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FPMR 21 años

Creciendo con unidad y organizacion en el pueblo Rebelde

Fuentes:

Desde nuestro punto de vista, el aniversario 21 del Frente coincide con un momento de mayor participación de la organización en la contingencia nacional, coherente con la opción de construcción y acción política que hemos resuelto para iniciar la implementación de nuestra nueva línea de acumulación y confrontación. En un balance de lo que ha […]

Desde nuestro punto de vista, el aniversario 21 del Frente coincide con un momento de mayor participación de la organización en la contingencia nacional, coherente con la opción de construcción y acción política que hemos resuelto para iniciar la implementación de nuestra nueva línea de acumulación y confrontación.

En un balance de lo que ha sido el 2004 en materia política, destacamos los importantes procesos tanto en el bloque dominante como en el campo popular, donde la contingencia puso a prueba estrategias y proyectos políticos que vivieron momentos de inflexión o tensión.

Maniobras en el poder

En el campo de los poderosos, el interés principal ha sido la estabilidad del modelo económico e institucional, resolviendo algunas contradicciones secundarias o flancos débiles que pudieran perturbarlos.

Esta necesidad obedece a la naturaleza misma del modelo, que pone en el centro los intereses empresariales y transnacionales, y donde el llamado crecimiento económico es posible a costa de altas tasas de desempleo y superexplotación a pesar de la riqueza que generan los trabajadores, la cual se distribuye de manera tal que según informes internacionales (Naciones Unidas), Chile está en el décimo lugar de los países con peor distribución del ingreso.

Un modelo que genera condiciones objetivas de explotación, endeudamiento y pobreza que son potencial caldo de cultivo para la movilización de los trabajadores y el pueblo en general, situación que el bloque dominante conoce e intenta por todos los medios prevenir o contener, desplegando todo su arsenal político e ideológico, y cuando es necesario represivo, con el objeto de mantener a raya el descontento.

Paralelo a ello existen las «Piedras en el zapato», problemas y diferencias que en el poder consideran un obstáculo en sus fines estratégicos, y que se resumen en los variados intentos de «cierre de la transición»; o sea los temas atribuidos a la contradicción democracia y dictadura que este año el Gobierno y la Derecha puso todo su empeño en superar (obligados por la coyuntura o por conflictos reales), de ahí las argucias cosméticos a los denominados «enclaves autoritarios» por vía de reformas negociadas a la constitución (que mantuvieron el sistema binominal), el conflicto y posterior ley de indulto a los Presos Políticos, o bien el tratamiento de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, contexto en que debemos situar el informe sobre tortura y prisión política.

El llamado Informe Valech es parte de este propósito, antecedido por Aylwin y la Comisión Verdad y Reconciliación, la Mesa de Diálogo del gobierno de Frei, las «autocríticas» del Ejército y otras ramas de las FFAA, asegurando también la impunidad para los torturadores al mantener en secreto sus identidades. Que por cierto se elaboraron sobre la tesis del «empate histórico», o que «todos fuimos culpables», que hubo «victimas en ambos bandos», y ahora último, que «el Golpe era inevitable»… Al margen de concesiones, como el desafuero a Pinochet y las condenas emblemáticas en casos de DDHH (cúpula de la DINA y otras).

Una obra de ingeniería política que también tiene sus bemoles internos, según sean los intereses de los actores en juego: gobierno, FFAA o Poder Judicial, como ocurrió en la reciente condena a 12 años de Manuel Contreras en el caso de Miguel Sandoval, que ratifica la figura del secuestro permanente en abierta oposición con la postura del Consejo de Defensa del Estado, que en boca de su Presidenta arguyó que este tipo de figura jurídica es una falacia, por lo cual debía aplicarse la Ley de Amnistía.

Los DDHH siguen siendo el eslabón débil de esta eterna transición, crímenes, torturas y desaparecimientos concretos cometidos durante el régimen dictatorial. Entre ellos los más 30.000 casos de tortura que ahora serán indemnizados con sumas irrisorias y en medio de un espectáculo de «lamentaciones» y «limpiezas de espíritu», sin llegar al fondo ni lo sustancial de las responsabilidades y el carácter de terrorismo de estado que hay detrás de todo esto. Una jugada magistral que permite limpiar de una sola plumada la cara de todas las instituciones del Estado y organismos involucrados (Poder Judicial, FF.AA, medios de comunicación…), para dar el salto en la imagen nacional e internacional tan esperado por la unanimidad del bloque dominante, que saca de encima una mochila que a estas alturas ya nadie quiere cargar.

Luchas populares del año

Situaciones como las arriba descritas, son reflejo de la correlación de fuerzas políticas y sociales en nuestro país, siendo evidente la falta de incidencia de las organizaciones revolucionarias o el campo popular en general, incapaz de imponer sus términos y contener las maniobras tácticas del bloque en el poder. Situación que podría tender a revertirse, en la medida que los sectores que este año no sólo protagonizaron importantes luchas reivindicativas sino también políticas, aquilaten las nuevas experiencias de unidad y acción que las contingencias del 2004 le depararon.

Efectivamente este año que termina se apreciaron numerosos conflictos laborales en el sector público, de la salud, portuarios, industriales y de servicios, además de las contingencias políticas más importantes: la protesta del 29 de julio, las elecciones municipales de octubre y la cumbre Apec en noviembre.

En ellas destaca la importante convergencia entre distintos sectores populares que se plantean abiertamente contra el sistema o en rebeldía con el gobierno, sus políticas y representantes. Lo que podría llevar en el tiempo, a la consolidación de una fuerza opositora y revolucionaria capaz de conducir en forma unitaria las movilizaciones y construcción de resistencia en esta etapa, hasta conseguir incidir objetivamente en el escenario nacional, con contenidos antiimperialista, anticapitalista o de apoyo a la lucha revolucionaria en Latinoamérica y el mundo, pero comprometidos con un proyecto popular en el país. Temas sobre los cuales debaten hoy vertientes como: el Bloque por el Socialismo, el Comité de Unidad Revolucionaria, el FPMR, sectores sindicales, estudiantiles y poblacionales de izquierda, etc. Proceso que se encuentra en una fase de definiciones luego de la experiencia de la Coordinadora Antiapec, que acercó también a organizaciones como la Zona Anti Fascista, el MPMR, PC, Podemos, etc.

Parte de este arco es el que encabezó las protestas territoriales del 29 de julio y la Antiapec de noviembre, convocatorias en las cuales algunas organizaciones tuvieron una participación bastante ambigua; entre ellas el «Podemos», que como alianza electoral constituida por el PC, PH, MIR (Demetrio), PC-AP y otros grupos menores, ha estado más concentrada en las municipales recién pasadas y presidenciales del año que viene, que en la pelea directa. Viéndose cada vez menos en la primera línea y en el activismo territorial, consecuencia tal vez del electoralismo que le aqueja, aunque aseguran seguir en la construcción de fuerza popular y social alternativa.

Por el lado de Fuerza Social, los «Surdos», ecologistas, socialdemócratas disidentes y otras alas de la «nueva izquierda», no hay más que consignas de «autonomía» y odas al movimientismo, sin romper con la institucionalidad, ni la dependencia de las ONGs y el propio Gobiernos que dicen rebatir. Cuestión evidenciada durante la Apec en Chile, cuando el Foro Social Alternativo fue congratulado por el propio Lagos sin que nadie lo haya interpelado por oportunista. Estaba en ciernes el jueguito de «los buenos y los malos» que instaló el oficialismo para justificar la violencia policial y el sitio de Santiago y Valparaíso durante esos días. Hubo cientos de detenidos, golpeados y heridos de gravedad, (en Caminng con Alameda por ejemplo, fue apuñalado un joven por Carabineros y en la noche baleados con perdigones y balines otros tantos). Sobre todo al arribar el descontento antiapec al carnaval pacifista y cultural del Foro, producto del estigma y terror provocado por el gobierno contra las convocatorias de la Coordinadora, que culminó en una batalla callejera no vista desde la visita del Papa al Parque O’Higgins en 1987.

Finalmente, más allá de las formas de coordinación, conductas y propuestas de este amplio espectro político definido como de «izquierda», se advierten dos grande tendencias en clara contraposición una de otra (aumentada en tiempos electorales): los que buscan construir movimiento social a punta de votaciones y con la intención de hacer más humano el sistema; y los que como el FPMR, apuestan a la rebeldía y la construcción de fuerza popular para destruirlo e instaurar un proceso que represente a las capas realmente afectadas por el Capital.

El camino para que estas contradicciones se resuelvan, es largo. Desde ya, ni los unos ni los otros tienen resuelto lo principal: la fuerza social; aunque quienes participan electoralmente ya se consideren una «tercera fuerza», mientras la opción de construcción desde los territorios y al margen de la legalidad carece todavía objetivamente de un trabajo de masas y un proyecto de unidad más sólido.

El país hoy transita por una catarsis que sólo favorece la profundización del sistema y a las capas en el poder. Lo mismo que la dependencia cada vez mayor del imperialismo mediante los tratados comerciales que se están realizando. La Concertación con Lagos o sin él, no democratizará nada ni distribuirá mejor las riquezas, por tanto el modelo económico como su institucionalidad, seguirán ahí o derechizándose más, pero nunca favoreciendo a las clases marginadas y explotadas. Este sistema no puede ser humanizado, porque o sino no sería tal. En el Capitalismo -y tanto la socialdemocracia como la izquierda reformista lo saben-, los que generan las riquezas jamás disfrutan de ella. Chile lleva más de un siglo con este sistema y es hora ya de unir fuerzas para impedir que siga subyugándonos.

¡¡Sólo la lucha nos hará libres!!