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Tariq Ali recuerda su entrevista con el intelectual palestino

Conversaciones con Edward Said, diálogo honesto de dos amigos

Fuentes: El Mundo

«Supongo que el no haber sido nunca capaz de pertenecer a nada es en realidad mi gran característica, o mi gran defecto», dice Edward Said (1935- 2003) a Tariq Ali en una entrevista ahora publicada por Alianza. La cuestión de la identidad vertebra 100 páginas de Conversaciones con Edward Said, diálogo honesto de dos amigos. […]

«Supongo que el no haber sido nunca capaz de pertenecer a nada es en realidad mi gran característica, o mi gran defecto», dice Edward Said (1935- 2003) a Tariq Ali en una entrevista ahora publicada por Alianza. La cuestión de la identidad vertebra 100 páginas de Conversaciones con Edward Said, diálogo honesto de dos amigos. El protagonista fue un profesor de literatura inglesa de la Columbia, con una infancia y juventud más bien tristona entre el Jerusalén Occidental y El Cairo. Rematado con un internado en Nueva Inglaterra, y después Princeton y Harvard.

«Los palestinos no han tenido más atributo además de ser terroristas. El lobby israelí lo atacó como profesor de terrorismo. A partir de la Guerra de los Seis Días, en 1967, Edward se involucró en política y se ganó muchas animadversiones. También de colegas suyos. Y terminó siendo la primera voz de Palestina en Occidente», explica Tariq Ali a ELMUNDO.es, el entrevistador entrevistado. Los libros Orientalismo y Cultura e imperialismo dieron la vuelta al mundo. Levantó sarpullidos y urticarias feroces.

Sorprende lo imbricados que se encuentran los temas sociales con la estética en este libro. Edward Said amaba la música. Ignace Tiegerman, su profesor de piano, fue, cuenta a Ali, su influencia más decisiva. Said y Ali divagan por las óperas que han visto en el Metropolitan, o los artículos últimos de Chomsky (a quien Said conocía desde las iniciativas anti-Vietnam de fines de los 60). O valoran la literatura de Pynchon, de Bellow o de Jane Austen. Y las implicaciones ideológicas de Kipling, errante, y la senda errante de Camus o Conrad, exiliados de su propia lengua.

Explica Ali: «En un nivel él era, se sentía palestino, y yo pakistaní. En otro nivel él americano y yo europeo. Y en un tercer grado, somos muy cosmopolitas en nuestra idea de Cultura. Él estaba íntimamente vinculado a Camus y a Conrad. Quiso ser consciente de su identidad». Sin embargo, cuenta Said que cuando Yaser Arafat (que lo trató mucho) le recibía en Palestina, lo recibía como a un americano. Vivió en tierra de nadie. Decía que Nueva York era ideal, pues nadie se podía sentir como en un hogar allí. El exiliado entre rascacielos con trazado de cuadrícula.

Tres años después de crear con Baremboin la Orquesta Diván Este-Oeste, obtuvo el Príncipe de Asturias 2002, cuando el cáncer empezaba a tomar las trincheras más avanzadas. (de hecho, la entrevista tiene un comienzo lóbrego, sobre la enfermedad, que nimba preguntas y respuestas como de un legado de sosiego último e inminente fatalidad).

«Aquello fue muy bonito: la iniciativa de la orquesta. Me parece genial, pero, francamente, dudo que Palestina llegue a ser nunca un Estado serio. Será, en todo caso, un cementerio palestino. Los últimos 4 presidentes americanos han estado públicamente en contra de los asentamientos. Pero no hacen nada. Los intereses judíos en América frenan toda acción. Occidente podría hacer un boicot a Israel, sanciones económicas. Pero Europa es débil, y EEUU está limitado desde dentro».

Cuando se grabaron estas Conversaciones con Edward Said, en 1994, el colapso de la izquierda supone la emergencia del fundamentalismo islámico en Oriente. Said comenta: «La prensa occidental lo dramatiza por el sensacionalismo que les proporcionan estos ejemplos adicionales de orientalismo». ¿Y qué opina Tariq Ali, entrevistador entrevistado? «Ha habido un crecimiento global, mundial. La política ha creado un espacio vacío, y se ha llenado con religión. Mire a Obama. Es un líder religioso».

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/03/24/cultura/1269456755.html