En cualquier época, las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes; […] Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideológica de las condiciones materiales dominantes, que han tomado la forma de ideas; no son otra cosa que la expresión de las condiciones que justamente transforman a esta clase en dominante, […]
En cualquier época, las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes; […] Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideológica de las condiciones materiales dominantes, que han tomado la forma de ideas; no son otra cosa que la expresión de las condiciones que justamente transforman a esta clase en dominante, por lo tanto, las ideas de su dominación. […] No queda entonces ninguna duda: las ideas dominantes son las ideas de las clases dominantes y no tienen ningún poder independiente del de esta clase.
Karl Marx: La ideología alemana
El crecimiento de un gran negocio es simplemente la supervivencia del más apto… La bella rosa estadounidense sólo puede lograr el máximo de su esplendor y perfume que nos encantan, si sacrificamos a los capullos que crecen en su alrededor. Esto no es una tendencia maligna en los negocios. Es más bien sólo la elaboración de una ley de la naturaleza y de una ley de Dios.
John D. Rockefeller
Ignoro la razón por la que todo cuestionamiento del darwinismo es respondido de manera agresiva. Ignoro aún más la razón por la que esta reacción se da también entre aquellos habitualmente considerados de izquierda, a quienes se les presupone una actitud crítica y dialogante.
Este es el caso del artículo que Salvador López Arnal ha publicado recientemente en Rebelion en respuesta a la entrevista que tuve la oportunidad de realizar al biólogo Máximo Sandin , crítico radical de Darwin y el darwinismo.
El tono del texto, desde luego, no invita demasiado al debate -necesario cada vez para más biólogos- acerca de la relación entre el darwinismo y las bases del sistema capitalista. Aún así, trataré de dar mi punto de vista sobre algunos elementos de su texto. Y lo haré con la intención sincera de aportar algo a la discusión, sin caer en las descalificaciones como eje central de mis argumentaciones, como considero que sí hace López Arnal 1 .
El darwinismo como ideología
Lo que, al parecer, ha resultado para López Arnal de mayor relevancia de la entrevista es la cita que realiza Sandín de Marx, según la cual el gran filósofo alemán mostraria la vinculación que a su modo de ver existe entre la visión darwinista de la vida y el orden económico capitalista. Contrariamente, López Arnal dedica la mayor parte de su texto a tratar de demostrar que Marx, y los marxistas, apoyaban y apoyan las tesis de Darwin.
Desde esta perspectiva, sin embargo, López Arnal llega a realizar afirmaciones que, a mi parecer, son absolutamente contrarias al espíritu de la propuesta marxista.
Uno de los conceptos de mayor relevancia en el contexto del materialismo histórico es el de ideología. Según Marx «la estructura económica de la sociedad, […] tiene una base real sobre la cual se edifica una superestructura jurídica y política y a la cual corresponden determinadas formas sociales de conciencia… El modo de producción de la vida material, condiciona, por lo tanto, en general, el proceso de la vida social, política y espiritual» (Contribución a la crítica de la economía política). Dicho de otro modo: «La clase que dispone de los medios de la producción material dispone al mismo tiempo, y por la misma razón, de los medios de la producción espiritual, de modo que, en general, las ideas de quienes carecen de estos medios están sometidas a la clase dominante» ( La ideología alemana ).
La concepción de la ciencia como superestructrua ideológica, es decir, como ámbito condicionado de manera profunda por la estructrua económica de cada momento histórico, será desarrollada de manera prolija por la Escuela de Frankfurt a través de autores como Max Horkheimer y Theodor Adorno ( Dialéctica de la Ilustración , 1947), Herbert Marcuse ( El Hombre Unidimensional, 1964) o Jürguen Habermas ( Conocimiento e interés o Ciencia y técnica como ideología, ambas de 1968). Así, Marcuse, en un texto que recoge Habermas, defiende que «e l método científico, que conducía a una dominación cada vez más eficiente de la naturaleza, proporcionó después también tanto los conceptos puros como los instrumentos para una dominación cada vez más efectiva del hombre sobre el hombre a través de la dominación de la naturaleza… Hoy la dominación se perpetúa y amplía no sólo por medio de la tecnología, sino como tecnología; y ésta proporciona la gran legitimación a un poder político expansivo que engulle todos los ámbitos de la cultura». (El Hombre Unidimensional, citado en Ciencia y técnica como ideología, p. 58).
El número de citas de autores de corte marxista que entienden a la ciencia como instrumento de dominación a merced de las clases dominantes sería interminable. Por eso no se comprende que un autor como López Arnal – sin duda mejor conocedor de los entresijos del marxismo que quien esto escribe – ante la evidencia de que personajes como Rockefeller impulsaron el darwinismo hasta convertirlo en paradigma cuasi-teológico, llegue a afirmar: «¿Y qué importa, o qué aporta realmente sobre la validez epistémica de una teoría, que Rockefeller, Gates o Amancio Ortega ‘controlen’ la investigación biológica?» 2 . Tratar de analizar la «validez epistémica» de una teoría científica al margen de la estructrua económica en la que se desarrolla creo que es precisamente lo que Marx denuncia como poco recomendable.
Los datos que aporta Máximo Sandín en sus escritos acerca del modo en que la elite inglesa impuso el darwinismo sobre los demás modelos evolucionistas de la época – no es cierto que Darwin fuera «el primero en establecer la teoría de la evolución», tal y como Manuel Sacristán señala – son contundentes. Aunque, en realidad, la sola lectura de la cita de Rockefeller que antecede a este texto ya nos debería poner en alerta 3 .
Se hace necesario, por tanto, y en vistas a una emancipación real, desmitificar los pilares ideológicos sobre los que el capital ha construido una visión del mundo que busca eternizarse a través de los medios de comunicación y las instituciones educativas. Y, desde luego, el darwinismo no puede ni debe ser una excepción.
Darwinismo, darwinismo social y eugenesia
De manera habitual -tal y como hace López Arnal- se desvincula de manera tajante la obra de Darwin del darwinismo social, aduciendo que éste supone un desarrollo posterior a la teoría de la «selección natural» e independiente de la obra del autor de El Origen de las Especies . Sin embargo, muchos son los factores que hacen dudar de esta interpretación.
En primer lugar, Herbert Spencer -«creador» del darwinismo social- publicaba en 1850 -seis años antes que la obra fundamental de Darwin- La Estática Social en la que ya defendía la tesis según la cual sólo las civilizaciones, sociedades e instituciones bilógicamente más eficaces sobreviven en sus relaciones de competición constante . Además, el propio Darwin reconoce que lo esencial de su teoría biológica está tomado de Spencer: » He llamado a este principio por el cual se conserva toda variación pequeña, cuando es útil, selección natural, para marcar su relación con la facultad de selección del hombre. Pero la expresión usada a menudo por Mr. Herbert Spencer, de que sobreviven los más idóneos es más exacta, y algunas veces igualmente conveniente» (El Origen de las Especies)4. Efectivamente, el desarrollo posterior de la obra de Spencer buscará en Darwin un fundamento «natural» para sus propuestas, pero originariamente fue Darwin el que se basó en Spencer. Y los textos de Darwin así lo indican.
Aunque en El Origen de las Especies también podemos encontrar fragmentos en favor de la tesis que sostenemos, es en El Origen del Hombre (1871) donde, y no de manera aislada, Darwin se muestra íntimamente ligado no sólo al darwinismo social, sino incluso a posiciones eugenistas: » Llegará un día, por cierto, no muy distante, que de aquí allá se cuenten por miles los años en que las razas humanas civilizadas habrán exterminado y reemplazado a todas las salvajes por el mundo esparcidas». Y de manera, si cabe, aún más clara: « A realizar el plan opuesto, e impedir en lo posible la eliminación, se encaminan todos los esfuerzos de las naciones civilizadas; a eso tienden la construcción de asilos para los imbéciles, heridos y enfermos, las leyes sobre la mendicidad y los desvelos y trabajos que nuestros facultativos afrontan para prolongar la vida hasta el último momento. […] De esta suerte, los miembros débiles de las naciones civilizadas van propagando su naturaleza, con grave detrimento de la especie humana, como fácilmente comprenderán los que se dedican a la cría de animales domésticos. Es incalculable la prontitud con que las razas domésticas degeneran cuando no se las cuida o se las cuida mal; y a excepción hecha por el hombre, ninguno es tan ignorante que permita sacar crías a sus peores animales».
El carácter ideológico de la propuesta darwinista se puede rastrear en su vinculación con los intereses económicos de la clase dominante en lo referente a dos aspectos: el Imperialismo y el sindicalismo. Así, en El Origen de las Especies Darwin sostiene : » No puede nombrarse un país en el cual todos los habitantes naturales estén ahora tan perfectamente adaptados entre sí y a las condiciones físicas en que viven, que no pudiesen todavía, algunos de ellos, estar mejor adaptados o mejorar; porque en todos los países los naturales han sido conquistados hasta tal punto por los que han tomado carta de naturaleza, que han permitido a los extranjeros tomar firme posesión de la tierra».
Igualmente, en una época esencial para la lucha obrera, Darwin afirmaba en una carta fechada el 26 de Julio de 1872 dirigida al profesor de leyes Heinrich Fick – partidario de la aplicación de la teoría darwinista a la legislación- lo siguiente: «Me gustaría mucho tener la ocasión de discutir con usted […] la idea en la que insisten todos nuestros sindicatos, de que todos los trabajadores, los buenos y los malos, los fuertes y los débiles, deben trabajar el mismo número de horas y recibir las mismas pagas. Los sindicatos también se oponen al trabajo a destajo (en suma, a toda competición). Me temo que las sociedades cooperativas, que muchos ven como la principal esperanza para el futuro, igualmente excluyen la competición . Esto me parece un gran peligro para el futuro progreso de la humanidad. No obstante, bajo cualquier sistema, los trabajadores moderados y frugales tendrán una ventaja y dejarán más descendientes que los borrachos y atolondrados» 5 .
Conclusión
Una de las más grandes aportaciones de Marx fue precisamente el concepto de ideología. A través de él, las pretensiones objetivistas y universalistas de la ciencia moderna tuvieron que dejar paso a otra interpretación de la historia de las ideas científicas: la que vincula a éstas últimas al poder de control social sobre el conocimiento del que disfrutan las clases dominantes. Ello no significa que el punto de vista epistemológico no deba ser tenido en cuenta. Aunque en lo que se refiere al papel central de Darwin en el proceso de superación de la Teología como fundamento del orden natural, la versión oficial tampoco parezca la más adecuada. Así lo indica el propio hecho de que Darwin fuera enterrado en la abadía de Westminster, así como las propias palabras con las que finaliza El Origen de las Especies: » Así, la cosa más elevada que somos capaces de concebir, o sea la producción de los animales superiores6, resulta directamente de la guerra de la naturaleza, del hambre y de la muerte. Hay grandeza en esta concepción de que la vida, con sus diferentes fuerzas, ha sido alentada por el Creador en un corto número de formas o en una sola, y que, mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y se están desarrollando, a partir de un principio tan sencillo, infinidad de formas las más bellas y portentosas»7.
No tengo duda de que Marx, en su análisis del darwinismo, no sólo tomó en cuenta la perspectiva que aquí hemos considerado, y de ahí que, efectivamente, no todos sus textos sean críticos con Darwin. Sin embargo, renunciar a un enfoque marxista, siendo marxista, no me resulta comprensible. Y más, cuando el propio Marx lo tuvo en cuenta:
«Toda la doctrina darwinista de la lucha por la vida no es más que la trasposición de la sociedad a la naturaleza animada, de la doctrina sobre el bellum omnium contra omnes (la guerra de todos contra todos) y de la doctrina económico-burguesa de la concurrencia, unidas a la teoría demográfica de Malthus. Una vez ejecutado ese truco de prestidigitación (cuya legitimidad absoluta niego… especialmente en lo que se refiere a la teoría de Malthus), se trasponen de nuevo esas mismas teorías de la naturaleza orgánica a la historia y entonces se pretende que se ha demostrado su validez en tanto que leyes eternas de la sociedad humana» (MARX, Karl y ENGELS, Federico: Cartas Sobre las Ciencias de la Naturaleza y las Matemáticas. Barcelona: Anagrama, 1975, p.22).
1No me referiré a cuestiones epistemológicas relacionadas con la base empírica del darwinismo. Ello necesitaría de otro texto y, además, quizá no sea yo el más adecuado para escribirlo. En cualquier caso hay que decir que en lo referente, por ejemplo, al gradualismo -que el mismo Darwin consideraba elemento necesario para la asunción de su teoría- son cada vez más los biólogos que lo consideran imposible. Entre los biólogos que defienden una postura saltacionista podemos destacar -además de a Sandín- a Lynn Margulis, James Shapiro, Carl Woese, Nigel Goldenfeld, Peter H. Holland o a los paleontólogos Otto Schindewolf y Niles Eldredge, entre otros. De hecho, hasta neodarwinistas de gran renombre -como Stephen Jay Gould- han visto al gradualismo como uno de los puntos más complicados de mantener de la propuesta de Darwin.
2A mediados de junio, la Fundación BBVA entregaba a Edward O. Wilson – «padre» de la sociobiología – uno de los Premios Frontera del Conocimiento. «Premio al Darwin del siglo XXI» , titulaba El Mundo. El Grupo de Estudio Sociobiológico – integrado, entre otros, por el paleontólogo Stephen Jay Gould o el antropólogo Marshal Sahlins- ha denunciado la vinculación de la sociobiología con el darwinismo social y la eugenesia. Así, por ejemplo, la obra de Wilson ha servido para justificar posiciones socio-políticas como la del británico Frente Nacional neonazi o la del think tank estadounidense Heritage Foundation, creado en 1973 con la intención de – según su declaración de principios – «formular y promover las políticas públicas conservadoras basadas en el principio de la libertad de empresa, el gobierno limitado, la libertad individual, los valores estadounidenses tradicionales, y una poderosa defensa nacional».
3 A este respecto es necesario tomar en consideración el papel que jugó el X-Club y su trabajo de «divulgación» del darwinismo. Impulsado por T. H. Huxley y Joseph Dalton Hooker, y al que per tenecía también Herbert Spencer -todos ellos eugenistas declarados-, su primera reunión data del 3 de Noviembre de 1864. Nacido con la finalidad de » promover el darwinismo y el liberalismo científico», el X-Club » fue acusado de ejercer demasiada influencia sobre el ambiente científico de Londres». » Con plazas en diez Comisiones Reales, deliberando sobre todo, desde las pesquerías a las enfermedades o la vivisección, penetró claramente en los laberínticos corredores del poder», indica la Enciclopedia Británica .
4Esta referencia a Spencer como inspiración de su propuesta no aparece en la primera edición de El Origen de las Especies. En realidad pertenece a la sexta edición de la obra, considerada definitiva, de 1872. Para esa época, Spencer ya había publicado cuatro libros además del citado anteriormente, lo cual da más motivos para pensar que Darwin desarrolló su teoría de la mano de la de Spencer.
5«Esta fusión del evolucionismo biológico con el evolucionismo cultural es atribuido a menudo, pero incorrectamente, a la influencia de Charles Darwin. De hecho, sin embargo, el desarrollo de las interpretaciones biológicas de la evolución cultural precedió a la aparición de El origen de las especies de Darwin, y el mismo Darwin fue influenciado en gran medida por filósofos sociales como Thomas Malthus y Herbert Spencer». (HARRIS, Marvin: Introducción a la antropología general, Madrid: Alianza, 1993, p. 619).
6No parece descabellado interpretar – a la luz de los textos de Darwin referidos más arriba – que los humanos de «raza» caucásica fueran los únicos merecedores de ser considerados «animales superiores».
7Considero que este fragmento señala más bien hacia la visión de Rockefeller expresada en la cita que antecede a este escrito: la «selección natural» tendría, en última instancia, un fundamento divino.
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