Se presenta en Madrid ‘Invisibles’, cinco documentales dirigidos cada uno de ellos por Isabel Coixet, Fernando León de Aranoa, Wim Wenders, Mariano Barroso y Javier Corcuera, producidos por Javier Bardem sobre los ‘conflictos olvidados’, en los que participa Médicos sin Fronteras (MSF) en Africa y Sudamérica.
Invisible es una creación múltiple.
Sí. Reúne cinco historias sobre cinco crisis olvidadas de cinco lugares: Colombia, Bolivia, Uganda, El Congo y la República Centroafricana. Han sido dirigidas por Wim Wenders, Isabel Coixet, Fernando León de Aranoa, Mariano Barroso y yo, que hago la de Colombia.
¿Qué cuenta su historia?
Habla de los civiles desplazados por la guerra interna de Colombia, en donde existen tres millones de ellos. Cuenta la historia del retorno de un grupo de pobladores de El Encanto, un pueblo del llano colombiano. La protagonista se llama Luz, quien perdió a su padre, hermano y esposo en su lucha por el retorno. Ellos fueron asesinados por los paramilitares. A pesar de tanta muerte y de tanto dolor, Luz consiguió -después de cuatro años y junto con otras mujeres- reorganizar a los pobladores de su comunidad -dispersos en la urbe- y retornar a la tierra de donde habían sido expulsados.
¿Regresan porque la guerrilla y los paramilitares están siendo vencidos?
La comunidad logró que su pueblo fuera reconocido como una ‘zona humanitaria’, que es una fórmula del derecho internacional que consiste en establecer que son una población civil no activa en el conflicto armado. Esto, y la presencia de algunos observadores internacionales, les da cierta tranquilidad, que no es del todo real pues las guerrillas y los paramilitares siguen controlando la zona. ¿Por qué vuelven, entonces? Porque, como ellos mismos dicen, un campesino sin tierra no es nada. Y también porque quieren esclarecer la verdad y buscar justicia y reparación.
Hay tres bandos, ¿no?: el Estado, la guerrilla y los paramilitares.
Colombia vive ya 50 años de guerra. Todos han desplazado a poblaciones civiles. También hay desplazados por los megaproyectos industriales y multinacionales. Esto pasa en El Encanto, que es una zona rica en petróleo, en esmeraldas y en agua.
Cintas como esta nos permiten salir de la historia oficial que promueve el gobierno.
La realidad es que, durante el mandato de Uribe, los crímenes de los paramilitares -y su complicidad con el ejército y con el Estado- han aumentado. Su supuesta desmovilización y desmilitarización no es real. Sus acciones se están legalizando, y no solo eso: muchos se están incorporando a las fuerzas de seguridad, a la policía. Y cuentan con el apoyo de Estados Unidos.
¿Por qué su opción por el documental?
Porque me gusta trabajar con la realidad. Me atrae la aventura de hacer películas sin saber cómo serán, ir descubriéndolas en el camino. Me gusta, por ejemplo, saber que una comunidad, a pesar del dolor y del miedo, decide volver a su pueblo y yo estar allí para verlo. Esto hace único al documental. Y, claro, también me interesa contar una buena historia. Por ser latino, ¿su mirada es distinta? La mirada pasa por lo que uno ha vivido. Si uno creció en Latinoamérica, eso influye. Pero no es mejor ni peor, solo diferente. También ha influido lo que viví en Bagdad, en la ex Yugoslavia, en el Kurdistán. Todo me alimenta.