La tesis de Andréi Vishinski, Procurador General de la URSS, según la cual la confesión era la principal demostración de culpabilidad, es uno de los mayores instrumentos legales criticados del estalinismo; muchos inocentes, que se confesaron culpables, fueron víctimas de esta norma. Pero ahora, Gran Bretaña ha superado las incongruencias de esta vieja aberración con […]
La tesis de Andréi Vishinski, Procurador General de la URSS, según la cual la confesión era la principal demostración de culpabilidad, es uno de los mayores instrumentos legales criticados del estalinismo; muchos inocentes, que se confesaron culpables, fueron víctimas de esta norma. Pero ahora, Gran Bretaña ha superado las incongruencias de esta vieja aberración con una doctrina que la empequeñece como país democrático. Según la Sra. May, la simple acusación es suficiente para que un acusado sea condenado, aunque fuera inocente. Bueno sería que sólo se montaran en este burro patuleco gobernantes como el de Montenegro, que cuando el Presidente Trump lo apartó de sí como si se tratara de una polilla desagradable, en lugar de molestarse se sintió alagado por el oprobio, y así lo manifestó, sino que incluso potencias, otrora orgullosas de su pasado, toman con seriedad tamaña imbecilidad y pregonan su vasallaje incondicional expulsando al cuerpo diplomático ruso con un atrevimiento ni siquiera visto en los peores momentos de la Guerra Fría; incluso, EEUU expulsó a sesenta diplomáticos rusos. La portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, declaró que pese a no haber «ninguna evidencia» sobre la culpabilidad de Rusia, si Londres lo «afirma», tenemos «todos los motivos para creerlo». ¿Añoranzas de la niñez colonial o los pájaros disparando a las escopetas?
Más allá de la facilidad con la que algunos países se unen para condenar a Rusia, sin haber obtenido la mínima explicación por parte de Inglaterra, lo que hace leña de los principios del derecho internacional y pone en peligro la paz mundial y la concordia entre los pueblos, parecería que aceptaran que si London locuta, causa finita, y que se deben tragar cualquier falsedad por artificiosa y malintencionada que sea.
Es «altamente probable que Rusia fuera responsable» de haber intoxicado a Julia y Sergéi Skripal «con un agente nervioso de graduación militar», conocido como Novichok, que sólo Rusia produce, se desgañitó el 12 de marzo ante el parlamento inglés la Sra. May, 8 días después de que los Skripal, ciudadanos rusos, fueran encontrados inconscientes y en estado crítico en un centro comercial de Salisbury.
Y en esta afirmación las mentiras abundan como pulgas en perro callejero: no existe ni ha existido el tal Novichok; Vil Mirzayánov, quien sostiene ser el creador del Novichok, publicó en Estados Unidos, «Secretos de Estado: una crónica desde adentro del programa ruso de armas químicas», libro donde se encuentran las fórmulas de este agente neurotóxico, por lo que, de ser verdaderas, cualquier perico de los palotes lo podría elaborar; según la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAC) se necesitaría tres semanas para identificar al agente neuroparalizante utilizado en este caso; además, la misma Scotland Yard afirma que la investigación tomará meses; por si fuera poco, a doce kilómetros del lugar de los hechos se encuentra el laboratorio de Porton Down, donde se llevan a cabo experimentos con armas químicas parecidas; por último, bajo la supervisión de observadores internacionales de la OPAQ, Rusia destruyó sus reservas de armas químicas. Demás está recordar que ha sido Gran Bretaña la que ha mentido en numerosas ocasiones cuando realizó aventuras militares que causaron la destrucción de países con centenares de miles de muertos, sin que posteriormente, al ser pillada en la mentira, pronunciara la mínima palabra de misericordia o realizara algún gesto de arrepentimiento en favor de las víctimas.
¿Qué pudo pasar? En realidad es mucho más probable que el delito fuera el resultado de alguna rencilla interna entre los grupos de refugiados soviéticos en Inglaterra. No hay que olvidar que a ese país arribaron numerosos multimillonarios rusos con billones amañados durante las mal llamadas privatizaciones de la época de Yetsin, algunos de los cuales fueron misteriosamente asesinados en su propia casa. También es bastante probable que se intentara acallar la participación de Sergéi Skripal en la investigación de Christopher Steele, ex agente de los servicios secretos británicos, acerca de una supuesta colusión del Presidente Trump con Moscú, por cuyo dossier «la tramposa Sra. Clinton y este comité (electoral demócrata) pagaron (9.2 millones de dólares) a una compañía vinculada a Rusia, para derribar al presidente Trump con ayuda de un agente extranjero». Tampoco se debe descartar la probabilidad de que fueran los mismos servicios secretos británicos los que quieren pescar en río revuelto montando una provocación con los resultados conocidos hasta ahora, deterioro de las las relaciones de Rusia con algunos países de Occidente, y los desconocidos, que ya se verán. Por lo tanto, el «altamente probable» de la Sra. May se reduce prácticamente a cero, desde el punto de vista matemático.
Le decía Napoleón al marqués de Fontanes, poeta, político, periodista y crítico literario francés: «A la larga, el espíritu acaba siempre por vencer a la espada». Gran verdad no aprendida por los que pretenden influir en el mundo por la violencia en lugar de la razón, por el vasallaje en lugar de la amistad, por la opresión en lugar del derecho. En la actualidad, parecería que en las relaciones internacionales no priman ya las leyes sino una especie de solidaridad grupal que se independiza por completo de la legalidad y la realidad. Ni siquiera se aparenta, como antes, guardar el decoro porque lo importante es mostrarse sumiso con el poderoso, ceder ante sus presiones, comprometerse si es posible más allá de lo exigido sin pedir la mínima investigación antes de solidarizarse en contra de un presunto culpable del delito cometido.
Es de esperar que Assange tenga razón respecto a que la Sra. May «es una idiota total», tal vez por eso le quitaron internet, y todo el tinglado que intentan montar contra Rusia se venga abajo por su propio peso; sino hay que darle tiempo al tiempo para que se vayan solos al basurero de la historia.
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