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Entrevista con Tariq Ali

Contra la islamofobia

Fuentes: Sin Permiso

«La historia del desarrollo de la civilización islámica es una historia de adaptación y mestizaje. Es la historia de la mutua influencia con el mundo no islámico». Tariq Ali desafía en sus cuatro novelas sobre el mundo musulmán y Europa el mito de que el Islam es incompatible con Occidente. El autor habló sobre todo eso con Talat Ahmed para la Socialist Review.

Desde que Jack Straw hizo sus comentarios sobre el velo, los políticos se desviven para demonizar a los musulmanes que viven en Gran Bretaña. Ahora se espera de los profesores universitarios que espíen a los estudiantes con «pinta asiática» para descubrir a terroristas potenciales, mientras que se advierte a los padres que tengan cuidado con las tendencias «fundamentalistas» de sus hijos. Gran Bretaña parece sumida en una epidemia de histeria antimusulmana creciente desde ya hace algún tiempo. Las cuatro novelas de Tariq Ali sobre el Islam y su relación con Europa no sólo proporcionan un alivio lenitivo; suministran también un antídoto.

«Los políticos y los medios de comunicación han creado una imagen dominante del Islam como una madriguera de barbudos terroristas,» dice Tariq. «Actualmente, puedes leer casi por todas partes a novelistas derechistas chiflados, como Martin Amis, hablando sobre el Islam como una ‘religión maligna’. Luchar contra eso es ardua tarea».

Los ataques sobre los musulmanes perpetúan el mito de que la cultura islámica es atrasada y sus políticos, unos déspotas. Este punto de vista es compartido incluso por muchos liberales, y aun por algunos miembros de la izquierda, que utilizan el lenguaje del «islamofascismo» y ven al Islam como una religión caracterizada por la intolerancia. Para ellos, la idea de que el Islam o bien debe ser reformado o bien perecer, se ha convertido en un credo liso y llano. Entre las gentes de ascendencia musulmana, predominan dos tipos de respuesta: o un intento de negar su herencia islámica en un cada vez más desesperado intento de evitar los abusos raciales estereotipados, o una identificación más estrecha con distintos rasgos de la cultura islámica. Ambas respuestas tienden a perpetuar la imagen de un Islam uniforme, un conjunto impermeablemente determinado por parámetros bien definidos y cerrado a otras formas alternativas de interpretación.

Las novelas de Tariq son un desafío a estas nociones. Las primeras cuatro novelas del quinteto del Islam están ambientadas en Europa y tratan de las civilizaciones islámicas en diferentes períodos de la historia europea. Cuando se lee Shadows of the Pomegranate Tree [A la Sombra del Granado (Edhasa, 1996)], The Book of Saladin [El libro de Saladino (Grupo Anaya, 2004)], The Stone Woman [La mujer de piedra (Edhasa, 2001)] y A Sultan in Palermo [Un sultán en Palermo (Alianza, 2005)], lo que más llama la atención es un mundo de pluralidad, cosmopolitismo, tolerancia y búsqueda del conocimiento.

Cuando pregunté a Tariq por qué decidió escribir novelas basadas en el contacto entre la cristiandad y la civilización islámica en Europa, su respuesta fue contundente. «En 1991, durante la primera guerra del Golfo, escuché a un profesor en televisión que decía algo que ahora es tan común que nadie habla sobre ello. Dijo: ‘los árabes son un pueblo sin política cultural’. Esto me enojó porque sabía instintivamente que no era verdad. En segundo lugar, esto despertó en mí la pregunta de por qué, de las tres grandes religiones universales -cristianismo, judaísmo e islamismo- solamente esta última no había tenido nada equivalente a la Reforma que rompió el poder de la jerarquía católica dominante en Europa hasta el siglo XVI. Es público y notorio que no soy una persona religiosa; me crié como ateo y sigo siéndolo, pero esta pregunta revivió mi interés por la cultura y la historia islámicas. Quería una respuesta y pensé que ésta se encontraba en Europa y no en el mundo árabe.»

La búsqueda de Tariq lo llevó a España, a los grandes monumentos islámicos de la Alambra de Granada, y a los palacios y fortificaciones de los reyes árabes en Sevilla y Córdoba. Fue a Sicilia a ver Palermo, que acostumbraba a ser descrita por los viajeros como la ciudad de las cien mezquitas, de las que no queda ni una. «Empecé entonces a leer y pensar», dice Tariq. «Pensé que el mejor camino para recobrar el mundo perdido era describir sus últimos años, su declive y caída. Podría haber escrito un ensayo, pero sentí después de ver estos monumentos que quería recuperar a la gente que había vivido a su alrededor. En este tiempo la historia del Islam en la Europa meridional no era bien conocida. En los libros de historia de las escuelas aparece solamente un párrafo: los árabes vinieron a España, los católicos los echaron fuera. Eso es todo.»

«Shadows of the Pomegranate Tree está situada en la España árabe en el período posterior a la «reconquista» de la ciudad de Granada, es decir, en el período de la restauración católica, cuando judíos y árabes fueron expulsados del país,» dice Tariq. La narración empieza con la «Auto de Fe» de Granada, de infausta memoria, cuando, bajo las órdenes del Arzobispo Jiménez de Cisneros, colecciones enteras de libros de matemáticas, ciencia, astronomía, filosofía, medicina y copias manuales del Corán fueron quemadas. Consigue simbolizar con esta novela tanto la excepcional contribución del saber y la cultura árabe a Europa, como la destrucción de estos conocimientos por el mundo cristiano «civilizado». «El libro ha sido bien recibido en España, no solamente por los agentes literarios, sino por los trabajadores árabes inmigrantes que me agradecieron la narración de esta historia», dice Tariq.

Cruzadas cristianas

La segunda novela, The Book of Saladin, se sitúa en el reino del dirigente kurdo Saladino a finales del siglo XII. Saladino fue el sultán de Egipto y Siria que triunfó al unir a los árabes contra el saqueo de las Cruzadas cristianas. El cuento sobre Saladino está narrado por su cortesano, designado como escriba, Ibn Yacub, que es judío. «La decisión de hacer que el cronista fuera un judío fue importante y asombró a muchos cuando la novela fue publicada en el mundo árabe,» recuerda Tariq.

Pero su razonamiento es sencillo. «El cronista judío refleja la historia de esa época», dice. «Había muchos judíos en las cortes árabes y, de acuerdo con un estudio, el 70 por ciento de los consejeros de Saladino eran judíos. Su médico personal era un judío. Una razón para revivir esta historia es mostrar que no había ninguna hostilidad esencial entre el Islam y el judaísmo en ese tiempo. La hostilidad solamente empezó en el siglo XIX con la llegada de colonos judíos a Palestina.» Tariq señala que cuando Saladino tomó Jerusalén frente a los cruzados, hizo una proclama en la que estipuló que la ciudad debía permanecer abierta a gentes de todas las creencias, y creó subsidios destinados a reconstruir las sinagogas. The Book of Saladin es la única novela de Tariq que ha sido traducida al hebreo y publicada en Israel.

«Tanto Shadows of the Pomegranate Tree como The Book of Saladin describen una sociedad caracterizada por la diversidad cultural, una mezcla de prácticas culturales y religiosas destruida por el impacto del intolerante credo occidental,» dice Tariq. «Esto no significa que esas sociedades estuvieran exentas de tensiones y que fueran armoniosas. Tanto en el mundo árabe como en la España islámica había conflictos entre los diferentes grupos sociales, pero no con la magnitud que algunos comentaristas creen».

La tercera novela de Tariq, The Stone Woman, se sitúa a fines del siglo XIX, en el ocaso del imperio otomano. La atención se desplaza hacia una época muy diferente, la de descomposición y decadencia, la época de los funcionarios y las cortes corruptos. La familia de Iskandar Pasha está de vacaciones en la isla mediterránea de Mármara, y aquí, amores, mezquinas intrigas y celos personales sirven como telón de fondo de la indiferencia política y social de la dinastía reinante. «Mi novela está situada en un lugar, y desde allí se puede ver la degeneración de esta vieja familia otomana de la clase dirigente. En distintos sentidos, reflejan la desintegración de su imperio,» dice Tariq.

La reconquista peninsular por la iglesia católica forzó a miles de árabes a la conversión al cristianismo, y aquellos que esperaban volver al Islam eran castigados con la muerte. Un sentimiento popular entre los árabes en España era que las naves del imperio otomano vendrían en su rescate, pero ninguna flota partió jamás con este objetivo. Tariq no tiene dificultad en explicar por qué el más duradero y más grande imperio árabe que el mundo ha visto no asistió a otras civilizaciones islámicas de otras partes del mundo. «El imperio otomano actuó conforme hacen los imperios, según sus propios intereses. No iba a ser generoso; no tenía ningún proyecto para salvar al mundo islámico,» afirma.

El imperio otomano también erró en la forma de responder al desarrollo del nuevo sistema económico que acabaría por dominar el mundo. «El período del imperio otomano coincidió con el crecimiento del capitalismo en la Europa occidental,» dice Tariq, «pero los otomanos estaban completamente aislados de ese mundo». La desaparición del imperio puede ser atribuida a la estructura social y económica del estado, el cual, de acuerdo con Tariq, «estaba totalmente centralizado. Ninguna de las regiones o ciudades tenía la autonomía necesaria para posibilitar el crecimiento y funcionamiento del capitalismo. El comercio mercantil estaba muy desarrollado, pero la transición del comercio mercantil al capitalismo propiamente dicho nunca tuvo lugar en las tierras otomanas porque los recursos del poder social, económico, cultural, político y religioso estaban concentrados en las manos de una familia.» La creación de unas estructuras estatales tan centralizadas estuvo determinada, en lo que hace a las prioridades económicas, por una muy reducida elite que no estaba en condiciones de expandir la producción. Esto causó que el imperio otomano primero se estancase y después se desmoronase.

Las mujeres no son seres pasivos

En las cuatro novelas las mujeres están retratadas como individuos con poderosa voluntad, y son exigentes con sus maridos e hijos. Eso es particularmente cierto en el cuarto libro, Sultan of Palermo, que contempla la vida de Muhammad Al-Idrissi en el siglo XII. Él es el geógrafo de la corte -un geógrafo y un hombre de medicina y un erudito. Este es un mundo de ciencia, filosofía y pensamiento racional.

Las envidias que despertaba a su alrededor procedían del prestigio político y social que Al-Idrissi disfrutaba como árabe en una corte cristiana en la que los envidiosos sacerdotes católicos, recelosos de los árabes, temían por su propia posición dentro de la corte. Aquí las mujeres juegan un papel importante, dirigiendo acontecimientos a través de hombres que ellas controlan, mientras persiguen sus propios intereses con tenacidad inquebrantable.

«Lo que se ha escrito acerca de los períodos en que se sitúan mis novelas indica que las mujeres en las sociedades islámicas eran individuos poderosos, incluso cuando tenían vetado el gobierno del estado», dice Tariq. «Sabemos que tanto en el califato abásida en Bagdad como en el imperio mughal en la India existieron poderosas reinas y princesas. En el imperio otomano las mujeres a menudo gobernaron entre bastidores. En mis novelas quería romper este mito racista de las mujeres árabes exclusivamente como víctimas.»

Las mujeres de la clase dirigente no eran solamente víctimas pasivas del harén, sino también activas instigadoras de encuentros sexuales. Sin embargo, las novelas no presentan estas sociedades ni mucho menos como progresistas hasta el punto de asegurar que las mujeres estaban liberadas. Tariq es claro al asegurar que en todas las sociedades medievales, cristianas, judías o islámicas, las mujeres eran tratadas como ciudadanas de segunda clase con muy pocos derechos.

The Stone Woman hace suya la cuestión de si el Islam es una religión particularmente dogmática en relación a la idolatría. La «mujer de piedra» del título se refiere a la estatua de la familia Pasha, a la que no se adora; se le habla como a un «psiquiatra silencioso» al que se pueden confesar los pecados. «No puedes decirle la verdad a otro, porque es demasiado escandalosa,» dice Tariq, «de manera que se lo dices a la estatua que no puede responder.»

Señala que el Islam, como el judaísmo, prohíbe la adoración de imágenes, lo que no es lo mismo que prohibir la representación del profeta Mahoma. «En los siglos XIII, XIV y XV había pintores árabes en Herat, Afganistán, en Persia y en algunos lugares de Turquía que pintaban al profeta. Así, la idea de que esto está fuera de la tradición islámica es una estupidez, razón por la cual me irritó la forma en que algunos reaccionaron frente al periódico danés que publicó las viñetas antiislámicas. Las viñetas eran racistas y deberían haber sido criticadas desde esta perspectiva. No debieron ser atacadas, en cambio, desde la perspectiva de una supuesta teología islámica que prohíbe la representación de Mahoma. No tiene sentido.»

«La historia del Islam es una historia de ruptura con las tradiciones pasadas,» insiste Tariq, «incluyendo la idolatría cristiana de la virgen, y la de Jesús como hijo de dios. Mahoma se percató muy pronto de que el Islam tenía que construirse contra esta corriente,» dice. «De manera que Mahoma lo construyó como algo en completa ruptura con cualquier cosa que implica adoración de cualquier imagen, lo que, por supuesto, le incluía a él. Un hecho central de la religión islámica es que el profeta ponía énfasis en que él era un ser humano, no una divinidad; era un mensajero de dios que había escuchado su mensaje. No era el mensaje de Mahoma.»

«La historia del desarrollo de la civilización islámica es la de la adaptación y la mezcla. Es la historia de la mutua influencia del islamismo y del mundo no islámico. Es la historia que no solamente ha sido ocultada y negada en Europa, sino la que ignoran muchos islamistas radicales. Aunque pueden usar el lenguaje de liberación y luchar contra el «Satán» del imperialismo, sobre cuestiones religiosas los islamistas también intentan presentar un eterno, monolítico y homogeneizado cuerpo de creencias doctrinarias que tienen poca semejanza con la manera en que la religión se desarrolló.»

Tariq argumenta que en los comienzos del mundo medieval en Europa, cuando el Islam dominaba gran parte del Mediterráneo, éste era el principal punto del desarrollo cultural islámico. Y sin contacto con el mundo islámico, Europa no se habría desarrollado como lo hizo.

«El saber vino con la civilización islámica. Esta fue la civilización que se volvió un conducto, un puente entre los mundos antiguo y actual. En Toledo, los árabes hispanos erigieron una escuela de idiomas que tradujo los principales textos griegos y latinos al árabe, haciéndolos así fáciles de conseguir en Europa. Cuando se lee a Ibn Rushd, un árabe hispánico del siglo XII, el Aristóteles que se encuentra en sus escritos es un gran trabajo de teoría política por derecho propio. Nadie discute el hecho de que fueron los conocimientos islámicos y árabes sobre matemáticas, astronomía y medicina los que desarrollaron estas disciplinas. Esto debería ser enseñado en la clase de historia de las escuelas, lo que sería la mejor forma de contrarrestar el racismo antiislámico que encontramos en las escuelas religiosas.»

Las novelas de Tariq son unas lecciones de historia agradables al mismo tiempo que un desafío a la oleada de intolerancia que nos rodea, pero más que eso, se trata de grandes cuentos que están bellamente narrados. La última novela del quinteto estará situada en el mundo moderno posterior al 11 de septiembre de 2001. Abordará el tema de por qué en el amanecer del siglo XXI la religión es aún capaz de dominar la vida de la gente, y por qué millones de personas se sienten atraídas por ella. Un tema que Tariq quiere abordar es el fracaso del nacionalismo secular en el mundo árabe para ofrecer soluciones a la pobreza, al subdesarrollo y al poder económico y militar de Occidente. Con el telón de fondo de las primeras cuatro novelas, esperamos con impaciencia este capítulo final.

Tariq Ali es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO.

Traducción para www.sinpermiso.info : Daniel Raventós