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Coronavirus: causa o efecto de la crisis global del imperialismo

Fuentes: Rebelión

En octubre de 2018, dos años (largos) antes de que se anunciara oficialmente la “Pandemia covid 19”, la editorial Anagrama de Barcelona ofrecía al mercado en castellano el libro titulado “El coraje de la desesperanza”, escrito por el provocativo filósofo balcánico, o para mejor decir ex yugoeslavo de Eslovenia, Slavoj Zizek. Era un libro más de su incitante pensamiento que intentaba provocar una reflexión sobre los protuberantes y críticos problemas de todo tipo que presagiaban males y enfermedades mayores al mundo del capitalismo globalizado en su fase del imperialismo neoliberal y que la idea-fija del progreso humano había “convertido en un invernadero. Un espacio interior construido sobre los excesos capitalistas que lo determinan todo”:

Y agregaba: “El hecho primordial de la Época Moderna no es que la tierra gire en torno al sol, sino que el dinero lo haga en torno a la tierra. Después del proceso que trasformó el mundo en globo terráqueo, la vida social solo podía desarrollarse en un “interieur” ampliado, en un espacio ordenado domésticamente y climatizado: el invernadero cerrado… La globalización capitalista no representa pues la apertura y conquista, sino también una cúpula cerrada sobre si misma que separa el Interior del Exterior; dos aspectos inseparables. El alcance global del del capitalismo se fundamenta en su manera de introducir una radical división de clases en todo el Globo, separando a los que están protegidos por la esfera, de quienes no lo están”. (Pág. 29 obra citada)  

Un invernadero universal constituido por un centro ultradesarrollado y una periferia violenta, atrasada e históricamente colonizada, con megagigantescas e inimaginables ciudades productivas habitadas por millones y millones y más millones de seres humanos, interconectadas vertiginosamente casi en tiempo real por aviones, naves y tecnologías más veloces que el sonido, divididas también en un reducido núcleo arquitectónico muy edificado, sólido y compacto. Rodeado por villas miseria y favelas, tugurios y cuchitriles, basurales y muladares de plástico y cartón, donde la nueva esclavitud generalizada “el precariado universal”, sin agua ni alcantarillado, ni condiciones mínimas de vida, como hormigueros antihigiénicos y pútridos donde proliferan como reservorios todo tipo de bacterias y virus patógenos; donde viven y conviven los nuevos esclavos globales del capital debatiéndose en su alienación consumista, desesperanza por alcanzar una vida mejor y con la angustia de ser reemplazados en su precario sustento por la nueva oleada de migrantes (el nuevo ejército de reserva descrito para los albores del capitalismo por Marx hace más de 170 años) secuela de las guerras imperiales de rapiña planificadas de antemano sobre los desolados, deforestados  y maltratados territorios campesinos de ultramar, con el fin de obtener no solo los recursos naturales escondidos bajo la tierra que necesita el capital para seguir produciendo, reproduciéndose y girando alrededor del mundo, sino para traer al centro la masa humana de expropiados de todo cuanto poseen incluso de su humanidad, unas veces con control de muros, y la mayoría de veces en oleadas explosivas.

¿Acaso hubo quien creyera que el coronavirus 19 cayó del cielo como un rayo antes de la tempestad? ¿O hubo quien dijera como Zizek, que semejante estado de cosas materiales y espirituales en las que se encontraba la totalidad universal era un magma fétido en ebullición de donde surgirían retos casi apocalípticos? No se hizo caso, porque los propietarios del capital mirando las cifras y los gráficos de las Bolsas, la de Nueva York, la de Shanghái, la de Londres, la de Moscú, y la de Frankfurt, y viendo que el capital no estaba en un riesgo como el de 1917 en Rusia, exclamaron en coro: “No habrá calamidad que con el desarrollo de las fuerzas productivas y la tecnología actual que no podamos enfrentar. Por tanto, la producción no se detendrá en nuestras fábricas robotizadas porque la muchedumbre (así la llamó desde comienzos de este siglo Toni Negri) no parará de consumir”. ¿Acaso esta consigna ha dejado de funcionar?

Bien, según las predicciones surgió el virus que como su nombre lo indica es virulento. Sus descubridores viendo la corona de espinas que lo envolvía le dieron ese nombre en latín que se ha convertido en la palabra más pronunciada en el mundo y en todos los idiomas; hasta los reyes coronados, sonriendo, así lo denominan y comenzó la pandemia, pero sin detener la producción y obvio el correspondiente consumo. Nada que no se pueda resolver.

Al menosprecio inicial, siguió la muerte en cadena de ancianos o adultos mayores arrumados en ancianatos y de adultos que los atendían. El contagio se generalizó a jóvenes y niños y la mayoría de los “sistemas de salud globales” que consideran a la salud como una mercancía no pudieron con tanta oferta de enfermos y colapsaron saturados. Crisis sanitaria determinaron. ¿Qué hacer? Bueno, recuerden que toda crisis es una oportunidad de negocios; a unos les irá bien y a otros no tanto, ya se verá. Entonces, manos a la obra con lo que tenemos a mano: la tecnología. Primero para producir una vacuna rápida y otras medicinas antivirales para el mercado y para la competencia de las grandes multinacionales farmacéuticas.  

Luego, suplir la necesidad “psicológica” humana de pensar y comunicarse socialmente mediante la abundante y sofisticada tecnología comunicacional de que se dispone: en la mass media adicta, aumentar los mensajes y “slogans” que combatan la desesperanza y permitan un mayor control social (quédate en casa) y en lo individual, estimular el uso de computadores y teléfonos móviles unipersonales para administrar el miedo a contaminarse a través de contactos estrechos, que crece amenazante. Recuerden que “nueve de cada diez personas en el mundo tiene un teléfono móvil”

 ¿Qué más? Bueno, se debe agregar algo rápido para dar una sensación “higiénica” contra el fecalismo, las alcantarillas, cloacas y basurales de las periferias que llevarán varios años sanear: Papel higiénico abundante en los supermercados y que no falte, jabones de todas las marcas, complementados con normas oficiales estrictas de higiene para romper la cadena del contagio viral, claro, donde haya agua. ¿Qué otra cosa? Expedición de más órdenes oficiales rápidas, de ser posible diariamente para el uso de mascarilla, naso buco, tapabocas o bozal, en lugares cerrados, colegios, restaurantes, bares y almacenes, etc, con el fin de proteger los orificios naturales por donde puede penetrar el virus al organismo humano y, para separar a las personas aún más de lo aisladas y alienadas de lo que están. Para eso están como se dijo,  los teléfonos móviles y los computadores que a la vez que los une, los separa. Además, restringir cualquier viaje, e imponer un aislamiento domiciliario estricto:

Todo esto, en medicina preventiva se llama cuarentena (cuarenta días que se vuelven largos meses) y que convirtió a esta en la segunda palabra latina más usada globalmente después de corona. De este modo y con este manejo sanitario se combatirá la angustia corrosiva y tan deletérea tanto de los propietarios como de consumidores adictos o compulsivos, no tanto a la muerte como a cualquier parálisis de la producción: Celebraciones de fin de año suspendidas, reuniones familiares no más de cuatro personas, tertulias en bares y cafés imposibles, paseos domingueros y otras costumbres impracticables, cines y teatros y museos cerrados, etc. Ya se dijo: De todo se puede prescindir menos de la producción y el consumo, y mucho menos de la propiedad privada y las ganancias multimillonarias que están en camino.

Y con esto, llegamos al debate que nos interesa y donde estamos:

¿El coronavirus 19 precipitó la crisis del sistema global del imperialismo neoliberal? ¿O por el contrario ha ayudado a su reinvención? Reinventarse o quizás ser superado por otro sistema productivo. En esto pensaba cuando dieron las campanadas que anunciaron sin mucho ruido y en mi casa de aislamiento el comienzo del 2021, un año en donde el título del libro de Zizek “El coraje de la desesperanza” será una inspiración.