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Apuntes sobre el reto del Día de África

Crear conciencia

Fuentes:

El mito es inherente al pensamiento cotidiano. Y es que el sentido común no puede convivir mucho tiempo con generalidades abstractas, de ahí que necesite cosificarlas.

Por eso es que, por mucha diversidad que exista en el marxismo, su mito se funda en el marxismo-leninismo; por mucho que Keynes haya rechazado el uso de los postulados neoclásicos esenciales, se seguirá entendiendo como keynesianismo a la Síntesis (1) de Hicks y Hansen; por mucho que la economía política intente plantear otra visión, en el imaginario popular cubano el socialismo seguirá siendo un sinónimo de salud y educación gratuitas (I).

Pero lo importante aquí no son los mitos teóricos o políticos.

Las generalidades abstractas, múltiples y diversas, de las geografías, también en clave de mito, se mutilan. Así, aunque los rubios de ojos claros solo sean más del 50 por ciento de la población en los países de menor densidad (los nórdicos y, como excepción, una parte de la Gran Bretaña) (2), la imagen del europeo es esa. Asia incluye poblaciones como la rusa y la india, pero el estereotipo de asiático de ojos rasgados se usa por parte del imaginario popular para describir todo el continente. De hecho, se usa asiático en muchos lugares para hacer referencia al tipo de rasgo de los ojos (3).

Para el caso de África, aunque la población negra constituya alrededor del 85 por ciento (4), hay toda una parte, sobre todo cultural, que se excluye. Se suele ignorar lo relativo a las culturas y particulares del norte. Se reduce lo africano al color de la piel dominante del continente. Y se explota al máximo la imagen del grupo tribal con deidales locales y que habita en la sabana, cuando el papel que juega el islam en las sociedades africanas es fuerte, y en muchos casos, hegemónico. Por lo que el mito cultural de lo africano, puede que le haga poca justicia a la identidad de otros integrantes del continente.

Luego, si desde fuera, al hacer referencia a lo africano se toma esa cara comercial que, por demás, es excluyente en la medida que no es la identidad de otras regiones del continente, ¿qué África mostramos?
Por demás, la celebración del día de África se levanta, claro, sobre el mito de lo africano.

Como todo acto de festividad (con la dosis de entusiasmo que pueden tener todas las festividades: la de acordarse ese día de lo que uno nunca se acuerda), no pasa de ser solo eso.

Una de las formas de esta fiesta, fue el del reto (challenge) en las redes sociales, que consistía en vestir atuendos que recordaran a África. En la defensa de esta práctica se argumenta la idea de concientizar. Pero lo que no puede pasar es que concientizar sea sinónimo de saber que algo existe. Sí, concientizar no puede reducirse mecánicamente a decirle a la gente que África existe (que todo el mundo lo sabe), que ahí hay hambre y miseria (que también todo el mundo lo sabe), o hacer saber que es su día (y ya eso no lo sabe todo el mundo). Es decir, el despliegue del reto en Facebook con motivo de tal celebración, solo concientiza a la gente que es el día de África. Lo demás (lo malo, contra lo que hay que luchar) puede que logre hacer a muchos, simplemente, recordarlo. Pero es díficil concientizar el mundo que hay que cambiar, en medio de tanta algarabía por lucir los atuendos.

¿Quién concientiza, el que hace el reto, o el que lo ve? El efecto tendencial en el segundo, puede reducirse a observar la imagen y a disfrutarla. ¿Qué condiciona que el observador haga algo más, que cambie algo a la par que se cambia a sí mismo? Depende de su voluntad y su individualidad. Es decir, el reto no genera una estructura con determinada causalidad que lleve al observador más allá del acto del disfrute de la estética.

Por su parte parte, el sujeto del reto, ¿cuánto hace y se transforma en esa acción? En muchos casos, solo se condiciona a, si no se conoce, buscar cómo son esos atuendos. Aunque la búsqueda puede reducirse, incluso, a buscar el más original. Y es que, si el reto es vestirse, el esfuerzo solo puede estar en el orden de buscar (disponer materialmente) de lo necesario. Es decir, hacer el reto no condiciona, como mínimo, una búsqueda exhaustiva de información que lleve, en el mejor de los casos, a un mayor conocimiento de la cultura africana. Una vez más, que quien participe vaya más allá, solo dependerá de la individualidad de este.

Los actos son expresiones de una intencionalidad e idea del mundo de quien actúa, lo cual no quiere decir que la repetición del acto sea equivalente a la misma intencionalidad o imagen del mundo de quienes lo hagan. Así, una persona en extremo comprometida con la causa de África, puede celebrar con el atuendo, sin embargo, el acto per se no es nada. Como todo lenguaje, terminó siendo lo que la apropiación de los sujetos determinó.

El reto no condicionó (tendencialmente) trascender la dimensión estética (en su acepción más común). Es una fiesta, sí; es divertido; pero no un acto de concientización. No es necesario justificarlo a nombre de la “lucha por un África mejor”.

El reto del día de África sirvió para que, en medio del aislamiento muchos encontraran una razón para cambiar el aire e interactuar y disfrutar a través de las redes. Y eso es válido, pero no nos engañemos. El mundo actual es así: convierte todo en un producto de consumo. Termina haciendo los espacios simbólicos, como fechas, el día de más consumo, diluyendo el impulso de lo comprometido que pueda estar detrás. Impulsar una causa no es, precisamente vestirse de algún modo para una foto que circulará entre amigos, como también se hace con cualquier otro reto.

Hay muchas maneras de crear conciencia sobre los problemas reales de un continente, aún utilizando mitos, pero ya es otro día, y nuevos retos esperan.

Nota:

(I) Tras la proclamación del carácter socialista de la Revolución Cubana, se mitificaba el Socialismo como salud y educación gratuita. El mito sobrevive hasta hoy.

Fuente: http://www.desdetutrinchera.com/opinion/crear-conciencia/