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El destino publicitario de una canción de la resistencia

Ciao, bella

Fuentes: Il Manifesto

Traducido por Gorka Larrabeiti

A mediados de los 60, los braceros chicanos huelguistas cantaban en California, además de corridos, una versión en español de «Bella Ciao». Hace un par de años, un grupo de jóvenes turcos que vi por la calle de Roma, nos cantó otra versión, naturalmente en turco. La oí, en los años 80, en no sé qué reunión de gente de izquierda en Inglaterra. A lo que voy: si hay una canción global y alternativa a la vez, ésa es «Bella Ciao». Y, como todo lo verdaderamente global, es normal que haya ido a parar a la trituradora global de la publicidad. Hemos hecho anuncios con Gandhi y con Cristo; por tanto, no ha de sorprendernos que una bebida mejicana producida por la Coca-Cola se promueva mediante esta alegre tonadilla internacional.

Y es que, si uno es lo bastante ignorante para no saber qué historia contiene esta canción y su desfachatez es la suficiente como para que le dé lo mismo, «Bella Ciao» es un jingle perfecto: por lo reconocible, fácil de recordar y de tararearse distraídamente; por el optimismo amable de ese «bella» y ese «ciao» tan en armonía con la alegría juvenil de la Coca Cola. Es hasta lúdica -Roberto Leydi nos enseñó que el estribillo, con esas alegres palmas, provenía de un juego de niños de algún rincón entre el Véneto e Istria-. Luego, bien pensado, a los publicistas no les ha debido de desagradar esa vaga aureola de «libertad» que aún asocian a esta canción. Al fin y al cabo, hoy cuñas y anuncios hablan continuamente de libertad; pero la libertad que nos proponen hoy es una libertad limitada de consumidores, una bebida en vez de otra, un automóvil, un dentífrico en lugar de otro que se le asemeja. Un producto político en lugar de otro, la libertad global para que nosotros, pueblo de las libertades, elijamos. Si es esto lo que queda de la libertad por la que murió (y vivió) aquel partisano, es normal que el funeral se lo cante la Coca Cola en México.

Fuente: http://www.ilmanifesto.it/Quotidiano-archivio/28-Marzo-2008/art5.html