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De la Teología de la Liberación al modelo del “Buen Vivir”

Fuentes: Rebelión

El padre Pedro Pierre habla sobre la visión de Monseñor Proaño, el Buen Vivir y las Comunidades Eclesiásticas de Base, entre otros temas.

Colaborador cercano de Monseñor Proaño, uno de los obispos fundadores de la Teología de la Liberación en América Latina, el padre Pedro Pierre es a la vez un actor comprometido y un testigo del surgimiento de las organizaciones indígenas en la escena política ecuatoriana. Descifra con agudeza la historia reciente del Ecuador y la política de la Revolución Ciudadana en relación con la idea principal del “Buen Vivir”.

Alex Anfruns: ¿Cuál fue el impacto de la Teología de la Liberación en Ecuador, donde realizó su misión como sacerdote?

Padre Pedro Pierre: El impacto de la Teología de la Liberación culminó con la obra y la influencia nacional, latinoamericana y de toda la Iglesia Católica de Monseñor Leonidas Proaño, que murió en 1988.

El Concilio Vaticano II, entre 1962 y 1965, marcó una ruptura en la Iglesia, que dejó de ser el “brazo religioso justificador de la explotación colonial” y se convirtió, sobre el papel y con los obispos que hicieron esta opción, en “una Iglesia pobre y para los pobres”.

Gracias al despertar de los pobres que quieren ser protagonistas de un cambio que los saque de la miseria, los cristianos de los sectores populares se solidarizan con sus demandas, reconociendo que la Biblia es la historia de un pueblo que experimenta un Dios liberador en sus luchas por la emancipación y la dignidad.

Estos cristianos se reúnen en las Comunidades Eclesiales de Base de toda América Latina… Esta doble lectura -de su historia y de la Biblia- da origen a la Teología de la Liberación: Dios nos quiere, juntos, libres, iguales -o mejores, igualitarios- y creyentes, a la manera de Jesús de Nazaret, que vino para un proyecto humanista de sociedad.

¿En qué consiste la organización de las Comunidades Eclesiásticas de Base?

Los CEB son cristianos de sectores pobres de la ciudad y el campo que se reúnen en su barrio o pueblo para vivir la solidaridad material y espiritual a la luz de la Biblia: la realidad social ayuda a comprender la Biblia y la Biblia ayuda a transformar la realidad. Esta situación provoca cambios tanto en la visión de la Iglesia y de Jesús como en la organización pastoral de las parroquias y de la Iglesia en general.

Las CEB fueron reconocidos como un espacio de Iglesia de pleno derecho ya en la 2ª reunión de los obispos latinoamericanos en Medellín, Colombia, en 1968. Son la renovación de la Iglesia y del proyecto de Jesús – el Reino – porque retoman más fielmente la experiencia de las primeras Comunidades Cristianas antes de que el Imperio Romano absorbiera la jerarquía en la época de Constantino en el siglo IV.

Nacidas en el Brasil en el decenio de 1950, las CEB existen actualmente en todos los países de América Latina y se reúnen periódicamente a nivel local, nacional y latinoamericano. Son la Iglesia de los pobres soñada por el Papa Juan XXIII en la víspera del Concilio.

¿Qué tipo de presión u oposición enfrentó como resultado de su adopción de la teología de la liberación en la década de 1980?

La presión sobre los obispos, sacerdotes y CEBs vino de dos grupos diferentes. Comenzó con la imposición de las dictaduras latinoamericanas por el gobierno de los Estados Unidos y la persecución de todas las personas y grupos que se reconocieron en la línea de la teología de la liberación. A este respecto, podemos mencionar el Informe Santa Fe 1 de Nelson Rockefeller en 1970. De esto surgieron los innumerables asesinatos y desapariciones de cristianos, monjas, sacerdotes y obispos en todo el continente.

Las persecuciones entonces vinieron de la mayoría de la jerarquía católica – obispos y sacerdotes – orquestadas por los dos Papas anteriores. Los nombramientos de obispos, cardenales y nuncios se han vinculado sistemáticamente al conservadurismo más radical y la formación de los sacerdotes se ha organizado según líneas preconciliares y en contra de las orientaciones de las reuniones de obispos latinoamericanos.

Y esto continúa aún hoy, ya que existe una unión de sectores tradicionalistas del clero con la derecha política en cada uno de los países. Esta es una continuación de la “antigua unión del sable y la iglesia”. De hecho, el Papa Francisco no puede cambiar la ideología de la gran mayoría de los obispos nombrados antes que él, ni de los sacerdotes entrenados antes que él.

¿Puede resumirnos su trabajo en la Diócesis de Sucumbíos en la Amazonía?

Pasé dos años en la Diócesis de Sucumbíos. Esta había sido confiado por décadas a la Congregación Religiosa de los Carmelitas, que decidió construir una Iglesia con la participación de los laicos: participativa, misionera y solidaria. Los laicos asumieron muchas responsabilidades eclesiales, como los ministerios reconocidos por el obispo, y responsabilidades sociales, como la formación en organización social para responder a las necesidades.

Éramos 10 sacerdotes para 150.000 habitantes. Ninguno de nosotros vivía solo, sino con un equipo de laicos. Nadie tenía coche, excepto el obispo, la pastoral social y sanitaria. Todo se decidió con los líderes laicos a nivel local y diocesano. Los laicos se formaron en una escuela diocesana a través de reuniones mensuales. Personalmente, además de la responsabilidad nacional de la formación bíblica, teológica y política de los líderes de la CEB, acompañé a una parroquia de la ciudad principal, Nueva Loja, y a un grupo de 7 seminaristas en sus estudios.

¿Qué cambios históricos importantes cree usted que han llevado al surgimiento de los movimientos indios como actores políticos a nivel nacional a finales del decenio de 1980 y principios del decenio de 1990?

El gran promotor de los cambios históricos del movimiento indígena fue Monseñor Leónidas Proaño, Obispo de la Diócesis de Chimborazo, en el centro de la Cordillera de los Andes. Cuando llegó, había un 75% de la población indígena en situación de esclavitud. Su primer gesto fue dar a los indígenas, organizados en cooperativas, las grandes propiedades de la diócesis.

De diferentes maneras, a través de la radio, los centros de formación, los ministerios… les ayudó a descubrir, según el Documento Episcopal Latinoamericano de Medellín, que su pobreza era la consecuencia de una organización económica, política y cultural: se empobrecieron por el sistema capitalista.

También les ayudó a descubrir que, gracias a sus valores humanos y religiosos ancestrales, podían vivir de forma diferente y construir una sociedad más justa. En tercer lugar, les ayudó a organizarse a nivel local, regional, nacional y continental. La organización nacional indígena CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) fue fundada en 1986, y su brazo político el Partido Pachakutik en 1994.

Creo que este trabajo fue posible gracias al apoyo ideológico de los movimientos socialistas y comunistas, especialmente las luchas armadas, tanto nacionales como continentales: el “Che” argentino, Ernesto Guevara, es el ícono continental que hizo posible estos cambios, aunque los indígenas no participaron en las luchas armadas, excepto en México con la resistencia armada de los zapatistas.

¿Cuál es su recuerdo personal de Msr. Leonidas Proaño?

Fui muy amigo de Monseñor Leónidas Proaño durante los primeros 11 años en Ecuador, de 1976 a 1987. Fue con él que me formé humana, cristiana y socialmente. Era un hombre muy simple, mestizo, que honraba sus raíces indígenas. Escuchó mucho a toda la gente que conoció. Después del Concilio, tomó la decisión de tomar la causa de los pobres.

Con una cuarentena de obispos latinoamericanos, encabezados por Mons. Helder Cámara, había firmado en Roma al final del Concilio el famoso “Pacto de las Catacumbas”: se comprometían, entre otras cosas, a vivir en la pobreza y a defender, con ellos, los derechos de los pobres. Fue a lo largo de esta línea liberadora que organizó su diócesis: principalmente de los indígenas. La organización pastoral de la diócesis de Sucumbíos que mencioné anteriormente se inspiró en la obra de Monseñor Proaño.

¿La llegada de Rafael Correa al poder refleja una evolución?

La llegada de Rafael Correa marca una ruptura en el proceso político histórico de Ecuador. Hasta ahora, solo los que formaban parte de las clases aristocráticas o poderosas llegaban al gobierno. Correa rompe esta continuidad: viene de las clases medias. Una segunda ruptura es con los Estados Unidos, sus intromisiones y órdenes, así como con sus organizaciones internacionales: Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial del Comercio, Banco Mundial…

Su discurso es antiimperialista y antineoliberal. Creo que realmente quiere promover los sectores populares. Ha logrado dar a los ecuatorianos un sentido de dignidad y orgullo nacional. Para los partidos de derecha, el Ecuador era su propiedad privada y el pueblo sus esclavos. Todo era bueno para hacerse rico con impunidad. La justicia estaba a su servicio, así como los grandes medios de comunicación social…

Desafortunadamente, no creo que esto impida el regreso de este estilo de derecha de línea dura al poder en 2017, como en Argentina.

Después de dos legislaturas al frente del gobierno, Rafael Correa ha decidido no presentarse a las elecciones presidenciales de 2017. ¿Cuál es su evaluación de los últimos 9 años del gobierno ecuatoriano?

Considero que el gobierno ecuatoriano de los últimos 9 años es muy positivo. Desde el principio, el gobierno de Rafael Correa presidió una Asamblea Constituyente para renovar la Constitución.

Durante los primeros 6 años, hubo una verdadera distribución de la riqueza, gracias en particular al alto precio del petróleo (Ecuador forma parte de la OPEP, nota del editor): educación y sanidad gratuitas, ayuda a personas con dificultades, madres abandonadas, ancianos, discapacitados, trabajadores domésticos…, seguridad social para todos, nacionalizaciones, persecución de banqueros corruptos y autoexiliados en los Estados Unidos, renovación de la red de carreteras, construcción de centrales eléctricas, aumentos del salario mínimo, construcción-venta de casas baratas…

Hubo un gran esfuerzo para que los ricos pagaran impuestos. El gobierno de Rafael Correa no renovó el contrato de arrendamiento del Ejército de EE.UU. de una base naval de EE.UU. en la ciudad de Manta. Ha habido un gran esfuerzo para la integración de América Latina. La pobreza se ha reducido al menos en un 20%, así como el desempleo.

Por supuesto, hay lagunas: nos quedamos en el sistema capitalista, así que la riqueza de los grandes ha aumentado. El gobierno no ha podido trabajar con las organizaciones sociales, populares e indígenas, aunque gracias a ellas fue elegido. El Presidente acapara todo el espacio, iba a decir casi todo el poder. No ha aprovechado estos años para profundizar en la educación política del pueblo, su sentido crítico, su participación organizada. Las grandes proclamaciones de la “Revolución Ciudadana”, “El socialismo en el siglo XXI”, “El Buen Vivir”, “la doctrina social de la Iglesia”, etc. han sido desatendidas.

También creo que los ecuatorianos no querían una revolución y mostraron su miedo a participar en el cambio de su país. Los movimientos políticos de izquierda son muy débiles y están divididos. El movimiento indígena no fue más allá de las demandas limitadas a sus necesidades materiales: la autonomía política no avanzó.

¿Cómo analiza el modelo de desarrollo original de “Vivir Bien”?

El Presidente tuvo que encontrar una nueva ideología ante sus condenas al capitalismo y su imposibilidad de avanzar hacia el socialismo. La cosmovisión indígena le dará esta posibilidad: adaptando con una “salsa reformista” las opciones del Buen Vivir.

Conclusión: de hecho, esta opción no avanza más. Lo que caracteriza al mundo indígena es su dimensión comunitaria de solidaridad: para los occidentales, el centro es el individuo, con “los derechos del ciudadano”; para los indígenas, lo primero no es la persona, sino la comunidad. De la misma manera, para ellos, obtener el consentimiento general es superior a la democracia, que es de hecho la ley del más fuerte.

La relación con la naturaleza es primordial: la especie humana es parte del cosmos. La naturaleza es nuestra madre, somos los hijos e hijas de la tierra: somos la expresión de su inteligencia y creatividad. Los tiempos modernos han sido antropocéntricos; el “Buen Vivir” es cosmocéntrico: el cosmos es un modelo de relaciones armoniosas y progresivamente mejores. Ciertamente hay mucho que aprender. En mi opinión, los indígenas de Chiapas son los más avanzados en este sentido.

Entrevista realizada por Alex Anfruns.