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Christa Wolf, un recuerdo en la Azoka de Durango

Fuentes: Rebelión

Hay una foto famosa de Barbara Klemm, que muestra a Christa Wolf en Frankfurt en 1982. La autora ofreció cuatro conferencias en el marco de una cátedra poética en la universidad Johann Wolfgang von Goethe de Frankfurt/del Meno. Sus discursos supusieron un espectacular éxito, un aula abarrotada con oyentes sentados en el suelo y a […]

Hay una foto famosa de Barbara Klemm, que muestra a Christa Wolf en Frankfurt en 1982. La autora ofreció cuatro conferencias en el marco de una cátedra poética en la universidad Johann Wolfgang von Goethe de Frankfurt/del Meno. Sus discursos supusieron un espectacular éxito, un aula abarrotada con oyentes sentados en el suelo y a Christa acercándose al atril, sorteando a la gente en su camino. La admiración por la escritora Christa Wolf.

Crista Wolf murió el jueves, 1 de diciembre del 2011 en Berlín. En la Feria del Libro de Durango, en la Azoka, donde se ofrecen al lector pensamientos, ilusiones e ideas hechos libros, esta gran escritora alemana de la DDR merece nuestro recuerdo, nuestro aplauso y nuestro irrintzi. «Alemania pierde con su muerte a una de las autoras alemanas más importantes del presente», lamentó el ministro de Cultura, Bernd Neumann. Para el presidente de Alemania Christian Wulff «su literatura movilizó, entusiasmó e hizo reflexionar» a los alemanes.

Wolf nació el 18 de marzo de 1929 como Christa Ihlenfeld en una familia de clase media de Landsberg, hoy Polonia y entonces Prusia, y estudió Germanística en Jena y Leipzig. En 1963 alcanzó su primer gran éxito literario con la publicación de «El cielo dividido», por el que recibió el premio Heinrich Mann. Luego escribió otras muchas obras: Casandra, Reflexiones sobre Christa T., Medea, Ciudad de los ángeles o el abrigo del Dr. Freud, Muestra de infancia, Lo que queda

Cuando Günter Grass obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1999 el autor de El tambor de hojalata dijo que le hubiera gustado recibirlo conjuntamente con la escritora germano-oriental. Wolf procedente de la República Democrática Alemana (RDA o en alemán DDR), nació en 1929 y vivió primero bajo el régimen nazi y después el de la RDA antes de la reunificación de Alemania. Novelista, ensayista y guionista, Wolf fue candidata frecuente al Nobel hasta la caída del muro en el 89, y obtuvo en 1980 el premio Georg Büchner, el más prestigioso de las letras alemanas.

Su actitud frente a la RDA la convirtió en una figura polémica: En 1949 se afilió al partido único SED, del que sería miembro hasta junio de 1989, en que fue expulsada. Colaboró de manera inoficial con la policía política (Stasi) entre marzo de 1959 y octubre de 1961. Con el tiempo fue desarrollando una visión cada vez más crítica con el gobierno comunista, pero sin renegar nunca del marxismo. Ella misma publicó en 1993 el acta que revelaba su colaboración con la Stasi. Calificó esa experiencia de «punto oscuro» en su vida. Con la reunificación alemana en 1990 mantuvo la esperanza de que se llegara a una forma de comunismo más humano. Nunca abandonó la RDA «ni, en palabras de su editora Ulla Unseld-Berkéwicz de la editorial Suhrkamp, dejó que el país la dejara a ella» (Sie verliess nie die DDR und liess auch nicht zu, dass ihr Land sie verlässt). Tras la caída del muro, en la noche del 9 de noviembre de 1989 fueron muchas las voces que pidieron la reunificación, Christa, como otros, como Volker Braun y Stefan Heym, no estuvo de acuerdo. Reivindicó una RDA libre, independiente, marxista, de rostro humano. Veía posible una reforma del socialismo. Hasta estos momentos fue candidata seria al Nóbel de literatura con la pátima de su crítica al sistema del Este.

Yo creo que, a pesar de sus desencuentros con el sistema, Christa a partir de la reunificación se sintió un poco o quizá un mucho huérfana. Y tuvo qué plantearse qué hacer en adelante. En 1989 publicó su obra Was Bleibt (Lo que queda), escrita 10 años antes así, sin interrogante, en el 79, y en la que se pregunta por qué el desmoronamiento de la RDA, de la que se siente corresponsable. Es crítica con el mundo occidental, con su capitalismo y materialismo. Muchos escritores de la Alemania Occidental, que le aplaudieron cuando criticó a la DDR, ahora se le echan a la yugular, le tildan de ser escritora vendida al régimen, de ser escritora de medio pelo, son los conocidos como los de la Literaturstreit (de la trifulca literaria). Hubo quienes la defendieron, como Günther Grass y Walter Jens entre otros. Pero no demasiados. Arreciaron las críticas cuando se supo en los 90 que fue reclutada por la Stasi como colaboradora inoficial. Dio la cara, publicó las actas, que recogían sus informes a la Stasi (Akteneinsicht Christa Wolf), en las que por cierto daba una visión positiva de los escudriñados. Vertieron desde la Alemania Federal, desde los medios occidentales, toneladas de mala baba sobre la gran escritora Christa Wolf.

Vivió momentos duros, incluso se temió por su vida. Su vida no fue fácil. Sus muchas obras y escritos reflejan sus temores, sus dudas, sus interrogantes, esperanzas y desengaños. Vivió una verdadera caza de brujas por parte de escritores occidentales, algunos de ellos, los más, verdaderos colaboradores vendidos al capital, altavoces panfletarios de señores de la guerra. Escritores de inhumanidad. Cuando el entorno se le vuelve agrio Christa reflexiona y expone sus vivencias en el mundo que le toca en suerte, vierte hacia fuera sus anhelos socialistas y de persona buena.

En sus últimos años, la Christa anciana, enferma, cuerda y serena grita en sus obras que ama la vida, «Ich lebe gerne», que ama su Berlín, a su mozo y a sus dos hijas. También en sus últimas obras, tras el muro, nos regala sus reflexiones, su sentir, su piel fina de mujer sensible y socialista, su anhelo de un mundo mejor por el que ella tan duramente luchó en vida.

Un beso a Christa desde la Azoka de Durango en este otoño con nieves ya en los altos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.