Al leer el interesante trabajo de Darío L. Machado Rodríguez que lleva por título, «Problemas del papel de la ideología en la transición socialista cubana», http://www.nodo50.org/cubasigloXXI/ me surgieron los siguientes comentarios. Sin disponer de un conocimiento directo de la realidad cubana, Machado, en su exposición, me induce a interpretar que realiza un detallado análisis de […]
Al leer el interesante trabajo de Darío L. Machado Rodríguez que lleva por título, «Problemas del papel de la ideología en la transición socialista cubana», http://www.nodo50.org/cubasigloXXI/ me surgieron los siguientes comentarios.
Sin disponer de un conocimiento directo de la realidad cubana, Machado, en su exposición, me induce a interpretar que realiza un detallado análisis de la situación de Cuba, sin embargo, al comparar su análisis con la ideología marxista en la transición socialista cubana, pienso que elude aspectos fundamentales, básicos de esta ideología respecto a la función histórica del Estado y la Democracia, es decir sobre la cuestión del poder desde una posición clasista, lo que los teóricos denominaban: la organización como clase dominante, la naturaleza y sentido del Estado. Considero, intuyo, que tal vez dadas las tristes experiencias anteriores de poder socialista, le induce a poner en duda cualquier propuesta organizativa de poder, llevándole a confiar en el espontaneísmo del proceso revolucionario cubano, sin las necesarias consideraciones sobre las experiencias históricas en los procesos de cambio de sistema y de poder, o de los fracasos de poder con vuelta al sistema capitalista, como hemos podido ver tras la caída del llamado socialismo real.
Sin embargo, sí resalta la experiencia organizativa consciente cubana cuando dice: «…la construcción de la sociedad socialista impulsada de forma consciente…», y más adelante: 3) «Esa reproducción consciente…no sigue una pauta única. En el caso de Cuba los valores…fueron multiplicados y potenciados por el liderazgo…gracias al magisterio de Fidel Castro.» Fidel Castro dio su lección de magisterio revolucionario y Lenin también oponiéndose a los reformistas de su época con su propuesta de Duma burguesa mediante su alternativa con las tesis de Abril de todo el poder al Soviet. La actuación consciente se plasma en una forma concreta de organización, no pueden existir pautas de actuación espontáneo-anárquicas, sobre todo en lo referente a la unidad para la toma del poder y su consolidación. Las iniciativas tienen que surgir de los propios protagonistas históricos interesados en el cambio de sistema, y para posibilitar que los espontaneismos de masas que surgen desde abajo no se queden en meras acciones, más o menos espectaculares pero sin continuidad, tiene que existir una estructura organizativa coherente y común que sirvan al desarrollo del proceso revolucionario, a las múltiples y diversas organizaciones de lucha que surgen a lo largo del país o de los países que se plantean conquistar el socialismo.
Pienso, que hoy, es evidente, que mientras en el movimiento comunista a nivel nacional e internacional la falta de unidad y coherencia ideológica, impide la necesaria influencia ideológica y política entre las masas populares, que se traduzca en organización revolucionaria anti-sistema, sin embargo, la burguesía oligárquica, que a pesar de la agudización de las contradicciones que ha provocado a nivel internacional y dentro de cada país, no la impide mantenerse con absoluta prepotencia realizando brutalidades solo comparables a las del nazismo, sin que nadie la ponga coto. Es imprescindible y urgente proponer medidas alternativas de poder de los sectores oprimidos y explotados por la oligarquía, y de los sectores populares que como en el caso de la revolución cubana necesitan consolidar el poder socialista y avanzar hacia la sociedad comunista, donde el nuevo hombre libre del trabajo enajenado pueda realizarse plenamente y ejercer toda su capacidad creativa, para que como citara Yolanda Corujo, (1) reproduciendo la frase de Lenin «el trabajo se convierta en una necesidad vital» del hombre nuevo. Los sectores populares cubanos también necesitan de propuestas organizativas que les permita constituirse y consolidarse como clase dominante para evitar los problemas que tan objetivamente nos plantea Machado.
Dice, entrando en el desarrollo del título de su trabajo: «…la ideología de la transición socialista no es un conjunto articulado de conceptos que pueden ser aplicados a cualquier realidad cultural esperando el éxito indiscutible. Las ideologías existen pero solamente en realidades sociales concretas, no existen en abstracto, sus contenidos, sus estructuras, sus rasgos fundamentales son específicos y cambiantes.» Por supuesto que las realidades sociales tienen muchos matices a considerar, pero todas tienen una base común que se concretan en dos grandes bloques antagónicos, son realidades sociales de explotadores o de explotados. Unos se constituyen como clase dominante y otros como clase dominada. Unas realidades sociales se basan en el poder de la democracia participativa directa y otras en la democracia delegada en la clase política. Difiero que en Cuba el proceso de transición de revolución guerrillera que tomó el poder no se pueda adaptar al concepto marxista y leninista de Estado de democracia directa y participativa con sus propias características, pero con una unidad de fondo común a las que fueron los ejemplos históricos de la Comuna, el Soviet o las Comisiones Obreras en la época franquista. Formas organizativas de participación y organización democrática directa, totalmente diferentes a las de la democracia burguesa, formas que parten de abajo hacia arriba, desde los lugares naturales desde donde se viven los problemas, desde los centros de producción, desde los lugares de formación y cultura, desde los barrios populares. Desde esos lugares se analizan los problemas locales y se adoptan soluciones, siempre que el grado de organización haya permitido la toma del poder, la organización como clase dominante, y cuando desbordan la localidad, que se eleven propuestas hacia los organismos superiores de gestión a través de los delegados nombrados para representarles en ellos. Pienso que en el caso de Cuba se han producido cambios muy importantes que permiten implantar la democracia directa permanente, de abajo hacia arriba con mejores resultados que las experiencias históricas de 1871 en Francia y 1905 en Rusia que en su desarrollo dieron lugar al Octubre de 1917.
En la URSS no se llegó a consolidar el poder de democracia directa leninista que fue en su origen el Soviet, dados los condicionantes históricos existentes cuando se produjo la revolución. Es más tampoco se desarrolló y se consolidó cuando las condiciones objetivas lo permitieron, cuando se produjo un grado de desarrollo productivo y cultural que permitía al pueblo asumir directamente y organizarse en el ejercicio del poder. Conviene recordar que finalmente a propuesta de Stalin la Constitución Soviética que nunca se aplicó en aquel inmenso territorio, fue abolida el 11 de junio de 1936. El Soviet Supremo, a pesar del falsificado nombre, (2) lo era con una estructura a semejanza de los parlamentos burgueses, una estructura donde los ciudadanos delegaban su responsabilidad política en la clase política, en los parlamentos, pero no era la democracia surgida desde abajo hacia la cúspide. La democracia directa y participativa leninista elimina el poder parlamentario, La Comuna decidía y ejecutaba al mismo tiempo. Nombraba y revocaba en todo momento a los elegidos a los niveles superiores de gestión que era la Asamblea de París. Stalin imponía los directores de fábrica, los trabajadores no administraban el funcionamiento de los centros de producción, se limitaban a tratar de cumplir con las órdenes emanadas de arriba. Se sentían ajenos a la propiedad socializada al no permitírseles participar en la gestión administrativa directa, a sentir como suyo el fruto de las iniciativas de su trabajo en su propio centro de producción.
«El desarrollo y enriquecimiento de la ideología revolucionaria es inherente a su naturaleza…» «…se reconocen con bastante claridad las contradicciones del capitalismo que es preciso superar,…pero no se tiene un modelo infalible, preconcebido, de socialismo, no existe un modelo acabado;» Esa primera frase me resulta un tanto difícil de comprender. Que se sepa la ideología revolucionaria no dispone de una naturaleza propia, sino que los procesos revolucionarios tienen una base material, se producen cuando el desarrollo productivo entra en contradicción con las relaciones de producción, dando lugar a los procesos de lucha para el cambio de sistema. En todo caso el desarrollo y enriquecimiento de la ideología revolucionaria se produce gracias a la aplicación correcta del materialismo histórico y dialéctico, que nos permiten desarrollar de forma enriquecedora y creativa aquellas experiencias históricas, aprender tanto de las que triunfaron como las que fracasaron. No se pueden eludir las experiencias históricas, aunque fueran negativas, para argumentar que no existen modelos acabados de socialismo, eludir las anteriores experiencias organizativas de poder y de esa forma poder proponer formas de organización partiendo de la realidad de cada país e internacional. No se pueden construir grandes edificios sociales y políticos como es el socialismo y el comunismo «sobre la marcha», sin contar con la experiencia histórica acumulada. Si fuera así, Marx y Lenin no nos habrían resaltado la importancia de aquellas experiencias que fueron la Comuna y el Soviet, como formas de organización alternativa de los proletarios al poder de la burguesía capitalista, y que esta última forma de organización apoyada por los bolcheviques en su desarrollo finalmente conquistara el poder. A Engels aquella experiencia comunal le llevó a decir en el prólogo de la edición inglesa de 1988 del Manifiesto Comunista refiriéndose al capítulo II del Manifiesto: «Este pasaje tendrá que ser redactado hoy de distinta manera, (…) dadas las experiencias, primero, de la revolución de febrero y, después en mayor grado aun de la Comuna de París, (…) La Comuna ha demostrado, sobre todo, que la «la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal como está y servirse de ella para sus propios fines.» Y que Marx en carta a Kugelman comentara: «…como próxima tentativa de la revolución francesa, no hacer pasar de unas manos a otras la máquina burocrático-militar, como venia sucediendo hasta ahora, sino demolerla, y esta es justamente la condición previa de toda verdadera revolución popular en el continente.» El que aquella recomendación de Marx no se llevara a efecto por los revolucionarios parisinos hizo que fracasara aquella experiencia histórica, lo que reafirma la necesidad de no actuar sobre la marcha en cuestiones de hondo calado ideológico comunista, sino de intentar prever el desarrollo y proponer medidas en esa línea de progreso revolucionario, evitando al máximo las improvisaciones.
«Las contradicciones a superar implican principios de partida: la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción de bienes y servicios y demás propiedades socializadas, la planificación, la organización, el papel del Estado (el subrayado es mío) el papel de las organizaciones políticas, la educación, el papel de la ideología,…» En este párrafo considero que se manifiesta el grado de confusión existente en el movimiento comunista, el que se da en el propio PC de Rusia que tan directamente sufrió los errores cometidos; la incomprensión de la concepción marxista y leninista del poder. Al separarse el papel del Estado de la organización y la planificación se está negando el sistema de poder donde el proletariado se constituye en clase dominante, máxime, cuando también se plantea como un apartado más el papel de las organizaciones políticas en la sociedad socialista, donde la propiedad ha sido socializada.
Cuando el proletariado se organiza como clase dominante, se construye el Estado proletario, ese estado, es la organización que permite la planificación y la educación con la participación directa y permanente del pueblo, el pueblo se dota de una ideología que practica y desarrolla permanentemente. La forma de Estado proletario permite la unidad dialéctica de organización, planificación y educación ideológica, al contrario de lo que sucede en la sociedad capitalista donde se delega la responsabilidad política en la clase política a través de la falsa división de poderes, donde los partidos pretenden ser representativos de los intereses de los diferentes sectores sociales. A medida que se desarrolla la democracia directa y participativa de los trabajadores en la sociedad socialista van desapareciendo las contradicciones sociales, los partidos tienden a perder el protagonismo que tienen y con el tiempo dar lugar a su propia extinción por innecesarios al ser el propio pueblo el protagonista del proceso revolucionario, lo mismo que desaparece el carácter principal del Estado como elemento represivo, al haber desaparecido la clase a reprimir y el individualismo grosero propio de las clases privilegiadas de la sociedad capitalista. El desarrollo productivo y la formación del hombre nuevo que se produce en ese proceso, con el tiempo hace innecesaria la existencia de los partidos dirigentes o representativos, incluidos los comunistas. Por eso tanto en Cuba como en los países capitalistas, los partidos que se consideran marxistas y leninistas su papel fundamental es el de contribuir a la educación y formación ideológica del conjunto del pueblo trabajador, facilitando potenciar su protagonismo histórico para que puedan ejercer el poder directamente, sin intermedios partidistas y de esa forma impedir que el socialismo se burocratice dando lugar al retorno de la burocracia perfecta que es la capitalista. Insisto, no se pueden volver a cometer los mismos errores que se dieron en el llamado socialismo real, y sobre todo en la falsa Unión Soviética, que de soviético solo tenía el nombre.
«…la ideología de la revolución cubana no existe en forma pura…» Al decir esto además de reconocer y exponer de forma crítica lo negativo, parece admitir que por el contrario es posible la pureza ideológica como algo innato, lo que me induce a pensar que existe cierto idealismo filosófico en la expresión, obviando de alguna forma la interrelación dialéctica existente entre el pensamiento abstracto y la realidad objetiva como motor del cambio, cierto idealismo que de alguna forma nos condiciona y nos hace vernos en nuestro individualismo, más que como parte material del complejo mundo material sobre el que podemos influir dada la naturaleza de la especie animal humana, o dejarnos influir inconscientemente, lo que nos influye negativamente y provoca falsas creencias del ser humano que se consideran insalvables, y finalmente ver el mundo idealisticamente parcelado.
«…Los miembros de un colectivo determinado en su función como trabajadores, es decir, cuando su existencia espacial-temporal se produce en medio del proceso económico productivo en el que están insertados en tanto miembros de un colectivo laboral, deben abstraerse del resto de sus papeles sociales y concentrarse en el cumplimiento de su papel como trabajadores…» Esta afirmación de la realidad admite como normal el papel productivo del trabajador, como la principal cualidad separada de las demás cualidades y necesidades, a la que se considera que debe concentrarse abstrayéndose del resto de los demás papeles que le corresponden. Pienso que esa dinámica divisoria abstrayente es más propia de los sistemas capitalistas que de un proceso de desarrollo socialista. No se menciona u olvida otro papel fundamental: el político que le correspondería si estuviese organizado como clase dominante, si en vez de ver al trabajador en su individualidad productiva se le viera en todo su conjunto, como elemento participativo del nuevo poder y dueño de la propiedad socializada de la que siempre tiene algo que decir desde su lugar natural de participación que es el centro de producción. De hecho con esa interpretación divisoria se reconoce al elemento productivo con una particularidad que le condiciona históricamente, cuando es el trabajo enajenado que se da en el proceso capitalista el que le aliena y le impide la realización personal permanente que como ser creativo dispone y que podría realizase si en el socialismo la participación democrática directa fuera la práctica del nuevo poder.
«…los ideales patrióticos y antiimperialistas que parten de la ideología revolucionaria pueden ser elevados…mientras que en su colectivo laboral puede que no sienta suya la propiedad social…y, por tanto, no obre en consecuencia en relación con su conservación y aprovechamiento eficiente, o incumpla conscientemente una normativa jurídica…» Pienso que en este párrafo confirma lo que anteriormente expongo, al no poderse ejercer el poder de forma directa y permanente. Al no poder decidir en la administración del centro de producción donde labora, el trabajador no siente como suya la propiedad social. Es lo que sucedió en la extinta URSS, los trabajadores no se opusieron a la privatización de las empresas socializadas porque no las sentían como suyas, no eran partícipes del poder, de ese poder que se ejerce de forma natural desde abajo. Bastó con que el borracho Yelsin se subiera a un tanque ofreciendo las «delicias» del mundo capitalista para que los trabajadores no hicieran nada para impedir la privatización de las empresas donde trabajaban.
En un debate que mantuve con el economista cubano Luis Marcelo Yera, le critiqué su propuesta de solucionar este problema sobre la base del desarrollo del cooperativismo competitivo. Lo argumentaba basándose en una interpretación muy particular que hacia de la teoría de Marx sobre el papel del estado. De alguna forma Machado reconoce que algo falla en la actual forma de Estado, cuando dice: «…puede ocurrir que la organización de la propiedad de todo el pueblo que corporeiza el lugar donde trabaja, no esté realizada de manera tal que contribuya en su cotidianidad a fomentar y desarrollar su condición de propietario colectivo…» «La persistencia sostenida de tales asimetrías entre estas actividades fundamentales, pueden conducir a la reproducción y sedimentación de prácticas contrarias a los objetivos culturales socialistas…el deber individual, del interés colectivos…En tales condiciones, los llamados políticos-ideológicos a la realización de determinados objetivos, pierden efectividad. La resolución adoptada por el Buró Político del CC del PCC en 1993 sobre la producción cooperativista, evidencia que no es la solución para conseguir ese objetivo integrador, que insisto solo se superará cuando se establezca una organización del Estado y la Democracia desde una concepción marxista y leninista. El cooperativismo no deja de mantener una concepción capitalista de la propiedad, (una especie de sociedad anónima de los cooperativistas) y de la forma de poder basado en la competencia en vez de en la solidaridad.
«…es de primordial importancia para el papel que corresponde a las relaciones mercantiles en una sociedad de transición socialista…la construcción del socialismo es imposible si no se parte de las relaciones mercantiles.» Las relaciones mercantiles con el mundo exterior capitalista son necesarias dada la dependencia que de ella se tiene, el que se hagan concesiones políticas es obligado, ello no suponer hacer concesiones ideológicas, que si hay que mantener dentro del país. La planificación de la economía dentro del país no puede basarse en las relaciones mercantiles, que el mercado sea la pauta que marca la leyes económicas, sino que responda a las necesidades reales del pueblo, a la satisfacción de los aspectos básicos, de alimentación, servicios sociales, educativos y culturales que permitan avanzar en la formación del hombre nuevo y en el desarrollo armónico. Los trabajadores si participan en la gestión del poder, esos valores prioritarios siempre los antepondrán al disfrute de otros bienes más secundarios.
«Pero en el proceso de construcción del socialismo permanecen, por mucho tiempo, las diferencias que emanan de la división del trabajo. Las políticas sociales, consecuentemente concebidas y aplicadas, pueden y de hecho ejercen una influencia nivelador…pero no pueden borrar las diferencias producidas por las posiciones diferentes de los individuos determinadas por la división del trabajo.» Conviene recordar que si bien es cierto que en la sociedad socialista solo se puede dar a cada uno según lo que produce, pienso que no se puede interpretar esa cita de Marx sobre la división del trabajo, como un condicionante clasista o individualista innato del ser humano. Más que por la división del trabajo en si, (que siempre se dará en el complejo proceso productivo), en la sociedad socialista, el trabajador organizado como clase dominante, al ser el mismo protagonista de proceso revolucionario y productivo, el trabajo deja de ser trabajo enajenado, el protagonista trabajador empieza a sentirlo como una necesidad creativa y solidaria, el mismo es partícipe de la decisión productiva. En ese proceso, siempre que sea protagonista, administrador del poder desde abajo, no tiene porque producirse el problema que nos denuncia Machado. Es muy grave interpretar al ser humano como algo al margen de la realidad material de la que él mismo es parte material. En esa interrelación dialéctica de dueño del poder y de los medios de producción, y de capacidad productiva y formativa del trabajador, el individualismo grosero va desapareciendo gracias a la influencia del nuevo medio material positivo en el que se desenvuelve y donde se desarrolla humanísticamente.
Las alusiones que realiza respecto a las «deformaciones burocráticas», se producen cuando no existe democracia participativa directa, cuando no existe el control permanente y la revocación en todo momento de las personas que caen en la deformación burocrática. Algo que Marx y Lenin resaltan de la experiencia organizativa de la Comuna.
La referencia que realiza de la NEP comentada por Ernesto Ché Guevara, considero que se merece una interpretación diferente. «Todo parte de la errónea concepción de querer construir el socialismo con los elementos del capitalismo sin cambiarles realmente la significación.» Esta afirmación tendría sentido si se refiriese a la defensa de la concepción marxista y leninista del Estado y la Democracia, en vez de en relación con aquella coyuntura histórica que supuso la NEP para superar el caos y que el pueblo no se muriese de hambre, una realidad objetiva ante la inexistencia de una clase obrera lo suficientemente desarrollada en la que poder apoyarse el proceso revolucionario, lo que impidió establecerse el poder soviético en aquel inmenso territorio, atrasado económica, cultural y políticamente, para controlar todos los bienes, lo que hizo necesario retroceder a formulas del pasado sistema capitalista con la medidas adoptadas en la NEP, que insisto eran coyunturales en tanto se generaban las condiciones objetivas que permitieran la socialización de todos medios de producción y de distribución. Pienso que a pesar de no disponer de la necesaria información, en Cuba no se da la situación de atraso cultural y político que se dio en Rusia, y que existe un pueblo con el suficiente grado de formación para que asuma el poder directamente desde los centros de producción, decidiendo y controlando localmente y proponiendo soluciones y representantes a niveles superiores de gestión. Controlando así cualquier deformación burocrática y destituyendo en todo momento cualquier manifestación de ese tipo.
«El Estado y la sociedad civil de un país que se proponga la transición al socialismo y que, como dijimos arriba, no puede prescindir de las relaciones mercantiles, tendrán en lo fundamental que ver esta relación de modo contrario.» Esa terminología política de «sociedad civil» y «clase política» son invenciones ideológicas impuestas por los eruditos filósofos burgueses, que han conseguido generar confusión incluso entre los políticos que se consideran de la cultura marxista. Esa separación clasistico-política contribuye a considerar al Estado como algo colgado del cielo, con una democracia delegada en la «erudita» clase política; confundir lo que es la burguesía organizada como clase dominante, impidiendo que el proletariado se organice como tal clase dominante con su propio Estado de clase, con su propia democracia directa y participativa, y conseguir olvidar por antiguas las experiencias de la Comuna y el Soviet, cuando la que es antigua y se impone desde hace doscientos años es la democracia burguesa. Esa terminología de sociedad civil evidencia que en Cuba existe también una clase política, como se proclama en los países capitalistas (aunque con buenas intenciones, que quiere construir el socialismo para el pueblo pero sin el pueblo, como sucedió en Rusia tras la muerte de Lenin, e incluso en las situación más duras del estalinismo), y una «sociedad civil», trabajadora, que como vemos entra en contradicción con los buenos deseos de los buenos políticos, que no se ven correspondidos por trabajadores que no se concentran en su labor productiva abstrayendose de las necesidades individuales. Una clase política encargada de los asuntos políticos y la clase o sociedad civil llamada a producir y a votar cada equis tiempo, sin capacidad de decisión política y control permanente ante cualquier deformación burocrática. Además vemos la confusión que genera viendo las relaciones mercantiles como algo con entidad propia al margen del estado proletario o burgués, también como algo innato de la especie humana o colgado del cielo.
¿Cuanto inciden las relaciones monetario mercantiles en el productor? Tanto más, cuanto menos participe este productor de la gestión como dueño colectivo. Tanto más cuanto menos social es el proceso económico. En otras palabras, cuando la centralización es centralismo como filosofía de gestión, menos política es la economía, el mercado se ve sustituido por un nuevo dios: «el centro». El centralismo democrático es necesario en todo proceso revolucionario y de gestión socialista, el centralismo se convierte en burocrático cuando no es democrático y participativo de forma permanente. Su recomendación sobre la eficiencia en la gestión, no deja de ser un buen deseo que nada tiene que ver con la realidad participativa del conjunto del pueblo. Lo que hace falta es que el centralismo se genere democráticamente, de abajo hacia arriba. Centralismo en los centros de producción que permitan la división del trabajo democrática y conscientemente asumido, donde es posible el control y la revocación permanente, así como la elección a órganos superiores de gestión de los mandatarios que también son controlados y deben de dar cuenta del mandato recibido al órgano superior de gestión. De esa forma de abajo hacia arriba se podrán atender y hacer partícipe de las dificultades a todos los trabajadores, centralizar, atender y planificar las verdaderas necesidades del conjunto del pueblo.
«El socialismo debe probar que es posible regular las relaciones mercantiles con efectos constructivos mercantiles.» Pero, que es y quienes componen el socialismo. Si admitimos que el socialismo se produce cuando el proletariado organizado como clase dominante derrota a la burguesía, debemos admitir que son esos elementos que componen el poder los que organizados como tal clase dominante y de forma consciente hacen que el socialismo no se estanque, avance, y para que no suceda como en la URSS que las buenas intenciones de Stalin y demás comunistas al cabo del tiempo, sin el pueblo trabajador socialista organizado como clase dominante, terminara retornando al capitalismo. No es suficiente que con un golpe militar o guerrillero se tome el poder, es necesario que para que el socialismo perviva y se desarrolle, el pueblo trabajador sea dueño de ese poder y participe en él. Pienso que no debemos enredarnos empeñándonos en el culto a las relaciones mercantiles y sí en la participación del poder por parte del pueblo. Solo con la participación consciente del pueblo se puede conseguir un desarrollo armónico sin contradicciones consumistas y medio ambientales. Las relaciones mercantiles pierden ese carácter que tienen en la sociedad capitalista para convertirse en relaciones de distribución equitativa según el grado de desarrollo y cultura conseguido en cada fase de desarrollo socialista en su caminar hacia el comunismo.
«Este empeño no solo es económico en sentido estricto, es político, ético, ideológico, tiene que contar con el hombre, no reducido a la condición de fuerza de trabajo, de mercancía, sino en su integridad humana. Es un proceso eminentemente cultural en el más cabal sentido de la palabra.» Pero, cómo el trabajo enajenado deja de serlo en la sociedad socialista, y se convierte en una necesidad vital y de esa forma aspirar a conseguir la plena integridad humana y colectiva, sin contradicciones entre teoría y práctica socialista. No es solo un proceso eminentemente cultural impuesto por buenos sabedores de cultura, sino una forma de organización que permite la asimilación de la cultura socialista y su práctica de poder socialista permanente, mediante la verdadera democracia proletaria participativa. El socialismo no es un dogma de fe que pueda dar lugar a producciones stajanovistas conseguidas mediante la exaltación de los valores morales del socialismo. Esos estímulos morales se pueden conseguir en determinadas situaciones y con discursos emotivos que duran poco tiempo, no se mantienen en la eternidad, solo con una base sólida mediante el desarrollo de la teoría y la práctica del poder de los trabajadores, es decir con la praxis comunista, se confirma el avance teórico y práctico del socialismo en su caminar hacia el comunismo. No se puede descansar en el estímulo moral que representa la autoridad personal de Fidel Castro, llamando y aglutinando el avance del socialismo cubano. Algún día faltará (ojalá este lejano ese día), el pueblo no se puede quedar políticamente huérfano por falta del mensaje movilizador, tiene seguir avanzando y construyendo socialismo.
«…la organización, las normas, las leyes, los planes, la participación política y la educación, la formación, la influencia ideapolítica, deben responder a esta unidad, de lo contrario las distorsiones se reflejarán en la cotidianidad ejerciendo un efecto opuesto al desarrollo cultural socialista.» Esos buenos deseos serían el todo del Estado socialista, si el proletariado está organizado como clase dominante. La nueva forma de unidad dialéctica de poder y práctica, de formación y cultura socialista. La socialización de los medios de producción, la organización que permita la propiedad colectiva a los trabajadores desde los propios centros de producción donde laboran, el manejo productivo consciente de esos medios es el que permite desarrollar la conciencia socialista y consolidar el socialismo, su caminar hacia el comunismo. Es el nuevo Estado y la nueva Democracia.
Notas
<>(1) Yolanda Corujo Vallejo en la II Conferencia Internacional: La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI, (La Habana 4 a 8 de mayo de 2004). http://www.nodo50.org/cubasigloXXI/congreso04/corujo_300304.pdf>
(2) Lenin denuncia la falsa división de poder burgués (parlamento, poder ejecutivo) en su obra «El Estado y la Revolución», al referirse a la experiencia de la Comuna, destaca la unidad dialéctica de decidir y ejecutar directamente por los propios interesados los acuerdos adoptados.