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Che el necio

Fuentes: Rebelión

Me dan lata los aniversarios y las palabras sobran para hablar de él. ¿Quién soy yo para hablar de él? ¿Por qué radio y diarios me exigen que hable de él? Además me vienen a convidar a definirme, me vienen a convidar a tanta mierda… continuamente, y eso me da aún más lata. Yo me […]

Me dan lata los aniversarios y las palabras sobran para hablar de él. ¿Quién soy yo para hablar de él? ¿Por qué radio y diarios me exigen que hable de él? Además me vienen a convidar a definirme, me vienen a convidar a tanta mierda… continuamente, y eso me da aún más lata.

Yo me acuerdo la emoción del Pepe que me llevaba al Café La Habana, allí en México, donde Ernesto conoció a los cubanos. Y luego allí mismo, a la esquinita a ver el punto exacto donde los esbirros de Machado le robaron a Tina y a nosotros a Julio Antonio. Yo me acuerdo del Marcelo Ricardi, en Bellavista. Cuando yo entraba en el «4 y 10», en seguida me saludaba y me dedicaba «el Necio», allá en Santiago. Y me enorgullecía, me subía el ego, aunque fuera totalmente inmerecido. Y me alentaba, aunque me daba vergüenza (sana) escucharlo, al Marcelo poh, tocar Silvio y yo tomando cerveza, o sacar una botella del refrigerador, tener hambre y comer, esa cosa tan simple, teclear las tres letras mundiales de tu nombre…

Además me da una lata retorcida cuando hablan de él. Lo cuentan como un huevón absurdo, inalcanzable, un gigante, un mito, un dios, allá arriba. Es la mejor manera de matar el Che chiquitito que todos tenemos adentro. Él era nada más que un hombre. Con un fusil y un mandado, el mismo mandado de Don Salvador, de Fidel, del cura Mujíca, de Sendic, de Julio Antonio, Emiliano, de Ivonne cuando era chica y ahora, de Roque Dalton, de Juan y María, de Pedro y José y millones de mujeres y hombres latinoamericanos que tienen la osadía de querer desalambrar un continente. Los de ayer y los de hoy, con Evo, con Hugo, los Sem terra, los indígenas, esa generación nueva que no sabe mucho y sin embargo entiende íntimamente lo que es «rebeldía». El normal, cotidiano, común y corriente derecho-deber a ser «rebelde» contra la desigualdad y la injusticia.

Dijo Evo, ayer en la Higuera, que mientras haya capitalismo el Che será vigente, mientras que no haya unidad latinoamericana el pensamiento del Che será necesario. Y luego, junto yo, luego el Che será aún más vigente, por que el hombre nuevo será aún más rebelde, y la rebeldía será aún más necesaria, el día en que por fin quememos las naves…

…la necedad de asumir al enemigo…
la necedad de vivir sin tener precio…