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Candil de nieve

Fuentes: Diagonal

Aunque digan que no, quien ha escuchado o visto un candil de nieve siempre lo recordará. Puede ser Raúl Torres que busca amanecer la razón para una amiga con la ayuda de Pablo Milanés, o puede ser Belén Gopegui al escuchar un tiro en un concierto, o sencillamente una mujer anónima, puesto que el secreto […]

Aunque digan que no, quien ha escuchado o visto un candil de nieve siempre lo recordará. Puede ser Raúl Torres que busca amanecer la razón para una amiga con la ayuda de Pablo Milanés, o puede ser Belén Gopegui al escuchar un tiro en un concierto, o sencillamente una mujer anónima, puesto que el secreto del candil de nieve nunca se apaga.

En El comité de la noche leemos que si ahora podemos nombrar el capitalismo, la destrucción de los derechos, el patriarcado, la explotación, las trampas del romanticismo, los límites, el decrecimiento y hasta la lucha de clases, entonces también podemos pronunciar el candil de nieve, porque las cosas que existen simplemente están llenas de significados que tal vez no queríamos en este tiempo de intemperie.

Un año, que puede ser este mismo año, el invierno llega tarde, pero cuando lo hace trae consigo un temporal de nieve. En la ciudad donde vivo, que puede ser cualquier otra ciudad, una trabajadora de la economía de los cuidados me lo cuenta. Una mujer anónima en situación de dependencia, necesitada de ayuda, le expresa el deseo de reducir su comida diaria durante un mes para ahorrarse un dinero que anhela entregar a su hija, embarazada, quien vive en otro piso, sin poder pagarse la calefacción. Calor en el frío, candil de nieve. Llama afilada que parpadea y derrite, todo candil de nieve es contradictorio. La realidad también lo es y, por ello mismo, es subversiva. No podemos seguir. Sigamos. 

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.