Recomiendo:
0

Del Omar y del cinema

Fuentes: Diagonal

Creyente del cinema, inventor visionario y cineasta experimental de referencia obligada, José Val del Omar salta de los círculos cinéfilos al gran público gracias a una exposición en el Reina Sofía.

Esto no es un reportaje, es parte de un collage de cosas que he leído, que he visto, y que otra gente -incluso viva- me han hecho pensar, decir y ahora escribir.

En un principio iba a ser sobre José Val del Omar (Grana da1904-Madrid 1982), icono del cine experimental ibérico, a raíz de su subida a los altares de la cultura por obra y gracia de una impresionante exposición en el museo de arte contemporáneo Reina Sofía de Madrid, pero desde el primer párrafo lo digo: no me comprometo a nada.

La exposición, comisariada con mucha inteligencia y loable admiración por el también experimentalista Eugeni Bonet, arranca en las misiones pedagógicas de la II República. Val del Omar formaba parte del grupo de expedicionarios culturales, en la sección de los pregoneros de la imagen como cultura. Realizaban reproducciones de distintas piezas pictóricas del Museo del Prado y las llevaban al encuentro de lo rural y los rurales, con el ánimo de «compartir las cosas bellas».

Val del Omar explicó cuadros de Goya desde balcones a audiencias de plazas de pueblo y filmó documentales allá donde iba con las misiones, para al año siguiente devolver a un público boquiabierto su propia imagen proyectada. Quizá las imágenes más bellas de la exposición sean las que recogen el asombro de rostros por primera vez encarados ante el cine.

Val del Omar aparece en el mapa con estas coordenadas, que se pueden leer en clave reduccionista, ideológica y comparativamente, considerándole un libertario de exigua producción. O bien se pueden recortar y pegar sobre un fondo para hacer un collage con Val del Omar filmando a gente que cuando no podía cruzar el río con el carro tenía mulos para seguir. Y como un collage es algo ilegal, pero mucho más incluyente, podemos pegar al lado Las Hurdes.

Tierra sin pan de Buñuel que, entre 1932 y 1933, también se internó en lo profundo de lo nuestro, para hacer un falso documental surrealista como un dardo envenenado de imaginación. Y si pegamos también los años 1934 y 1935, aparecen nada menos que Carmen Amaya bailando flamenco encima de una mesa en La hija de Juan Simón, cuando el mismo Buñuel la dirigía, pero escondiéndose en los créditos, para no perder el halo de surrealista.

Y Val del Omar filmando vírgenes de Semana Santa cubiertas con plásticos para la lluvia, adelantándose así a la gabardina transparente de la replicante de Blade Runner.

Treinta años después, estas piezas devendrían en materia prima de su mayor grito de madurez experimental, Fuego en Castilla. En este cortometraje se apropia de todas la connotaciones religioso-nacionalistas de las imágenes procesionales de Juan de Juni y Alonso Berruguete y las enfrenta a su vitalismo psicodélico a ritmo de unas seguiriyas del bailaor Vicente Escudero. ¡Val del Omar era tan espectador que no hay quien clausure mejor sus obras!

El maestro-brújula Román Gubern lo emparenta con «la importante nómina de cineastas españoles moldeados por la modernidad y el cosmopolitismo del París de principios de siglo, como Segundo de Chomón, Luis Buñuel, Benito Perojo, Santiago Ontañón y Joan Castanyer» y «la estirpe de los inventores y exploradores de la técnica, como Méliès, Chomón, Abel Gance, Jean Epstein, F. W. Murnau, Eugen Schüfftan, Oskar Fischinger, Orson Welles o Norman McLaren». Así que haced hueco en el collage, que todos éstos salen también.

Todas las palabras y formatos que inventó (como psicovibración, mecamística, tactilvisión, pedagogía kinestésica, cinegrafías libres, desbordamiento apanorámico de la imagen, etc.) las recortaremos letra por letra, como en las notas anónimas de los secuestradores. Y se las enviaremos a los miopes en el poder que dejaron pasar las patentes del zoom («objetivo de alcance temporal y de angulación variable»), del sonido estéreo («diafónico») así como de la ingente cantidad de tecnología de la imagen y sonido que Val del Omar desarrolló.

Despeguemos lo que haga falta, tiremos a la basura lo que no aporte mucho aunque sea hiperproductivo; de hecho vamos a sacar a algún pez gordo de los antes citados -¡para qué quieren estar aquí si ya salen en todos lados!- tipo Orson Welles, que además deja un hueco bien hermoso, porque hay que coronar el collage con el refunfuño en el recuerdo de Iván Zulueta, (el) otro libre creador exiguo del cine español, quejándose por tener que dar explicaciones a sus sesenta y pico años por no haber hecho más películas desde Arrebato.

El fondo, que se me olvidaba, es de luces, cámara y emoción. Son los súper-8 con sus hijas creciendo dentro, es su corto Aguaespejo granadino con una Granada premoderna y albayzinera arrojada hacia el futuro. Y entonces ponemos a su paisano Enrique Morente en el collage y dejamos las tijeras y el pegamento para llorar sin fin.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/De-Omar-y-del-cinema.html