Las declaraciones del presidente del BCE, Mario Draghi, son toda una declaración de intenciones que dejan al descubierto el objetivo diseñado por las élites financieras y sus gobiernos amigos. Dice Draghi que los mercados siguen esperando reformas de calado para solucionar el problema de la deuda soberana y, especialmente, en los mercados laborales para reducir […]
Las declaraciones del presidente del BCE, Mario Draghi, son toda una declaración de intenciones que dejan al descubierto el objetivo diseñado por las élites financieras y sus gobiernos amigos. Dice Draghi que los mercados siguen esperando reformas de calado para solucionar el problema de la deuda soberana y, especialmente, en los mercados laborales para reducir el desempleo juvenil, eliminando la dualidad entre trabajadores fijos y temporales. Esto quiere decir, en realidad, que los mercados siguen especulando contra la deuda soberana para que los déficits de los Estados sigan aumentando y, de esta forma, se vean obligados a privatizar todo el Estado del bienestar, permitiendo a esos mercados repartirse la inmensa tarta del negocio que les permita competir con los países emergentes en un sector (sanidad, educación, pensiones) al que los europeos estamos acostumbrados y del que nos será difícil prescindir. Europa ha renunciado a competir en otros sectores y, por tanto, lo más competitivo a corto plazo es el sector público privatizado. Las reformas laborales solo pretenden nutrir de empleos precarios a todo ese sector de la economía para, así, adelantarse a la previsible competencia de los países emergentes, que irán ofreciendo esas coberturas a sus crecientes clases medias.
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