Yordy Morejón regresó a inicios de marzo de Italia y en su paso por ese país estuvo en Lombardía, la zona más afectada por el nuevo coronavirus SARS COV-2, causante de la enfermedad COVID-19, convertida en la reciente pandemia que pone en vilo a la humanidad.
Su estancia allí le alcanzó para vivir el inicio de la tragedia en la nación europea, que hoy acumula el mayor número de fallecidos a causa del virus, sobrepasando a China, país que fue el epicentro del brote de la nueva infección.
«Estuve ahí mismo y siempre pensaba en cómo podía ayudar. Pensaba en Cuba. Estaba loca por regresar y aquello me daba vueltas en la cabeza. Había carencias también. A pesar de ser una nación del primer mundo, no había nasobucos o eran muy caros», comenta Yordy a SEMlac.
«Cuando llegué a Cuba, la enfermedad ya estaba en el país. No lo dudé. Yo no sé coser, ni poner un botón, pero me dije: caramba, yo tengo que hacer algo, no me puedo quedar con los brazos cruzados, porque lo que está pasando en Italia no me gustaría que ocurriera en mi tierra», relata.
Yordy residen en Santiago de las Vegas, reparto alejado del centro de la capital, y cree en hacer algo frente a la propagación de la enfermedad, incluso a nivel local. «Hay población en situaciones muy vulnerables y una puede ayudar, solo se necesita iniciativa», cuenta la mujer de 52 años.
Llamó a varios amigos, dos le prestaron máquinas y armó un taller de costura en su propia casa, para la confección de mascarillas. Muchas personas han donado telas y el taller produce mascarillas que reparte sin costo alguno en escuelas, centros para niñas y niños con capacidades especiales, el barrio y hogares de ancianos.
«Desde el exterior nos han enviado elásticos, telas… el momento une a las personas. Ya somos muchos y quien pueda sumarse es bienvenido», aseguró Yordy desde el pequeño taller, al que han llamado «Devuelve la corona», como un modo de afrontar con jocosidad la situación.
Para Yordy, «una mujer siempre puede aportar a la sociedad donde vive, pero en tiempos de crisis su esfuerzo e iniciativa puede ser superior». Ello sin demeritar a los hombres, apunta. «Tengo en el taller más de uno que se han sumado a coser».
Las mujeres suman más del 70 por ciento en el sector de la salud en Cuba y no son pocas las que laboran en los centros de aislamiento donde ingresan pacientes bajo sospecha. Otras realizan pruebas en los tres laboratorios de biología molecular del país donde se realiza el diagnóstico específico de la COVID-19.
Algunas integran también los contingentes médicos cubanos que han salido a Jamaica, Surinam y Granada para auxiliar a esas naciones frente a la pandemia.
Solidaridad: apuesta cubana frente a la pandemia
Cuba confirmó su primer caso de COVID-19 el pasado 11 de marzo y puso en marcha su estrategia de prevención y control, que contempló la vigilancia en frontera, así como la pesquisa y seguimiento de casos desde el eslabón primario de asistencia, mediante médicos y enfermeras de familia.
Desde entonces ya supera la treintena de personas contagiadas con el SARS CoV-2, una de ellas fallecida, por lo que el pasado viernes 20 de marzo el gobierno dispuso la intensificación de medidas, entre ellas el aislamiento social.
A partir del 24 de marzo, solo se autorizará la entrada a la isla de personas residentes que deseen retornar y será obligatorio que permanezcan aisladas por 14 días. «Es una medida sanitaria de estricto cumplimiento y se aplica para proteger, primero a su familia, y también a nuestro pueblo», enfatizó el ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda.
El presidente Miguel Díaz-Canel hizo un llamado a participar de forma activa en la prevención, evitar las reuniones, actividades sociales o moverse innecesariamente, para limitar la exposición a posibles contagios.
El autocuidado, como variante solidaria para no poner en riesgo a la familia y la comunidad, es un elemento crucial, dijo el mandatario.
El gobierno emitió además disposiciones laborales para estimular el trabajo a distancia, proteger a quienes deban ausentarse por enfermedad, hospitalización o receso de su actividad laboral y ofreció facilidades en el pago de impuestos, créditos y otros asuntos económicos.
En tanto, la industria biotecnológica cubana dio garantía de producción para 22 medicamentos necesarios en el protocolo de tratamiento de la enfermedad, incluido el Interferón alfa 2B humano recombinante, empleado con éxito por China frente al nuevo coronavirus.
Varias brigadas médicas cubanas partieron a Venezuela, Nicaragua, Suriname, Granada, Jamaica e Italia, para apoyar altruistamente las acciones en esos países.
Autoridades aseguran que en las áreas de salud se refuerza la pesquisa activa para identificar casos sospechosos a tiempo y evitar que crezca la cadena de contagios, con atención a grupos vulnerables, con menor respuesta inmunológica, como personas que padecen enfermedades crónicas y adultas mayores.
En Cuba las personas mayores de 60 años superan 20 por ciento de la población y suman más de dos millones de habitantes. Alrededor de 15 por ciento de personas ancianas del país viven solas y necesitan vigilancia de su estado de salud y ayuda para la gestión de recursos sin tener que salir a la calle.
Alberto Fernández Seco, jefe del departamento de Asistencia Social y Salud Mental del Ministerio de Salud, explicó a la prensa recientemente que trabajadores sociales que laboran en las 293 casas de abuelos del país se capacitan para detectar cualquier sintomatología de infección respiratoria.
Mientras, en los 155 hogares de ancianos, personal médico y de enfermería examinan diariamente a quienes allí trabajan para evitar que cualquier riesgo.
Ellas: Desigualdades frente a la COVID-19
Las crisis de salud, como la generada por la COVID-19, afectan a hombres y mujeres de diferentes formas y a menudo exacerban las diferencias de género, advirtió el 21 de marzo el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres.
En un comunicado de prensa, el funcionario llamó a prestar especial atención a las necesidades y el liderazgo de las mujeres frente a la pandemia, en tanto son elementos cruciales para la respuesta al brote de este nuevo coronavirus, dijo.
Guterres recordó que las mujeres realizan tres veces más trabajo de cuidado no remunerado que los hombres.
Por su parte, la directora ejecutiva de ONU mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, afirmó recientemente que la mayoría de los trabajadores de la salud son mujeres y eso las pone en mayor riesgo.
A ello se suma que son madres y cuidadoras, lo que en tiempos de crisis genera mayor estrés. Otros aspectos relevantes de la desigualdad, dijo, es que una buena parte de las mujeres o la mayoría de ellas trabaja en la economía informal y, por tanto, es posible que no tengan seguro de salud ni dispongan de ingresos irregulares.
Dichas asimetrías de género ejercen mayor presión sobre ellas en medio de la pandemia y las expone al contagio, recalcó.
Otra alarma se enciende en casos de violencia de género. Medidas como la cuarentena, tomadas cada vez por más países, las dejan mucho más indefensas, al no poder salir de casa y obligarlas a estar encerradas junto a sus agresores.
Ante estas alertas, sostuvo Guterres, la solidaridad sigue siendo lo primero.