Una de las finalidades más importantes de la Historia Oficial es relativizar el heroísmo del pasado, o robárselo a los pueblos y depositarlo en la minoría «ilustrada». La derecha en el gobierno encuentra cómplices ideológicos para ello en dos tipos de «izquierdosos»: a) los que han claudicado en temas de principios, y por ello argumentan […]
Una de las finalidades más importantes de la Historia Oficial es relativizar el heroísmo del pasado, o robárselo a los pueblos y depositarlo en la minoría «ilustrada». La derecha en el gobierno encuentra cómplices ideológicos para ello en dos tipos de «izquierdosos»:
a) los que han claudicado en temas de principios, y por ello argumentan que en el pasado fue igual que en el presente, que todo fue y es relativo,
b) los teóricos, muchos de ellos inteligentes, a los que nada les viene bien para actuar y todo les viene bien para fruncir la nariz y desechar caminos prácticos de transformación social.
La gesta artiguista fue claramente una expresión de clase, cosa que no puede afirmarse de la gesta de independencia continental en su conjunto. Convocó en su apoyo a sectores muy concretos y convocó en su contra a sectores también muy reconocibles, imcluyendo a oligarcas partidarios de la independencia. Así Carlos de Alvear, ya anciano, escribió:
«Artigas fue el primero que entre nosotros conoció el partido que se podía sacar a la brutal imbecilidad de las clases bajas haciéndose servir de apoyo de su poder para esclavizar a las clase superiores».
El universo gaucho tuvo en su fundamento una clase social cuya supervivencia dependía de la negación práctica de la Ley colonial, de su desobediencia, o de su sustitución por otra legalidad que lo contemplara, que lo incluyera. Fue «clase en sí» aunque no se hizo uniformemente «clase para sí». Por otra parte ¿qué clase revolucionaria en la historia de toda la Humanidad no tuvo la contradicción inserta en sí misma, y se salvó de sectores atrasados de la misma clase que claudicaron o incluso traicionaron?
Marcelo escribe [1]:
«Las pruebas acerca de la ideología igualitaria de Artigas debemos buscarlas en la imaginación de algunos propagandistas».
Luego Marcelo continúa preguntándose qué quedó de aquella ideología después de lo que llama irónicamente «la huida del héroe» al Paraguay. No voy a discutir si hubo «huida» de una persona , porque eso nos desvía del análisis social, y la calificación de «huida» sólo nos ayuda a identificar los sentimientos más profundos de Marcelo, sentimientos que respeto, pero que aquí son irrelevantes.
Con todo, en relación a la ideología de Artigas dice algo cierto: ni en la imaginación más frondosa podemos encontrar pruebas de una «ideología igualitaria» porque no existió. La preocupación de Artigas nunca fue la equidad (hubiera sido un tema muy complejo en una sociedad multicultural de anhelos diferentes) sino la inclusión, o mejor dicho, la no exclusión de ningún sector social. El fomento al comercio y a la manufactura, de prosperar como él lo pensaba en las provincias soberanas, generaría también nuevas inequidades sociales, pero el control estatal sobre el latifundo «de los malos europeos y peores americanos» garantizaría que nadie quedara excluido. El análisis de clase es muy claro: se fomenta la «seguridad de los hacendados» (los que viven en la tierra) y se expropia a los latifundistas ausentistas para garantizar a inclusión de todos.
En relación a lo que quedó de aquella ideología … con el nombre de Artigas en los labios peleó cada generación que reclamó y defendió su tierra, incluyendo a los peludos de Bella Unión y a los actuales orientales que se enfrentan a Aratirí.
Por último, cuando Barrán hace nacer a las Fuerzas Armadas uruguayas recién en la Guerra contra el Paraguay, en realidad le está haciendo un servicio a los colorados (padres de nuestras fuerzas armadas) porque entonces el genocidio charrúa, que fue anterior, no tiene culpables institucionales ¿O habrán sido los gauchos?
Notas:
[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=164644
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