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Entrevista a Antonio Negri, filósofo político y antiguo dirigente de Autonomía Obrera

«Decir resistencia es decir común»

Fuentes: Rebelión

Profesor de Doctrina del Estado en la Universidad de Padua (Italia), Antonio Negri (1933) es uno de los animadores del debate político e intelectual de la izquierda alternativa de los últimos años. Dirigente de Potere Operaio, la corriente del obrerismo italiano de los años setenta, sus trabajos e intervenciones han suscitado profundas reflexiones en los […]

Profesor de Doctrina del Estado en la Universidad de Padua (Italia), Antonio Negri (1933) es uno de los animadores del debate político e intelectual de la izquierda alternativa de los últimos años. Dirigente de Potere Operaio, la corriente del obrerismo italiano de los años setenta, sus trabajos e intervenciones han suscitado profundas reflexiones en los grupos políticos del área de la llamada Autonomía Obrera. Detenido en 1979, pasó cuatro años en una prisión de máxima seguridad. Tras su exilio en París (1983-1997), regresó a Italia donde ha permanecido seis años privado de libertad. Autor de una prolífica obra, ha escrito infinidad de libros y artículos políticos, teóricos e históricos entre los que destacan La anomalía salvaje (Anthropos), El poder constituyente (Libertarias) Del Retorno. Abecedario Biopolítico (Debate), Marx más allá de Marx, La forma estado, Los libros de la Autonomía Obrera y La fábrica de la estrategia. 33 Lecciones sobre Lenin (Akal, Cuestiones de Antagonismo). Entre sus últimos libros destaca, en colaboración con Michael Hardt, Imperio (Paidós), que tendrá su continuación en otoño con la publicación de Multitud (Debate), su obra más esperada.


MT. ¿Cómo ve el futuro de los partidos de izquierda en Europa?


AN. Creo que los partidos de izquierda, comunistas y no comunistas, tienen que convertirse en estructuras políticas flexibles al servicio de los diferentes movimientos sociales si quieren resistir el empuje del capitalismo. Dicho esto, considero que, además, deben hacer una severa autocrítica sobre cómo han leído e interpretado su posición de clase con el fin de ligarse a las nuevas realidades productivas, a los nuevos sujetos productivos. Sólo a través de estos movimientos, y tras una fuerte debate interno podrán retomar el contacto con la realidad de la cual se han ido alejando. En la actualidad, el poder es biopoder porque ejerce el control sobre el trabajo y la vida después del trabajo. Por eso, el conflicto ya no se sitúa en la fábrica, sino en la vida. El capital se apodera de la vida de cada trabajador. Ahí se encuentra la resistencia: todos estamos dentro de una única cosa, el capitalismo, y no hay nada externo. Esta es la realidad que debe ser entendida por los partidos de izquierda.

MT. El 8 y 9 de mayo, en Roma, se va a constituir el Partido de la Izquierda Europea. ¿Qué opinión le merece esta iniciativa?


A.N. En principio es una iniciativa muy positiva. Ahora bien, también puede ser tremendamente formal y quedarse reducida a eso. A mi juicio, lo que es necesario hacer es avanzar en una intensa y honda discusión política, con aportaciones de diferentes campos y experiencias, sobre lo que está ocurriendo en el mundo, sobre la nueva realidad social a la que nos enfrentamos. Si no se hace así, si no se discute en profundidad sobre los nuevos espacios de intervención pública, la constitución de este partido puede terminar siendo sólo un acto formal ya que las realidades y la historia de los partidos es muy diversa. Es decir, el Partido de la Izquierda Europea será una unión ficticia en tanto y cuanto no se desencadene esa discusión, con calado político, sobre las nuevas formas de intervención en la esfera de lo real.


MT ¿Y la Constitución Europea?


AN La Constitución Europea permite plantear los problemas sociales y políticos a escala europea, que es, hoy por hoy, la única dimensión posible a partir de la cual se puede pensar, en realidad, los problemas importantes, los que afectan al colectivo. Este proyecto permitirá, al menos formalmente, la existencia de un marco general para plantear esas cuestiones cuya escala, desde el punto de vista de clase, es la escala europea.


MT. En el Foro Social Europeo de París usted fue una de las figuras invitadas más destacadas. Y de allí salió un no rotundo a la Constitución Europea.


En Italia, por ejemplo, el movimiento altermundista se mueve con toda cautela. Este movimiento de contestación está apostando por un modelo federal europeo radical y sostiene que hay que optar por este escenario europeo y luego decir qué tipo de Constitución general queremos. Lo que no se puede hacer es lo contrario: esquivar la dimensión europea de los problemas político-sociales escudándose en que esta Constitución es mala. Seguramente es mala, pero habrá que reformarla e iniciar políticas radicales a escala europea. Insisto en esta idea: la escala europea es la única realidad necesaria para plantear y tratar de responder a cuestiones de interés común.

MT. ¿Es un error que el movimiento altermundista tenga tanto temor a los partidos políticos tradicionales de la izquierda?


Yo creo que sí.

MT¿Por qué?


AN. Los partidos políticos tradicionales, incluso los más abiertos, se resisten a convertirse en estructuras organizadas al servicio de los movimientos. Y debería ser exactamente al contrario. Los partidos políticos de la izquierda deberían abrirse con generosidad y eficacia a los movimientos sociales, darles financiación efectiva que les permita crecer y avanzar, ofrecerles sus medios de comunicación, aportar sin reservas su experiencia política combativa, ayudarles con toda su logística para que estos movimientos, nuevos sujetos del debate político, puedan expresarse a través de éstos. Si no lo hacen así, los partidos tradicionales desaparecerán.


MT. Ha habido dos Foros Sociales Europeos, uno en Florencia y otro en París. ¿Por dónde se ha de avanzar en el tercero, el que se celebrará este año en Londres?


AN. Yo temo que el Foro de Londres vaya a ser un fracaso y que se vean ahí los límites de este tipo de encuentros. Y temo que los partidos políticos tradicionales ocupen demasiado espacio, tengan demasiado peso y asfixien la autonomía y espontaneidad del Foro. De alguna forma, aunque esto sería largo de explicar, esto ya sucedió en París.


MT. El 1º de Mayo es un día de movilización del tradicional sindicalismo. Usted se ha mostrado estos días muy crítico con este tipo de sindicatos mayoritarios y con su lectura del movimiento de clase.


AN. En Italia, este año, aparte de la habitual y conocida manifestación de los grandes sindicatos en Roma, también se ha convocado el May Day (Día de Mayo) en Milán. Su finalidad es convertir esta fecha emblemática para el movimiento obrero y la lucha sindical y social en el día de los trabajadores precarios. Estas nuevas realidades productivas, cada vez más numerosas, no están siendo representadas ni defendidas por los grandes sindicatos tradicionales, que deberían, sino quieren anquilosarse del todo, abrir sus puertas a los nuevos sujetos productivos, a las nuevas identidades productivas. Hoy ya no existe una clase obrera compacta, esa que iba antes a la fábrica. Hoy, ya no es masa sino multitud, una multitud llena de singularidades y ambigüedades. Los sindicatos mayoritarios, los tradicionales, no tienen por qué defender las viejas formas productivas de la clase obrera; no tiene sentido que se defienda a determinados estratos de trabajadores y que se deje pasar esta nueva realidad productiva y política. Es destacable y curioso observar cómo una parte de estos trabajadores precarios no quiere convertirse en trabajadores a tiempo fijo conscientes de que, desde el punto de vista económico, es algo imposible.