Se le debe al periodista y escritor José Orozco Muñoz, natural de Valencia (1917), que además fue poeta y crítico literario, la entrevista con Antonio Machado publicada en el diario Ahora de Madrid el 1 de mayo de 1937, cuando el autor de Campos de Castilla residía en la localidad de Rocafort y colaboraba regularmente en la revista Hora de España, en la que también participaba Orozco.
La entrevista tiene su interés por las cuestiones que le planteó el periodista y las respuestas que le dio don Antonio, cuando había transcurrido casi un año desde el inicio de la Guerra de España y algunas de esas contestaciones son de las más conocidas del poeta andaluz. Muchos lectores de Machado las habrán leído en los libros escritos sobre su persona y obra. Orozco le pregunta: “Alguien ha dicho que el gran poeta debe estar en medio de todos los hombres, sin cuidarse de sus banderas, regalando a unos y otros su cosecha de altas verdades. ¿No cree usted que estas verdades, de serlo, no serían aceptadas en modo alguno por toda clase de hombres?”. “Evidentemente -responde Machado-. No a todos sentarán igual; pero, sin embargo, el poeta debe rendir culto a la verdad por encima de todo. Yo siempre lo he hecho así y no me arrepiento”.
“¿No
cree usted en el poeta de bandera al servicio de la alta y única
verdad del pueblo?, le plantea entonces Orozco. A lo cual contesta don
Antonio: ”De una manera dogmática, no. Pero en España el poeta debe
estar siempre con el pueblo. Lo mejor en España es siempre el pueblo.
El patriotismo, por ejemplo, es siempre popular, no es del “señorito”.
El “señorito” vende a la patria y el pueblo la salva con su esfuerzo y
con su sangre. Ocurrió así en la guerra de la Independencia, está
ocurriendo ahora“.
La
conversación discurre después sobre el Congreso de las Juventudes
Socialistas que se había celebrado en Valencia semanas atrás, en el que
estuvo presente Machado. También Orozco exhorta al poeta sevillano a
que dirija unas palabras a los estudiantes antifascistas de la FUE,
dado que el periodista fue comisario de la Unión Federal de Estudiantes
Hispánicos. ”Los estudiantes debéis hacer política -termina diciendo
don Antonio-, si no la política se hará contra vosotros“.
El
periodista José Orozco fue detenido al final de la guerra en el puerto
de Valencia por las tropas sublevadas, cuando esperaba salir en barco
el exilio junto a su hermano. Como otros muchos detenidos, fue recluido
en el campo de Los Almendros. En 1946, pasa a vivir en Santa Cruz de
Tenerife, ciudad en la que reside durante doce años y en donde participa
activamente en la vida literaria insular. Será uno de los creadores y
el primer director de la Gaceta Semanal de las Artes, suplemento literario del diario tinerfeño La Tarde. Colabora también en El Día.
Entre 1950 y 1957, Orozco colabora en la revista El Sobre Literario, que su hermano Ricardo, escritor también, publica en Valencia. Hacia 1958, se traslada a Barcelona, donde fija su residencia definitiva. Colabora en el diario La Vanguardia (Barcelona) y en las revistas Ínsula (Madrid) y en la revista de Camilo José Cela Papeles de Son Armadans (Palma de Mallorca). Mantiene siempre una estrecha relación con los escritores tinerfeños, al tiempo que difunde, en los medios en que colabora, la actividad literaria de las Islas, con especial referencia a la evolución de sus sucesivos grupos generacionales.
En 1955, José Orozco, que siempre guardó honda memoria de aquella entrevista con Antonio Machado, obtiene Premio de Poesía del Ateneo de La Laguna. Estos son los títulos de alguno de sus poemarios: Visión del desastre (1953), Huella del tiempo (1954), Tenerife, palomas (1960) y, ya en Barcelona, Tierra muerta. De 1955 data su libro de relatos Lucha por la muerte. En 1976, aparece Historias del Barranco de Santos, crónica de la vida y las gentes de ese barrio tinerfeño, en el cual vivió, un libro que sería reeditado en 2005. Es autor también de La novela española del siglo XX (1973), síntesis en dos tomos del desarrollo de la narrativa española del 900, desde de la llamada Generación del 98 hasta los años setenta.
José Orozco Muñoz falleció en 1974, un año antes de que lo hiciera el dictador que acabó con la España de aquella generación republicana de intelectuales, poetas, artistas e investigadores que se vieron obligados a tomar el camino del exilio.