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Cuando la universidad llegó a Vicálvaro

Fuentes: Rebelión

Nos estropean todo. Lo que construimos con esfuerzo e ilusión. Pero atención que el desmantelamiento total está llegando. No lo permitamos. La Universidad era un logro impresionante para una barriada como Vicálvaro, donde los mayores habían conocido la pelea y los jóvenes venían llenos de proyectos. La Universidad se les acercaba. Los que formamos parte […]

Nos estropean todo. Lo que construimos con esfuerzo e ilusión. Pero atención que el desmantelamiento total está llegando. No lo permitamos.

La Universidad era un logro impresionante para una barriada como Vicálvaro, donde los mayores habían conocido la pelea y los jóvenes venían llenos de proyectos. La Universidad se les acercaba.

Los que formamos parte de aquellos primeros años sabemos cómo se originan estos proyectos para que fructifiquen.

Montamos las clases y los despachos alrededor del patio. Patio dominado por dos olivos centenarios que daban fuerza a esta creación.

Directores, profesores y PAS formamos una comunidad involucrada en que aquello funcionase y ¡claro!, los alumnos se entregaron. Vivimos cómo, de año en año, la Universidad crecía en alumnos del propio Vicálvaro y aledaños. Ya no tenían que desplazarse a «Madrid». Allí, al lado de sus casas tenían lo que necesitaban.

No tardamos en darnos cuenta de que éramos parte de un pueblo que vivía alrededor de nosotros. Pueblo que nos miraba diciéndonos «estamos aquí, queremos participar, tenemos mucho que aportar».

No los dejemos solos ahora.

Hay un gran número de profesionales involucrados en que la educación funcione. No permitamos que unos cuantos cabecillas y algún «máster» inoportuno, nos estropee la gran labor de formación que en esta Universidad se desarrolla. La red clientelar que han tejido unos cuantos es restringida. Consigamos echarlos fuera de nuestro campus y dar paso a los muchos que se dedican a dar una formación, educación e investigación que enriquece a nuestras gentes.

Los participantes del 68, «los mayores», y sus herederos, «los jóvenes» se merecen que sigamos confiando en el crecimiento con ilusión del saber.

Los olivos siguen ahí, creciendo lentamente, rugosos pero llenos de fortaleza y sabiduría.

Araceli Díaz Cereceda, Ex Profesora de la Universidad Rey Juan Carlos de Vicálvaro, Doctora de Filología Francesa

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.