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Reseña de Sionismo y fascismo. El sionismo en la época de los dictadores de Lenni Brenner.

Cuando los sionistas gritaron «¡Heil Hitler!»

Fuentes: Rebelión

«Sionismo y fascismo. El sionismo en la época de los dictadores«, de Lenni Brenner es de los libros que se deben consultar y recomendar. Más allá, todo hay que decirlo, de algunas discrepancias que se presenten debido a la interpretación que de algunos acontecimientos históricos hace el autor (sobre la política seguida por los comunistas […]

«Sionismo y fascismo. El sionismo en la época de los dictadores«, de Lenni Brenner es de los libros que se deben consultar y recomendar. Más allá, todo hay que decirlo, de algunas discrepancias que se presenten debido a la interpretación que de algunos acontecimientos históricos hace el autor (sobre la política seguida por los comunistas y socialdemócratas en Alemania en tiempos de Hitler, sobre la posición de la Unión Soviética, sobre la participación de extranjeros en la guerra en España…) lo cierto es que aplicándose a los documentos y datos concretos sobre el sionismo, sus relaciones distantes con el judaísmo, cuando no han sido enemigos, sus acuerdos con Inglaterra para hacerse con Palestina, y sus acuerdos con el nazismo, en esos aspectos el libro es toda una aportación al conocimiento de la realidad histórica y un medio para comprender, tener criterio ajustado a la realidad presente en Palestina.

El libro, por primera vez publicado en el Estado español, es un clásico mundial; editado y vuelto a editar ha sido objeto de estudio en todas las latitudes y ha recibido el bombardeo sionista como otros de importancia similar, lea por ejemplo «La industria del Holocausto«, de Norman Filkenstein, en Editorial Siglo XXI; «La resistencia interior. Historia de la oposición judía al sionismo«, de Yakov M. Rabkin, en Editorial Hiru; «La expulsión de los palestinos«, de Nur Masalha, en Editorial Bósforo; «Israel-Palestina«, de Alain Gresh. Para ponerse al día en la política que lleva a cabo el gobierno español con respecto al pueblo palestino, con la firma de Zapatero, no deje pasar la oportunidad de leer el artículo publicado en rebelion.org el día 17-06-2010 titulado: «Un informe analiza con detalle los actores, las empresas, el comercio de armas y las vinculaciones militares. España-Israel: Relaciones en materia militar armamentista y de seguridad». Si fuésemos al terreno de la narrativa y la poesía creo imprescindible mencionar una novela fundamental en la literatura europea: «La estética de la resistencia«, de Peter Weis, en Editorial Hiru; también deberíamos tener a mano «Palestina. El hilo de la memoria«, de Teresa Aranguren, en Editorial Caballo de Troya; aquí debería estar un buen número de poetas palestinos empezando por Mahmud Darwis, pero lo dejamos aquí para volver a «Sionismo y fascismo. El sionismo en la época de los dictadores; abre sus páginas con varios párrafos terribles escritos por los sionistas sobre los judíos, las direcciones donde aparecieron y la aclaración pertinente de que no fueron escritos por los nazis. Seguidamente nos pone en la línea de las incompatibilidades entre judíos y sionistas, aunque aprovechándose de la oscuridad producida por la Segunda Guerra  Mundial, los sionistas, judíos de ultraderecha, han mezclado sionismo y judaísmo para sacar beneficio político de ello. Si judaísmo y sionismo son visiones distintas, ¿con qué ideología y con quién o quiénes es compatible el sionismo? Y aquí es donde Lenni Brenner abre las grandes puertas, sin dejar al margen las responsabilidades de los gobiernos europeos y estadounidense con respecto a los judíos perseguidos por los nazis… y los sionistas.

El sionismo si con algo es compatible es con el nazismo. El libro no toca la situación de Palestina y del pueblo palestino, no es su objeto de estudio, el libro se centra en el conocimiento de la creación de las fuerzas sionistas, su postulado político de dominio colonial dictatorial, sus acuerdos comerciales y terroristas con Hitler, y su colaboración con las fuerzas políticas, económicas y militares más reaccionarias que encuentra en su camino para apropiarse de Palestina bajo un pretexto bíblico que adoptan como justificación, a eso suman concepciones racistas como la raza elegida por Dios, a los que Dios ha rebelado su verdad y otras zarandajas de corte nazi que se atribuyen. Toda la verborrea de nazis, fascistas y franquistas les sirve para presentarse bajo la pátina de normalidad, y tiranizar con las armas al pueblo palestino apropiándose de su tierra.

Si el antisemitismo era una constante entre los gobiernos capitalistas que entraban en el siglo XX, el sionismo los apoyó con la idea de obtener de ellos el respaldo suficiente para tomar Palestina, así, tras la Primera Guerra Mundial hicieron acuerdos de colaboración contra la naciente revolución soviética que, precisamente, no era antisemita; lo cuenta Lenni Brenner: «El bolchevismo, una ideología opuesta fundamentalmente al sionismo, había tomado el poder en Petersburgo y estaba siendo enfrentado por la Guardia Blanca zarista y por fuerzas ucranianas, polacas y bálticas financiadas por Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y Japón. La contrarrevolución se componía de muchos elementos que tenían una larga tradición de antisemitismo y pogromos». La Declaración de Balfour fue un apoyo a los sionistas para su instalación en Palestina y los sionistas «entendieron que el gobierno británico consideraba como su principal prioridad el aplastamiento de los bolcheviques, lo cual obligaba a portarse adecuadamente en sus actividades en el volátil escenario de Europa del Este».

Bajo la consigna de «Sangre y suelo» guiaron su política y procuraron carne judía para los gobiernos antisoviéticos que necesitaban culpables de las crisis del capitalismo, y si combatían al movimiento obrero, a los comunistas, los judíos formaron siempre parte del paquete. La sangre estaba entregada a cambio de que les procurasen la colonización de Palestina.

Los escritos de clásicos sionistas dicen que los judíos no son «ni nación, ni pueblo, ni humanos» (Micah Yosef Berdichevsky); son «gitanos, perros, sucios, inhumanos, perros heridos» (Yosef Chaim Brenner); son «parásitos, gente básicamente inútil» (A.D. Gordon), entre su verborrea incluían que los judíos se merecían lo que les pasaba porque habían perdido su carácter como pueblo, se integraban con los demás, no mantenían la limpieza de sangre ni la limpieza económica, por ahí pasaba su antisemitismo. Los historiadores sionistas escribían, dice Brenner, que los antisemitas no tenían la culpa, sino los judíos y su desgracia de vivir en el exilio. Los sionistas discurseaban que vivir fuera de Palestina era la causa principal del antisemitismo, y que recobrarla era la única solución a la cuestión judía. Esa elaboración política hacía de los sionistas una fuente de alimentación de los gobiernos antisemitas y un apoyo incondicional de los nazis… tras su ocupación del gobierno alemán, y antes también: «Hitler… el 6 de junio de 1920 declaró que Palestina era el lugar adecuado para los judíos y que sólo allí podían esperar la consecución de sus derechos». El discurso de los sionistas no estaba lejos del de Hitler, fíjense en lo que escribía Jacob Klatzin, sionista autor de la Enciclopedia Judaica: «Si no admitimos la legitimidad del antisemitismo, negamos la legitimidad de nuestro propio nacionalismo. …En lugar de establecer asociaciones de defensa contra los antisemitas, que quieren reducir nuestros derechos, debemos establecer asociaciones de defensa contra… los que desean defender nuestros derechos». De esta manera sostenían los sionistas que los judíos fuera de Palestina se merecían lo que les pasase porque eran intrusos en los demás Estados. Por eso las organizaciones judías de izquierda comunista consideraban a los sionistas «un eco de la línea nazi»; Brenner continúa diciendo que «la derrota del nazismo habría ocurrido si los judíos se hubiesen unido a la clase obrera antinazi», pero los sionistas ensuciaban el agua entre los judíos y ayudando a Hitler, que organizó mítines anticomunistas para advertir a los jóvenes judíos del peligro de los «asimilacionistas rojos».

Si los sionistas llegaron a acuerdos con los nazis, antes habían mantenido las mejores relaciones con Mussolini y lo plasmaron en escritos como este de Michael Ledeen: «…en el pasado pudieron surgir incertidumbres acerca de la verdadera naturaleza del fascismo, pero ahora comenzamos a entender su verdadera naturaleza… los verdaderos judíos nunca han luchado contra ustedes».

La respuesta entre las filas judías de izquierda cuajó en un boicot a la Alemania nazi, y eso que podríamos pensar que parecía bien a los gobiernos europeos y estadounidense, sin embargo hizo que mostrasen los rasgos ocultos hasta entonces, se inquietaron y sus posiciones fueron de lo más diversas para sustanciarse en contra del boicot de una manera o de otra, curiosamente como los sionistas, que agitaban entre la población judía de los diversos países la idea de que era mejor no rebelarse, mientras, de acuerdo con los nazis, llevaban a Palestina a los judíos sionistas adinerados y que consideraban útiles, jóvenes sionistas con profesiones que denominaban constructivas, dejando para los hornos crematorios al resto de la población judía, que les había de servir de justificación histórica para la ocupación colonial de Palestina. La colaboración con los nazis en todos los terrenos, incluido el espionaje, se plasmó de diferentes formas, entre ellas se encuentra una medalla que Goebbels mandó acuñar, en una cara figura la esvástica, en el otro la estrella sionista; otro ejemplo hoy ocultado dice Brenner: «Un aspecto de las leyes (Leyes de Nuremberg, septiembre de 1935, legislación antijudía previa a la Segunda Guerra Mundial) fue el hecho de que …sólo se permitieron dos banderas en el Tercer Reich, la de la esvástica y la azul y blanca sionista»; otro ejemplo es el permiso de la Gestapo en 1935 para que las organizaciones sionistas «utilicen uniformes de puertas adentro porque … su actividad sincera … se cruza con la intención del gobierno del Reich de sacar de Alemania a los judíos.

Las declaraciones programáticas de los sionistas en torno al establecimiento del Estado sionista son numerosísimas, Polkes, dirigente sionista que negocia con las SS el 10 de octubre de 1937, les declara: «El Estado sionista se debe establecer por todos los medios y tan pronto como sea posible». En 1923, Jabotinsky, dirigente sionista, escribió su tesis sobre la ocupación de Palestina «El muro de hierro (nosotros y los árabes)» donde decía: «La colaboración se debe terminar o implementar contra los deseos de la población nativa. Esta colonización puede, por tanto, continuar y desarrollarse sólo bajo la protección de una fuerza independiente de la población local, un muro de hierro que la población nativa no pueda romper. Ésta es, al completo, nuestra política hacia los árabes. Una reconciliación voluntaria con los árabes está fuera de cuestión ahora o en el futuro cercano».

Hubo sionistas que esperaban algún acuerdo de paz apoyándose en los ocupantes británicos de Palestina, y Jabotinsky les contestó: «Si quieres colonizar una tierra en la que ha hay un pueblo que la habita, debes procurar una guarnición militar para esa tierra, o encontrar algún ‘hombre rico’ o benefactor que provea esa guarnición de tu parte. De lo contrario hay que cejar en el empeño, porque sin una fuerza armada que convierta en físicamente imposible cualquier intento de destruir o evitar esta colonización, la colonización es imposible, no ‘difícil’ ni ‘peligrosa’, sino ¡IMPOSIBLE! El sionismo es una aventura colonizadora y en consecuencia se mantiene o cae por la cuestión de la fuerza armada».

Robert Geesler, otro sionista, escribe un artículo en el que termina diciendo: «Queremos un imperio judío. Igual que el italiano o el francés en el Mediterráneo, queremos un imperio judío».

En el Congreso de 1935 que celebraron los sionistas en Lucerna las diferencias entre más moderados y radicales en torno a los acuerdos con los nazis y la transferencia de sionistas seleccionados a Palestina y la utilización de cemento alemán llevaron a los miembros del Partido del Estado Judío a gritar «¡Heil Hitler!» para cerrar filas.

En la documentación del Congreso sionista de 1937, se encuentra la declaración de Weizmann donde dice que quiere enviar a Palestina dos millones de jóvenes: «Los viejos pasarán; afrontaran su destino, o no. Ellos son polvo, polvo económico y moral en un mundo cruel. Dos millones, quizá menos, solo una parte sobrevivirá…». En esa línea el 7 de diciembre de 1938, Ben Gurion, dirigente sionista laborista, declara: «Si yo supiera que es posible salvar a todos los niños de Alemania llevándolos a Inglaterra, y sólo a la mitad de ellos trasladándolos a Eretz Ysrael, optaría por la segunda alternativa». El 17 de diciembre de 1938 se dirige al ejecutivo sionista: «Si los judíos tienen que elegir entre los refugiados, salvando a los judíos de los campos de concentración, o colaborar con un museo nacional en Palestina, la compasión se impondrá y toda la energía del pueblo será canalizada para rescatar a los judíos de diversos países. El sionismo será eliminado de la agenda, no sólo de la opinión pública mundial, en Gran Bretaña y los Estados Unidos, sino en la opinión pública judía de todas partes. Si permitimos una separación entre el problema de los refugiados y el problema palestino, estamos arriesgando la existencia del sionismo».

En el libro, Brenner dedica un capítulo a la guerra en España, en él se dan cifras de nazis alemanes y fascistas italianos que se comparan con el número de internacionalistas, entre ellos judíos, que se pusieron de parte de la democracia republicana española; he de señalar que no son correctas esas cifras: hubo muchos más alemanes e italianos que brigadistas, de los que, por otro lado la cifra que se da es un poco elevada. A eso hay que añadir que los nazis alemanes y los fascistas italianos eran relevados cada pocos meses por tropas de refresco, mientras que los brigadistas no tuvieron relevo alguno ni se cubrieron sus bajas. Más aún, los brigadistas salieron de España antes de terminar la guerra, mientras que los nazi-fascistas permanecieron hasta después de la guerra.

Brenner señala la participación en las Brigadas Internacionales de 22 sionistas del sector laborista, y poco más adelante recoge un dato de la Enciclopedia del sionismo e Israel donde se dice que hubo «unos 400 comunistas», miembros del Partido Comunista de Palestina, e indica que los sionistas participantes fueron a título individual desobedeciendo al movimiento sionista. Luego la participación al lado de la República vino de parte de comunistas palestinos y algunos sionistas que se desengancharon de su inicial organización colonial, pues como señala Brenner con las referencias al libro «Judíos y árabes en Palestina«, de julio de 1936: la ambición de los sionistas laboristas … era conquistar Palestina y dominar económicamente Oriente Medio», y no sólo eso sino que su colaboración con los nazis les llevó en 1937, mediante una de sus organizaciones, a ofrecerse como espías para las SS.

Ya se ha dicho que la colaboración con los nazis se extendió a los campos más diversos, hubo inversiones en la Alemania nazi, hicieron de agencia comercial en el mundo de los productos alemanes para que se vendiesen saltándose el boicot internacional, participación en la Gestapo, colaboración política dentro y fuera de Alemania con los nazis, integración en el servicio de espionaje nazi, y todo esto dio como fruto en 1941 un documento hallado en la embajada alemana en Ankara (Turquía) titulado «Propuesta de la Organización Militar Nacional (NMO) relativa a la solución de la cuestión judía en Europa y la participación de la NMO en la guerra del lado de Alemania», en el los sionistas hablan de los «intereses comunes» con los nazis y sus «aspiraciones», de la «cooperación» entre las dos partes y del «establecimiento del estado judío histórico sobre una base nacional y totalitaria, y ligado mediante un tratado al Reich alemán… la NMO está estrechamente relacionada con los movimientos totalitarios de Europa en su ideología y estructura».

Aprobado el Estado de Israel en Palestina en 1948 por las Naciones Unidas, las potencias occidentales Inglaterra, Francia y EEUU cuidaban así del capitalismo y sus intereses en Oriente Medio; Beguin puso de Ministro de Asuntos Exteriores a Shamir, reconocido asesino de Lord Moyne, ministro residente británico para Oriente, el 6 de noviembre de 1944, y el del conde Folke Bernadotte, mediador de las Naciones Unidas para Palestina, el 17 de septiembre de 1948″; Beguin homenajeó a la banda terrorista sionista Stern, eje central de NMO, con la emisión de sellos postales con el retrato de Shamir. «No hay mejor prueba de que la herencia de la colusión sionista con fascistas y nazis, y la filosofía subyacente, atraviesan el Israel contemporáneo», declara Brenner, que finaliza con estas palabras: «Los sionistas nos recordarán la masacre de judíos perpetrada por Hitler, esperando que la simpatía hacia sus víctimas se transfiera a su Estado sionista. Y nos darán lecciones de «islamofascismo» desde el mufti (religioso palestino de Jerusalén que ante las provocaciones sionistas en el Muro intentó sublevar a los creyentes contra los sionistas) hasta el Irán actual».

Para terminar recojo aquí la carta que Einstein, Hannah Arendt, Sidney Hook y otros hicieron llegar al New York Times en diciembre de 1948 denunciando a Beguin, Primer Ministro del sionista Estado de Israel: «Entre los fenómenos políticos más perturbadores de nuestro tiempo está la emergencia del Partido de la Libertad (Tunat HaHerut) en el reciente Estado de Israel, un partido político muy similar en su organización, métodos, filosofía política y mensaje social a los partidos nazi y fascista … Han predicado una mezcla de ultranacionalismo, misticismo religioso y superioridad racial … Han propuesto sindicatos corporativos según el modelo de la Italia fascista … A la luz de las consideraciones anteriores, es imperativo que se conozca en este país la verdad sobre Beguin y su movimiento. Es de lo más trágico que la cúpula del sionismo estadounidense haya rechazado hacer campaña en contra de los intentos de Beguin».

Los resultados del sionazismo en Palestina-Gaza están presentes, son bien conocidos, duran ya 62 años, el pueblo palestino sigue resistiendo al colonialismo sionazista apoyado por las potencias capitalistas como modo de garantizar los intereses de sus multinacionales en el Medio Oriente. Los palestinos piden nuestra colaboración en el boicot a los productos sionistas, que en España se comercializan con el código de barras 729. Hay prevista una flota de barcos de ayuda a Gaza, consulte la página de Cultura y Paz, www.culturaypaz.org .

La lista de empresas que colaboran con Israel y las marcas que venden en España puede leerla en www.rebelion.org en el artículo del día 06-06-2010 titulado Productos israelíes comercializados en el Estado español».

El libro de Brenner, con las discrepancias que puede levantar, aporta una documentación y un análisis del sionismo que sirve de aclaración a cualquier lector.

Título: Sionismo y fascismo. El sionismo en la época de los dictadores.

Autor: Lenni Brenner.

Traductor: Luis César Bou.

Editorial: Bósforo Libros (WWW.bosforolibros.com) ([email protected]).

Ramón Pedregal Casanova es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», editado por Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@yahoo.es) (www.foroporlamemoria.org)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.