Avanza la destrucción de lo público, que era lo más cercano a lo común que conocíamos; en un lugar cualquiera, estudiantes, trabajadores y trabajadoras hacen oír sus voces: «nuestros recortes serán con guillotina» y dentro de una novela alguien dice como al pasar: «hay personas que esperan cartas desde el pasado, cartas que nos expliquen […]
Avanza la destrucción de lo público, que era lo más cercano a lo común que conocíamos; en un lugar cualquiera, estudiantes, trabajadores y trabajadoras hacen oír sus voces: «nuestros recortes serán con guillotina» y dentro de una novela alguien dice como al pasar: «hay personas que esperan cartas desde el pasado, cartas que nos expliquen un tiempo de nuestra vida que nunca entendimos, (…) aquello que entonces se nos escapó». Es Fernando Mello, abogado en La cabeza perdida de Damasceno Monteiro, de Antonio Tabucchi y al parecer se refiere a un encuentro con alguna clase de amor que sucedió hace mucho tiempo, dos cuerpos, dos pieles, dos distancias.
Sin embargo hoy pensamos en cartas desde el pasado distintas, colectivas, pensamos que hubo un pasado en el que hombres y mujeres a quienes nunca vimos arrancaron los derechos que hoy tenemos, nos salvaron del miedo con su determinación.
Dicen algunos que existe un capitalismo financiero malo y un capitalismo real bueno; lo que nos pasa, dicen, es que ese capitalismo financiero malo nos está atacando. Los cuentos calman pero no queremos que nos duerman con cuentos, no hay dos capitalismos sino uno que va buscando como siempre la mayor tasa de ganancia y si la encuentra en el crédito se va al crédito, y si el precio es la sobreproducción de crédito y llevarse las vidas por delante, lo paga.
Entretanto, año tras año hubo hombres y mujeres que hicieron de palos en las ruedas, opusieron resistencia, forzaron con sus vidas el orden de prioridades establecido y aun con sus derrotas consiguieron entorpecer el paso de lo injusto, escribiéndonos cartas de rebeldía y dignidad; por ellos y por ellas ganamos voz, educación, salud. Ahora que las destrozan habremos disfrutado de lo que conquistaron y lo estaremos perdiendo para quienes vendrán. Nada de lo cedido volverá con las aves, las cartas que enviemos entonces al futuro serán de soledad y sumisión.
Pero escribamos otras cartas, pero fundemos un orden de prioridades nuevo. Porque en septiembre las uvas maduran, la luz brilla como si empezara y no es posible aceptar una gota más de crueldad.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Cartas-del-pasado-cartas-que.html