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Carta abierta escrita con la esperanza de construir libertad para los presos politicos en huelga de hambre

Fuentes: La Voz Rodriguista

Esta mañana es muy fría en Santiago, la gripe me ha tomado prisionero y no se si hacerle un comunicado o un motín. En cualquier caso tengo la sensación que esta gripe, este dolor de articulaciones, esta peste, es una buena peste. Como voy a comparar el momentáneo bienestar de un día sin gripe en […]

Esta mañana es muy fría en Santiago, la gripe me ha tomado prisionero y no se si hacerle un comunicado o un motín. En cualquier caso tengo la sensación que esta gripe, este dolor de articulaciones, esta peste, es una buena peste. Como voy a comparar el momentáneo bienestar de un día sin gripe en la cárcel a una vida con gripe en libertad. ¡Viva la gripe, viva el smog, viva el tráfago, viva la libertad! ¡Que viva la libertad en todas las esquinas! es y ha sido en el último período nuestro grito y sincopado blues de combate. Así lo hemos escrito, cantado y parafraseado en nuestras interacciones libertarias.

Pero la libertad no florece con la lluvia del invierno, necesita una primavera de voluntades y cuatro estaciones de inteligencia y buenos movimientos. Oportunos, audaces.

Nuestra pequeña estrategia, articular gestión y denuncia, movilización y convocatoria de solidaridad es correcta pero microscópica. Somos pocos, somos frágiles, somos un grano de arena en un mar de seres ciudadanos demandantes. Atomizados por el maleficio enemigo y por nuestro propio egocentrismo; somos, en suma, un pueblo que como otros camina y aprende, y se cae más de lo necesario. Hoy tenemos una tarea urgente, tarea dramáticamente urgente y tremendamente contenedora de todo lo que alguna vez dijimos y soñamos. Hoy la libertad, la palabra, el encuentro, la posibilidad utópica de dar a cada hombre y mujer un lugar y un pedacito de felicidad en la historia, tienen ahora nombres concretos. Seis nombres, seis vidas, varios de ellos hombres que dejaron de ver el sol cuando aún no cruzaban el umbral de la adultez, piden ahora un gesto nuestro. Quisiéramos pensar que es un último gesto, el rito final antes de sentarnos a la mesa como iguales. Antes de batir nuestras diferencias y nuestros conciertos cara a cara.

El lunes 16 de mayo, los cuatro condenados a cadena perpetua por ley antiterrorista, mis hermanos, han comenzado una huelga de hambre indefinida. Esta no es una decisión fácil y menos arbitraria y se explica al constatar que, a casi un año de promulgada una Ley de Indulto General, su situación aún no tiene una solución definitiva.

Acaso todo el mundo ha olvidado el llamado que hiciera el ejecutivo, presionado por una huelga de hambre de más de 70 días, para votar aquel proyecto así como la decisión parlamentaria de aprobarlo y el compromiso claro y explícito del Ministro del Interior en términos de que los prisioneros que no fueran beneficiados, serían objeto de medidas alternativas.

Hoy parece que nadie recuerda que hay seis hombres condenados al olvido de por vida.

Nuestros compañeros continúan presos y tras 14 años de cautiverio, ponen una vez más, sus vidas como testimonio e instrumento de su decisión inquebrantable de ser libres. Hardy Peña Trujillo, Claudio Melgarejo Chávez, Fedor Sánchez Piderit y Pablo Vargas López exigen que las autoridades políticas cumplan su palabra. Demandan al Ejecutivo que otorgue suma urgencia a un Proyecto de Ley que les permita, a lo menos, obtener la libertad condicional. Igualmente hacen un llamado urgente al Senado a votar favorablemente este proyecto; tal como lo hizo el último 07 de junio la Cámara de Diputados.

Frente a esta huelga sólo nos queda hacer realidad nuestras palabras, derrumbar los muros con solidaridad activa y dar palabra y cuerpo a nuestros amigos y hermanos prisioneros. Ellos han escrito, por la mano de sus amigos y familiares, en los muros de esta ciudad su historia y nosotros hemos asumido la tarea de dar a su palabra y experiencia eco y presencia más allá de esos muros. Llevarlos al mundo, al futuro, a la libertad. El gobierno de la indiferencia y el poder no podrán apagar sus voces. Mañana sus rostros, sus palabras, sus gritos rebeldes y honestos, su poesía profunda y sus trazos de gesto hondo, señalarán la dignidad y la miseria humana con una indagatoria espeluznante. Como podremos entonces escapar a la memoria. Como podremos entonces decir YO no sabía.

Aprendí en la prisión que no es necesario trazar un mapa o imponer una estrategia para convocar humanidad.

Hoy sobre la mesa de la urgencia pido tu mano y por tu intermedio la solidaridad crítica y libre de aquellos que como tú, han debido partir para poder vivir. Solo te pido que juntos demos a mis hermanos la misma oportunidad de caminar. No se que más decir, me apena, me avergüenza un poco tener que explicar porqué no podemos dejar entregados a su terrible suerte a estos hombres que con el sacrificio de la carne, aspiran a tener lo que muchos de nosotros despreciamos cada día.

Ayúdanos amigo mío, así lo hiciste conmigo, seamos más libres en su libertad.

Un abrazo agripado y rebelde,

Pedro Rosas A.

Santiago de Chile 22 de junio de 2005.