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Entrevista con el Diputado Marco Enríquez-Ominami Gumucio

«Con diez reformas cambiamos Chile»

Fuentes: Punto Final

Como candidato también habla con seguridad y vehemencia. Su pensamiento vuela más rápido que las palabras, que a veces se atropellan en su boca. El diputado Marco Enríquez-Ominami Gumucio, director de televisión y cine, licenciado en Filosofía de la Universidad de Chile y diputado del Partido Socialista, es un torrente de actividad y energía. Luego […]

Como candidato también habla con seguridad y vehemencia. Su pensamiento vuela más rápido que las palabras, que a veces se atropellan en su boca. El diputado Marco Enríquez-Ominami Gumucio, director de televisión y cine, licenciado en Filosofía de la Universidad de Chile y diputado del Partido Socialista, es un torrente de actividad y energía. Luego de dar unos cursos sobre cine y política en la Universidad de Stanford, Estados Unidos, entrará de lleno en su campaña presidencial, que hasta ahora se ha desarrollado principalmente a través de Internet. Eso implica conseguir recursos y las 36.000 firmas ante notario que exige la ley para los candidatos independientes a la Presidencia de la República. También recorrerá el país y, entre tanto, organiza un acto masivo en la comuna de Estación Central, programado para mayo, con el eslogan «Porque Chile cambió». Ya hizo un primer acto público en La Calera, donde se reunieron ocho mil personas (ver PF 682).

Se ve optimista, pero aterrizado. La encuesta sobre la próxima elección presidencial realizada por Ipsos a mediados de abril, le adjudicó 5,3% de adhesión. Un logro para un parlamentario catalogado de «díscolo» por los jerarcas de su partido, que estudia su situación en el Tribunal de Disciplina.

De 35 años, está casado con la periodista y animadora de televisión Karen Doggenweiler; tiene dos hijas y una historia familiar que lo vincula a un mundo político diverso y profundamente golpeado por el quiebre de la vida democrática en 1973. Es hijo biológico de Miguel Enríquez Espinosa, fundador y secretario general del MIR que murió combatiendo en 1974, y de la periodista Manuela Gumucio, ex militante del MIR. Es hijo adoptivo del senador socialista Carlos Ominami, ex miembro del MIR. Su abuelo materno, el abogado Rafael Agustín Gumucio, destacado parlamentario, integró la Falange Nacional y fue presidente del PDC, Mapu e Izquierda Cristiana. Su abuelo paterno, el doctor Edgardo Enríquez Froedden, fue rector de la Universidad de Concepción, director del Hospital Naval de Talcahuano y ministro de Educación en el gobierno de Salvador Allende. Todos estuvieron exiliados por la dictadura militar. Por la línea materna el joven candidato procede de una familia católica y por la paterna, de destacados miembros de la Masonería.

¿Aspiraba a la Presidencia de la República antes de la actual coyuntura?

«Soy heredero de una tradición familiar que quiero honrar, como hijo de Miguel, o hijo de Carlos, o nieto de Rafael Agustín Gumucio. Cuando existe ese peso y uno entiende que este país está tan furioso, como yo, con los partidos de la Concertación y de la derecha, que han transformado demasiadas veces su accionar en botines electorales, hay tres posibilidades: ir a la reelección como diputado, irse para la casa y volver a hacer películas, o levantar una candidatura presidencial.

Como diputado podría seguir trabajando en los temas que me convocan -como la nacionalización del agua- en el cual no he podido avanzar, porque los verdaderos cambios están dentro de área de atribuciones del Ejecutivo. Cuando uno crea expectativas, debe hacerse responsable. Yo, de algún modo, fui el promotor de los ‘díscolos’, de dar otras miradas sobre los derechos civiles y sobre temas como energía nuclear, transgénicos, plaguicidas, etc.

Con los diputados Alvaro Escobar, Esteban Valenzuela y Guido Girardi Briere (padre del senador Guido Girardi Lavín), entre otros parlamentarios, nos pareció que una candidatura presidencial nos permitiría poner de relieve asuntos que fueran ineludibles para quien asumiera como presidente el próximo período. Ya lo logramos con el aborto terapéutico.

Ahora bien, ocurrió algo insólito. Pensábamos ser una candidatura del 1% y ya estamos en el 5%. El escenario es distinto, aunque tampoco nos pasamos películas. Se produjo una adhesión interesante y todos los que estamos en esto seremos responsables con esas expectativas».

Decálogo para el cambio

¿A quiénes representa?

«Aspiro a representar a los que no queremos más de lo mismo, ni ‘el mal menor’. También aspiro a representar a los que están convencidos que el mercado crea riquezas, pero no es capaz de repartirlas. Yo tengo cierto respeto al mercado en algunas áreas, pero considero que el Estado debe ser protagonista en salud, educación, vivienda y transporte. Queremos representar que el brazo es el Estado y la herramienta es el mercado. No estamos con esa Izquierda que odia al mercado».

¿No está en contra del modelo neoliberal?

«Estoy totalmente en contra del modelo que tenemos. Pero las reformas posibles de llevar a cabo de 2010 a 2014 tienen que ser concretas. Por eso nos juntamos 25 parlamentarios y unos cien intelectuales y nos preguntamos cómo sería un Chile distinto: trabajamos por Internet e hicimos un decálogo. Es un conjunto de definiciones para llegar a un Estado de bienestar social. Al menos en cuatro años, en los que tenemos arrinconada a la derecha -por la crisis económica mundial y porque fracasaron las AFP-, pongámonos de acuerdo y aprovechemos la fuerza acumulada. No son las cuarenta medidas de Salvador Allende. Son diez reformas, que incluyen IVA diferenciado, reforma tributaria, derechos civiles (píldora del día después, aborto terapéutico, matrimonio homosexual, etc.). Con eso, este país cambia. Aprendí a desconfiar en veinte años de democracia de los mamotretos que les he leído a la Concertación y a la derecha. Cuando se hacen mil propuestas, la probabilidad de subirse al caballo por la Izquierda y bajarse por la derecha es alta».

Las diez medidas de Marco Enríquez-Ominami se pueden resumir como Estado solidario y no subsidiario; nueva Constitución Política; gobierno con transparencia; protección de los derechos humanos y ampliación de los derechos civiles (igualdad de género, aborto terapéutico, pactos de unión civil); salud y educación pública de calidad; más Estado para más equidad; equilibrio entre ecología y economía; Estado descentralizado y participativo; protección de los derechos de los trabajadores, y relaciones privilegiadas de amistad con los países latinoamericanos (www.marco2010.cl ).

Diversidad de adherentes

¿Fundamentalmente, el apoyo viene de la juventud?

«No, de gente muy de Izquierda. Pero todavía es confuso. En las encuestas se ve baja la adhesión a los candidatos que están más a la Izquierda. Querría decir que hemos tenido eco en ese sector. Pero hay que ser franco: las encuestas son precarias, y no es fácil decir cuál es tu público. También veo a jóvenes, a gente de derecha, a los liberales subiéndose a esta moto.

Hay un mundo popular de derecha que vota por la UDI porque rechaza la lógica de los partidos. Nosotros también hemos encarnado algo de eso, pero no quiero estafar a nadie. Yo no soy anarquista ni populista, pienso que los partidos políticos son clave. Pero los partidos que tenemos no están a la altura de lo que se necesita».

¿Cuál es su situación en el Partido Socialista? No lo han expulsado y al parecer no lo harán.

«Se arrepintieron de lo que habían dicho. Yo los desafío a un debate público para que veamos quién es más socialista y más de Izquierda. El congreso ideológico de Panimávida tuvo cuatro votos principales: el problema de Bolivia, matrimonio de minorías sexuales, aborto y fin del Estado subsidiario. Son temas que yo he tomado.

La situación en el PS tiene fecha, el 12 de julio es el plazo legal para desafiliarse del partido como candidato independiente. Entre tanto, pueden pasar muchas cosas. Recién llevamos 45 días en campaña. En 45 días se nos reconoce una voz que no teníamos y Eduardo Frei admitió que hay que legislar sobre aborto terapéutico. ¿Por qué no soñar que en 45 días más Frei dirá que hay que nacionalizar el agua?».

¿Qué haría en ese caso? ¿Renunciaría a su candidatura?

«Si adopta completo nuestro decálogo, ningún problema. Si no, sigo hasta diciembre para recordar que yo quise evitar este escenario. Propuse otro tipo de primarias, más amplias. Ellos acordaron las primarias abiertas, reuní los requisitos y después de presentarlos me cambiaron las reglas. Es curioso que a once meses de la elección un partido socialista abdique de su deber de ser portador de ideas para la elección presidencial y proclame a un candidato DC ¡sin ningún condicionamiento! No conozco partidos que no aspiren al poder».

Seguramente la directiva del PS quiso evitar que se terminara de desmembrar la Concertación…

«Estoy por la refundación completa de la Concertación. Hay énfasis que comparto con este gobierno, pero ciertos pilares de la Concertación son inaceptables. Votemos por las ideas».

¿En la segunda vuelta votará por Frei o por Piñera?

«De aquí al 11 de diciembre lo que importan son las ideas. No quiero ser vanidoso ni pretencioso, pero si en 45 días llegamos al 5,3%, si hacemos bien las cosas, en 45 días más ¿marcamos 11%? ¿Por qué me voy a poner un techo?».

Exigencias y desafios

¿Alcanzará a reunir los requisitos para inscribirse como independiente?

«Tenemos tres amenazas. Una, que la dinámica de adhesión se estacione. Dos, el tiempo, ya que tenemos pocos meses por delante y aún no he logrado recorrer Chile. Y tres, la exigencia legal de reunir 36 mil firmas ante notario y 40 millones de pesos para financiar esa inscripción. Hasta ahora tenemos 1.500 firmas notariales y 30.000 adhesiones. Esperamos subir las adhesiones por Internet a cien mil, y luego pedirle a esas personas que vayan a la notaría. Iniciaremos una campaña de recaudación de fondos a través de Internet para pagar la inscripción. A los empresarios que han dicho que están dispuestos a ayudarnos, les pediremos que lo hagan por Facebook. Todo se hará en forma transparente».

A usted lo apoya, en ideas y en plata, Rodrigo Danús. Se le cuestiona un pasado de ultraderecha: fue asesor de Hernán Büchi, seremi en la V Región durante la dictadura y después se relacionó con la farándula (incluida Cecilia Bolocco). ¿No es demasiado pragmático para conseguir adhesiones?

«Danús es sólo uno de 30 mil adherentes. Por otra parte, él ha reconocido como error su pasado. Por tanto, no tiene que ver con pragmatismo. También me apoyan muchas personas de otros sectores. Yo evalúo a la gente por lo que piensa y sueña, y no por lo que tiene, ni por el lugar de donde viene. Lo importante es que respecto de su pasado sea gente transparente y honesta».

¿Cómo costeará la campaña?

«Es una campaña original. Hasta ahora me la he bancado yo mismo. Lo digo con mucha humildad, pero por la vía de la creatividad y la energía hemos logrado subir de cero adhesión a 5%. Y con franqueza, soy hijo de periodista, estoy casado con una periodista, tengo una empresa (pyme) de comunicaciones, he trabajado 12 años en eso y asesoré a candidatos presidenciales en el área de comunicaciones. Es el único activo que tengo, ya que los activos morales son heredados, a menos que alguien quiera reconocer que en mi corta pero intensa carrera parlamentaria he presentado 150 proyectos de ley sobre temas que convocan a los más necesitados, y que he hecho todo lo que he podido».

¿Ha pensado en crear un movimiento político propio?

«Creo que una de nuestras fallas es ésa. No quisiera caer en el síndrome Max-Neef, y lo digo con mucho respeto. Uno no es candidato presidencial solamente para ser presidente de Chile, sino para liberar algo. Y eso se sustenta sobre la base de ser presidente, pero también sobre la base de un movimiento. Hay que transformar el conjunto de adhesiones, que es gigantesco, en algo más orgánico y sustantivo, sin perder la poesía que ha tenido hasta ahora este proceso que, de algún modo, funciona con cierta espontaneidad. Es un desafío, porque cuando uno entra en las estructuras empiezan los problemas de las cuotas de poder y las lógicas en las que yo no quiero entrar».

¿En su agenda está el socialismo para Chile?

«Totalmente. Parto de la base que la redistribución de las riquezas debe hacerse por la vía ideológica y no por la vía de ‘lo natural’. La naturaleza no reparte riqueza y el mercado tampoco. La derecha dice que las riquezas se reparten después que se hayan generado. Para nosotros, hay que ponerse de acuerdo antes que se generen. Eso es para mí el socialismo»

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RECUADRO: Sueños heredados y propios

Marco Enríquez-Ominami dice tener más admiración que cuestionamientos para la Izquierda extraparlamentaria. Sí critica la transición que encabezó la Concertación en los años 90 en materia de derechos humanos, como también algunas acusaciones provenientes de fuera de la Concertación. «Sufrí como perro con las concesiones en la mesa de diálogo. Fui severísimo con Patricio Aylwin y la ‘justicia en la medida de lo posible’. Me avergonzó y me dolió la condonación de los pinocheques por ‘razones de Estado’. La defensa de Pinochet por parte de José Miguel Insulza me pareció una ignominia, pero creo que la crítica debió ser más medida. Decir que todos eran vendepatrias y que lo único que se buscaba era la amnistía, fue un juicio genérico que no comparto. A mí también me acusaron de cosas atroces».

¿Por ejemplo?

«Gente del Movimiento Juvenil Lautaro me acusó de ‘burgués vendido’. Me dijeron ‘no eres como tu padre, Miguel Enríquez’. Hay detalles que pocos recuerdan: Miguel era hijo de un rector, tuvo una vida de clase media privilegiada en Concepción, tomó toda la leche que necesitaba, no fue exiliado, tuvo papá y mamá, no fue bilingüe, estudió medicina en la universidad. Hasta ahí, una vida preciosa que yo no tuve. Me fui preso a los tres meses, entré a una embajada a los cuatro meses y a los cinco me dieron una patada en el culo. A los 14 años era un niño francés que no entendía castellano y no sabía dónde quedaba Chile. Tenía a mi hermana viviendo en México, a mis primos en Cuba, a mis tíos torturados. Tuve que construir mi nacionalidad chilena, me transformé en chileno. Fui adoptado por Carlos Ominami, me cambié el apellido y, además, en el proceso de transición me tocó ser hijo del ministro de Economía. ¡Claro que no nos parecemos con Miguel! El tuvo una infancia que yo hubiera querido para mí, y que quiero para mis hijas.

En fin, en sectores de la Izquierda extraparlamentaria hubo voces desmedidas y brutales. Cuando los marihuaneros me ponían el ejemplo de mi papá, yo les decía que mi papá odiaba a los marihuaneros y no soportaba el pelo largo. Hay muchos mitos. A los 17 años yo estudiaba filosofía y ya era considerado una escoria. Entraba a un baño en la facultad y leía ‘Tu papá se debe estar revolcando en su tumba, concha de tu madre’. Yo ni siquiera había abierto la boca. Todo eso me dolió mucho. Ahora ya no, porque estoy más viejo. Miguel decía que había que valorar a la gente por lo que es, y no por lo que tiene y de donde viene».

¿Por qué estudió filosofía?

«Fue un impulso de rebeldía. Era de una familia de médicos brillantes, abogados, economistas, hijo de una socióloga y periodista. Con esa cantidad de títulos y apellidos, con esa carga hereditaria, con mujeres que en la calle me decían ‘pude haber sido tu madre’, con gente que me comentaba ‘di mi vida por tu papá’, ‘odio a tu papá’, era muy fuerte a los 17 años decidir qué estudiar y cómo construir su personalidad. Decidí seguir mi propio camino y entré a filosofía, que es todo y nada, es conocimiento y me da libertad para hacer de mi vida lo que yo quiera. Después me dediqué al cine. Me propuse una doble militancia: honrar mi pasado y mi memoria, pero haciendo mi propia historia. Muchos se asombraron de que el hijo de Miguel Enríquez dirigiera series de televisión. Con todo respeto, yo no vivo de los sueños del pasado. Vivo de los sueños míos, que son construcciones colectivas, a partir de lo que me inspiran los sueños de Miguel y Salvador Allende.

Para la elección de 2010 quiero agregar las controversias éticas que han transformado el mundo en un mundo que Miguel no conoció. ¿Allende habló sobre los transgénicos? En su época, se debatía el problema de la propiedad de los medios de comunicación, pero hoy existe la televisión digital. ¿Qué significa ser de Izquierda en el escenario digital, que afecta tanto la libertad de expresión como el acceso a la información? Estamos convocados a los temas de este Chile que cambió»

(Publicado en «Punto Final», edición Nº 684, 1º de mayo, 2009)