La Casa Blanca lleva «el combate al terrorismo» a lejanos rincones del planeta, pero poco se ocupa del que actúa en el país que gobierna. No es precisamente Al Qaida: se trata de un terrorismo de blancos que no creen en el Islam. El desequilibrado que provocó la matanza de Tucson nació antes que el […]
La Casa Blanca lleva «el combate al terrorismo» a lejanos rincones del planeta, pero poco se ocupa del que actúa en el país que gobierna. No es precisamente Al Qaida: se trata de un terrorismo de blancos que no creen en el Islam. El desequilibrado que provocó la matanza de Tucson nació antes que el Tea Party. Esto no quita que el clima racista y antiinmigración que se acentúa en EE.UU. favorezca la explosión de locuras latentes. El Ku Klux Klan comenzó a empollar el huevo de la serpiente hace 145 años.
Los practicantes del supremacismo blanco creen en la superioridad de la raza aria y en la necesidad de limpiar el territorio estadounidense de afroamericanos, indios, mulatos, mestizos y extranjeros. Se entrenan militarmente y el número de sus distintas organizaciones se duplicó con creces en el último decenio: un estudio de la Conferencia del Fondo de Educación de los Derechos Civiles (Lccref, por su sigla en inglés) revela que la cantidad de esos grupos aumentó un 54 por ciento en el período 2000-2009 (www.investigativevoice.com, 30-8-09).
La investigación subraya que, según estadísticas del FBI de los crímenes violentos perpetrados en EE.UU. por algún tipo de discriminación en el 2007, el 51 por ciento se debió al odio racial, un 18,4 por ciento a motivos religiosos, un 16,6 a la orientación sexual del agredido o agredida y un 13,2 por ciento a razones étnicas. Dicho de otra manera: la mayoría de las víctimas fueron afroamericanos, luego islamitas, después gays y lesbianas, por último asiáticos. Un cuadro nada halagador para cualquier sociedad.
Los nombres de los círculos supremacistas hablan por sí solos: Resistencia Aria Blanca, Naciones Arias, Poder Blanco, 88 (traducción numeral de la H, octava letra del alfabeto, por «Heil Hitler»), 311 (la K es la onceava letra del alfabeto, y esta denominación la triplica por «Ku Klux Klan»), Ejército Republicano Ario, Asamblea de Soldados Cristianos. Los crímenes políticos y por discriminación, así como las amenazas de muerte, aumentaron a un nivel sin precedente desde la elección de Obama. «Las milicias de extrema derecha se extienden por varios estados y las elevadas tasas de desocupación han incrementado el odio contra las minorías raciales y los nuevos inmigrantes» (www.democracynow.org, 11-6-10). El Tea Party contribuye no poco a ese fenómeno.
Dos años antes de la matanza de Tucson, la Oficina de Inteligencia y Evaluación del Departamento de Seguridad Interior alertó sobre el «mayor reclutamiento y radicalización de extrema derecha» que se percibía en el país. El informe subrayaba que «las pequeñas células que abrazan una ideología violenta y extremista de derecha son la amenaza terrorista local más peligrosa en EE.UU.». En el 2008, el FBI había registrado que veteranos de las guerras de Irak y Afganistán sumaban a esos grupos (www.fas.org, 7-4-09).
Los líderes republicanos calificaron el informe de maniobra política del gobierno. Uno de sus críticos más encarnizados fue el representante y actual vocero de la Cámara, John Boehner. Esto no le impidió guardar el debido minuto de silencio en homenaje a las víctimas de Tucson. El Tea Party también condenó la matanza, aunque tuvo la necesidad de especificar que el asesino no pertenecía al movimiento. ¿Sería una expresión de la oscura conciencia de su responsabilidad ideológica y política en la matanza?
Antecedentes inmediatos del terrorismo blanco había bastantes. El 31 de mayo del 2009, el Dr. George Tiller era asesinado en Wichita, Kansas, en el atrio de la iglesia que solía frecuentar (www.nytimes.com, 1-6-09). Practicaba el aborto y ya había sido víctima de un atentado a tiros que le hirió las dos piernas y de una bomba que estalló en su clínica. Troy Newman, presidente de la agrupación antiabortista Operación Rescate con sede en Wichita, precisamente, censuró la acción y se apresuró a decir que su organización trabajaba por sus fines de manera no violenta. Pero algunos recordaron que Scott Roeder, el asesino, tenía contactos con el grupo y Mr. Newman se vio obligado a declarar que aquél no era «ni un amigo, ni un contribuyente, ni un voluntario». Una explicación más detallada que la del Tea Party.
El 12 de enero del 2010 fue detenido en Oklahoma el ex infante de Marina Charles Dyer, acusado de violar a una menor y de poseer diversas armas sin autorización, entre otras, un lanzagranadas Colt M-203 de 40 milímetros (//tpmmuckraker.talkingspointmemo.com, 30-3-10). Dyer es miembro de Oath Keepers, un cónclave de ex militares y ex policías que se opone terminantemente a que el gobierno imponga a los civiles cualquier limitación a tener armas. Un video muestra a Dyer en una reunión del Tea Party organizada en apoyo de Oath Keepers (//crooksandliars.com, 6-9-10). En este caso, el movimiento de la Palin no estimó necesario desvincularse del marine.
En tanto, el republicano Peter King, presidente del Comité de Seguridad Interior de la Cámara de Representantes, anunció que convocará audiencias para tratar «la radicalización de la comunidad estadounidense musulmana». Hay que buscar contrapesos a la matanza de Tucson.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-160374-2011-01-13.html