En los años anteriores se acumulo una experiencia positiva de lucha contra el sistema capitalista en todo el mundo, en América Latina y por supuesto en México. El estudio y sistematización de este ciclo permite un conjunto de lecciones orientadoras en el marco de una crisis sistémica estructural del capitalismo en edad senil, del imperialismo […]
En los años anteriores se acumulo una experiencia positiva de lucha contra el sistema capitalista en todo el mundo, en América Latina y por supuesto en México.
El estudio y sistematización de este ciclo permite un conjunto de lecciones orientadoras en el marco de una crisis sistémica estructural del capitalismo en edad senil, del imperialismo y de los distintos bloques que lo conforman.
Frente al dominio del neoliberalismo las respuestas fueron primero desarticuladas. Resistencia a las privatizaciones, al remate del sector estatal de la economía, a las privatizaciones que arrasaban con lo público; resistencia a las desnacionalizaciones y la trasnacionalización. Propuestas imperialistas como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte contaron con gran consenso en su implementación pues la gran maquinaria de dominación mediática ocultaba el carácter colonialista y asociaba esa iniciativa a la modernidad. Nuestras voces aisladas alertaban de las obvias consecuencias del Laisser faire, laisser passer, de la mano invisible del libre mercado, del capitalismo salvaje. La alteración del tejido socioeconómico aumento la pobreza dramáticamente, la desigualdad, resurgieron viejas enfermedades y el número directo de muertes consecuencia del sistema capitalista aumento tanto en los puestos de trabajo, como enfermedades directas por las condiciones laborales; en proporción directa aumento la resistencia. En el momento en que Carlos Salinas de Gortari obtenía los más altos grados de popularidad de su gobierno en México, cuando sus programas populistas y su política de privatizaciones y reformas constitucionales que destruían las conquistas de la Revolución Mexicana eran vistas positivamente por más del 50% de la población, cuando el mexicano común tenia la percepción de grandes cambios, cuando la noche era más obscura, un relámpago centelleo en Chiapas, el día que entro en vigor el TLCAN, el día que para el neoliberalismo significaba la coronación de su proyecto anexionista que arrancaba en México pero que se extendería a toda América; desde la selva Lacandona irrumpía el EZLN y la voz del Subcomandante Marcos mostraba lo que no era evidente por el control mediático a los ojos de las masas, anunciando la sublevación al capitalismo, al imperialismo y reivindicando una forma de lucha fuera del carril de la dictadura con fachada democrática.
Al principio la resistencia fue desarticulada, pero conforme aumento el embate del neoliberalismo se fue coordinando, al tiempo que sobrevino el rearme ideológico. Veamos tan solo el ejemplo mexicano: la Revolución mexicana en su ruta de desarrollo independiente, algo que fue caracterizado por los estudiosos soviéticos como vía de desarrollo no capitalista, llego a tener el 70% de la economía bajo control estatal; cuando el neoliberalismo se impuso en 1982 inicio un proceso de desnacionalización que privatizo en 17 años 1150 empresas de vital importancia para el desarrollo, hasta que en 1999 como resultado del ascenso de la lucha de masas fue frenado el proceso de entrega del patrimonio nacional a las trasnacionales.
Desde 1997 donde fue claro que las resistencias avanzaban y por ejemplo con la utilización de las nuevas tecnologías de comunicación, permitieron una respuesta a la Ronda del Milenio de la OMC y ya todos sabemos que esas protestas fueron un éxito y que hoy Seattle esta ubicado como un momento clave en el cuestionamiento a la globalización capitalista y que el joven arrojando una piedra contra el Mc Donalds personificaba el malestar creciente a la dinámica de explotación y dominación del sistema imperialista. De esa en 1999, siguieron infinidad de revueltas que propiciaron múltiples iniciativas de lucha, por ejemplo de Foro Social Mundial, pero sobre todo revelaron lo que no era evidente.
En América esas manifestaciones tuvieron concreción en la heroica lucha de las FARC-EP; de los estudiantes de la UNAM organizados en el CGH y los obreros mexicanos que unidos pararon la entrega de la educación superior y los energéticos a los monopolios norteamericanos y europeos; en Venezuela triunfo electoralmente una alianza popular que llevo a la presidencia a Hugo Chávez y sentó las bases para ese proceso de liberación conocido como la Revolución Bolivariana. La Protesta social se desato lo mismo en Argentina, Perú, Bolivia, Chile, Ecuador, El Salvador.
Lo que es común a esta rebelión generalizada al capitalismo y sus consecuencias es que la forma principal de las luchas no fue la utilización del carril de la institucionalidad burguesa, esto es la dictadura de fachada democrática, sino las movilizaciones masivas tumbando gobiernos, varios en un corto periodo como en Argentina y manifestando formas innovadoras de la organización popular. Los limites y retrocesos se encontraron en el espontaneismo y la ausencia de un programa de ruptura que aseguro la recomposición momentánea de la hegemonía sistémica con salidas electorales de la denominada «centro-izquierda» o progresismo, a saber, gobiernos a los que les es permitido un cierto margen de asistencialismo, medidas sociales mínimas, a condición de que no alteren los compromisos económicos fundamentales con el FMI, el BM y mantengan las políticas desmanteladoras de las conquistas sociales de la clase obrera alcanzadas con las luchas anteriores.
Así encontramos que a la rebelión indígena-popular de Ecuador le siguió como consecuencia un gobierno que la traiciono totalmente y se entrego sumisamente a los brazos del imperialismo. Si bien Lucio Gutiérrez es un caso patético, lo objetivo es que una cierta izquierda institucionalizada en aras del posibilismo, del realismo, gano gobiernos en buena parte de América gestionando el capitalismo y defraudando los potentes movimientos de masas que les sirvieron de base.
En ese modelo se gesta la apuesta del capital trasnacional y las oligarquías locales para contener la rebelión. El proyecto más cínico es el planteado para México y que es conocido como pacto o acuerdo de Chapultepec, en el que de manera transexenal los grandes ricos están decidiendo el rumbo que debe seguir el candidato que gane para garantizar sus intereses, continuar las privatizaciones y avanzar en el remante de la soberanía e independencia nacional. El acuerdo de Chapultepec es al mismo tiempo una respuesta a la esperanzadora ola rebelde que recorre el país por convocatoria de la VI Declaración de la Selva Lacandona lanzada en Junio del 2005 por el EZLN.
En los hechos se ha configurado por la burguesía un sistema político perverso que obliga al que transita en ese carril a asimilarse y ser parte orgánica del engranaje de dominación, desde el sistema electoral y sus prerrogativas, hasta acuerdos que regulan, arbitran y más aún indican lo que debe de pasar. Así hoy ya no tiene valor si gana el PRD, el PRI o PAN, pues absolutamente todos tienen ya el programa a ejecutar en su gobierno. Por ello el sistema debe ser golpeado en la fuente de la reproducción de su hegemonía y consenso que es el proceso electoral.
Contra todo pronostico y cuando ya parecía todo decidido un polo de las fuerzas clasistas y radicales, con una nueva forma de hacer política recorre el territorio logrando que las resistencias se reconozcan entre sí, uniéndose e identificando la causa de sus problemas. Frente a la fragmentación social, el parcelismo, el individualismo, la división que facilitan la represión y la captación se esta levantando la identidad de una lucha radical contra el sistema.
Desde el Primero de Enero La Otra Campaña construye una alternativa abajo y a la izquierda, convocando a todos los explotados y parias. Ha revelado un sureste desconocido que es ya la base de la rebelión nacional, y que por cierto es objetivo principal del próximo gobierno con el plan transismico continuidad del plan puebla-panamá. En la Otra Campaña se están reconociendo los obreros y los pueblos indios, las mujeres y los jóvenes, los trabajadores del campo y de la ciudad, los desempleados y los intelectuales; se esta reconociendo la izquierda revolucionaria. Todos juntos estamos descubriendo aquel planteamiento de Marx de que el capital viene al mundo chorreando lodo y sangre por todos los poros, que la explotación y la apropiación privada es la responsable de la injusticia, la pobreza, la muerte, el desempleo, la exclusión. Que la pobreza como se escribiera en Los Anales Franco-alemanes no es naturalmente creada sino artificialmente provocada.
Y vemos que la injusticia no es una estadística, ni el trabajador un código de barras, que la lucha y la dignidad, que la rebelión y la revolución tienen el rostro del damnificado del Stan, del opositor a la alta tarifa eléctrica, de la mujer sin tierra, del trabajador informal lo mismo triciclero que comerciante, de la mujer o el jóven base de apoyo zapatista, del defensor cultural o del ejidatario que se aferra a la lucha de Emiliano Zapata, del pescador que tiene que lidiar todos los días con el intermediario, del Cancún de abajo que es el dolor y la sangre que soportan esa vitrina que es un centro turístico donde solo el rico tiene acceso; de los originarios de Chichen Itza que confrontan la privatización de la cultura; del artesano que hace sombreros en Bekal, de los luchadores agrarios en Candelaria, de los sin tierra, sin techo, del magisterio comprometido, de los trabajadores subcontratados, de la amplia gama multicultural que suscribe la juventud que es reprimida, perseguida por no someterse a la absurda, sofocante y represiva atmósfera del régimen; del colono, del ambientalista, de la trabajadora sexual, del medio alternativo, y sobre todo de la clase obrera, que cobra conciencia, rompe con el charro y el corporativismo; en fin esa rebelión desde abajo, creciente y con potencialidad histórica en la que todos juntos con un gran ¡Ya basta al capitalismo! Luchamos por terminar la explotación y la tragedia que provoca el sistema capitalista para que emerja una patria nueva, una sociedad justa con libertad, democracia y bienestar. La Otra Campaña no busca gestionar el sistema administrando la crisis, busca destruir al sistema capitalista y esa es hoy la base común de unidad de esta gran rebelión que sacude al país.
Tiene razón el marxista Meszaros al plantear que la ofensiva socialista tiene actualidad histórica al estar el sistema capitalista en crisis, en bancarrota. Al mismo tiene razón su planteamiento de que una estrategia defensiva termina por diluirse en el aparato del sistema dominante. Tiene razón al rescatar la idea del bolchevismo que confronto a la II Internacional oportunista por el hecho de su estrategia gradualista, que consistía en ir sumando parlamentarios en cada proceso electoral pensando que la mayoría es un proceso de acumulación institucional y no la alteración del orden establecido para que brote una nueva forma de organización social con los valores de fraternidad, solidaridad, internacionalismo y bienestar social de las clases subalternas. Lo que la experiencia demuestra es que el parlamentarismo, la institucionalidad reproduce los consensos de la clase dominante, que reproduce la dominación burguesa. Volvamos sobre nuestra experiencia: en 1999 sin un solo parlamentario la clase obrera y los estudiantes derrotaron a Zedillo y la carta de intención del FMI que especificaba que ese año la electricidad y la educación superior deberían pasar a manos de los monopolios vía la privatización; y es que en México la centralidad de la política salió de las deslegitimadas instituciones del carril sistémico y esta colocándose en las movilizaciones: esa es la experiencia que sirve de base a la línea política de los comunistas.
En Septiembre del 2001 se monto una gran provocación, equivalente a la quema del Reichstag para desatar una guerra mundial, con el nombre de doctrina de los ataques preventivos. En una profunda crisis estructural de carácter terminal el capitalismo en su fase imperialista se puede enmarcar en aquella idea que Rosa Luxemburgo tomara de el autor de El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado e intimo camarada de Carlos Marx, para desarrollarla en su libro La crisis de la socialdemocracia, conocido también como el folleto de Junius para mostrar los horrores de la Primera Guerra y vale la pena citar:
«Federico Engels dijo un día; ‘La sociedad burguesa esta situada ante un dilema: o pasa al socialismo o cae en la barbarie’…El triunfo del imperialismo lleva a la negación de la civilización, esporádicamente durante la duración de la guerra y definitivamente si el periodo de las guerras mundiales que comienza ahora se prosigue sin obstáculos hasta sus últimas consecuencias. Es exactamente lo que Federico Engels predijo una generación antes que la nuestra, hace cuarenta años. Estamos situados hoy ante esa elección: o bien el triunfo del imperialismo y decadencia de toda civilización y, por consecuencia, como en la Roma antigua, la despoblación, la desolación, la tendencia a la degeneración; o bien victoria del socialismo, es decir, de la lucha consciente del proletariado internacional contra el imperialismo y contra su método de acción: la guerra. Este es un dilema de la historia del mundo, un o bien o bien todavía indeciso, cuyos platillos se balancean ante la decisión del proletariado consciente. El proletariado debe lanzar resueltamente en la balanza la espada de su combate revolucionario. El porvenir de la humanidad y la civilización depende de ello».[1]
Hoy esa previsión de la tragedia que para el mundo representa el sistema capitalista se manifiesta en todos los órdenes de la vida. Se le caracteriza como una crisis civilizatoria, en la que destaca la guerra global permanente contra los pueblos, soportada ideológicamente en el discurso del antiterrorismo y que permite desatar un terrorismo de Estado destruyendo el orden mundial surgido en la segunda posguerra. Irak y Afganistán son las primeras victimas y hasta hoy se impidió que el imperialismo cumpliera con su ataque a decenas de países sobretodo porque su irracionalidad y desprecio a los pueblos les impidió prever la resistencia, que heroicamente empantanó la estrategia imperialista de controlar la estratégica región del Medio Oriente y sus probadas reservas petroleras. La amenaza militarista se agrava por los arsenales de capacidad destructiva que permitirían terminar varias veces con la vida en el planeta.
Pero también se manifiesta en la explotación del trabajo y la injusta distribución de la riqueza que ha producido la mayor desigualdad y exclusión superiores a cualquier otra etapa de la historia. Millones están planteando ya la necesidad de la alternativa.
Se trata de una cuestión principal para la humanidad, identificada por las fuerzas revolucionarias como el problema a resolver: la alternativa. Discusión impostergable y que debe incluir la participación de todos; de los intelectuales y académicos, pero no solo ellos; de los trabajadores, los pueblos indios, de los organizados y los no organizados; de los enfoques de genero, esto es un gran protagonismo de la mujer; de el movimiento sindical y social; de la juventud; de los partidos revolucionarios y las fuerzas antisistemicas, independientemente de la forma de lucha que desarrollen, lo mismo si lo hacen confrontando los marcos de la institucionalidad de la democracia burguesa que fuera de ella, es decir las luchas extraparlamentarias, más también la vía armada.
Ese camino, esa brecha es la que abrimos y transitamos constituyendo una identidad anticapitalista que permite la masividad del movimiento, con una identidad anticapitalista muy fuerte planteada por el EZLN en Junio del 2006 y basada en la lucha contra la explotación, el despojo, la represión y el desprecio.
Al mismo tiempo y de manera inherente la cultura e identidad de los comunistas recupera elementos inseparables como el internacionalismo.
Así al mismo tiempo que el frente fundamental de los comunistas en México es La Otra Campaña, la solidaridad internacionalista debe potenciarse.
Con las FARC-EP y con Cuba Socialista, Con la resistencia de Irak a la invasión yanqui y con Palestina, Con Puerto Rico y Haití, con los que luchan contra la Unión Europea y contra los TLC; con los que luchan contra la guerra y la globalización neoliberal; Con la Federación Sindical Mundial y con la FMJD; Con el Consejo Mundial de la Paz.
Nuestra solidaridad con los partidos comunistas europeos que confrontan la moción anticomunista del PACE, de manera particular con la Unión de la Juventud Comunista Checa.
Para ello la coordinación de los partidos comunistas y obreros es una necesidad vital que afortunadamente se materializa en los encuentros que anualmente convocan los camaradas del Partido Comunista de Grecia, partido revolucionario que honra las banderas marxista-leninistas del internacionalismo proletario. Esos encuentros son hoy el principal espacio de encuentro de los revolucionarios del mundo y sus iniciativas se hermanan con el conjunto del movimiento antiimperialista, clasista y radical.
Felizmente esta ofensiva revolucionaria coincide con los 100 años de la irrupción de la clase obrera como sujeto político en nuestro país y de su acción militante que socavo las bases de la dictadura porfirista. Nuevos Cananeas y Río Blanco están en perspectiva anticipando una salida revolucionaria en las que las banderas comunistas, del socialismo y la democracia, de la revolución y la libertad son reconocidas nuevamente por la clase obrera.
Fortalecer La Otra Campaña, ese es nuestro carril a la ruptura con el sistema capitalista.