La presentación se realizó en el Círculo de lectores y contó con una presencia de unas sesenta personas. En ella, y a través de la excusa del libro, se debatió en torno a los conceptos de Guerra, Multitud, Democracia, Movimiento, etc. Se inició con una presentación de Hardt sobre el concepto de Imperio y de […]
Se inició con una presentación de Hardt sobre el concepto de Imperio y de Guerra. En estos momentos en los que Bush, para poner en marcha una guerra a escala planetaria, utiliza los conceptos de Democracia y Libertad, parece evidente que ambos conceptos se encuentran degradados, es por ésta razón por la que sus escritos tienen por objeto la producción de nuevos conceptos, o la renovación de aquellos que se encuentran degradados.
El primer concepto que empezaron a trabajar fue el concepto de Imperio. Partiendo de la idea de que la época del imperialismo se encontraba terminada y que se había articulado un nuevo modelo de soberanía basado en un poder que funcionaba en red representado tanto por poderes nacionales como por instituciones supranacionales. En definitiva, que el modelo de soberanía nacional se encontraba superado. Entendiendo esta soberanía como algo que se puede descomponer en tres factores: monopolio de la violencia, moneda independiente y cierta autonomía cultural. Hoy en día ningún estado- nación (ni siquiera Estados Unidos) puede ejercer esos modelos de soberanía desde sí mismo. El ejemplo más claro son las fuerzas militares plurinacionales o los mercados financieros inmaterializados y desterritorializados.
Que existe una nueva forma de soberanía no quiere decir que desaparezca el poder del estado nación, sino que el espacio donde la soberanía se ejerce ya no es ese estado.
Cuando tuvieron lugar los atentados del 11 de Septiembre y «comenzó» la llamada «Guerra Contra el Terrorismo» se les hizo una «crítica justa», que Estados Unidos actuaba siguiendo un patrón claramente imperialista, sin embargo, EEUU no puede sostener ese unilateralismo nacional. No puede gobernarlo. Al mismo tiempo estas intervenciones armadas no operan siguiendo el modo imperialista clásico, sino que aparecen ligadas unas a otras, generándose un «mosaico de guerra» que va mucho más allá de Irak, que afecta a Afganistán, Colombia, Chiapas, Norte de África, Palestina, etc. Y cuyos actores son variados, multinacionales y no siempre operan de la misma forma. De ahí la definición de «Estado de Guerra Permanente»- Un modelo de guerra policial, abierta y expansiva.
En ese sentido el Imperio se presenta sin fronteras exteriores, cubriendo toda la superficie terrestre y por tanto, sin un lugar «fuera del mismo» desde el que «hacer la política», su forma de dominio ya no es sobre los estados, sino sobre la vida misma, el poder deviene «biopoder»: Poder sobre la vida social como tal. Un biopoder que va desde la capacidad de destrucción de la vida en todo el planeta a través del poder nuclear – es decir, entendido en términos puramente negativos- o una forma de biopoder más cercana a la que vivimos actualmente, que es el biopoder que, usando la lógica de la guerra (excepción, miedo, perdida de libertades, etc.) produce la vida. Produce la vida social sometida. En ese sentido es una inversión del slogan de Clausewitz «La guerra es la extensión de la política por otros medios» que se convertiría en «La política es la guerra por otros medios». La política es la extensión de la guerra.
Posteriormente, A. Negri introdujo el concepto de Multitud: Un concepto que parte de una continuidad teórica que deriva del post- estructuralismo francés y de la filosofía del antagonismo. Intenta desmitificar ciertas teorías marxistas sobre el poder, el poder es poder porque manda y explota a otro, pero hay que tener siempre en cuenta la potencia del explotado. Por tanto lo que se produce es siempre un poder doble e irresoluble. El Poder se define y se construye desde las resistencias al mismo, y no al revés.
Sin embargo, en el paradigma del Imperio, los viejos conceptos asociados a la resistencia como «pueblo» o «clase obrera» no sirven. Se ha producido una reforma conceptual desde la esfera productiva. El trabajador aparece como singularidad, caracterizada por formas de producción inmateriales, afectivas, lingüísticas y que produce siempre una excedencia con respecto al poder, cuya función pasar a ser principalmente la del control. No existe más esa lógica de poder como «administrador y organización de la fuerza de producción» en tanto en cuanto esta fuerza es, por sus características, tendencialmente autónoma. De ahí que frente a la función de control del poder (biopoder) se ejerza una forma de resistencia biopolítica, que parte, entre otras cosas, de la propia capacidad productiva y expresiva.
Desde esa perspectiva, al concepto de multitud se le hacen dos crítica fundamentales, ¿cómo hacer sujeto a partir de esa singularidad? y ¿cómo producir el común? Para ello hay que tener en cuenta las respuestas de los propios movimiento, por un lado la emergencia de nuevos derechos, y el análisis de las formas de resistencia, donde subyacen las nuevas formas de organización, que comparten isomorfismos con la forma de estructuración del poder, siendo la red la forma paradigmática de expresión de las resistencias.
Al mismo tiempo, la llamada «democracia Imperial» se encuentra en una crisis absoluta, donde no existe separación de poderes de ningún tipo (algo común a los momentos de guerra) pero marcada de manera radical por una crisis de la representación que hace referencia directa a las capacidades expresivas y autoorganizativas de la fuerza de trabajo. Su naturaleza esencialmente autónoma. Esa crisis es irrecuperable, y por tanto necesita de una reinvención de la democracia en el seno del Imperio. ¿cómo hacerlo? Sólo desde el movimiento se puede dar una respuesta.
Posteriormente se abrió un largo e interesante turno de preguntas del que hacemos un resumen muy sintético sabiendo que la discusión fue más rica y compleja. La mayor parte de las respuestas las dieron tanto Hardt como Negri.
¿Qué características tienen estas formas de singularidad?
Son formas basadas principalmente en la idea de autonomía y cooperación, cuestiones esenciales en las nuevas formas de producción. La singularidad supone también una «diferencia irrecuperable, no reductible a la unidad y que por tanto parte sí como diferencia para organizarse».
Carácter ambivalente de la multitud, ¿acaso no puede encarnar otros valores como cinismo, miedo, integrismo, etc?
Creen que se trata de un error de denominación, un problema semántico relativamente poco importante, cuando ellos hablan de multitud no hablan de una mera organización en red, Al-Qaeda se organiza en red, pero no parte de la singularidad, al contrario, la anula. Hay que tener en cuenta que la multitud también es un «proyecto político» no una mera constatación social, por tanto no es sólo una descripción de la característica de la fuerza de trabajo, sino también un proceso de construcción. Efectivamente merece tener un carácter autocrítico sobre una definición «angelical de la multitud», se pueden dar formas de «multitud capturada» en formas tales como fundamentalismo, nacionalismo, captura y sometimiento de la singularidad, etc.
En este pasaje del movimiento global, ¿cómo se articula o se podría articular la multitud? ¿Qué problemas encuentra esta composición?
No tienen una respuesta, la respuesta se construye desde el propio movimiento, que en este momento atraviesa una crisis de composición y reorganización. Uno de los mayores problemas que encuentra es el de la «institucionalización» es decir, la producción de ese «derecho del común» y de esas «formas de ejercerlo». La multitud es móvil, es difícilmente «institucionalizable», por tanto es muy difícil también de dotarla de una estructura permanente, de ahí quizás los ciclos de dos, tres años de emergencia que cambian a gran velocidad, la necesidad de estar siempre «en construcción permanente», ciclos Seattle Génova, Génova- 15 de Febrero, etc. El problema actual es el de la continuidad, ¿cómo dar continuidad al movimiento? Que esas explosiones del 19 y 20 Argentino o el 13 de Marzo en Madrid encuentren mecanismos de continuidad que al mismo tiempo puedan afirmar y no «destruir» la belleza de las singularidades puestas a cooperar.
Siguiendo con eso, ¿cómo organizar entonces la capacidad de indignación?
Consideran que es mejor partir de la potencia y de la excedencia, de las capacidades singulares productivas y expresivas, que de la indignación, la indignación, aunque pueda ser justa, no «partir de sí» siempre se define con respecto a una exterioridad, se construye sobre un enemigo a batir, el movimiento está, afortunadamente en camino de superar estas cuestiones.