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Breves capítulos de la Revolución de Esmeraldas

Cuatro negros pelagatos (V)

Fuentes: Rebelión

La negritud mundial tenía sus sentencias radicales: «Solo cuando la tierra no sea tuya, será tuya la tierra». ¿Quién trajo el pre-garveyismo panafricanista a Esmeraldas? ¿Llegó con los jamaiquinos o fue traído por alguna migración posterior? Marcus Garvey debió conocer de la guerra civil en Esmeraldas porque manifestó su interés en viajar a Ecuador. La conexión cimarrona pacífico-caribeña estuvo ahí: primero con Haití y después con Jamaica.

 

La descolonización siempre es un fenómeno violento [1] .

Los condenados de la Tierra,

Frantz Fanon

 

  Capítulo 14

Al igual que Emiliano Zapata, en 1910: «¡tierra y libertad!»

Los cargos y encargos militares para Federico Lastra, Sacramento Mina y resto de cimarrones de la oficialidad se dieron a la velocidad cambiante de los acontecimientos, al inicio del ejército guerrillero Federico y Sacramento tenían grados de capitán y teniente respectivamente. El día del ingreso a la ciudad de Esmeraldas ya era el comandante Lastra y luego sería parte de la alta comandancia. La guerra nunca estalla de improviso ni su preparación ocurre en un instante. De ese modo, cada uno de los oponentes puede, en buena medida, formarse una opinión del otro por lo que éste realmente es y hace, y no por lo que teóricamente debería ser y hacer.

Hilario Carabalí, murió casi centenario. Él contó que su padre fue ayudante de la comandancia de Federico Lastra. A una interrogante suya el antiguo montonero le respondió sin tanto misterio o elocuencia apologista que «ellos luchaban por tierra y libertad». Y remataba, pausa de por medio: «eso me dijo mi padre». El cachimbeo comenzado en septiembre de 1913 fue por un materialismo histórico neto y pleno: tierra y libertad. Ambas darían un nuevo inicio al Estar-bien-colectivo de las comunidades, tantas veces postergado. Las coincidencias estaban repartidas: algo parecido refería un sobrino nieto del comandante.

Cada individuo cimarrón, además del comandante Lastra, debió preguntarse, también entre ellos, con igual o mayor énfasis: el injusto porqué de las haciendas infinitas pertenecientes a los coroneles y a ellos ni el breve espacio para la sepultura. Sus cabildos en noches de fogata, tabaco y oralidad conversacional, conseguían nuevos empeños y revolvían antiguas impaciencias: «Hay muchos cuentos para explicar el nacimiento de la libertad y su guerra contra el amo, contra el antagónico, contra el opresor» [2] . Ninguno de ellos y mucho más aquellos que habían salido del monte, cruzado la raya [3] o venido de más lejos estaban en ahí para un marabú [4] de venganzas de próceres asesinados (sin perjuicio del aprecio que se les tendría). O por las veleidades de hacendados irritados por no participar de las mieles del poder o porque se sintieran «animados de patrióticos sentimientos», salvando dudas y falsedades.

El cimarronismo cardinal no solo en el fondo, trasfondo o ahí encimita, en la piel (objeto malo o bandera insurrecta), debía sentir las estafas infinitas con abundante retórica patriótica. Más nunca un resultado que justificara agradecimientos sin productos sociales. Fue el 24 de septiembre, miércoles, madrugada de cuarto menguante. ¡En este día por fin comenzaba la de ellos! Su guerra.

Capítulo 15

«Solo cuando la tierra no sea tuya, será tuya la tierra»

Muchos murieron. Cerca de la mitad de los que aceptaron venir a la construcción del Ferrocarril Trasandino. Se murieron agobiados por fiebres que se volvieron incurables, por explosiones accidentales y hasta por caídas a precipicios sin fondo. Fueron contratados en Kingston, Jamaica [5] ; los contratistas preferían a aquellos que hubieran trabajado en las obras del canal de Panamá. Archer Hartman fue, en persona, a darle la noticia al presidente Eloy Alfaro: vendrían 4000 jamaiquinos experimentados en sobrevivir a fatigas en cualquier clima, así fuera el del infierno y en obras difíciles si no imposibles. «The Devil’s nose [6] , Mr President Alfaro, llaman al lugar más trabajoso y tienen razón, pero pronto dejaremos al diablo sin nariz», habría bromeado Hartman, la complaciente sonrisa presidencial demostraba la satisfacción, porque las dificultades parecían las de Sísifo.

A parte de las ánimas de sus muertos una cantidad considerable de los jamaiquinos sobrevivientes se quedaron para siempre en Ecuador. Unos se establecieron en la provincia del Guayas y otros, quizás buscando vecindad más afín, se fueron para Esmeraldas. La confianza no tuvo trámites complicados ni siquiera los del idioma, solo algo se quitarían de encima mucho después con la suma de ayeres: el apelativo yameica. O yumeica. De la pronunciación de ‘Jamaica’ en el inglés aclimatado a los nuevos territorios. Nunca los yumeicas serían extraños y el familiaje sin tropiezos los volvió de ahí mismo con historias y apellidos. Brown, Johnson, Winingther, Scott, Robinson, Bennett, Smith, George, Wheatley, Atkinson, Klinger y los demás .

La negritud mundial tenía sus sentencias radicales: «Solo cuando la tierra no sea tuya, será tuya la tierra» [7] . ¿Quién trajo el pre-garveyismo panafricanista a Esmeraldas? ¿Llegó con los jamaiquinos o fue traído por alguna migración posterior? ¿Qué tanta profundidad alcanzó la raíz del pensamiento panafricanista sembrado en estos territorios? Most people today can ‘not conceive a freedom that does not imply the slavery of someone [8] . Los marineros debieron comentar sobre negros agitadores en Estados Unidos de América, Costa Rica o Cuba. De alguien llamado Marcus Garvey, por ejemplo. De una agrupación política enfocada en la verdadera independencia de los de color de Cuba y exterminados sus miembros, en 1912. Las comunidades negras tenían oídos y escuchaban más de aquello que querían escuchar y querían saber más de aquello que hasta entonces sabían. Algunos yumeicas tenían este amén en la boca: uprising [9] !

Cuando podían las marimbas sonaban para alguna pausa necesaria o se narraban con arrullos los acontecimientos de la guerra. Uno se hizo famoso en la costa pacífica afropacífica (colombo-ecuatoriana) sobre la batalla de La Propicia ocurrida en mayo de 1915: «Dulce Carmela/ dulce a mis ojos/ dame tu amor, / cuando el combate/ de La Propicia/ peleaba Lastre [10] , / Mena [11] y Cortés [12] . Estaba Plaza [13] / en Esmeraldas volviéndose loco/ sin saber qué hacer. Dulce Carmela [14] / dulce a mis ojos/ constante y pura/ dame tu amor» [15] . La gente es su música, prolonga su ánima; la vive y también revive en ella los triunfos sobre la opresión. Los nuevos cimarrones esmeraldeños tenían razón: uprising!

Los familiares de jamaiquinos llegados para la construcción del ferrocarril y si esos no, entonces, algunos llegados por otras circunstancias debieron tener sus doctrinas para guerrear que no fuera solo el liberalismo más cerril. Acaso pensarían que este era el Armagedón interracial profetizado por los Ancestros; ellos vieron con ojos de fascinación que por acá también sonaban los tambores nyabinghi y tuvieron largura de oído para escuchar leyendas de maroons (cimarrones) de estos territorios; y sorprendieron en Carmela alguien parecido a la Reina de la Creación de los cultos de Jamaica. Nicomedes Klinger, Nicanor Georges y los otros se integraron al grupo de Federico Lastra; empezaron por destacarse inventando estrategias útiles al momento de dificultades insalvables al parecer y porque tenían el don de la ubicuidad, ellos solían aparecer justo ahí donde la defensa se debilitaba o espantaban dudas frente al enemigo tambaleante. La comandancia sabía de sus acciones decisorias. Dieron el salto para cumplir con el refrán que décadas más tarde difundiría Robert Nesta Marley: If you are the big tree, let me tell you that we are the small axe [16] .

El miércoles 15 de julio de 1914, Marcus Garvey funda un pararrayos planetario para la gente negra descontenta. Y tuvo cartel: Universal Negro Improvement Association and African Communities League (UNIA-ACL) o Asociación Universal de Desarrollo Negro-Ligas de Comunidades Africanas. Por él y con él se mandaba el mensaje inconfundible: Africa for the Africans, at home and abroad! [17] Y la UNIA-ACL no descuidaba ni las formas, para evitar disgregaciones: One God! One Aim! One Destiny! [18] Queda como esos dogmas emergentes, porque frente a la próxima e inevitable catástrofe todos se vuelven uno [19] .

Y por qué no. Marcus Garvey debió conocer de la guerra civil en Esmeraldas, no tanto por correos de brujas o brujos, más bien por diferentes mensajes y mensajeros: periódicos, habladurías de marineros, jamaiquinos retornados por la guerra, emigrantes de otras nacionalidades, justificaciones por incumplimientos comerciales y el bombardeo a la ciudad de Esmeraldas contrariando la opinión de las representaciones comerciales extranjeras. Debió saberlo, porque manifestó su interés en viajar a Ecuador. La conexión cimarrona pacífico-caribeña estuvo ahí: primero con Haití y después con Jamaica.

El martes 28 de julio de 1914, hacia el mediodía, comenzaba la llamada primera guerra mundial. Los periódicos empezaron a informar sobre las batallas de por allá y de las de acá. El Telégrafo, del domingo 26 de abril de 1914, dejaba su histeria por escrito: «El terror a los negros va haciéndose legendario en la tropa y es preciso combatirlo. Solo la figura de aquellos negros desnudos, turbante rojo y blandiendo el machete, les hace crispar los nervios a los más esforzados». El mismo periódico, del jueves 30 de abril de 1914, lamentaba en tinta y papel la muerte del coronel Enrique Valdez, del ejército gubernamental. El New York Herald dedicó algunas líneas a las tribulaciones políticas y bélicas del presidente Leonidas Plaza causadas por el alfarismo radical. La guerra civil, en Esmeraldas, no era un mundo aparte.

Capítulo 16

Más que dolencias por la esclavitud demandas de reparación

Las urgencias existenciales no daban para larguísimas indagaciones sobre la democracia, desde el caserío parecía lujo de hacendados y de quienes frecuentaban las casas de comercio extranjeras. La gente negra, por separado o en grupos, había escuchado lo suficiente para saber que, Casa Adentro, no la buscarían por el lado etimológico, porque sus significados y explicaciones llenaban de libros las estanterías allá donde muchos no habían puesto nunca un pie, peor con los sablazos frecuentes y otros maltratos por una infracción real o inventada. La gente tenía memoria de piel por el cepo de horas interminables por culpas sin otra explicación que no fuera la de ser aquello que era: negra. O no olvidaba las obligaciones intempestivas de apisonar calles sin paga y controlando las ganas de reclamarla. No era una mancha más al tigre, para nada, era el mismo felino con nuevos y antiguos resentimientos. La escribanía liberal ocupada en sus disquisiciones panegíricas (el sagrado relato de sus afectos y desafectos) no entendía o nunca quiso entender a esa humanidad que repetía, con dejos de amargura, los «vivas a la libertad».

Allá, en sus frecuentes cabildos de abuelos, estudiaban algo simple y cotidiano como el saludo sagrado a las divinidades sin templos de piedra o cómo devolverse a seres humanos humanizados en las repetidas teorías del liberalismo. Eso sería el comienzo del andar a la libertad. Las comunidades negras por bocas sabias habían defendido su derecho a la territorialidad, para existir sin los apremios del trabajo para aquellos que se decían propietarios del suelo y el agua. Y del cielo como se lo entendiera. Con sus sagrados contenidos apreciables en monedas para la jerarquía de plantación, pero de valor infinito en términos de cooperación sustentable, según la Ancestralidad. Las comunidades entendían que jamás se presta democracia, porque si no hay ejercicio de la palabra suelta, con soltura de libertad, solo es una referencia del privilegio de hacendados y autoridades venidas de otros lados. Esa gente, vestida para frescuras y calores de otros territorios, pisaba incómoda estas tierras, porque en el reconcomio se sabía extraña. Eso decían los guardianes de la memoria colectiva: «con poner un pie reclamaban superioridad humana».

– «En la memoria, yo nunca he encontrado detalles sobre dolores, por ejemplo, de la esclavización. Mas insiste en la liberación, en lo que pasó después, en cómo se construyó la libertad y en los procesos de autoreparación» [20] , se santiguaba el Abuelo Zenón.

La clase hacendataria blanca esmeraldeña con lecturas liberales de la revolución francesa, pero la geofagia angurrienta les traicionaba el discurso (liberté, égalité, fraternité [21] ) y los golpes en el pecho, para enfatizar la sinceridad del corazón, les devolvía el vacío de sus buenas intenciones. No estaban para llegar tan lejos en sus afanes revolucionarios, pusieron límites estrictos a eso de ‘libertad, igualdad y fraternidad’. ¿Libertad? ¿Para quién? ¿Igualdad? ¿Con esos de las barracas? ¿Fraternidad con esos marimberos del naciente arrabal esmeraldeño? Y la negritud que recibía el desprecio racial y social sin disimulo (a veces la clase hacendataria cumplía la formalidad), mientras devengaba una infinita cantidad de trabajo-persona para acarrear la materia vegetal de exportación a los trasatlánticos anclados allá, en el mar de La Boca. Así habían organizado a la Esmeraldas humana los herederos del colonialismo europeo, sustanciando la división de la sociedad en razas con las alturas de sus fortunas repentinas y los bajos de desdichas de la negritud.

Para el miércoles 24 de septiembre de 1913, Esmeraldas había perdido siete años atrás, en un terremoto de 8.8 grados, muchos habitantes. ¿Cuántos? ¿Mil? ¿Dos mil? No se sabrá nunca, porque el territorio no tenía registro estatal efectivo y más bien quedaba en suposiciones de las autoridades de Quito. En la ciudad, al menos la mitad de las casas se destruyeron total o parcialmente. El tsunami completó la tragedia arrasando poblados pequeños y grandes situados en las orillas del Pacífico, fue cuando empezó hablarse de La Llegada, como un fenómeno bíblico que debía cumplirse sin precisión de fechas, en un ‘borra y va de nuevo destructivo’. El esperado arribo de la ola destructora ocurrió en 1958, pero eso es parte de otro relato.

Notas:


[1] Los condenados de la Tierra. (2007). Frantz Fanon. Rosario, Argentina, p. 25. Fuente : http://www.elortiba.org/

[2] Óp. Cit., pp. 165-166.

[3] La frontera colombo-ecuatoriana, llamada ancestralmente así: la raya. Una abstracción para explicar que las comunidades afropacíficas de los dos países no tenían más separación que una línea imaginaria, pero disminuía la espesa voluntad de la sangre pariente.

[4] Palabra de origen africano traída a las Américas por yelofes, mandingas o fulas, según escribe don Fernando Ortiz, en su Glosario de Afronegrismos, La Habana, Imprenta «El Siglo XX», 1924. Hace referencia a una planta, rastrera, difundida en el Valle del Chota. Aquí su acepción va mucho más atrás hasta tener un sentido de convocatoria probablemente religiosa.

[5] Del idioma taino ‘Xaymaca‘ que fue cambiando hasta Jamaica, que significa: lugar grande con agua (Wikipedia, del 30 de abril de 2019, a las 12:02, hora de Ecuador).

[6] La Nariz del Diablo.

[7] Del poema Negro sin nada en tu casa, del poeta y escritor de la República Dominicana, Manuel del Cabral (1907-1999).

[8] La mayoría de la gente de hoy en día no puede concebir una libertad que no implique la esclavitud de alguien, frase de William Edward Burghardt Du Bois (Estados Unidos de América, 1868-1963), sociólogo, historiador, activista por los derechos civiles, panafricanista, autor y editor afroamericano.

[9] Rebelión, levantamiento o insurgencia.

[10] Comandante Federico Lastra (o Lastre) se ha publicado muy poco sobre su vida y aquello lo está es racista y mentiroso,

[11] Comandante Julio Sixto Mena Vélez (1878-1973)

[12] Comandante Hermógenes Cortés (1883-1952.

[13] El presidente Leonidas Plaza Gutiérrez.

[14] Hace referencia a la Virgen del Carmen. Conocida como Nuestra Señora del Monte Carmelo, en Israel (antes en Palestina), por la aparición de la Virgen María en ese lugar. Se refiere al Monte Carmelo (Yabal al-Karmil), se considera que en ese lugar el profeta Elias confirma que Yahveh es el verdadero Dios. John Antón Sánchez, en El santoral católico afroecuatoriano, escribe: «La Virgen del Carmen es la fuerza espiritual (axê, JME) más venerada por los afrodescendientes del Pacífico. […] La tradición de la fiesta en honor a la Virgen del Carmen, en Esmeraldas, es muy arraigada. Allí los afroecuatorianos la consideran la Reina del Mar o la Patrona de los Pescadores», p. 47. Su festejo mayor es el 16 de julio.

[15] Décima esmeraldeña del cimarrón Martín Mina Solís. Tomada de Descorriendo los velos, Fernando Gutiérrez Concha, Edición del Consejo Provincial de Esmeraldas, 2002, p. 162. 

[16] Si usted es un árbol inmenso, déjeme decirle que somos la pequeña hacha, refrán ancestral de las comunidades negras de Jamaica. Bob Marley utilizó este refrán en la canción titulada: Small axe.

[17] África para los africanos, de casa y de afuera (traducción JME).

[18] ¡Un Dios! ¡Un propósito! ¡Un destino! (traducción JME).

[19] Unity.

[20] Óp. Cit., p. 165.

[21] Libertad, igualdad y fraternidad, divisa de la Revolución Francesa y aplicada por la Revolución Haitiana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.