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Cómo se fabrica un terrorista

Fuentes: Oumma.com

Traducido por Caty R.

El 30 de octubre de 1995, en las columnas del diario Libération, François Burgat comentó en estos términos los atentados terroristas que acababan de enlutar París. Casi doce años después, mientras el Tribunal especial de París juzga a uno de los presuntos autores de aquellos atentados, la actualidad de las cuestiones que esta «receta del terrorista» plantea en el ambiente político nacional e internacional permanece intacta.

Hay que acorralar sin compasión a los terroristas. La policía y la justicia lo han hecho resueltamente y pudimos pensar durante algún tiempo, sin razón, que la red responsable de esos crímenes estaba destruida. Para evitar que la aparición de otras redes dejen continuamente obsoletos los éxitos de nuestros policías, es urgente que ahora nos apliquemos a desmantelar otra organización todavía más temible: no la que produce las bombas, sino la que fabrica a los que colocan los horribles artefactos mortíferos. En París o en Argel, esta investigación sólo conduce a los suburbios.

Veamos, ¿cómo se fabrica un terrorista? Tomemos un país -Argelia- al cual nos unen «vínculos históricos y humanos importantes». Fomentemos ruidosamente «la marcha hacia la democracia» de «nuestros-amigos-argelinos». Pero cuando el primer escrutinio libre de la historia independiente del país adjudique la victoria indiscutible a un partido donde el verde nos parece que anula a los tres colores de nuestros intereses, apoyemos sin escrúpulos el golpe de Estado militar que pone fin a la experiencia. Cerremos los ojos ante los miles de detenidos. Cerremos las orejas a los gritos de miles de torturados.

En cambio, cuando surja la inevitable reacción contra la campaña de exterminio de los militantes del partido vencedor de las urnas, y con más razón cuando los métodos de estos últimos imiten la crueldad de los del poder, recupere sus sentidos y comience a denunciar enérgicamente «la barbarie integrista». Aférrese desde entonces a una doble doctrina muy simple: El «integrismo» es soluble en «la democracia» y «la ayuda económica». Para la democracia, por tanto, apoye a cualquier interlocutor capaz de declarar sonriendo delante de una cámara de televisión que instaurará la democracia en cuanto haya limpiado totalmente el país de islamistas. Para «la ayuda económica» vuelque, sin reparar en gastos, la bolsa europea en los bolsillos de los más corruptos de «nuestros amigos argelinos».

«Nuestros amigos argelinos»

Más allá de la política y la economía, lo principal se va a jugar en el terreno mediático. Las normas del tratamiento de la información procedente de Argelia son simples: al amparo del estado de emergencia, la junta militar impuso un decreto a la prensa argelina prohibiéndole, so pena de duras sanciones, «la difusión de cualquier información relativa a la seguridad no inscrita en el marco de un comunicado oficial o una rueda de prensa». Tenga en cuenta que este decreto se aplica en Francia, muy especialmente en los telediarios y en las radios nacionales de gran audiencia.

En realidad el objetivo es bastante simple: se trata de limitar la información sobre los métodos del bando islamista únicamente a la violencia ciega contra civiles inocentes y encantadores, a los que hay que referirse señalando siempre su filiación profesional o familiar. En cambio oculte las particularidades psicológicas de los «islamistas armados» que las fuerzas de seguridad «derriban» por centenares. Sepa, en primer lugar, que sus retratos quedan mejor en blanco y negro que en color. Sepa también que nacen por partenogénesis o escisiparidad y que por lo tanto no tienen ni madre, ni padre, ni hijos para llorarlos.

Los «islamistas armados» no tienen otra profesión y mucho menos «intelectual». ¿El director del departamento de matemáticas de la Universidad de Argel desgraciadamente sobrevive -y, en consecuencia, en condiciones de declarar- tras haber sido torturado brutalmente durante varias semanas por las fuerzas de seguridad? A su testimonio u otros cientos del mismo calibre, prefiera el importante asunto que le ofrece generosamente la cadena nacional argelina, lleno de colores y emoción, sobre las intrépidas bañistas del Club de los Pinos «que resiste al auge del integrismo».

Si dispone de testimonios de policías que demuestran el alcance de la manipulación de la violencia, que el régimen practica el asesinato de sus propios policías o la creación de bandas criminales financiadas por el poder, prohíba la difusión de semejantes incongruencias mediáticas. Si el bando de los vencedores del escrutinio llega superar nuestras barreras audiovisuales, por ejemplo publicando una obra que reproduce los testimonios de varios centenares de víctimas de la tortura de Estado, prohíba su difusión (1) recalcando que constituye «una incitación al odio».

Al mismo tiempo sitúe en Argelia, o simplemente en el entramado de la reciente o antigua inmigración argelina, a la minoría más extremista y más opuesta a cualquier forma de comunicación y diálogo con el bando de los vencedores del escrutinio. Bendiga a la «sociedad civil» y concédale carta blanca en sus emisiones políticas y más todavía en las culturales, literarias, deportivas etc., de modo que su representatividad sea inversamente proporcional a la que tiene en su sociedad de origen y también la menos respetuosa posible con la diversidad de opinión de la comunidad inmigrante.

Mantenga a distancia todo que representa o a aboga por el campo islamista que pueda generar en la opinión otra cosa que un violento sentimiento de repulsión; o más ampliamente, a cualquier individuo agradable, sobre todo si es del sexo femenino, hostil a la política de erradicación física del partido de los vencedores del escrutinio. Esté alerta: un campeón del mundo de los 1.500 metros puede esconder a un simpatizante del FIS. Un militante del FIS puede ocultarse en un profesor de música, un estudiante de La Sorbona o un enamorado de La Fontaine. Vele por el respeto de algunas convenciones terminológicas esenciales: un periodista de la minoría aniquiladora se llama «un periodista valiente». Por el contrario, la expresión «periodista islamista» o «prensa islamista» no tiene razón de ser porque esta prensa se prohibió totalmente en agosto de 1992, pero porque los islamistas están «contra los periodistas» e incluso «contra la cultura».

Finalmente esté preparado para reaccionar frente a cualquier iniciativa intempestiva de «nuestros-amigos-argelinos», porque todos sabemos que su madurez política deja bastante que desear. ¿Los principales partidos de la oposición llegan, al precio de valientes concesiones recíprocas, a entenderse en cuanto a los términos de su futura cohabitación para restaurar la paz civil en su país? Concédales algunos cacareos aprobatorios del ministro de Asuntos Exteriores (que se apresurará a olvidar en cuanto sea Primer Ministro), y después, ya en serio, haga burla, a través de su hombre fuerte del momento, de los firmantes del tratado en cuestión acusándolos de cándidos e ingenuos a ellos y al reducido número de nuestros compatriotas que tuvieran el mal gusto de aplaudirlos.

¿Las posibilidades del régimen de rembolsar la ayuda económica se reducen por la amplitud de los gastos vinculados a la represión? No vacile: espacie generosamente su deuda. Así hará pagar a la siguiente generación… ¡la factura de los medios que da a la actual para reprimirla (remunerando generosamente, por ejemplo, a la policía municipal) y mantenerse así en el poder por medio de la violencia!

Mohamed y Charles

Por lo tanto siga vendiendo helicópteros y otros vehículos a las fuerzas del orden de «nuestros-amigos-argelinos». No se olvide de puntualizar, con la cara muy seria, que sólo son helicópteros civiles. En cambio expida a Burkina Faso todo lo que le gustaría enviar en la misma dirección, aunque sólo sean medicamentos, pero esta vez a los vencedores del escrutinio o que tengan la doble desgracia de llamarse Mohamed y hacer una lectura de la situación argelina sólo un poquito diferente de la de Charles (ciudadano medio francés de pensamiento conservador y neocolonialista, N. de T.).

Para más seguridad localice entre los que se llaman Mohamed a los adeptos al pensamiento de Charles y conviértalos en los únicos «representantes» reconocidos de todos los que se llaman Mohamed. Vigile para que nunca ninguna de las angustias, desasosiegos y otros agobios que provoque su ceguera política puedan expresarse en otro sitio que el fondo de los sótanos de sus suburbios, al abrigo vigilante de cualquier objetivo y cualquier micrófono que puedan transmitirlos. Y ya está: el artefacto está servido.

¿Los resultados se hacen esperar? ¡No tema! Para todos aquellos -son muchos alrededor del Mediterráneo- que temen todavía más a los millones de papeletas de voto del sector moderado de la oposición (que demostrarían el alcance de su descrédito) que a las bombas y los asesinatos de su periferia extremista (de los que tienen tanta necesidad para capitalizar el apoyo de Occidente), existen muchas maneras de acelerar el curso de las cosas.

  1. Livre blanc sur la répression en Algérie, Hoggar, Plan les Ouates, Suisse, 1995

Texto Original en francés: http://oumma.com/La-recette-du-poseur-de-bombes

François Burgat es investigador del Institut de Recherches d’Etudes sur le monde Arabe et Musulman (adscrito al Centre National de la Recherche Scientifique) de Aix-en-Provence. Es autor de numerosos artículos y de los libros: L’islamisme au Maghreb: la voix du Sud , Karthala, 1988; L’islamisme en face , La Découverte, 1995 (tr. J. Vivanco, El islamismo cara a cara , Bellaterra, 1996); L’islamisme à l’heure d’Al-Qaida , La Découverte, 2005 (tr. J. Vivanco, El islamismo en tiempos de Al Qaida , Bellaterra, 2006).

Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.