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Calor del «bueno»

Fuentes: Rebelión

Definitivamente, habría que hacer galas de un presentismo frente al cual el escribano se ha encrespado con creces -comprenderán la insistencia-, o ser de roma comprensión, para no abrir tamaños ojos ante el profuso goteo de estudios coincidentes en que en un futuro a tiro de piedra la Tierra sufrirá olas de calor más extremosas […]

Definitivamente, habría que hacer galas de un presentismo frente al cual el escribano se ha encrespado con creces -comprenderán la insistencia-, o ser de roma comprensión, para no abrir tamaños ojos ante el profuso goteo de estudios coincidentes en que en un futuro a tiro de piedra la Tierra sufrirá olas de calor más extremosas que las actuales. Prefiguración del averno dantesco.

Quienes alienten a finales de este siglo no tendrán que devanarse los sesos, o engañarse buscando en sí mismos desarreglos hormonales. Ni menopausia ni andropausia. La «calidez» se enseñoreará del 85 por ciento de la superficie del planeta, según un reporte de investigadores de Alemania y España citados por Russia Today. Y aunque provoque una conmoción, comenta un reputado analista, acostumbrémonos a la idea de que ya es demasiado tarde para impedir que se dupliquen los eventos de este tipo hacia 2020 y se hayan cuadruplicado alrededor de 2040, como reza el citado informe, publicado originalmente en la revista Environmental Research Letters.

«Hasta 2040, la frecuencia de los episodios de calor extremo va a aumentar, independientemente de las emisiones de gas de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera», precisan Dim Coumou, del Instituto de Postdam para la Investigación del Impacto Climático, y Alexander Robinson, de la Universidad Complutense de Madrid. Las olas de calor excepcionales (3 sigma) van a afectar el doble de zonas en 2020, y en 2040 este territorio se duplicará otra vez. Para ese año, los fenómenos climáticos todavía más extremos -5 sigma- como prácticamente no se conocen ahora afectarán 3 por ciento de la superficie del globo».

¿Qué ha pasado que hemos llegado a esta punta de la madeja? Afortunadamente -y no caemos en paradojas; luego apreciaremos la razón del optimismo-, cada vez más científicos y políticos arriban a la certeza, blandida por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, de la ONU, de que el entuerto se debe en 95 por ciento a las actividades humanas; es decir, que la transformación deviene mayormente antropogénica, por tanto manejable. Esa conclusión, por cierto, insufla ánimo en la brega contra la renuencia de las empresas petroleras a reconocer -por consiguiente, a actuar- que la quema de enormes cantidades de fósiles en los últimos diez lustros sumó 40 por ciento de dióxido de carbono a la atmósfera.

Actitud que niega la socorrida aseveración de que los monopolios representan un insuperable agente del avance tecnológico. Pues no lo promueven, no lo aplican, mientras el paradigma de producción les sigue reportando ganancias prontas. «¿Acaso la vida -se dirán- no resulta un chispazo, algo así como un fuego fatuo?» He aquí la «racionalidad» del sistema.

Ahora, aunque hoy mismo se pusiera punto final a todas las fuentes de emisiones de ese GEI, los termómetros continuarían reptando cuesta arriba, de los actuales 0.8 grados de recalentamiento a 1.1, y hasta 1.5, por obra y gracia de lo que los especialistas llaman «rezago en el sistema climático».

-Bueno, si se perdió la oportunidad de coartar el fenómeno, ¿a qué la filípica contra las multinacionales del hidrocarburo y la estupidez humana en general? Imaginamos la pregunta. Y con los expertos Coumou y Robinson, intentaremos una respuesta.

-Sucede que después de 2040 los niveles del horno explayado dependerán de la cantidad de GEI que se proyecten. Si se aplicaran medidas de mitigación eficaces los efectos positivos empezarían a observarse a la sazón. Pero en el caso de que prosigan incrementándose las emisiones de gas, se pronostica que para el año 2100 las olas 3-sigma se producirán en el 85 por ciento del orbe, y las de tipo 5 en el 60 por ciento…

-¿Y?

Ah, caramba, qué difícil resulta cruzar argumentos con un presentista… si los hubiera absolutos. Consolémonos con el hecho de que «casi 200 gobiernos han acordado intentar limitar el calentamiento a menos de dos grados Celsius sobre la época preindustrial, visto como un umbral de peligrosos cambios, como más sequías, extinción de especies, inundaciones y aumento del nivel del mar que podría hacer desaparecer regiones costeras e islas», conforme a IBLNEWS.

Sin duda, el cumplimiento de este objetivo pertenece a una voluntad política a cuya cristalización contribuiríamos, en los cuatro puntos cardinales, si primero nos sacudimos la frivolidad, y aguzamos el entendimiento hasta cerciorarnos de que las campanas están doblando por todos, y que la ciencia no siempre acierta en el plazo. Sí, este podría cerrarse a la vuelta de la esquina. Antes de 2040. ¿Obsesivos? Será que el calor no nos deja pensar en otra cosa

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.