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Fallaci procesada por vilipendio de la religión islámica

Con Oriana hemos topado

Fuentes: rinascita.info

Traducido para Rebelión por Juan Vivanco

No cabe duda de que Italia es un estado confesional.

La última confirmación han sido los recientes funerales del papa polaco: toda una ciudad se ha paralizado para rendir el «obligado» homenaje al soberano del estado más reaccionario y religioso de todo el mundo.

Está claro que en nombre de la religión católica todo está permitido menos, evidentemente, respetar los demás cultos religiosos.

En efecto, estos días ha desatado un alud de polémicas la decisión del juez de instrucción de Bérgamo, Armando Grasso, de procesar a la escritora, proestadounidense y antiislámica, Oriana Fallaci por vilipendio de la religión islámica.

El que ha denunciado a la escritora es Adel Smith, presidente de la Unione Mussulmani d’Italia, que ya había dado que hablar por el asunto de la presencia de crucifijos en las aulas escolares.

Smith se ha querellado contra la escritora porque en algunos de sus escritos la autora «no se recata de propagar el odio contra el islam y los musulmanes, falsificando los datos históricos reales e inventándose otros, calumniando, ofendiendo y difamando repetidamente a los musulmanes de todo el mundo».

He aquí algunas de las expresiones empleadas por Fallaci para increpar a los musulmanes: fottuti figli di Allah (jodidos hijos de Alá), stronzo (cabrón), grulli (lerdos), figli di puttana y minchione (papanatas), entre otras lindezas. Es evidente que si estos términos los usara algún escritor islámico para definir a los católicos, los italianos ya nos habríamos puesto en pie de guerra para emprender la enésima cruzada, pero como anda por medio Fallaci, la cosa cobra un cariz bien distinto. Nuestro mundo político, siempre tan solícito con el electorado católico, se ha apresurado a salir en defensa de la «objetiva» escritora.

Los primeros en levantar la voz contra la «absurda» decisión del juez de Bérgamo han sido los antiislámicos por excelencia, los de la Lega Nord, para quienes la decisión es una especie de «bumerán para la justicia, para los justos, para el respeto de nuestra cultura, nuestra nación y nuestra religión».

Según el presidente de los senadores de la Lega, Ettore Pirovano, con su acusación «el señor Smith ha logrado su propósito: llevar ante un tribunal a alguien que, con el arte de la escritura y el pensamiento occidental, pelea contra el integrismo islámico. Oriana Fallaci delante de un tribunal italiano es la victoria de quienes siempre la han criticado y vilipendiado por su librepensamiento, empezando por esos círculos de la extrema izquierda y la izquierda supuestamente moderada que hace veinte años la jaleaban y ahora quieren ponerla en la picota. La Lega luchará contra esta disposición y alzará su voz por Oriana Fallaci senadora vitalicia».

Quizá por vía dinástica le correspondería antes al tataranieto del caballo del emperador Calígula…

Tampoco podía ser menos el ministro de Justicia, Roberto Castelli. Para el ministro, también de la Lega, «hay que distinguir entre el vilipendio que implica una voluntad real de ofender y el que es lucha política». Entonces, si es verdad, como se viene diciendo en EEUU desde hace más de tres años, que quienes derribaron las torres gemelas fueron los hombres de Al-Qaeda, ¿por qué se les odia tanto? A fin y al cabo lo suyo era lucha política.

También el antiguo rostro de la tele y hoy portavoz de Forza Italia, Elisabetta Gardini, ha querido romper una lanza a favor de «santa» Oriana: «Quiero expresar mi solidaridad personal con Oriana Fallaci. Creo que, más allá de nuestro acuerdo o desacuerdo con lo que escribe en sus libros, es una vergüenza que alguien pueda ser procesado sólo por haber expresado sus convicciones, máxime en una obra literaria». Y añade la representante forzitaliota: «Además, creo que el uso del delito de opinión puede ser un modo subrepticio de imponer una visión de la realidad y perseguir a quienes no se adecuan a esa visión. Todos deberíamos reflexionar sobre el peligro que supone un uso instrumental de una justicia que podría variar en cada caso por motivos ideológicos, creando una desigualdad de hecho entre los ciudadanos».

Bien dicho, lástima que vivamos en una sociedad tan libre y democrática que quienes no se «adecuan» al pensamiento políticamente correcto son tachados de subversivos y terroristas. Claro que en estos casos se trata, generalmente, de simples ciudadanos y no de escritores «del régimen», así que está bien que la ley no los proteja.

Otros comentarios sin pies ni cabeza son los de la ministra de Igualdad de Oportunidades, Stefania Prestigiacomo, quien ha dicho que Italia «se está convirtiendo en un país inquietante si se empieza a condenar o por lo menos a sancionar la libertad de expresión o la cultura». A Prestigiacomo no le vendría mal releerse nuestra «liberal» constitución, para ver que esa es la situación de nuestro país desde hace 60 años.

La rubia política sigue diciendo: «Cuando leo que quieren procesar a Fallaci por sus ideas me llega el tufo de una suerte de fetua laica, como la que obliga a Salman Rushdie a la clandestinidad desde hace años. ¿Queremos que las ideas de Fallaci lleguen a ser clandestinas en Italia?»… si no hay más remedio que contestar, no podemos por menos que gritar un sí alto y claro.

Si la derecha defiende a Fallaci, la pseudoizquierda patria no se queda a la zaga.

«El procesamiento de Oriana Fallaci por vilipendio de la religión islámica es un hecho muy grave. En mi opinión no cabe la menor duda de que en los libros recientes de Oriana Fallaci hay afirmaciones aparentemente duras, crudas, rencorosas y despectivas sobre pueblos, culturas y religiones distintas de las occidentales, pero es preciso que las afirmaciones de Fallaci se discutan y critiquen, incluso con acritud, única y exclusivamente en el plano dialéctico del contraste de opiniones de la batalla cultural. Nunca en el judicial. El delito de opinión es y debe ser una reliquia cuyo rastro debe borrarse lo antes posible de nuestro ordenamiento».

Este es el parecer de Luigi Manconi, responsable nacional del departamento de Derechos Civiles de los Democratici di Sinistra.

Una vez más nuestros políticos del régimen cierran filas, en una absurda alianza bipartidista, para defender a quien ayuda a difundir la buena nueva atlantista y hace propaganda para la Iglesia católica.

Una vez más nuestras fuerzas políticas juegan con barajas marcadas y privan a los italianos de una visión objetiva y veraz de la realidad.

El delito de opinión es un anacronismo y un error: he aquí una verdad como un puño; pero no vale recordarlo sólo cuando el sancionado podría ser un vocero del régimen y no un simple ciudadano, porque la ley debería ser igual para todos, sin privilegiados de ningún tipo.

 

fuente: http://www.rinascita.info/cogit_content/rq_politica/Giocaconifantimalasciastar.shtml