Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez
Introducción
La vieja tradición de los estudios sociales de inspiración filosófica y teológica fue seguida de un estilo de investigación discursivo y reflexivo. El enfoque era «totalizador» y omnicomprensivo y rechazaba la investigación conductual empírica y estadística.
El auge de la economía política surgida en los siglos XVIII y XIX, sobre todo en los escritos de Ricardo, Smith y Marx, iluminó la relación entre Estado y economía. Mediante la aplicación del análisis empírico riguroso, la economía política se orientaba mediante una investigación informada desde el punto de vista teórico concebida para guiar la práctica legislativa y política.
Paralelamente a la economía política y, en última instancia, eclipsándola, se daba también el auge de la especialización disciplinar, orientada por la teorización matemática y abstracta. Este enfoque «abstrajo» una pequeña parte del universo total de la conducta humana con el fin de realizar investigaciones empíricas minuciosas. Para acrecentar la especialización y reforzar el prestigio e influencia de los practicantes de esta investigación de enfoque «estrecho» se crearon departamentos que institucionalizaron la fractura de las ciencias sociales y las humanidades. Con el paso del tiempo, los limites de la «investigación especializada» afianzada en departamentos fragmentados que se ocupaban de crisis sistémicas desembocaron en el esfuerzo de crear una visión unificada de las realidades sociales.
Las contradicciones de la especialización
Los estudios empíricos aplicados y la especialización disciplinar tuvieron un resultado contradictorio: por una parte, dieron lugar a gran abundancia de datos empíricos y de estudios históricos estadísticos, que estaban sometidos a los rigores de la puesta a prueba de hipótesis y las contrapruebas; por otra, mientras sometía la anterior narración filosófica y teológica a una crítica fulminante (y al rechazo de casi todas sus afirmaciones), sacrificaba el enfoque holístico de los sistemas en crisis y cambios a gran escala en beneficio del estudio de fenómenos mensurables, sometidos a controles propios casi de un laboratorio. El método científico acabó asociándose poco a poco con el estrechamiento del campo de investigación y el aislamiento de «variables», que había que examinar en el seno de un conjunto dado de presupuestos y convenciones.
La política de los estudios académicos: 1900-1945
Contrarrestando esta tendencia hacia el empirismo riguroso pero estrecho y la inspiración matemática abstracta en la economía se produjo también un auge de los estudios históricos de inspiración teórica sobre el cambio social a gran escala y a largo plazo.
Desde mediados del siglo XIX hasta el ascenso del nazismo, Alemania fue líder mundial en ciencias físicas y sociales.(1) Los académicos alemanes ocupaban la primera línea de la organización de «departamentos», la especialización y contaban con los practicantes más destacados de un empirismo estrecho y del análisis de cambios históricos a largo plazo y gran escala. Con el ascenso del nazismo, las ciencias sociales y las humanidades quedaron diezmadas en Alemania.
En Occidente, el colapso del capitalismo con la depresión mundial provocó una crisis de primer orden en las ciencias sociales de enfoque estrecho. Las viejas suposiciones de que el progreso y el crecimiento imperial/capitalista eran inevitables quedaron hechas trizas.
No obstante, la mayor parte de los académicos de izquierda se limitaron a formular críticas de los fallos de las teorías capitalistas. Hubo muy pocas y notables excepciones, especialmente en el caso de la historia. Sin embargo, en su mayoría, casi todos los escritores de izquierda se limitaron a hacer exégesis textuales de Marx y de sus epígonos y relatos genéricos para demostrar la superioridad del marxismo.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, casi todos los científicos sociales occidentales se agarraron a la maquinaria de guerra estatal. La mayor parte de lo que pasaba por ser «investigación» era propaganda y servía ciegamente a los objetivos de guerra del Estado. En el Este, la estalinización impidió realizar cualquier aplicación crítica original del marxismo.
En el periodo inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial hubo un breve lapso de tiempo en el que las ciencias sociales occidentales trataron de recuperar su identidad crítica especialmente en Europa. Sin embargo, sus escritos se veían influidos negativamente por la «mentalidad de vencedores» e impidieron realizar un análisis de los objetivos imperiales de los «aliados» antifascitas. La aparición de la hegemonía imperial estadounidense en Occidente y la extensión del estalinismo a Europa central y del Este ahogó con rapidez la aparición de estudios de economía política críticos en el ámbito de las ciencias sociales.
La Guerra Fría: El ascenso de la especialización
En Occidente, el breve florecimiento de unas ciencias sociales críticas y unas humanidades holísticas (1945-1947) se vio abortado con el estallido de la Guerra Fría, el macartismo y la purga de los intelectuales críticos, tanto en el Este como en Occidente. Las guerras neocoloniales (Corea), la recuperación económica y la expansión del capitalismo y el colectivismo propugnaron el ascenso de académicos conformistas instalados en departamentos disciplinares comprometidos con la investigación especializada.
Con las derrotas sufridas por los levantamientos sociales de posguerra en Occidente (especialmente, en Francia, Italia y Grecia) y el ascenso global del imperialismo estadounidense respaldado por la socialdemocracia de derecha en Europa occidental, las ciencias sociales y las humanidades quedaron presas de los académicos de la Guerra Fría financiados por la CIA.(2) La intervención del Estado y sus fundaciones privadas cuasi-estatales (Ford, Rockefeller y Fullbright) fue esencial para ese ascenso. En las universidades de prestigio, los fondos para la investigación y las publicaciones giraban en torno a la conformidad con los supuestos básicos del imperio norteamericano emergente. Para conseguir ayudas importantes con las que construir «estudios de área» académicos «prestigiosos», lo centros se dedicaron a producir artículos con medidas que giraran en torno al imperio. Estas restricciones políticas animaron a los académicos a confinarse en sus disciplinas especializadas.
El empirismo de enfoque más estrecho actuó en el seno de la presunción de la Guerra Fría impuesta por las purgas macartistas y las listas negras académicas de economistas políticos críticos. Los «guardianes» académicos se aferraron con más fuerza a los departamentos y la investigación especializada de las revistas económicas más destacadas.(3)
Las disciplinas académicas especializadas como vehículos del imperialismo cultural
La ciencia social estadounidense, con sus especializaciones disciplinares, se convirtió en el «modelo» para una «reforma» académica en todo el mundo. Generosamente financiados por agencias gubernamentales y fundaciones privadas, centenares de miles de universitarios del extranjero quedaron bajo la tutela académica estadounidense. Quienes regresaron a su país difundieron el evangelio de que la «ciencia social rigurosa» comportaba la inspiración, la especialización, el empirismo estrecho y la reorganización de la plantilla en departamentos «modernos» sujetos a límites disciplinarios.
En muchos de los países recién independizados, como la India, Filipinas o Indonesia, se produjeron debates y confrontaciones intelectuales entre académicos marxistas que iban en pos de enfoques de economía política y los «doctores» recién titulados en el extranjero que actuaban dentro de los límites de sus respectivas especializaciones. El debate estaba imbuido de un poderoso trasfondo ideológico: los partidarios de la modernización imperial contra los defensores de las revoluciones sociales antiimperialistas contra los desarrollistas nacionalistas.
Los practicantes del empirismo estrecho asumían el manto de «científicos rigurosos» y acusaban a sus colegas marxistas de ser «ideólogos». Estos últimos, a su vez, respondían acusando a sus críticos de haber abdicado de sus responsabilidades intelectuales evitando acometer una «imagen global», las estructuras a gran escala y largo plazo del universo político-económico centrado en el imperio.
A principios del periodo postcolonial, al calor de las luchas de liberación independentista y nacionales, los marxistas llevaban la delantera. Con el paso del tiempo, especialmente con la irrupción del neoliberalismo a partir de la década de 1980, los estudios sociales y de humanidades fueron conquistados por diferentes variantes de «especialización»: los microanalistas de mercados y de la «sociedad civil», o los académicos postmodernos que describían identidades múltiples y discutían cuántas identidades étnicas, raciales, de género, casta y clase se podían articular en una formación social. La financiación exterior y empresarial inundó el mercado académico: promocionando especializaciones que servían a intereses empresariales y estatales frente a las grandes aproximaciones holísticas de los economistas políticos críticos.
El poder de la clase social y el auge y caída de los paradigmas académicos
El destinos de los paradigmas y estilos de investigación rivales, el auge y declive de la economía política o la especialización disciplinar, no se decidió meramente por la lógica de la evidencia y el éxito en la capacidad de predicción en el seno de los círculos académicos. En gran medida, pese a ser un tanto indeterminada, la relevancia y la preeminencia de uno u otro enfoque vino determinada (unas veces, directamente y, otras, de forma indirecta) por los cambios históricos a gran escala acaecidos en el mundo exterior a la academia.
El desafío de las realidades políticas y los mitos de la autonomía de las ciencias sociales
La influencia manifiesta del poder político a la hora de orientar los estudios sociales estadounidenses es un caso pertinente. Con el estallido de la supremacía imperial estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial y la consiguiente expansión económica, y en el contexto del aumento de los ingresos, la deuda alimentó el consumismo y un movimiento sindical burocratizado y des-radicalizado y las ciencias sociales quedaron cada vez más confinadas a los «departamentos» y las especializaciones disciplinares. Los programas de economía política del siglo XIX se transformaron en «departamentos oficiales». Estos últimos estaban concebidos para formar a futuros funcionarios en las actividades del gobierno o como encuestadores y expertos en analizar resultados electorales. Por definición, los análisis de las «clases dominantes» quedaron descartados mediante el dogma prevaleciente de las «democracias pluralistas». La publicación de La élite de poder por parte de C. W. Mills fue la rara excepción.(4) Obsta añadir que este estudio interdisciplinar magistral fue condenado por los «guardianes» académicos porque carecía de méritos «científicos».
Con la irrupción de la década de 1960 y la guerra entre Estados Unidos e Indochina y las revueltas afroamericanas masivas y reiteradas, la generación más joven de estudiantes universitarios y, especialmente, de licenciados, organizaron protestas masivas. Estos movimientos cuestionaban las prácticas estatales imperiales y racistas y las «clases y conferencias fragmentadas y especializadas» que ignoraban las estructuras de poder a gran escala. Los estudiantes demandaban clases y estudios del complejo militar-industrial, la segregación social y las estructuras de poder político y las instituciones políticas elitistas y cerradas que dictaban guerras independientemente de las actitudes de los jóvenes reclutados como carne de cañón.
Las instituciones académicas formales y los profesores reputados se negaban a ceder: las nuevas realidades de las guerras imperiales y los levantamientos de los negros no consiguieron ingresar en las revistas académicas de prestigio. Entre 1964 y 1975, la época de guerra imperial y racial más intensa, que implicó a más de 500.000 soldados estadounidenses (5 millones durante los 11 años de guerra) en Indochina y 130 levantamientos negros (incluidos combates violentos a cuatro manzanas de la Casa Blanca en Washington D.C.), la American Sociological Review (ASR) y la American Political Science Review no publicaron un solo artículo que describiera y analizara la dinámica política, económica y social de la lucha de liberación nacional o la estrategia imperial de la clase dominante o la dinámica de las revueltas radicales.(5)
Ante semejante rigidez institucional obtusa e irrelevancia política, los estudiantes y los profesores más jóvenes organizaron «seminarios» donde en un contexto interdisciplinar se debatían, discutían e interpolaban cuestiones generales de relevancia histórica mundial, como las estructuras económico-políticas del imperio y el racismo (entre otros). Proliferaron las publicaciones semanales y mensuales no académicas. Además, los que los popes de la academia consideraban revistas académicas «de segunda fila» publicaban artículos sobre asuntos de actualidad del momento. A principios de la década de 1970 las ciencias sociales entraron en crisis.(6)
No obstante, el avance cultural-intelectual prosiguió de forma diluida inmediatamente después de la primera derrota militar estadounidense importante en Indochina y la apertura de la «sociedad blanca» a una burguesía y clase media negras. Sin embargo, con el estallido de la ofensiva neoliberal en el mundo angloamericano durante el periodo Reagan-Thatcher, la corriente académica especializada dominante recuperó la hegemonía y siguió su camino en la investigación especializada arcana y los estudios políticos para el Estado imperial y las empresas financieras patrocinadoras.
El auge de las variantes de los estudios interdisciplinares: ¿empresarial o crítico?
Las élites legisladoras del imperio y las multinacionales son cada vez más conscientes de que la política está entrelazada con la economía, de que el «poder blando» (la cultura) se complementa con el «poder duro» (la intervención militar); de que la hegemonía ideológica es menos costosa que las invasiones militares. Los legisladores políticos y empresariales más destacados están exigiendo a los académicos que realicen investigaciones «holísticas» e «interdisciplinares» para atender a un imperio en expansión que abarca culturas y economías diversas en diferentes grados de desarrollo y riesgos políticos derivados del florecimiento de movimientos sociales.(7) Una vez más, las «realidades políticas» ajenas a la academia influyen en el estilo, la forma y la sustancia de los paradigmas de investigación. Los estudios interdisciplinares se realizan para responder a la demanda de un fin corporativo del espectro económico y político. El neoliberalismo necesita conocimientos culturales y político-económicos para abrir mercados: desplazar a los pueblos indígenas para desarrollar actividades mineras e industriales o conocimientos sobre los gustos del consumidor para aumentar las ventas y todo un conjunto de otras actividades lucrativas.
Ha aparecido la demanda de un nuevo tipo de «economía política» que ya no se centra en la búsqueda de la emancipación social, sino que se desarrolla en nombre de la modernización capitalista, la desregulación y la libertad de mercado. El lenguaje de la «globalización» sustituye a los conceptos más precisos de imperialismo y construcción de imperio.
En el nuevo milenio, los «centros de estudios globales» reúnen diferentes departamentos disciplinares para desarrollar los programas de investigación de la gestión empresarial. Se crean consultorías económico-políticas capaces de «conseguir una imagen general de inmediato» para los forjadores globales del imperio. Los economistas ex marxistas asesoran sobre cómo competir en el mercado mundial. Surgen infinidad de enfoques «interdisciplinares» nuevos y diversos para promover imperios imperiales viejos y nuevos junto con núcleos de posmodernidad.
Lo que diferencia a los nuevos núcleos interdisciplinares del anterior enfoque crítico de la economía política no es solo el punto de partida de clase (que los practicantes actuales no suelen reconocer), sino el método mediante el cual se ponen en práctica los programas.
La crítica de los «estudios interdisciplinares» neoliberales
Reunir a politólogos, economistas, sociólogos y profesores de humanidades para que expongan sus puntos de vista y articulen su «perspectiva» simplemente repite lo que, por otra parte, sucede en las disciplinas especializadas fragmentadas. Este enfoque, ni trasciende las limitaciones de las fronteras disciplinares, ni ofrece un nuevo paradigma teórico capaz de informar la enseñanza y la investigación. Las unidades de análisis siguen derivándose de los principios rectores de paradigmas disciplinares estrechos.
El desarrollo de un paradigma interdisciplinar requiere un marco conceptual que atienda a la interacción dialéctica de estructuras estatales, clases sociales y sistemas productivos en un contexto histórico mundial.(8) Las instituciones económicas se definen por las clases que las poseen y/o controlan y que influyen o determinan las políticas del Estado. Al mismo tiempo, las políticas del Estado promueven, degradan o reprimen a las clases diferentes; así como la emergencia y/o declive de un conjunto de sectores económicos con respecto a otro. Asimismo, el predominio de un tipo de instituciones económicas facilita que un conjunto de clases sociales que orienta el Estado subvencione y financie una estrategia que maximice su crecimiento y sus beneficios.
La interacción de clases sociales nacionales, estados nacionales e instituciones económicas dinámicas está condicionada por el desarrollo de mercados mundiales en expansión o estancamiento y clases rivales, estados y empresas económicas.
La interacción dinámica de factores de poder internos y globales se ven influidos, a su vez, por procesos históricos; el auge y declive de los imperios; el uso y abuso de nuevas tecnologías inscritas en instituciones productivas o especulativas; el impacto de las luchas de clase, casta o nacionales y las guerras imperiales; los cambios inducidos por las crisis económicas y financieras.
Todo este conjunto es defendido o atacado por los analistas culturales, que proporcionan justificación ideológica o crítica que refuerza o socava el funcionamiento de la totalidad.
Conclusión: Objetividad y compromisos políticos
Dicho de otro modo, los estudios interdisciplinares integran en un único cuerpo teórico la interacción de estructuras de la «vida social» (en el sentido más amplio de la palabra) y lo hacen de tal modo que promuevan la acción social y política y las políticas basadas en los intereses de clase definidos por el maestro, el investigador o el estudiante.(9)
No hay contradicción entre investigación interdisciplinar objetiva y compromiso político, entre diagnóstico y partidismo y práctica políticas. Los compromisos políticos definen el sujeto u objeto de la investigación; la investigación interdisciplinar rigurosa diagnosticará las condiciones, instituciones y políticas que favorecen o socavan los avances de los intereses del sujeto.(10) La investigación interdisciplinar puede implicar o no imparcialidad política manifiesta, pero los hallazgos quedarán a disposición de aquellos que actúan para promover sus intereses de clase sobre los de los demás. La aplicación de los hallazgos interdisciplinares a la práctica política están en buena medida moldeados por el entorno político general; en especial, el público (las clases sociales) a las que se dirige la investigación interdisciplinar.
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Notas
(1) Peter Watson, The German Genius (NuevaYork: Simon and Schuster, 2010).
(2) Frances Stonor Saunders, The Cultural Cold War: The CIA and the World of Art and Letters (Nueva York: New Press, 2000). Hay ed. esp.: La CIA y la guerra fría cultural. Trad. de Rafael Fontes. Madrid: Debate, 2001.
(3) C. Wright Mills, The Sociological Imagination (Oxford: Oxford University Press, 1959). Hay ed. esp.: La imaginación sociológica. Trad de Florentino M. Torner; prólogo de Gino Germani. México: Fondo de Cultura Económica, 1986.
(4) C. Wright Mills, The Power Elite (Oxford: Oxford University Press, 1956). Hay ed. esp.: La élite del poder. Trad. de Florentino M. Torner y Ernestina de Champourcin. México: Fondo de Cultura Económica, 1993.
(5) James Petras y Christian Davenport ,, «Prestigious Publications and Public Relevance: Vietnam War and Black Protest in the American Sociological Review and the American Political Science Review», Crime and Social Change, 17, 1992.
(6) Alvin Gouldner, The Coming Crises of Western Sociology (Londres: Heinemann, 1971). Hay ed. esp.: La crisis de la sociología occidental. Trad. de Néstor Míguez; revisión María R. Viganó de Bonacalza y Ariel Bignami. Buenos Aires : Amorrortu, 1973.
(7) James Petras y Henry Veltmeyer, Social Movements in Latin America: Neoliberalism and Popular Resistance, (Nueva York: Palgrave MacMillan, 2011).
(8) Bertell Ollman, Dialectical Investigation (Londres: Routledge, 1993).
(9) Henry Veltmeyer, The Critical Development Studies Handbook, (Nueva York: Pluto Press, 2011).
(10) Michael Parenti, The Culture Struggle, (Nueva York: Seven Stories Press, 2006), capítulo 14.
* James Petras es Catedrático Emérito (Bartle Professor) de la Universidad de Binghamton y Profesor Adjunto de la Universidad St. Mary (Halifax, Canada)
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