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Un texto sobre el fetichismo mercantil

Comprender la continuidad

Fuentes: Rebelión

No recuerdo cuando fue la última vez que escribí de fetichismo, pero
sí la última vez que leí del tema.  No creo que vaya a decir nada
nuevo en comparación con lo que ya dije, y menos, con respecto a lo
que han dicho los grandes. Por eso mi reto, es solo ser breve y claro,
y como lo que popularmente se entiende por filosofía aburre, lo
amerita.

Cuando se estudia un texto, lo primero, es su título. Al menos en el
siglo XIX, donde la teoría se tomaba en serio (y no todo tenía ese
calificativo), los títulos de las obras teóricas (o pretendidas como
tal) decían exactamente de qué iban estas. La intención comunicativa
del autor, se comienza a marcar ahí.

Por eso, cuando El Capital se subtitula Crítica de la economía
Política, es justo eso lo que se está haciendo, esencialmente. Pueden
hacerse muchas lecturas, hasta ver una teoría del signo, como el genio
de Eco, pero el texto es lo que dice ser. No se debe ignorar cómo leer
los textos, y yo, la verdad, lamento que no existan (que yo conozca)
repasadores particulares de hermenéutica, y menos, que esta disciplina
sea una criptodisciplina de la educación superior.

¿Qué tiene que ver esto con el fetichismo? El que está mencionando
Marx no es el que puede tener una persona de cualquier sexo con un
aparato de autocomplacencia. Pero como ya sabemos el título de su
obra, se puede apreciar que se está cuestionando el fetichismo en la
Economía Política clásica, la que lo precede. Es decir, Marx se da
cuenta que esa economía cae en el fetichismo al elaborar sus teorías,
por eso muestra en qué consiste, y qué condiciones lo genera. Explica
cuáles son las condiciones que se lo generan al pensamiento cotidiano,
porque lo más común en cuanto a errores de la ciencia es llevar al
plano teórico ideas fundamentadas en el sentido común y la
cotidianidad, pero su crítica como aclaró, es: de la economía
política; es decir, al discurso teórico de dicha ciencia.

El punto. A exponer el fetichismo. ¿Qué entender por fetichismo
mercantil? Claro, hablamos de fetichismo mercantil. Sí, de la
mercancía, pero no su zapato, o su mochila, sino de la mercancía como
concepto. A ilustrar.

Marx expone, al menos dos fetichismos en El Capital, el del dinero, y
el del salario. Quedémonos en el segundo. El salario, se presenta como
pago por el trabajo, es decir, como expresión monetaria del valor del
trabajo, pero, en un mayor grado de comprensión, es el pago por la
fuerza de trabajo, es decir, la expresión monetaria del valor de la
capacidad creadora del hombre (FT).

El trabajo, es la forma de la capacidad creadora. Es decir, es el uso,
la determinación ( en términos hegelianos); porque la FT se determina,
se hace cualidad, se hace relación, en el proceso de trabajo (
simplemente trabajo).

Luego concluimos: la visión fetichista confunde la forma ( trabajo)
con aquello de lo que esta es forma (fuerza de trabajo). Toda visión o
enfoque fetichista consiste en eso, en confundir la forma, con aquello
de lo que es forma, es decir, algún fundamento o relación esencial,
con su(s) expresión(es). La forma, siempre lo es de algo.

Entonces, cuando Marx habla del fetichismo mercantil en El Capital,
brevemente, por cierto, está cuestionando la visión que aísla los
resultados del trabajo ( forma del trabajo) con el propio proceso de
trabajo.

Esta confusión, que está planteada desde Aristóteles, marca la
distinción entre teorías fetichistas, y las que no lo son.

Si tuviéramos que exponer las condiciones en que se  da el fetichismo
mercantil, brevemente, como Marx, se puede decir  no son otras que,
esencialmente, las propias de la producción mercantil: el carácter
indirectamente social, es decir, la complejización del carácter
directamente privado del trabajo, dígase, la refracción diferenciada
de su realidad (y el actuar en consecuencia) por parte de los sujetos
de la producción.

Pero una pregunta, ¿dónde dice que el fetichismo es malo a la
conciencia cotidiana? Tiene el consumidor que saber, antes de
consumir, que en el proceso de consumo está objetivando, en última
instancia, no solo la forma, sino aquello de lo que la forma es forma?
No, el fetichismo es un problema cuando ese pensamiento cotidiano pasa
al plano teórico, porque queda incapaz de generar una totalidad de
relaciones para tener un buen sistema teórico objetivo. Si a alguien
le queda duda, compare el grado de acabo teórica de Ricardo con el de
Marx.  Y si quedan otras dudas, intente quien lea estas lineas usar la
dialéctica en su vida cotidiana. Por ejemplo, cuando esté en una
guagua, y alguien le pregunte: ¿se queda ahora?, usted puede
responder, me quedo sí, pero me estoy yendo también, porque el
quedarse y el irse son dos contrarios en constante traspasar, por
tanto, el quedarme es una determinación del irse ( no, no es broma,
ese el el razonamiento primero de la dialéctica hegeliana ante dos
contrarios cualquiera).

Para qué acabar con el fetichismo, entonces ¿para que nos entremos a
mordidas en las guaguas? Para qué desterrar el fetichismo del
pensamiento cotidiano? ¿Alguien quiere que la comunicación cotidiana
sea en la clave de la descodificación que plantea la dialéctica?

El fetichismo resultado de un tipo de representación generada por el
pensamiento cotidiano en contexto que adquiere cierto acabado donde
las relaciones mercantiles se convierten en monetarias, que por
cierto, se convierte estas en un fenómeno en el capitalismo ( pero
hacer inferencias destructivas en sentido inverso es violar reglas
básicas del análisis). Pero el pensamiento cotidiano necesita el
fetichismo para comunicarnos, esencial para la vida en sociedad, pero
si alguien tiene ese reto de querer desaparecerlo, está atentando
incluso, contra las propias reglas bajos las cuales se construye el
lenguaje, que es el formalismo de las representaciones. ¿ Se está
preparando, de manos de intelectuales, algún tipo de superhumano capaz
de comunicarse más allá de la formalidad de las representaciones?

Vamos a dejar el fetichismo ahí, donde está, que las representaciones
de la cotidianidad no merecen ser destruidas, y son necesarias. Lo que
hay es que, cuando se pase al discurso teórico que tiene la necesidad
de generar visiones sistémicas de totalidad orgánica ( en auto
movimiento), saber superar la distinción entre la forma de aquello de
lo que es forma.

Como siempre digo, para estudiar El Capital, hay que conocer la
dialéctica hegeliana, y la obra de David Ricardo, porque para estudiar
un autor hay que conocer, como mínimo, su sistema lógico, y con qué
está dialogando ( de qué es continuidad, si de paradigma se trata).

Hay que leer a los autores para comprender qué están continuando (lo
que incluye la ruptura), de qué son continuidad, y no como si fueran
continuidad de las ideas del presente.

Blog del autor: https://hayesmartinez.desdetutrinchera.com/comprender-la-continuidad/