El problema principal que tiene hoy la humanidad es la persistencia de un régimen de explotación, opresión y alineación como es el capitalismo. La urgencia de la superación de este estadio de su historia es evidente. El capitalismo es nocivo para la preservación de la especie humana. Esta urgencia de la transformación integral de la […]
El problema principal que tiene hoy la humanidad es la persistencia de un régimen de explotación, opresión y alineación como es el capitalismo. La urgencia de la superación de este estadio de su historia es evidente. El capitalismo es nocivo para la preservación de la especie humana. Esta urgencia de la transformación integral de la sociedad encuentra, sin embargo, diversas dificultades.
1ª dificultad: La clase obrera, el proletariado metropolitano, está por constituir ahora y aquí, en nuestro país, en nuestra sociedad.
Así pues, la tarea prioritaria que tenemos por delante, es trabajar por la constitución de un sujeto social que sea autónomo del capitalismo y que se proponga no solo protestar, no solo denunciar, sino que sea capaz, aquí y ahora, de construir una alternativa de sociedad. Es decir, otra forma de vida, otra cultura, otra civilización.
Observaréis, que, contrariamente a una vieja costumbre mía, ya no utilizo el prefijo «re»: reconstruir, reconstituir…No, simplemente digo: constituir.
Parto de la idea de que los sujetos políticos procedentes de la cultura política de la izquierda del siglo veinte son precedentes nuestros y, a menudo, (aunque no siempre) referentes culturales y morales. Sin embargo, su cultura política no sirve para la tarea nueva que nos proponemos.
2ª dificultad. La constitución de un sujeto social que se proponga la superación del capitalismo solo es posible con métodos democráticos. Es decir, con métodos no elitistas, no vanguardistas. Con métodos que se han de basar en la experiencia social de las gentes, en la experiencia colectiva, en la resolución de problemas concretos. La democracia es imprescindible para proceder a esta elaboración colectiva de la experiencia, sin que nadie sustituya el proceso de discusión, de organización y de elaboración de alternativas desde ningún despacho o local extraño a los intereses materiales, morales y culturales del propio sujeto.
3ª dificultad. El camino es largo, da muchos rodeos y siempre es cuesta arriba. Todos los atajos elitistas y vanguardistas conducirán al fracaso o a la repetición incesante del tormento de Sísifo: cuando la piedra esté en lo alto de la montaña, volverá a rodar pendiente abajo.
No me refiero solo a los atajos politicistas procedentes de la vieja cultura delegativa del movimiento obrero del siglo XX. Me refiero a los atajos que se presentan como nuevos e innovadores, cuyo objetivo es resolver lo que denominan «crisis de dirección» y ahora ven, en la desaparición de los viejos sujetos políticos, su ocasión de oro. No, estos atajos procedentes del izquierdismo del siglo XX, quizás son muy atractivos, seguramente para la impaciencia de la juventud, o para la impaciencia de la vejez hiperactiva, pero solo pueden llevarnos, de nuevo, a un pozo sin fondo.
4º dificultad. La representación política mantiene una contradicción permanente con la democracia. La experiencia democrática solo es posible, y aún con muchas dificultades, en espacios pequeños, controlables por la experiencia. La representación política en el estado liberal es un mecanismo de permanente secuestro de la soberanía obrera y popular.
Quizás debamos transigir en algunos aspectos y utilizar las elecciones.
Quizás. Pero si no hay un grado de autonomía suficiente, los mecanismos delegativos acabaran cooptando cualquier expresión política, añadiéndola a la izquierda más o menos sumisa del régimen liberal-representativo, y transformando lo que hoy aparece como radical y revolucionario, en un mecanismo más de integración y cooptación.
En la fase actual solo veo posible hacer un control eficaz de los representantes en el nivel municipal.
5ª dificultad. La democracia se expresa siempre con un problema de tiempo. La democracia es lenta. Someter a la democracia a los calendarios electorales, o bien a los calendarios elaborados por aparatos o «maquinitas» políticas extrañas a la gente, es el primer paso del secuestro de la soberanía del pueblo.
Finalmente, las dos limitaciones (el espacio y el tiempo) que retardan y dificultan la constitución de un sujeto social alternativo, entran en contradicción con el hecho de que la lucha de clases se da en un marco nacional, un marco estatal y un marco internacional determinados. Esta claro que la constitución de este nuevo sujeto social antagonista solo estará culminada cuando este sujeto esté organizado en todos los marcos.
Pero, insisto, si el proceso constituyente de clase se da sin la base firme de la democracia y de la soberanía del sujeto, no creo que se deba siquiera empezar.
La piedra volverá, indefectiblemente, a rodar montaña abajo.
Joan Tafalla
Sabadell 7 de junio de 2009, 2h30 de la madrugada
(*) Estas líneas son producto de mi reflexión personal e intransferible sobre la presentación de cuatro listas a la izquierda del PSOE en las elecciones europeas. También incluyo algunas reflexiones en torno a las intervenciones de diversos compañeros en el debate colectivo en la jornada celebrada el 6 de junio en la sede de COBAS (Barcelona) convocada por Espai Marx bajo el título «Democracia y territorio».
Traducción: Carlos Gutiérrez