre una amenaza nuclear desde un país del Oriente Medio. Los intransigentes duros hablan de las conexiones del país con los terroristas. Retratan los esfuerzos diplomáticos europeos por desactivar tensiones como una tentativa feble de apaciguar con ruegos a una nación en cuya palabra nunca se pueda nunca confiar de todos modos. El secretario de estado Colin Powell emite siniestros sonidos de alerta sobre «nueva inteligencia», que resulta ser dudosa. Así fue cómo el presidente Bush embarcó al país en un conflicto innecesario con Iraq, en primer término, y toda la semana hemos estado viendo estos signos alarmantes aproximándose a Irán», sostiene hoy el diario de Nueva York.

La guerra que viene

El diario estadounidense llamó a tener «claridad sobre esto: Irán tiene un programa nuclear activo, que no ha intentado ocultar y ha sido deshonesto en sus explicaciones a Occidente. Pero nada de lo que hemos visto sugiere verazmente el urgente nuevo desarrollo en Irán que impulsa a funcionarios americanos a comenzar a hablar «de la opción militar». De hecho -prosiguió el diario-, los desarrollos más recientes se han estado animando. La semana pasada, bajo la amenaza de un plazo de la ONU que concluía, Teherán dijo que congelaría todo el uranio y plutonio que procesa y que invitaría después a inspectores internacionales».

El matutino recordó que «el miércoles, el señor Powell hizo sonar repentinamente alarmas asustadizas al hablar de la nueva inteligencia que supuestamente demuestra que Irán trabaja no sólo en enriquecer uranio, un gran paso hacia la fabricación de una bomba, sino que también trabaja en la manera de unir tal arma con un misil. Su tono alarmista trajo un cierto desconcierto, puesto que estamos convencidos que Irán tiene ambiciones nucleares, y es duro imaginarse a un país deseando tener la bomba nuclear propia sin explorar maneras de utilizarla. El mundo también sabe desde años que Irán prueba mísiles teledirigidos».

La técnica de comunicación y propaganda evoca el viejo método ya empleado con Iraq. «Lo conocido se convirtió ayer en alarma cuando el Washington Post divulgó comentarios del señor Powell basados en encendida información no verificada, traída a los Estados Unidos por una fuente todavía desconocida y cuya confiabilidad y autenticidad todavía no había sido escrutada», dijo el diario. «Eso trajo ciertamente a la memoria viejas aseveraciones del señor Powell, cuando le aseguró al mundo que Iraq desarrollaba armas nucleares, basándose en inteligencia imaginaria divulgada a propósito de tubos de aluminio».

Powell, el «moderado»

En la orquestada campaña de ablandamiento para la nueva guerra, Washington no puede utilizar a su leyenda Bind Laden, pero aparecieron oportunamente unos «exiliados iraníes» que ofrecieron una conferencia de prensa para mostrar con buena cobertura un mapa escolar bien iluminado dónde estrían exactamente los nuevos blancos, o sea, las instalaciones nucleares iraníes. Esta curiosa denuncia de los «exiliados» dio la vuelta al mundo por la cadena CNN y los medios mundiales que controla Estados Unidos.

El reportero Steven Weisman aseguró en el Times que los halcones del gobierno también hablan de inteligencia fresca sobre el apoyo de Irán al Hezbollah, algo que según el diario todo «el mundo conoce desde hace décadas, y su ayuda (actual) a los rebeldes de Iraq es otra vieja historia de Irán. Los halcones ya parecen comenzar a lanzar agua fría a las perspectivas de una solución negociada del problema nuclear iraní, mientras que intentan abrir la puerta que contempla una opción militar. Un funcionario de la administración dijo al Times que el señor Powell intentará evitar encontrarse con el ministro iraní de Asuntos Exteriores en una conferencia a la que ambos hombres deben asistir en Egipto la semana próxima.

Después que se vaya de Chile y acompañe a Bush a Colombia el lunes, el secretario de estado partirá a El Cairo a preparar los ánimos para la nueva alianza contra Irán, que es musulmán pero no árabe. Está empeñado en facilitar el trabajo de su sucesora, Condolleeza Rice, considerada un halcón de verdad porque Powell sería «moderado». «Hace tiempo que Irán es el objetivo de los halcones del gobierno, que indudablemente están saboreando su avena después de la elección. Pero esperamos que el presidente Bush haya aprendido algo de la aventura en Iraq como para entender los peligros de usar inteligencia fulera para crear un sentido falso de la urgencia sobre una amenaza a la seguridad nacional», afirmó el diario

El diario cree que «no se puede bombardear el intangible programa nuclear disperso y reservado de Irán. E, incluso, si los Estados Unidos han estirado a sus militares al límite en Iraq, sería un error catastrófico invadir a Irán, un país de casi 70 millones de personas». Pero nada impide que Bush siga preparando su nueva guerra. El diario de Nueva York hace un llamado a la racionalidad del gobierno, pero todo el planeta sabe que esa palabra nada significa para el texano. El mundo está en sus manos. Y en Santiago no perdió el tiempo, aunque no logró introducir de frente al «terrorismo» en la agenda Apec porque cada vez hay menos gente que lo escucha. Pero posee la fuerza y su economía está malherida.