Una película de próximo estreno explora detalles de la guerra secreta librada contra la insurgencia comunista de Laos por Estados Unidos, que tenía su centro de operaciones en la base área de Long Chen, un lugar al que todavía no se puede acceder. Esa operación clandestina que transcurrió en la década del 60 y principios […]
Una película de próximo estreno explora detalles de la guerra secreta librada contra la insurgencia comunista de Laos por Estados Unidos, que tenía su centro de operaciones en la base área de Long Chen, un lugar al que todavía no se puede acceder.
Esa operación clandestina que transcurrió en la década del 60 y principios de los años 70, de la que se conocen pocos detalles, estuvo a cargo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y su centro más secreto fue esa ciudad del centro del país.
La película titulada «The Most Secret Place on Earth» («El lugar más secreto sobre la tierra»), del director cinematográfico alemán Marc Eberle, pronta para ser estrenada en las salas europeas, incluye imágenes de Long Chen, las primeras obtenidas por un equipo de filmación occidental desde que los comunistas tomaron el poder en Laos en 1975.
«Tuve la idea de hacer esta película cuando visité en 2002 la llanura de Las Jarras», en el norte del país, que recibe ese nombre porque contiene miles de esos objetos realizados en piedra, dijo Eberle a IPS.
«Todavía se pueden ver los cráteres hechos por las bombas e incluso hay proyectiles sin explotar por todas partes. Fue entonces que escuché sobre Long Chen y acerca de que nadie había podido ir allí desde el fin de la guerra. Pensé: ¿cómo hago para visitar el lugar y filmar una película sobre él?», agregó.
Es poco lo que se conoce sobre ese conflicto, aunque todavía representa la operación paramilitar estadounidense más costosa y de mayor envergadura.
Estuvo completamente a cargo de la CIA, que utilizó pilotos civiles de su propia aerolínea, Air America, y mercenarios reclutados entre la etnia hmong, que vivía en las zonas montañosas del centro y norte de Laos.
Aunque fue el centro de la operación encubierta, y uno de los aeropuertos más concurridos del mundo, con una dotación de 50.000 personas, la ubicación de Long Chen jamás apareció en ningún mapa.
«Me pareció totalmente extraño que la segunda ciudad más grande del país fuera completamente secreta», señaló Eberle.
Long Chen permanece inaccesible a los extranjeros y la mayoría de los laosianos a causa de los enfrentamientos con los remanentes del ejército hmong de la CIA. Hasta hace poco, constituyó una unidad administrativa especial bajo el control directo del ejército de Vientiane.
El interés en la guerra secreta de Laos se reavivó en 2003, cuando dos periodistas occidentales hicieron contacto con miembros de los insurgentes hmong. Fueron los primeros hombres blancos que veían desde que la CIA los abandonó a su suerte 27 años atrás.
Aunque las fotos se publicaron en la edición asiática de la revista Time y obtuvieron premios internacionales, la prensa estadounidense no hizo un seguimiento del tema, que volvió a desaparecer de la atención pública.
Volvió, sin embargo, a los titulares el año pasado, cuando las autoridades de Estados Unidos arrestaron al septuagenario Vang Pao, jefe de las fuerzas hmong en los años 60, y lo acusaron de terrorismo a causa de su supuesta participación en un complot para derrocar al gobierno de Laos.
Eberle cree que la operación encubierta de la CIA es relevante en la actualidad, ya que muestra un paralelismo con la guerra de Iraq.
«Laos fue el progenitor del estilo que emplea Estados Unidos para pelear las guerras del siglo XXI», afirmó.
«La tercerización del conflicto con compañías privadas, la obtención de apoyo del público a través de la falsificación de documentos y datos de inteligencia y el empleo de las llamadas ‘armas inteligentes’ fueron inicialmente ensayados en Laos», agregó.
La operación encubierta comenzó a fines de los años 50, cuando Washington buscó contrarrestar a las fuerzas comunistas del Pathet Lao y sus aliados de Vietnam del Norte.
Vang Pao, en esa época oficial del ejército real laosiano, fue reclutado en 1960 para liderar a las tropas hmong, que llegaron a sumar 30.000 hombres. Poco después se estableció en Long Chen, que fue complementado con centenares de pistas de aterrizaje construidas por la CIA en territorio de Laos.
La película examina el conflicto a través de las historias de quienes participaron en sus aspectos diplomáticos, militares y de operaciones encubiertas, incluyendo a ex diplomáticos, agentes de la CIA y pilotos de Air America.
También recoge los testimonios de críticos de esa guerra secreta: Alfred McCoy, un corresponsal en Laos en esa época y autor del libro «The Politics of Heroin: CIA Complicity in the Global Drug Trade» («La política de la heroína: Complicidad de la CIA en el tráfico mundial de drogas»), y Fred Branfman, un socorrista que se convirtió en activista para exponer el conflicto.
Asimismo, ciudadanos laosianos ordinarios tuvieron la oportunidad de relatar sus experiencias.
Sin embargo, aunque se incluye una breve entrevista con Vang Pao, la película no trata adecuadamente la situación de los hmong, quienes llevaron el mayor peso de algunos de los combates más salvajes. Con la excepción de los oficiales de más alto rango y sus familias, los combatientes fueron abandonados a su suerte cuando Estados Unidos se retiró de Laos.
Uno de los aspectos más interesantes es que Eberle incluyó filmaciones inéditas que pudo obtener de diversas fuentes, con escenas de misiones de combate y sobre la vida cotidiana en Long Chen.
«La CIA ha desclasificado una gran cantidad de material, pero la fuente más importante han sido aquéllos que estuvieron allí filmando con sus pequeñas cámaras Súper 8, frecuentemente de manera ilegal», relató el cineasta.
La película se aparta del enfoque adoptado por otros documentales y libros sobre el tema, que justificaron el conflicto y elogiaron a quienes lo llevaron adelante.
La realidad fue muy diferente, como señala McCoy: «Destruimos toda una civilización, la borramos del mapa. Incineramos, atomizamos seres humanos en esta guerra aérea. ¿Y qué sucedió en el final? Perdimos».
A causa de la naturaleza encubierta de la operación, las fuerzas estadounidenses podían ignorar prácticamente todas las reglas establecidas sobre las condiciones para entrar en combate que se aplicaban en Vietnam. Cada edificio era un blanco potencial y las bajas civiles fueron muy elevadas.
La situación empeoró en los años 70, cuando el entonces presidente estadounidense Richard Nixon (1969-1974) ordenó ataques masivos con bombarderos B-52, algo que se mantuvo como información clasificada hasta muchos años después.
En promedio, se arrojó sobre blancos en Laos la carga completa de un avión cada ocho minutos, 24 horas al día, durante nueve años, lo que convirtió a ese país en el más bombardeado por habitante en la historia de la guerra.
Eberle se mantiene reservado respecto de cómo logró obtener permiso para filmar en Long Chen. «Se trató de tener los contactos correctos», señaló.
Un equipo de filmación que había intentado ingresar tiempo atrás a la base fue arrestado y condenado a 15 años de prisión, aunque la presión internacional logró liberarlo en cuatro semanas.
«Después de que nosotros estuvimos allí, otro equipo británico también lo intentó, pero fueron atrapados y deportados», comentó Eberle.
«Algunos lugares del mundo tienen una energía diferente y Long Chen es uno de ellos. Uno mira la pista de aterrizaje y piensa que ese fue el lugar en el que todo ocurrió. El lugar del que despegaban los aviones para bombardear a todas esas personas», agregó.
La película, que incluye tomas aéreas y desde tierra de la base, muestra que ahora Long Chen es una pista descuidada y cubierta de malezas, rodeada por montañas boscosas. Los edificios, incluyendo bungalows de estilo californiano, y otras estructuras construidas en los años 60, están en su mayor parte vacíos y en ruinas.
«Es apenas un puesto militar de avanzada. Una pequeña aldea, con un par de cientos de habitantes, soldados y sus familias», dijo Eberle.
«Su edad de oro quedó atrás. Fue un oasis de alta tecnología para los espías en Laos. Se dice que había más antenas que árboles. Ahora ni siquiera tienen electricidad», indicó.
El cineasta cree que los remanentes de la resistencia hmong tienen los días contados. «Quedan algunos grupos, pero no están organizados, ni política ni militarmente. Son los hijos y nietos de quienes participaron de la guerra y temen abandonar la jungla porque nunca conocieron otra cosa», relató.
«Sea o no culpable de los cargos de conspiración que se le formularon, Vang Pao y otros exiliados hmong han utilizado a estas personas como peones de ajedrez. Incluso obtuvo millones de la comunidad hmong en Estados Unidos con el argumento de luchar para la liberación de la patria», afirmó Eberle.
Un indicio de la irrelevancia de los insurgentes es que se está considerando abrir Long Chen y el área que la rodea al turismo.
Sin embargo, Eberle no cree que esto ocurra en los próximos años. «Es todavía un tema muy sensible. Se trata del último capítulo de la guerra de Vietnam (1964-1975) y tanto el gobierno de Laos como el de Estados Unidos tienen interés en asegurarse de que sea olvidado», concluyó.(FIN/2008)