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Cuando la «dialéctica» se enfrenta al Estado (II)

Fuentes: Rebelión

Siguiendo en el intento de realizar los comentarios al artículo de Joaquín Sagaseta y Arturo Borges (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=39235) desde la relación dialéctica de la parte como parte del todo, comenzamos comentando esta cita en negrita que sigue a continuación. «En la obra de los máximos pensadores marxistas el burocratismo no aparece ni identificado a los trabajadores […]

Siguiendo en el intento de realizar los comentarios al artículo de Joaquín Sagaseta y Arturo Borges (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=39235) desde la relación dialéctica de la parte como parte del todo, comenzamos comentando esta cita en negrita que sigue a continuación.

«En la obra de los máximos pensadores marxistas el burocratismo no aparece ni identificado a los trabajadores de la administración, ni banalizado al punto de reducirlo a un simple problema de métodos, malos hábitos y rutinas oficinescas. Fue examinado como un sistema verticalista de administración, generador de privilegios, con alta dosis de violencia potencial por la debilidad social del grupo en el que se sustenta.»

Si admitimos como válida la expresión de Lenin cuando decía que una de las principales características del capitalismo era el burocratismo, veremos que no solo es un problema verticalista de administración, sino que responde a las necesidades materiales de la clase social en el poder financiando a los partidos que sirven a sus intereses. Una necesidad de una clase social que por ser minoritaria necesita de funcionarios burócratas del Estado capitalista puestos a su servicio, controlando lo que ellos no pueden controlar directamente, o pagando directamente en las empresas de su propiedad privada, para que hagan el trabajo de dirección dirigista, así como para que los propios trabajadores alienados trabajen inconsciente generando plusvalía social que se apropia el empresario, hagan un trabajo burocrático que les convierte en objeto ajeno, que les impide auto-realizarse creativamente en toda su dimensión humana, en una máquina más del proceso productivo. Ello es tan evidente, que con total desvergüenza y naturalidad, tanto los empresarios como los políticos, se refieren al mercado de trabajo donde se compra y se vende mano de obra, como pudieran referirse al mercado energético o de cualquier otra maquinaria no humana.

Como decíamos, el burocratismo no desaparece por decreto, sino cuando el conocimiento permite la participación consciente, directa y permanente del conjunto de los seres humanos en el proceso político-productivo, cuando la producción social permita el disfrute de los bienes generados por igual al conjunto social. Y en tanto no se llegue a ese grado de desarrollo material, cultural y político, el burocratismo o más bien quitándole lo peyorativo, la burocracia seguirá siendo una necesidad para el funcionamiento administrativo y productivo, incluso en el socialismo. Todo Estado con sus leyes sus normas, es burocracia, otra cosa es que en ese proceso dialéctico de desarrollo humano, el conocimiento y la forma de vida participativa permanente asuma las relaciones naturales de convivencia y desarrollo en la práctica que haga cada vez más innecesaria la burocracia.

«En el capitalismo el poder burocrático-administrativo normalmente secunda, y en el peor de los casos traba, el desarrollo capitalista. En este sistema, en gran medida, las fuerzas productivas trabajan por su cuenta, el poder y los privilegios residen ante todo en la base económica, en la propiedad y en las posiciones rectoras en el mundo mercantil. Las propias leyes del desarrollo capitalista refrenan, en parte, la expansión del poder burocrático por mucho que necesiten del estado para la acumulación, transferencia de recursos, coacción y hegemonía.»

Entendemos que se quiere decir que el burocratismo que critican no está por encima del capitalismo, sino que es una necesidad del capitalismo, y por lo tanto no traba el desarrollo capitalista. Por otro lado decir que las fuerzas productivas trabajan por su cuenta, puede inducir a confusión. En el capitalismo, las fuerzas productivas, las burguesas y las trabajadoras, no son una fuerza unida, sino que la burguesía somete por la fuerza ideológica y física a los trabajadores. Las fuerzas productiva no trabajan por su cuenta, sino a cuenta de la clase dominante en el poder, a través de su Estado «armonizador» de los explotados con los explotadores.

Las leyes del desarrollo capitalista, no son algo al margen del Estado, no es que esas leyes provoquen la expansión del «poder» burocrático a pesar del Estado, sino que todo ello es poder capitalista. Debemos insistir en la frase de Lenin, el burocratismo es una de las principales características del Estado capitalista, no existen leyes de desarrollo capitalistas al margen del Estado capitalista.

Es el propio desarrollo capitalista en su desarrollo anárquico es el que agudiza las contradicciones de clase y con el conjunto de la naturaleza hasta el extremo de amenazar la existencia del conjunto de los seres humanos, incluida la de la propia clase burguesa.

«Contrariamente, en el socialismo, el desenvolvimiento de las nuevas relaciones viene indisolublemente ligado a la iniciativa político-administrativa y por lo mismo la desviación burocrática se presenta siempre como una amenaza tendencial. Un peligro que se centuplica cuando las transformaciones se emprenden en sociedades con limitada articulación de la sociedad civil, donde entre el Estado y la masa de la población no hay apenas nada, y sobre todo cuando el nuevo sistema se ha de edificar sobre una base débil de desarrollo de las fuerzas productivas con limitado capital humano. La acumulación socialista requiere entonces de enérgicas decisiones políticas, incrementándose, en consecuencia la propensión al verticalismo y a la autosuficiencia del aparato administrativo.»

En el socialismo la iniciativa político-administrativa, si se sustenta en el proletariado organizado como clase dominante, desde abajo hacia arriba, desde los centros de actividad productiva, social, educacional, cultural, etc., hasta la cúspide piramidal del Estado comunal o soviético (consejista) no existirá la amenaza tendecial burocrática. El centralismo democrático permite esa relación dialéctica unitaria entre mandantes y mandatarios, permite el control y la revocación de los mandatarios, el constante mejoramiento de todo el aparato político-productivo-social, dada esa relación fluida de abajo hacia arriba y viceversa. Si colgamos al Estado del cielo es posible realizar esa diferenciación entre Estado y masa. Solo en el socialismo burocrático existirá sociedad civil y Estado colgado de un cielo, o más bien en manos partidarias, en vez de en manos de todo el pueblo trabajador. En el socialismo verdadero desaparece la división sociedad civil y clase política, todo el pueblo ya puede ser clase política-productiva. No podemos confundir verticalismo burocrático con centralismo democrático que es fruto de la participación directa y permanente de los trabajadores que se han dotado de esa estructura de poder verdaderamente democrática. En esa estructura de poder no es posible «decisiones enérgicas», sino decisiones consensuadas gracias a las iniciativas emanadas desde abajo hacia arriba.

Seguiremos con los comentarios.

Comentario parte I: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=49302