(Comentarios a: Preguntas sobre el desarrollo del socialismo en China. Una delegación del Comité Central del Partido del Trabajo de Bélgica visitó China del 16 al 25 de febrero de 2003, por invitación del Departamento de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de China. Baudouin Deckers, miembro el Buró Político del PTB y responsable de Relaciones […]
(Comentarios a: Preguntas sobre el desarrollo del socialismo en China. Una delegación del Comité Central del Partido del Trabajo de Bélgica visitó China del 16 al 25 de febrero de 2003, por invitación del Departamento de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de China. Baudouin Deckers, miembro el Buró Político del PTB y responsable de Relaciones Internacionales, encabezó la delegación. Aquí responde a algunas preguntas frecuentemente planteadas sobre China).
Sin disponer de los datos socio-económicos, culturales y políticos necesarios de aquel poblado país, es aventurado opinar y mucho menos poder afirmar o negar el carácter capitalista o socialista del desarrollo político que se está produciendo. Sin embargo por las citas concretas que realiza el PTB nos atrevemos a realizar nuestros propios comentarios críticos sobre la vía al socialismo aplicada por el PCCH, desde las citas que nos proporciona el PTB, que reproducimos en cursiva.
«Para construir el socialismo en un país pobre un cierto número de empresas capitalistas es normal y necesario»[1][1]. Los investigadores del PCCh se refieren a la nueva política económica de Lenin[2][2], que según los investigadores permite el desarrollo capitalista bajo el control del estado socialista, después de los estragos de la intervención imperialista de l918-21.
Nos es imposible juzgar todos los aspectos de esta cuestión.
Nosotros no sabemos, por ejemplo, porque la experiencia de la industrialización y de la colectivización relativamente rápidas y de la planificación central de los años 30 en la Unión Soviética no son de una manera u otra aplicables a la China de hoy, como no podemos hacer un balance completo de toda la experiencia China a final de los años 70, ni después.
Esta pregunta que se hace al final, no sería necesario planteársela si se tuviera en cuenta a consta de qué se produjo aquel desarrollismo industrial y aquella planificación burocrática desde la cúspide, sin una estructura de base participativa. Desde una comprensión parcelada del marxismo, desde una concepción economicista del proceso revolucionario es evidente el cambio operado en las atrasadas Rusia y China, pero también son evidentes otras cosas que constantemente vemos, las contradicciones que genera el poder en manos del partido con el pueblo llamado a ser protagonista del proceso revolucionario mediante su autoorganización como clase dominante. En la URSS aquel desarrollismo sin participación popular provocó el retorno al capitalismo, ejerciéndose ya descaradamente el burocratismo característico del capitalismo, sin ninguna cortapisa de falsos ideales socialistas.
Hoy día China esta considerada como un país con altas tasas de desarrollado,3 [3] que compite en muchos aspectos con países capitalistas, sobre todo en el textil, que está influyendo en el desequilibrio comercial de importantes mercancías, en materias básicas importantes como son el petróleo o la misma chatarra de acero inoxidable, lo cual contribuye, por poner ese par de ejemplos, al encarecimiento y escasez de esos productos. Así mismo está contribuyendo a la agudización de las contradicciones inter-imperialistas. Las recientes maniobras militares entre China y la Rusia de Putín que no fueron posible cuando era URSS, son recogidas desde la prensa occidental como un aviso a la expansión imperialista de Bush en esa zona estratégica, coto de esas dos potencias orientales.
Hong Kong ya es China, ahora se están dando pasos para que toda China sea Hong Kong, otra prueba en esa línea nos la da el reciente anuncio sobre la privatización de 1300 empresas públicas más que el gobierno a propuesto realizar mediante subasta pública.
La cita de Lenin [2] referente a la NEP para intentar justificar el desarrollismo, sin tener en cuenta a costa de qué, es un tanto mecanicista y absolutoria, si como luego veremos, el marxismo y la revolución socialista en su caminar hacia el comunismo es algo mucho más complejo que el límite económico con el que se quiere argumentar el proceso revolucionario chino.
La Gran Revolución Cultural (1966-1976) nos enseño a los jóvenes occidentales de aquella época los principios que son la base misma de nuestro partido, como la crítica de los rasgos esenciales del revisionismo jruchoviano, la necesidad para los comunistas de transformar constantemente la concepción del mundo y de mantener una estrecha ligazón con las masas. Ello no excluye que al mismo tiempo, este período ha sido caracterizado por errores importantes en la propia China.
Según los dirigentes Chinos, la revolución cultural fue la apología de una política voluntarista e izquierdista seguida de falsas concepciones de igualitarismo, negando la divisa socialista: » A cada quien según su trabajo.
El Informe Sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas destaca que «durante los años 90, China ha logrado sacar de la pobreza a 150 millones de personas, o sea el 12% de su país y reducir así a la mitad la incidencia de este flagelo». Gracias a este avance de China, el número total de pobres extremos ha disminuido en el mundo, mientras que el mismo decenio, el informe constata que «54 países son hoy mas pobres que en 1990», entre los cuales se incluyen casi todos los antiguos países socialistas de Europa y Asia central 4 [4].
Que se sepa el revisionismo jruchoviano, su principal característica fue acabar con el culto al estalinismo, pero en nada contribuyó a acabar con el burocratismo, bajo la pretensión de pasar a la fase comunista en pocos años sin abordar los problemas políticos de fondo que impedían el desarrollo de esa fase con el protagonismo del ser productivo como actor determinante del caminar del socialismo hacia el comunismo, se inició una nueva fase de consolidación del burocratismo.
En cuanto a la revolución cultural, el fondo que la animó y que anima al actual proceso, salvando el aspecto desarrollista, en nada se diferencian, si entonces veíamos a los trabajadores en formación levantando el libro rojo, hoy los vemos en formación en las fábricas delante de las maquinarias antes del inicio de la jornada laboral. No es cierto que entonces a los trabajadores se les diera desde una concepción igualitarista, y ahora se les esté dando desde una concepción socialista. El hacinamiento y las largas jornadas laborales de los trabajadores que están permitiendo el competir con empresas capitalistas altamente desarrolladas, y que muchas multinacionales se instalen en China dado el bajo coste laboral, se asemeja más a consideraciones de la época feudal que a la capitalista y mucho menos a la socialista que se da en Cuba o que se está intentando realizar en Venezuela. Mientras exportan chinos a occidente que montan sus tiendas de todo a cien, y sus correspondientes grandes almacenes como el de Cobo Calleja en Fuenlabrada, que ha pasado a ser de polígono industrial a naves almacén de esas tiendas de todo a cien. Muchas de ellas con etiquetas falsas de grandes firmas, que han dado lugar a varias intervenciones policiales confiscando sus productos.
Entonces fue el salmo al libro rojo y el uniforme maoista, hoy, aquel culto se pretende sustituir con grandes edificios en las grandes ciudades, con el moderno pan y toros invitando a las galácticas estrellas del Real Madrid, mientras continua la expulsión de campesinos de sus tierras, y muchos de ellos son traídos a los enclaves productivos donde son hacinados como abejas productivas, sin ningún protagonismo político en el proceso del socialismo chino, sin ninguna medida que contribuya a la necesaria formación marxista que les permita finalmente organizarse como clase dominante y ejercer el poder. En nada se establece algún tipo de medidas como las se están produciendo en Cuba o Venezuela conducentes a la formación política del pueblo en línea con el socialismo y el comunismo.
No disponemos de datos de la situación económica de la Rusia prerrevolucionaria, pero es de imaginar que en porcentajes de pobreza no se diferenciasen de los de China, lo cual con sus medidas desarrollistas aventajaron incluso a China en la eliminación de la pobreza. Tal vez haya contribuido en alguna medida que China, por lo menos desde España, sea uno de los principales exportadores de niños que son adoptados por familias españolas, cosa que no sucede en un país socialista no tan altamente desarrollado como es Cuba, donde la seguridad social está garantizada a toda la población, mientras que en China no existe punto de comparación.
El PCCh nos parece realmente unido en la política actual de reformas. (…) El PCCh ha traducido esta orientación en una política de reformas, un socialismo «estilo chino», cuyas principales características son las siguientes:
*Diversificación de la propiedad de los medios de producción, introducción de la propiedad privada a costa de la propiedad estatal (de pleno derecho o mayoritaria) y de la propiedad colectiva (de pleno derecho o parcial) y de todas las formas intermedias posibles.(…) La mayor parte de las empresas han devenido en sociedades de acciones, en las cuales el Estado posee todo (mayoría, minoría de bloqueo) o nada. La política de descolectivización en el campo y de desarrollo de empresas privadas es seguida del llamado a «enriquecerse».
*La introducción del mercado como regulador y de la competencia como estímulo a una producción mejor, más eficaz…aquí también la idea es que haya mercado socialista y mercado capitalista.
Oficialmente, a pesar de las privatizaciones, China no tiene una clase capitalista. Esto no nos parece correcto. No porque decenas de millares de capitalistas actuales no se han constituido (aún) en una fuerza política unificada (un partido político), no forman una clase con sus propios intereses que, tarde o temprano, entrarán en conflicto abierto con los intereses de clase de los trabajadores y del Estado socialista. Sobre todo, porque esos capitalistas, como en cualquier otra parte, reclamarán ganancias siempre mayores que no podrán obtener sino aumentando la explotación de la clase obrera y exigiendo medidas antisociales por parte del Estado… y porque el capitalismo en China será confrontado tarde o temprano con los fenómenos de sobrepro-ducción y crisis que lo caracterizan en todo el mundo.
¿Cómo es qué ahora los capitalistas pueden también ser miembros del PCCh?
El PCCh ha promovido la teoría de la «triple representatividad» de Jang Zemin al rango de continuación del marxismo-leninismo, del pensamiento de Mao Zedong y de la teoría de Deng Xiaoping. En el extranjero prácticamente lo único que se toma en cuenta es que «en adelante, los capitalistas pueden llegar a ser miembros del partido «. Se trata de una reducción simplista y mutilada.
El partido ha propuesto ampliar su base de masas. Ha definido seis nuevas categorías sociales dentro de la sociedad china derivadas de la política de modernización y reformas: personal de empresa de alta tecnología (Ingenieros y técnicos), empresarios y gestores de empresas de capital mixta, empresarios privados, trabajadores de organizaciones intermedias (auditores) etc., profesiones liberales. China cuenta con 35 millones de intelectuales.
El partido esta formado principalmente por obreros, campesinos e intelectuales. Estima que es necesario aceptar la adhesión de todas las personas que reconocen sus estatutos, aceptan su programa, son elegidos por las masas como dignos de convertirse en miembros del PCCh, son aceptados después de un período de dos años y corresponden a otros numerosos criterios del partido.
La teoría sobre la edificación del partido responde a los criterios que permiten ver si un partido es progresista o no. La proporción de miembros de origen obrero en el seno del partido no es el criterio decisivo, hay que afirmar el marxismo, que debe ser el programa director del partido. Hay que ver si el partido representa a los intereses de la población mas amplia y la orientación correcta de la sociedad. Si el partido se mantiene a la vanguardia de las evoluciones tecnológicas; es necesario estimular la adhesión de aquellos que las dominan.
El partido ha propuesto ampliar los canales de la democracia a su interior. Es necesario que los miembros del partido conozcan mejor las decisiones.
Tal vez los compañeros del PTB no hayan valorado suficientemente las repercusiones que pueden tener el que los capitalistas puedan ser miembros del partido comunista chino y ese llamamiento a enriquecerse. Sí tienen organización política los capitalistas, tienen su entrismo inteligente dentro del propio partido que gobierna. De hecho, que se conozca, familiares de altos dirigentes del partido (Jang Zemin) son dueños de importantes corporaciones relacionadas con la tecnología informática. Es evidente que esa base de «masas» que justifica la incorporación de capitalistas al PCCH, está animada por la concepción capitalista del desarrollo. En nada esa pretendida modernidad tiene en cuenta la dialéctica de la naturaleza que nos dice Engels. Se mantiene la división del trabajo de la sociedad capitalista, donde el desarrollismo plano nada tiene en cuenta al resto de la naturaleza, donde además la división clasista que se propone, impide superar concepción capitalista sobre la división del trabajo en intelectual y manual.
Es evidente que los mejor situados para el enriquecimiento son los que ostentan el poder político, y que como justificación y ejemplo llamen al resto del pueblo a que entre en esa batalla competitiva e insolidaria del enriquecimiento individual capitalista. Ese discurso rompe con la concepción marxista que considera al ser humano como parte material del complejo mundo material, del ser social como parte material de la naturaleza al considerar al individuo desde la concepción capitalista anticientífica e individualista. Difícilmente ese discurso del enriquecimiento personal llegado el desarrollo económico pueda ser reemplazado por el discurso socialista y comunista, que permita a ese ser humano manipulado comprender la filosofía marxista, desprenderse del individualismo egocéntrico y egoísta, para, de forma automática, por esa concepción falsa del desarrollo productivo considerar que el ser productivo adquiere conciencia comunista. Si ahora es difícil en las condiciones que tienen que desenvolverse los trabajadores poder comprender la ideología marxista, la base científica en que se sustenta, difícilmente una supuesta aristocracia obrera «motor del desarrollismo» pueda educarse y desprenderse de las migajas que el sistema la otorga, para abrazar la causa solidaria e internacionalista que es el comunismo.
La revolución socialista en su caminar hacia el comunismo es permanente. La concepción etapista del proceso revolucionario es antirrevolucionario, lo cual no implica el desarrollar un programa estratégico y táctico sin contradicciones etapistas. Esa revolución se inicia desde la lucha anticapitalista, para lo cual se requiere una cohesión ideológica de un grupo suficiente de comunistas capaz de hacerla extensible a un grupo mucho mayor de trabajadores que permita vincular la lucha y la organización revolucionaria en los lugares donde tienen origen las contradicciones de clase, en los centros de producción y servicios, a los barrios populares. La formación marxista no se puede dejar para después, en la espera de cierto desarrollo productivo, tiene que iniciarse al mismo tiempo que se plantea las luchas económicas y sociales, para que se pueda desarrollar la lucha política revolucionaria.
Es lógico que preocupe al PTB la ideología y los intereses de los capitalistas, que además de obtener el máximo de beneficios, cuando se arriesgan a invertir sus capitales lo hacen desde la seguridad de que aquel «Estado de Derecho» les garantiza su supervivencia. Es de suponer que los capitalistas no se sentirían muy seguros si los trabajadores de sus empresas se constituyesen en Comités, Comunas o Soviet capaces de controlar el proceso productivo de las empresas, que les permitiese la tomar del poder en el momento que estratégicamente lo considerasen necesario, mandando al basurero de la historia el viejo poder capitalista. En tanto no se adopten medidas de ese tipo que permita al pueblo trabajador organizarse como clase dominante, los capitalistas tendrán toda la confianza necesaria para invertir en China. Es evidente, que aunque el PCCH manifieste su disposición marxista-leninista, lo real es que está muy lejos de estimular el protagonismo del pueblo mediante la formación y la autoorganización del pueblo. Los dirigentes del PCCH, de tener que manifestarse les parecería aventurado que desde el atraso socio-económico, cultural y político de Venezuela que el gobierno esté planteando la relación dialéctica que en todo proceso revolucionario se tiene que dar mediante la asistencia social, la formación y la autoorganización del pueblo. El desarrollo de la unidad dialéctica de los factores objetivos y subjetivos, imprescindibles en una revolución que desde el socialismo necesariamente tiene que caminar hacia el comunismo. Es evidente que el imperialismo a nivel ideológico esté más preocupado por el proceso de Venezuela que por el socialismo de China, lo que no quita la preocupación que China pueda suponer en el proceso de desarrollo capitalista, las contradicciones inter-imperialistas que genera, sobre todo ante la amenaza que supone el fin de las energías fósiles, fundamentalmente la incidencia del petróleo para el desarrollo productivo, en la industria, el transporte y la propia agricultura, para que los ascensores puedan funcionar en esos altos edificios que con tanta ilusión se construyen en China.
La frase final reproducida, por si sola nos refleja el carácter democrático revolucionario del partido comunista chino. ¿Quiénes son los que toman decisiones que el partido debe conocer, cuando implícitamente se reconoce que no existe democracia interna? Es lógico que los que controlan el poder traten de justificar su poder con palabras que no van más allá, con sus buenas intenciones de mejorar la democracia interna a través de mejorar la comunicación de los de arriba con los de abajo. El control democrático desde la base es evidente que es imposible de realizar cuando los circuitos de participación y comunicación no existen entre la base y la cúpula.
Desde la experiencia vivida por los comunistas españoles, con una militancia falta de la formación ideológica básica que posibilite la democracia interna, podemos comprender esa interpretación que se hace sobre la ampliación de la sociedad (en lenguaje de Negri, «multitud») y que capitalistas o socialistas productivistas puedan formar parte del partido chino, pero en nada esa visión garantiza una línea revolucionaria marxista y leninista. Sin una organización con una base cohesionada ideológicamente que permita una estructura organizativa revolucionaria, consciente y participativa no solo nos trae la triste experiencia liquidacionista que está viviendo el partido español, sino que se imposibilita la autoorganización de las fuerzas productivas como clase dominante, con su propia estructura de poder basada en la democracia directa permanente, sin tener que delegar en organizaciones ajenas a las propias con que se dotan los trabajadores; una forma de poder que nada tiene que ver con la capitalista, con su falsa división de poderes, con su estado y su democracia delegada en la clase política al servicio de la minoría capitalista.
[1][1] Ludo Martens «Los orígenes del sangriento drama en Beijin», Solidaire No.23, junio 1989.
[2][2] La nueva política económica (NEP). Bajo las presiones de las intervenciones extranjeras y de la guerra civil después de la revolución de octubre, Lenin dirigió una política que permitía el desarrollo controlado del capitalismo. Lenin consideraba esta política como la única posibilidad de asegurar el aprovisionamiento de las ciudades y el desarrollo del país, de salvar y considerar la alianza de obreros y campesinos.
3[3] (Lisandro Otero Guerra textil contra China 27-08-2005 Rebelión) China que se ha convertido en un gigante industrial y se proyecta con enorme fuerza sobre el presente siglo. Hoy, la economía china crece a un 13% anual y al finalizar el siglo veinte estaba a la altura de las grandes naciones occidentales industrializadas y concluyó la etapa de la austeridad, la economía centralizada, las restricciones de consumo y la severidad de la vida moral.
4 [4] Informe mundial sobre desarrollo humano 2003, publicado por el programa de las naciones unidas para el desarrollo (PNUD), p.5.