Fue alrededor del pasado 22 de marzo, frente a tantas y tan parecidas noticias en la red de redes calificando de «histórica» a la visita de Barack Obama a La Habana, que me pregunté ¿qué presupuestos o poderes determinaban tal calificativo ante una decisión o acontecimiento político? En aquellos días hice un experimento- como el […]
Fue alrededor del pasado 22 de marzo, frente a tantas y tan parecidas noticias en la red de redes calificando de «histórica» a la visita de Barack Obama a La Habana, que me pregunté ¿qué presupuestos o poderes determinaban tal calificativo ante una decisión o acontecimiento político?
En aquellos días hice un experimento- como el que repetí ahora- y encontré con Google que la otra- o la última- «histórica» visita del actual presidente del Imperio, según los calificativos noticiosos de los medios transnacionales de la información- por supuesto los mejores posicionados y no por casualidad-, había sido la realizada por Obama en su primera gira internacional, pocos días después de su reelección en noviembre del 2012 y precisamente a un país asiático, hallazgo que me facilitó no pocas señales o puntos de partida para otros y más profundos descubrimientos.
En Rangún y en La Habana: el mismo Obama
Se trataba de la segunda visita realizada por el presidente norteamericano a Birmania, en otra gira por Asia, como demostración de la importancia que tenía- y mantiene- esa región para Wall Street. Visita que como reconoció Obama en la capital de Tailandia no era «una aprobación del Gobierno», sino «el reconocimiento de que hay un proceso en marcha dentro del país que hace un año y medio o dos nadie previó [1].
Encontré entonces, que en su primera a este país fronterizo con China, motivada -como es previsible- más por cuestiones geoestratégicas y el interés de las élites de poder que para su promocionada «promoción a la democracia», el Dr. Obama había «deslumbrado a los pobladores» con un discurso también calificado de «histórico» por los medios.
La «historicidad»- supuse entonces- lo otorgaba el hecho de ser la primera- o la segunda vez- que un presidente norteamericano visitara un país, calificado por esos mismos medios como «tiranías» o porque este diera un «histórico discurso» en un emblemático lugar como fueron por ejemplo el del propio Obama en la universidad de Egipto o el del presidente Ronald Reagan en la Universidad Estatal de Moscú, en mayo de 1988.
Discursos que por demás exponen similitudes sorprendentes, como también ha señalado Stephen Sestanovich, The Wall Street Journal [2]. Porque resulta que el guerrerista presidente republicano también pidió a los rusos, borrón y cuenta nueva de la historia y enfocarse en el futuro: «No he venido aquí a hablar de las realidades de hoy, sino de las posibilidades de mañana».
Pero no solo hay un mismo rostro imperial en estos dos «históricos» discursos en Birmania y en Cuba. Detrás de ambos acontecimientos estuvo la misma cultura política y habilidades profesionales del también Dr. en ciencias políticas, máster en Escritura Creativa y becario del Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson, el asesor y escritor de los discursos de Obama, Ben Rhodes. Designado por el premio Nobel para las negociaciones con las autoridades de Birmania, que concluyó con aquella visita «histórica» y un discurso del «encantador orador» en la Universidad de Rangún y con las cubanas, consolidadas, a todo flash, por su tan comentado discurso en el Gran Teatro.
Como indican los manuales, las dos alocuciones, se inician con saludos en los idiomas de cada país: «Myanmar Naingan, Mingalaba!», en Asia y «Muchas gracias», en Nuestra América.
Discursando en La Habana, se invoca a José Martí, el más antiimperialista de los cubanos; si se hace en Rangún, entonces se habla de Aung San (1915-1947), militar y político nacionalista, comandante del Ejército Independiente Birmano, presidente de la Liga Antifascista por la libertad de los pueblos y padre de la premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi. Líder opositora, esta última, con quien se reunión Obama y con gran poder de convocatoria en su país, ni por asomo equiparable con la casi nula de Bertha Soler, o de los otros mercenarios que le provocaron a Obama aquel: «No es fácil» en su Embajada.
En ambas alocuciones trasmitidas en vivo, Obama y Rhodes -como también hicieron en El Cairo– instrumentalizaron intencionalmente datos de la historia, el origen multiétnico de las tres naciones y hasta la propia historia personal del «multiétnico» presidente.
Sin embargo, en los dos países excolonizados y tercermundistas, se dirige al pueblo, y en especial a los jóvenes, como ya se ha debatido bastante- para convocarlos a borrar la historia colectiva. En el 2011: «We don’t need to be defined by the prisons of the past. We need to look forward to the future.» En tanto, en el 2016: «It is time, now, for us to leave the past behind. It is time for us to look forward to the future together.»
Mientras en la Universidad asiática argumenta: «A century ago, American traders, merchants and missionaries came here to build bonds of faith and commerce and friendship. And from within these borders in World War II, our pilots flew into China and many of our troops gave their lives. Both of our nations emerged from the British Empire, and the United States was among the first countries to recognize an independent Union of Burma».
En el teatro caribeño expone: «Ambos vivimos en un nuevo mundo, colonizado por europeos. Cuba, como Estados Unidos, fue construida en parte por esclavos que trajeron aquí desde África. Al igual que en Estados Unidos, el pueblo cubano puede encontrar sus orígenes tanto en los esclavos como en los dueños de los esclavos». «Con el paso de los años, nuestras culturas se han mezclado». «Al igual que Martí escribió algunas de sus palabras más conocidas en Nueva York, Ernest Hemingway hizo su hogar en Cuba, y encontró la inspiración en las aguas de sus costas»
Por supuesto que el mensaje central y la construcción discursiva se corresponden con el credo norteamericano y el interés de adelantar sus intereses en lo económico y en lo político. En Rangún reiteró hasta la saciedad «reform», en La Habana, «cambio» fue la palabra recalentada.
Para ganar la empatía que favorezca la introducción de sus ideas-fuerzas -como se enseña en los cursos de marketing político-, los doctores recurrieron a valores universalmente aceptados, como libertad, fraternidad, armonía; ante fenómenos nada extraños en su propio país, pero en una postura digna de un verdadero premio Nobel. En Birmania, entre las diferentes etnias: «National reconciliation will take time» y en Cuba entre las diferentes generaciones y entre los de aquí y los de allá: «the reconciliation of the Cuban people (…) that is fundamental to Cuba’s future.»
Y para cerrar un «So, cezu tin bad de» en Rangún y en La Habana un «Sí se puede». Precisamente la frase que popularizara el actual presidente cubano, Raúl Castro, en la etapa más dura de la crisis económica, iniciada en la Cuba tropical en aquellos días del discurso de Reagan en la Moscú europea.
¿»Históricas» para quiénes?
En estos días- a propósito del décimo recorrido asiático del presidente norteamericano, en mayo pasado-, escribí nuevamente en el buscador de Google: «Obama visita histórica», con el mismo objetivo que en marzo y miren qué señales hallé, claro está que bajo el filtro o condicionante del idioma.
Como se sabe, el último periplo asiático incluía a 4 localidades de 2 países, pues resulta que de las 9 noticias de la primera página, 8 se referían a éste recorrido- como era esperar por su cercanía temporal-, pero los 8 titulares sólo mencionaron la visita a Hiroshima, ninguna a las ciudades de Vietnam.
Tal vez porque no era la primera visita de un presidente norteamericano a la patria de Ho Chi Min, como si lo fue la realizada por Obama a Hiroshima- aunque no se disculpó–, o ya Hanoi no «clasifica» entre las capitales «congeladas» -según el imperio y sus mass media-, mas sí, por el contrario, es signataria del TTP.
Y no porque en las ciudades niponas murieran -instantáneamente y en 6 meses posteriores- 246 mil japoneses, por sendas bombas, caídas no del cielo, sino de dos aviones mandados y tripulados por estadounidenses, y en tierras vietnamitas -durante más de una década- fallecieron unos 58 mil estadounidenses, según lo que se informan por las autoridades imperiales.
¿Y la otra? Pues la otra visita «histórica» relacionada en esa primera página, en el sexto lugar, era una noticia de BBC en español sobre la de La Habana. Para más, cuatro de las cinco «Imágenes de Obama visita histórica», fueron tomadas en la capital cubana, tan «congelada» como está en sus principios.
Y para más datos -o nuevos puntos de partidas- entre las 50 noticias mejor posicionadas, 15 se refieren a la visita del pasado marzo a la mayor de la Antillas y solo 3 a la realizada recientemente a Vietnam, quizás porque además ya hace más de 20 años que se normalizaron las relaciones. Y a la Open Society de Soros no le interese «abrirla» más.
Tristemente -esencialmente para los ciudadanos norteamericanos- solo 1 posicionadas en el lugar 47, se relaciona con una visita de su presidente a un lugar de la inmensa nación norteña.
Se trata de la realizada el 16 de julio del 2015 a la prisión federal El Reno, en el este de Oklahoma. Primera de un presidente en funciones a este tipo de institución penitenciaria. Hecha por Obama para solicitar una reforma que «replantee» el sistema de justicia criminal que ocasiona, entre otros males, prisiones superpobladas y que discriminatoriamente impacta sobre los negros, como el presidente, y los originarios de nuestra Patria Grande.
Allí, frente a la dolorosa realidad que no pudo «descongelar» en ocho años, de más de 2,2 millones de norteamericanos que están tras las rejas- el 25 % de los presos del mundo, cuatro veces más alta que la de China y superior a la de los 35 países más importantes de Europa juntos-, tuvo que reconocer:
«Tendemos a pensar que es normal que tantos jóvenes acaben en nuestro sistema de justicia criminal. No es normal. No es lo que pasa en otros países» [3].
Notas:
1. http://www.abc.es/
2. http://en.cubadebate.cu/
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