Junio del 2003. Querido Che: Desde esta ciudad de Rosario donde naciste el 14 de junio de 1928, los revolucionarios argentinos y cubanos que seguimos fieles a tus ideas, te hacemos esta carta, que no lleva una dirección precisa. Hemos considerado que no es necesario, porque hoy más que nunca estás vivo entre nosotros y […]
Junio del 2003.
Querido Che:
Desde esta ciudad de Rosario donde naciste el 14 de junio de 1928, los revolucionarios argentinos y cubanos que seguimos fieles a tus ideas, te hacemos esta carta, que no lleva una dirección precisa. Hemos considerado que no es necesario, porque hoy más que nunca estás vivo entre nosotros y junto a todos los demás seres humanos honestos del mundo.
Con tu adarga al brazo te reconocemos en cualquier calle o avenida, por los caminos polvorientos de América, por las selvas africanas, por las montañas de todos los continentes, en las casas campesinas, en las favelas donde mal viven los humildes, en las villas miseria de tus compatriotas piqueteros, en suma, en cada rincón del planeta.
Hoy nos reunimos para recordarte. ¿En que mejor lugar podemos hacerlo que en tu querida Argentina?
Desde tu caída en la cercana Bolivia hasta hoy han sucedido muchas cosas en el mundo. Un mínimo recuento es el mejor homenaje que podemos ofrecerte en el 75 aniversario de tu nacimiento.
El entronque del final del siglo XX y el principio del XXI han servido para la mejor evocación a la trascendencia de tu ejemplo. Releyendo tus escritos nos reafirmamos en la grandeza de tu obra y en las ideas transformadoras que llevabas en tu alma.
La Revolución Cubana, que ayudaste a forjar sigue exaltando tu extraordinaria condición humana, reconociendo el enorme impacto de tu obra para la formación del hombre nuevo. En 1966 cometiste la «herejía» de pronosticar el derrumbe del campo socialista europeo por haber hibridizado el sistema, utilizando las armas melladas del capitalismo. Muchos no creíamos tu profecía. Fue Fidel, como siempre, el que habló a nombre de todos, expresando que tú eras el único «adivino» entre nosotros.
La crisis en la URSS y en los demás países socialistas de Europa, le abrió paso a un traumático proceso procapitalista, introduciendo en todas las regiones del mundo el capitalismo salvaje.
El teórico japonés-estadounidense Francis Fukuyama, que tú no llegaste a conocer, presentó estos hechos como «el fin de la historia» y habló a la vez del triunfo definitivo del «Occidente capitalista» y de la «democracia liberal».
Los principales ideólogos y propagandistas del capitalismo hablaron de la derrota definitiva del socialismo e invitaron a la humanidad al entierro de tus ideas y a las de todos los revolucionarios del mundo.
Pero lo que no sabían esos ideólogos trasnochados, es que los verdaderos revolucionarios no se rinden ante los reveses, por grandes que sean. No hicieron el menor caso a tus palabras, cuando decías, que los procesos revolucionarios tienen sus avances y retrocesos. No escucharon tampoco a Fidel cuando una y mil veces afirmó que de las derrotas hay que hacer victorias.
Es como si tú, después de calificar como un fracaso la campaña en el Congo, hubieses renunciado a continuar la lucha en América Latina o si después de pronosticar el retorno al capitalismo de URSS y otros países socialistas, te hubieses dedicado a descansar en Paris, para elevar tus conocimientos filosóficos y económicos.
Lo ocurrido al final del siglo XX y principios del XXI ha confirmado la certeza de tus ideas y el optimismo visionario con que viviste. La experiencia demuestra que la ruta capitalista emprendida después del derrumbe socialista de la URSS ha sido mil veces más funesta y más trágica que todos los errores y deformaciones registrados en el camino hacía el socialismo.
La enseñanza de lo ocurrido ha sido dura para los revolucionarios, pero más importante que todo eso, han sido tus enseñanzas. Después de lo ocurrido ha quedado claro:
– Que las banderas de la verdadera democracia no se pueden dejar en manos de los adversarios del socialismo, que sus grandes valores deben ser inseparables del ideal socialista y desarrollados por él.
– Que no puede confundirse estatismo con socialismo, como bien tú decías.
– Que es preciso optar sin vacilaciones por la participación y el protagonismo de los trabajadores y no por el reino de la burocracia, como tú alertabas.
– Que el proyecto de construir la nueva sociedad no debe ser enmarcado dentro de un rígido molde preconcebido, sino definirse dentro de una dinámica creativa, auto-sostenida y superadora, como la que tú practicabas.
– Que el proyecto transformador que tú soñaste, es el mejor legado, para no cometer nuevos errores. Que, como tú afirmabas, cualquier proyecto revolucionario, nunca puede volverse, contra las identidades nacionales, contra las tradiciones históricas, contra los valores culturales autóctonos, sino por el contrario, estos elementos deben ser incorporados a plenitud.
– Que la doble moral en materia política y en todos los órdenes, no debe permitirse, porque va en contra de las fuerzas emancipadoras de la revolución.
– Que la firmeza de los principios debe presidir todos nuestros actos.
– Que los que dirigen tienen que dar el ejemplo en todos los sentidos.
– Que la unidad dentro de las fuerzas revolucionarias es consustancial con el triunfo revolucionario por el que luchamos.
– Y que al imperialismo no se le puede permitir NI UN TANTITO ASÍ.
Comandante Guevara, tú fuiste ejemplo en el combate, por tus acciones heroicas en Cuba, en el Congo y en Bolivia. Después del derrumbe, la revolución cubana ha vivido el período más crucial de su historia. Nunca antes se combinaron tantos factores adversos en su contra.
El criminal bloqueo económico de los Estados Unidos, que tú conociste durante tu estancia en Cuba, no sólo no cesó, sino que se intensificó a pesar de que, en los hechos, pueblos y naciones latinoamericanas y de otras partes del mundo, le han abierto brechas, por encima de los dictados de Washington.
Cuba ha tenido que hacer cambios para sobrevivir. ¡Cómo hemos extrañado tu presencia física, para que nos ayudaras con tu inteligencia en todo lo que hemos tenido que hacer!
Pero tus enseñanzas y tus actos siempre han estado presentes entre nosotros. Los pioneros cubanos siguen gritando su consigna de Seremos como el Che. Las nuevas generaciones siguen tu ejemplo. Y si la semilla del Hombre Nuevo, que tú sembraste, no hubiera germinado, no hubiésemos llegado hasta aquí. La juventud cubana ha demostrado que no estabas equivocado, cuando la calificaste como la arcilla maleable de la sociedad socialista.
Nuestro futuro es de optimismo. La crisis actual del capitalismo, aunque conserva elementos de sus crisis tradicionales, es mucho más radical, profunda, multifacética y generalizada que antes de tu muerte en Bolivia.
El mundo que nos quieren imponer no quiere saber de utopías y hace lo indecible porque clausuremos nuestros proyectos revolucionarios. Los autores de esta tesis nos aconsejan en forma vehemente que corramos detrás de su globalismo neoliberal «bienhechor» y nos insertemos en él, aceptando complacidamente lo que algunos definen como «el fundamentalismo de la libertad del dinero y del mercado».
¡Están empecinadamente empeñados en hacer las veces de ladrones de sueños evidentemente realizables y sumamente necesarios!
Ese tránsito que quieren imponernos tiene lugar en el marco de las relaciones de producción capitalistas, y es manipulado desde arriba para favorecer a los países centrales sobre los periféricos y a las cúpulas dominantes sobre las mayorías populares en cada uno de los países.
Esa globalización, tal y como se presenta no puede ser ignorada. Pero tampoco aceptada sin resistencia, sin propuestas alternativas, sin luchas por nuevos cambios estructurales profundos que impliquen contraponerle la globalización de la solidaridad desde abajo, para beneficio de los de abajo, de todos los excluidos y discriminados. Hay que excluir solamente a la minoría supermillonaria, que es a la que tenemos que derrotar.
No hay que negar que en los últimos decenios, después de tu muerte, se han producido significativos avances y mutaciones en la esfera del conocimiento y especialmente en las diversas ramas de la ciencia y la técnica aplicables a la producción. Ella ha sido el producto del trabajo, del ingenio, de la inteligencia y la capacidad creadora de los seres humanos, y debería convertirse en patrimonio colectivo de la humanidad.
La llamada revolución del conocimiento que acompaña a la globalización, ha sido secuestrada por los grandes centros de decisión del capitalismo mundial, y puesta al servicio de sus corporaciones transnacionales.
La globalización desde arriba y para los de arriba está acompañada del tránsito del patrón industrial al patrón microelectrónico e informático capitalista. Todo lo contrario de lo que tú soñabas sobre el desarrollo de la electrónica para beneficio de los pueblos.
El desarrollo de la electrónica, de la informática y la biotecnología, que se ha logrado en Cuba, y del cual tú fuiste uno de sus precursores, hoy se ve frenado por las barreras impuestas en el mercado capitalista a las exportaciones de novedosos productos cubanos, todo por obra y gracia del bloqueo impuesto por los Estados Unidos y el monopolio de sus transnacionales.
Como si todo esto fuera poco, al comienzo del nuevo siglo XXI se agudizan las contradicciones del capitalismo, y sus efectos devastadores repercuten sobre todos los países pobres del planeta.
En el mundo actual, de los 6 mil millones que lo integran, solo 500 millones de personas viven con todas las comodidades, 4 mil 500 millones padecen pobreza y tratan de sobrevivir, mientras la desertificación, la contaminación, el calentamiento de la Tierra y el desequilibrio ecológico amenazan con el fin de la vida y preludian un mundo más trágico para los que no han nacido.
La privatización de los patrimonios estatales o públicos y de patrimonios naturales le posibilita a las transnacionales ampliar sus capitales, multiplicar su capacidad empresarial y elevar sus ganancias a costa de los recursos pertenecientes a los Estados, sociedades y naciones explotadas en nombre de las supuestas bondades de la iniciativa privada.
Todo este proceso sirve de marco propicio a la corrupción pública y privada, a favor de minorías sociales que acumulan cada día más poder y riqueza.
Pero la historia no tiene fin y menos aún cuando esta se concibe como el fin de la esperanza y la clausura de todos los proyectos redentores de la humanidad, comprendido el rumbo socialista de los pueblos indisolublemente vinculados a la construcción de una democracia integral.
No terminó la historia porque se haya derrumbado la URSS y el campo socialista europeo.
Cierto es, que ese derrumbe se sintió con fuerza y provocó una cadena de efectos negativos en todos los continentes. Pero ninguna derrota, por más fuerte que sea, podría sacar del campo de batalla un sueño redentor inspirado en un ideal de justicia e igualdad.
¿Qué ha pasado con la globalización neoliberal, excluyente y manipuladora?
Pues, que su fracaso es realmente estrepitoso y su pronóstico a corto plazo resulta peor.
Tan estrepitoso que los políticos socialdemócratas neoliberalizadores comienzan a renegar parcialmente de su modelo, proponiendo la tercera vía, que no saben ni explicar bien, pero que es una combinación de sus esencias con nuevas formas y lineamientos, que no podrá lograr resultados distintos.
Tan graves han sido los resultados del neoliberalismo que comienzan a surgir agudas contradicciones alrededor de la conveniencia de su continuidad destructiva. Mientras tanto, los sujetos sociales, potencialmente anticapitalistas, son más amplios y diversos que en fases anteriores y los objetivamente afectados por el neoliberalismo y por las élites del sistema, más aún.
Por todas partes surgen el cuestionamiento y las reacciones frente al sistema mundial destructivo, promotor del caos y la delincuencia, excluyente y negador de los derechos esenciales de la humanidad.
El desafío es enorme, pero hay que asumirlo con firmeza, con unidad y con decisión. Con la misma firmeza, unidad y decisión con que tu te enfrentaste a tus enemigos.
En el año 2001, los problemas económicos y sociales en el seno de la sociedad Norteamérica se agudizaron y el 11 de setiembre de ese año, un acto de terrorismo contra las torres gemelas de Nueva York, produjo miles de muertos y heridos, conmoviendo a todo el orbe por la espantosa intensidad de sus efectos contra personas inocentes; algo parecido al acto terrorista que presenciamos juntos en la Habana cuando el sabotaje al Vapor la Coubre y que fuera organizado por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos contra nuestro pueblo. El recuerdo de aquel sabotaje me lleva a los ventanales de tus oficinas en el Ministerio de Industrias, desde donde vimos elevarse un gran hongo de humo y de metralla procedente de la explosión del barco en el Puerto de la Habana. Hacía allí corrimos todos a socorrer a los heridos y a levantar nuestros muertos.
¿Y sabes cual fue la actitud del gobierno cubano frente al acto terrorista de las torres gemelas?. Pues ofrecer ayuda médica inmediata al gobierno de los Estados Unidos y abrir todos sus aeropuertos por si sus aviones en tránsito lo necesitaban, en los momentos en que el terror se había entronizado en todos los ámbitos de ese país.
En «agradecimiento» a ese gesto humanitario por parte de Cuba, el Presidente de ese país decidió incorporar a Cuba en la lista de países terroristas para su Guerra Infinita contra ellos a partir de aquella fecha.
Luego el imperio llevó a cabo su guerra contra Afganistán, bombardeando y masacrando a miles de seres humanos en ese país, en busca del supuesto autor de los atentados a las torres gemelas. Autor que hasta ahora no han encontrado.
La guerra de Bush se trasladó a Iraq, porque según él ese país poseía armas de destrucción masiva. Además había que matar o hacer prisionero al indefendible Sadam Hussein.
El ataque a Irak rompió record en muertes y exterminio, superando todo lo realizado en Afganistán. Hasta ahora no han aparecido las armas de destrucción masiva y Hussein parece gozar de buena salud.
Simultáneamente con estos hechos, se incrementaron las provocaciones y el estimulo a la contrarrevolución interna en Cuba. Millones de dólares entregados a los vendepatrias al servicio del imperio se pusieron en función, de manera dirigida y controlada por el representante de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba.
En pocos días se planearon 29 actos de terrorismo en el país de los cuales 3 se llevaron a cabo, sembrando el terror y la angustia en las familias cubanas.
Frente al secuestro de naves aéreas y marítimas, nuestro pueblo respondió de inmediato, en justa de defensa de su suelo y de sus conquistas revolucionarias.
Los grupúsculos contrarrevolucionarios fueron neutralizados, enjuiciados y sancionados de acuerdo a nuestras leyes. Tres de ello, los de más peligrosidad y peores antecedentes fueron fusilados. Las acciones contrarrevolucionarias promovidas por el gobierno de Bush fueron paralizadas.
A partir de entonces comenzaría otra guerra para contrarrestar las calumnias por parte de nuestros enemigos en el exterior y las quejas plañideras por parte de algunos intelectuales, que sorpresivamente sufrieron un shock que les hizo confundir el término «terrorista» con el de «disidente». ¡Que curiosa confusión en gente tan culta!. Como si algún gobierno del mundo que se respete les llamara «disidentes» a los ciudadanos vendepatrias que trabajan a sueldo de los intereses imperiales de un poder extranjero.
Esas confusiones nos hicieron recordar tus discusiones con algunos intelectuales, inmediatamente después del triunfo de la revolución cubana, que confundían a los torturadores y asesinos de la tiranía de Batista con los presos políticos que sometíamos a juicio.
¿Cómo te hemos recordado en estos días, en que Cuba se ha visto nuevamente amenazada? ¡Cómo hubieras arremetido contra los blandengues y los sumisos, que en sus abstracciones etéreas, alejados del pueblo, reculan para acercarse al cómodo calorcito del imperio, allí donde se refugian los flojos y los cobardes!
Pero la fuerza de la verdad se fue imponiendo minuto a minuto, hora por hora y día por día, no obstante el poder de los medios a disposición del imperio.
Cuba estaba amenazada de verdad, era una hermana en peligro y era necesario defenderla.
Todo ser humano honesto reconoció que Cuba, con todas sus limitaciones es el país con más logros sociales en América y el foco de resistencia principal a la dominación imperialista y a las políticas neoliberales.
Que Cuba había demostrado durante décadas su capacidad para derrotar todas las agresiones enemigas, y eso lo había logrado con la máxima adhesión popular y el uso mínimo de la fuerza.
Ante esos reconocimientos se fue desmoronando la campaña mediática. Se impuso la verdad, la solidaridad y el talento de los hombres y mujeres progresistas y revolucionarios de América Latina.
En lugar del cuadro que se pretendió pintar de una revolución cubana aislada y condenada por la «inteligencia» del mundo, emerge una pujante corriente de apoyo y solidaridad con su gobierno y con su pueblo revolucionario.
Pero aunque la campaña mediática actual naufraga, no es momento para confiarse. Las razones de la agresividad del imperio contra Cuba no han cambiado ni cambiarán mientras exista revolución en la isla.
Mientras tanto, Cuba se seguirá defendiendo y no dejará arrebatarse sus conquistas. Esas que ha logrado a costa de tanto sacrificio. Seguirá aquella recomendación de Lenin cuando hace 85 años escribió: Cualquier revolución solo es válida cuando se sabe defender.
Si hemos llegado hasta aquí y hemos seguido progresando en medio de la guerra económica e ideológica de la superpotencia más poderosa que haya existido jamás, quiere decir que es poderosa, pero no todopoderosa. Ni aún recurriendo al genocidio que han aplicado en otros países, podrán hacernos rendir.
Comandante Guevara, en estos momentos de amenazas, seguiremos siendo fiel a tu memoria. Sabremos estar a la misma altura de Playa Girón y de la crisis de los misiles,
Y desde aquí, desde tu querida patria, tus hermanos argentinos y cubanos, más unidos e identificados que nunca con tus ideas, te decimos:
¡Hasta la victoria siempre!