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Carta abierta a los Presos Políticos en Huelga de Hambre con copia a la Mafia del Silencio

Fuentes: Rebelión

Queridos compañeros: Hace alrededor de 14 años que la mayoría de ustedes cayeron presos por querer defender un país mejor, un futuro para el pueblo, por querer enterrar las ruinas de la sórdida dictadura de Pinochet. Desde antes del año 1973 algunos viven sin escrúpulos, los privilegios de una clase que nunca ha ignorado de […]

Queridos compañeros:

Hace alrededor de 14 años que la mayoría de ustedes cayeron presos por querer defender un país mejor, un futuro para el pueblo, por querer enterrar las ruinas de la sórdida dictadura de Pinochet.

Desde antes del año 1973 algunos viven sin escrúpulos, los privilegios de una clase que nunca ha ignorado de dónde vienen sus riquezas y que saben que la llegada de la dictadura fue para ellos el inicio de la felicidad. Y viven bien, viven libres.

Ustedes lucharon contra la infamia, con la generosidad y los sueños de la juventud como única motivación. Ustedes son en su mayoría jóvenes de la dictadura, allí crecieron. Pero rechazaron los valores que otros adoptaron sin vacilar. Ustedes miraban al futuro. Hoy viven en las Cárceles de la Democracia.

Otros, se moldearon a gusto (¿o Augusto?) en la tranquilidad de no pensar, de no saber, de callar y, en muchos casos, de aprovechar al máximo de la maravilla de un mundo en que explotar y robarle al pueblo era autorizado. Estaban protegidos por las «heroicas fuerzas armadas, siempre vencedoras, jamás vencidas». Y por la Constitución.

Ustedes decidieron no callar. No aceptar la vergüenza. Hoy pagan el precio de los compromisos, de las componendas, de los negociados que a espaldas del pueblo han hecho los que lo aplastaron y los que los han reemplazado. El bototo, la corbata y la sotana, unidos para siempre. Amén.

Ustedes hablan en las páginas llenas de poesía y de rebeldía, y de ternura, que han escrito en el fondo de los calabozos que la Democracia les pone a disposición, archiprotegidos con rejas, muros, piedra, cemento, silencio e indiferencia, y leyes (¡ah, las benditas leyes heredadas de la dictadura!). Hemos escuchado. Vuestra palabra es hoy nuestra. Han pasado las barreras del silencio. Son palabras libres.

Los que prefieren no saber, ni menos hacer algo, los que bovinamente aceptan las cosas como son, porque convienen a su oportunismo y a su cobardía, no pueden, no quieren oír vuestras voces. Entonces no hay periodistas, no hay jueces, no hay hombres dignos… ¡No hay nadie! O casi nadie… Todos en el lodazal de la ignorancia, en la fosa séptica del silencio. En la complicidad.

¿Cómo será la mirada de vuestros hijos cuando tengáis la felicidad de abrazarlos? Allí estará el orgullo y la serenidad de saber que vienen de hombres y mujeres nobles, honrados y capaces de desafiarlo todo por ellos. Esa será la infinita riqueza que ustedes dejarán a los vuestros. ¡Y qué gran riqueza !

¿Cómo será la mirada de los hijos de los que torturaron, que juzgaron, que robaron, que callaron ? Pobres muchachos, también víctimas, «colaterales». ¡Mejor es no saberlo!

Hoy , vuestro grito de libertad ha llegado a nuestro exilio.

Hemos vibrado con vuestra poesía y con vuestros sueños. Hemos sufrido con vuestros insomnios, sentido el frío de los calabozos, pero también el calor de vuestra voluntad. Hemos escuchado el llamado a los jóvenes a no dejarse engañar. Hemos hecho nuestra la voluntad de triunfar. Hemos admirado vuestra calidad de «hombres indispensables».

Junto con las noticias de vuestra huelga de hambre, hemos sabido de cómo la justicia libera de culpas a los asesinos de Diana Aaron, por dar UN ejemplo. Cómo la bestia inmunda queda libre de acusaciones por estar loco… Cómo el sistema está feliz por ser aplaudido por los patrones del FMI.

Pero con vuestra lucha hemos también escuchado las voces del pueblo, ése al que hoy sólo llaman «la gente», hemos vuelto a sentir lo que significa la palabra compañero. Y la palabra esperanza. Y sobre todo la palabra Libertad.

A ustedes, a sus familias, a sus amigos: ¡Gracias Compañeros!

A los otros, a la Mafia del Silencio: Miren los ojos de sus hijos.

Eso será tal vez suficiente. (Pero ¿serán capaces de entender?)


Claudio Venturelli es miembro del Colectivo por la Libertad de los Presos Políticos (Ginebra .Suiza)