El banquero Guillermo Lasso, candidato por la alianza entre el movimiento derechista Creando Oportunidades (CREO) y el Partido Social Cristiano se alzó con el triunfo de las elecciones de 2021 para convertirse en el nuevo presidente ecuatoriano que gobernará hasta el 2025.
Triunfó en 17 de las 24 provincias del Ecuador y con 4.412.562 votos que significa el 52,48% de la votación.
El resultado contradijo que lo que habían pronosticado las encuestas, quienes, durante semanas, dieron como ganador a Arauz con porcentajes variables. En cuanto al voto nulo fue de 1.660.802 y el blanco 163.913, sobre un total de 10.211.652 votantes.
Es previsible que el triunfo de Lasso, un banquero que disputaba la presidencia por tercera vez, profundice el viraje a la derecha que ya está en curso en Ecuador, avance en el desmantelamiento del Estado de bienestar construido durante la década en la que Rafael Correa ejerció el Poder Ejecutivo (2007-2017) y se retrocederá en materia de soberanía, consolidando la grave regresión impuesta por el presidente saliente, Lenín Moreno.
Una perspectiva ominosa adicional es que Lasso prosiga la infame persecución política emprendida por el actual mandatario en contra de la oposición correísta. Comenzará ahora una nueva etapa de profundización del neoliberalismo en Ecuador, que ya tiene su anticipo en el proyecto de privatizar el Banco Central, que podría incluso realizarse antes de que Moreno deje el palacio presidencial de Carondelet el próximo 24 de mayo.
Arauz, candidato de la coalición Unión por la Esperanza (UNES) afirmó que es la hora de construir consensos y tender puentes, pero también es la hora de organizarse y continuar trabajando para impedir toda política que ataque los intereses del pueblo ecuatoriano y beneficie a las élites económicas. Arauz enfatizó que se trata de un «traspié electoral, pero no de una derrota política ni moral».
Las razones de ese triunfo neoliberal pueden explicarse por varias razones, como el aglutinamiento de un voto contra los seguidores del expresidente Rafael Correa, en un país marcado por el clivaje correísmo/anti-correísmo, o la migración de votantes de Yaku Pérez y Xavier Hervas -tercero y cuarto en la primera vuelta- a favor de Lasso.
La derrota de Arauz puede explicarse por limitaciones en su campaña, en el marco de un movimiento con políticos perseguidos, con dirigentes fuera del país y escasa estructura organizativa. “Todos sabemos que hemos sido víctimas de la persecución, del acoso, de los insultos, del odio, el intento de proscribir nuestro movimiento, ataque a la persona, a la familia”, afirmó Arauz.
Pero pese a la crisis económica, sanitaria, financiera más grande de la historia del país ,el 52% de los sufragantes votó por el representante de la banca y los grandes grupos económicos. Además, un 16% ha votado nulo -acción aconsejada por agrupaciones indígenas-, y un 20% no ha concurrido a votar, lo que significa una cifra récord en un país donde el voto es obligatario, pero explicable por un pico de contagios de covid-19.
“Yo no llego con una lista de a quienes quiero perseguir ni ver en la cárcel, quiero ver a todos los ecuatorianos libres, que no tengan miedo al gobierno”, señaló Lasso, quien revirtió una distancia de más de 12 puntos que lo habían separado de Arauz en la primera vuelta. Pareció una crítica al gobierno de Lenín Moreno, que persiguió judicialmente a varios dirigentes de la Revolución Ciudadana, pese a que fue elegido presidente por esa fuerza política.
Por su parte, el expresidente Correa, quien respaldó la candidatura de Arauz dijo: «Sinceramente creíamos que ganábamos, pero nuestras proyecciones eran erradas. Suerte a Guillermo Lasso, su éxito será el de Ecuador. Solo le pido que cese el lawfare, que destruye vidas y familias».
En su discurso Lasso no solo agradeció a Dios, a su familia y a sus colaboradores, ciono también a su asesor político y de imagen Jaime Durán Barba, quien dirigió su campaña en la segunda vuelta. La campaña se fortaleció con el supuesto distanciamiento con el gobierno de Moreno, con el cual tanto Lasso como sus aliados habían colaborado.
Es que el de Moreno es considerado el peor gobierno de la historia de Ecuador, por la catástrofe sanitaria de la pandemia, la desocupación, la destrucción del Estado y la creación de un imaginario colectivo, de la percepción en un sector de la poblacipon influido por los grandes medios de comunicación, de que Lasso era lo opuesto de Moreno fue clave.
Los candidatos de UNES partieron con desventaja, fue cuestionado por el Consejo Nacional Electoral y luego de varias tentativas lograron la aprobación. Luego de ganar en primera vuelta, se sumaron las campañas sucias, como los videos falsos en los que supuestos integrantes del ELN colombiano entregaban dinero para la campaña de Arauz, ampliamente divulgados en la prensa ecuatoriana y colombiana.
Finalizó una larga, pero relativamente tranquila jornada electoral, que a diferencia de la primera vuelta, estuvo libre de confrontaciones y denuncias. Tras esa calma aparente, se halla un pueblo sacudido por una fuerte crisis económica y social, aquejado por un alto nivel de contagios de covid-19 y con uno de los índices más bajos de vacunación en América Latina.
El mapa continental continuará igual que hasta ahora, en lo que respecta a la correlación entre fuerzas progresistas y gobiernos de derecha, con las limitaciones para la reconstrucción de instancias de integración regional.
* Analista e investigador ecuatoriano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)