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Democracia participativa e integral camino al nuevo socialismo

Fuentes: Rebelión

Al ser interrogado por el tema de la democracia realmente existente en Francia, Danielle Mitterrand, viuda del ex-presidente francés Francois Mitterrand y presidenta de la asociación France-libertes, expreso lo siguiente: «En Francia uno elige y los elegidos hacen leyes que nunca propusieron y que nunca hemos querido. ¿Es democracia el que después de votar no […]

Al ser interrogado por el tema de la democracia realmente existente en Francia, Danielle Mitterrand, viuda del ex-presidente francés Francois Mitterrand y presidenta de la asociación France-libertes, expreso lo siguiente:

«En Francia uno elige y los elegidos hacen leyes que nunca propusieron y que nunca hemos querido. ¿Es democracia el que después de votar no tengamos posibilidad de incidir sobre los elegidos? No creo que en ninguno de los países que se dicen democrático, esos que se creen con el derecho de imponer su democracia a los países pobres, exista democracia, empezando por Estados Unidos y Francia.»

«¿Francia es una democracia? ¿Una potencia mundial? Lo digo como francesa: Eso no quiere decir nada. Si se dice por los niveles de educación, investigación o la salud, es nulo. ¿Por ser capaces de ayudar a la paz mundial, a los pueblos oprimidos? Nulo.»

En esas sencillas pero profundas frases está definido el carácter engañoso de ese tipo de «democracia», aun en países de elevado desarrollo capitalista y de alto grado de institucionalidad de ese sistema político social.

A ello debe agregársele lo que acontece con el plano socio-económico, cultural e ideológico, evidenciando ahora más que nunca con los estallidos sociales, protagonizados por los (as) franceses empobrecidos y por los inmigrantes excluidos y pateados en Paris y otras ciudades de Francia.

Porque no es solo que la democracia política de corte liberal y neoliberal es ficticia, sino que el capitalismo y su actual fase imperialista son a negación misma de la democracia económica y social.

Una altísima concentración de la propiedad, de las riquezas y los ingresos a escala nacional e internacional determina una especie de despotismo económico y social, una abismal desigualdad entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco y o que no tienen nada.

Propiedad, riqueza, ingresos equivalen a poder institucional y no institucional, a posibilidades de consumo y decisión, a acceso al conocimiento y la información, a capacidad para excluir y enajenar, a dominio del mercado político y económico, a poder mediático, a recursos para sobornar, a capacidad clientelar, a dominio sobre instituciones civiles y militares no sujetas al sufragio y con capacidad para condicionar las demás.

Y el capitalismo actual, sus grandes centros de poder, no solo exhiben un nivel de concentración-exclusión nunca antes visto, sino que han reforzado sus características patriarcal (machista), racista, xenófoba, ecocida, adulto-centrista y fundamentalista.

A su dominio y opresión clasista, cada vez más concentrado en monopolios, oligopolios, carteles, grupos financieros y redes transnacionales, los cuales favorecen a una minoría cada vez más pequeña y cada vez más poderosa, se le agrega la negación de derechos humanos fundamentales de la mujer (la mitad de los habitantes del planeta), de los niños (as) y los jóvenes (mas de la mitad), de los emigrantes y todas las etnias y nacionalidades discriminadas por la cultura blanca occidental y de las religiones no cristianas.

Una sola civilización pretende aplastar a múltiples civilizaciones.

Una nueva dictadura mundial.

Exhibe una marcha atropellante y destructiva, con grotescas expresiones nacionales, regionales y mundiales.

La naturaleza y los seres humanos están siendo sometidos a una depredación aterradora, negadora del derecho a la vida de una gran parte de las generaciones presentes y de casi todas las generaciones futuras.

Y una militarización imperial genocida.

El Siglo XXI para ser un siglo que potencie la vida en el planeta, que garantice democracia en la organización estatal y en la sociedad civil, que ofrezca seguridad y facilidad individual y colectiva a los seres humanos, debería superar la dictadura clasista capitalista, la opresión nacional y étnica, la dictadura patriarcal (machista), el ecocidio, el abuso infantil, la discriminación de los jóvenes por los adultos y, en fin, toda negación de derechos políticos, económicos, sociales, nacionales, étnicos y culturales a una gran parte de los seres humanos.

· Independencia, autodeterminación y nueva independencia

La opresión nacional, colonial, neocolonial o recolonizadora, es una de las grandes fuentes de la antidemocracia política, económica, social y cultural. Es factor generador de despotismo.

La mundialización para ser democrática y articuladora de la diversidad en igualdad de condiciones y derechos debe contemplar el derecho a la independencia y a la autodeterminación de todo país, nacionalidad o etnia dominada, a través de la independencia donde no exista, de la nueva independencia donde esta haya sido mediatizada o anulada y de la autodeterminación de naciones, pueblos y comunidades.

El mundo es política, étnica y culturalmente diverso y, en consecuencia, cualquier tendencia a la uniformización es causa de opresión, represión y discriminación.

La vida independiente y libre a escala planetaria tiene que ser la suma y relación armónica entre sus más variados componentes, la suma y relación fraternal de todas las independencias y autodeterminaciones.

La nación que oprime a otra no es libre, y menos libre es aun la nación dominada. Y eso es valido para todas las razas, creencias y formas de pensar.

· Nueva democracia

Ya explicamos porque la democracia que ha existido no ha sido real sino ficticio.

Igual entendemos que el socialismo realmente existente en el Siglo XX no logró convertirse en una auténtica democracia.

La democracia real debe ser participativa e integral: económica, social, política, cultural y de género.

La nueva propuesta de democracia, la nueva democracia a que aspiramos, es la democracia participativa e integral, protagonizada y construida por los pueblos y sobre todo por todos sus componentes sociales realmente explotados, oprimidos, excluidos o discriminados económica y culturalmente.

Esto precisa de nuevas bases constitucionales y de nuevas instituciones surgidas de un poder constituyente autónomo, elegido y protagonizado por el pueblo. De ahí la trascendencia de la lucha por instalar en cada caso una asamblea constituyente por elección y con participación popular que asuma la tarea de debatir y aprobar una nueva constitución que sirva de base a la nueva democracia.

Que sustente un sistema jurídico político e instituciones estatales que combinen la representación con la democracia directa, la delegación con la participación y el control social y ciudadano, la elección y la alternabilidad de la composición de los órganos elegibles con la revocabilidad de los funcionarios electos.

Que incorpore figuras jurídicas democráticas como los plebiscitos y referéndums.

Que siente las bases de la democracia económica, social y cultural.

Que defina el sistema de propiedad a través de la combinación de diversas modalidades: individual, privada, estatal, social (colectiva, cooperativa, municipal…) Y la relación entre ellos, procurando el predominio progresivo de los social.

Además es imprescindible establecer las siguientes normas y principios:

· La gestión democrática y el control socia en la administración del patrimonio público.

· La igualdad de derechos y oportunidades en materia de genero.

· La prohibición del latifundio privado y de la propiedad extranjera sobre las tierras y recursos naturales (agua, tierras cultivables, bosques, suelo, subsuelo, playas, costas, mar…

· El predominio del interés colectivo y del bienestar social de nuestro pueblo sobre el afán desmedido del lucro, la ganancia y la especulación privada.

· Las normas democráticas y morales en los poderes permanentes o no elegibles (fuerzas armadas, policía, órganos de seguridad, empresas privadas…)

· La separación del Estado y sociedad civil, y la democratización constante de ambos componentes de la sociedad.

· La separación entre Estado y religión, Estado e iglesias. El carácter laico del Estado.

· El carácter social y público de los servicios básicos: salud, educación, energía, agua potable seguridad social, seguridad ciudadana…

· La prohibición de los monopolios y oligopolios privados en la industria, el comercio, las finanzas, las comunicaciones, la información…

· La soberanía territorial, marítima, económica, militar y comunicacional del país.

· El latinoamericanismo, el antillanismo y la internacionalización como suma de soberanías no subordinadas a ninguna potencia.

· La superación del patriarcado en todas las vertientes de la vida en familia y sociedad.

· La superación de la sociedad adulto céntrica.

· El desarrollo ecológico y ambientalmente sostenible mediante preceptos que garanticen la relación armónica entre seres humanos y naturaleza y la justa distribución de los espacios naturales.

· La conformación del poder moral con capacidad de prevención, denuncia y sanción de la corrupción y los crímenes de Estado.

Ese proceso implica ruptura y superación de la actual institucionalidad y desarrollo de un nuevo poder, nuevos actores sociales y políticos hegemónicos.

· Nuevo tránsito, nuevo socialismo

La democracia participativa e integral, su continuo desarrollo y enriquecimiento, estarían llamadas a estimular el tránsito hacia una nueva sociedad superadora del capitalismo.

Esa sociedad deberá basarse en un nuevo modo de producción y distribución, en una nueva forma de relación de los seres humanos y la naturaleza y en una democracia superior a todas las conocidas. En ella los intereses colectivos, la dimensión social, debidamente armonizada con lo individual, deberá predominar hasta convertirse en su característica esencial.

No tengo otro nombre para ese proyecto que no sea el de socialismo. No se trata del socialismo que colapsó en Europa oriental, aunque de esas experiencias existieron no pocas conquistas, logros, intenciones, fuentes y momentos que es necesario rescatar.

Lo que fracasó en el Siglo XX jamás podría ser propuesta movilizadora o proyecto confiable en el Siglo XXI.

Si entre las principales causas de ese colapso están un tránsito al socialismo basado en un supermonopolio de Estado, con un altísimo grado de burocratización de su gestión, sin democracia política, sin vigencia de la critica y autocrítica necesaria para superar errores.

Con procesos de fusión partido Estado y partido organizaciones sociales, con anquilosamiento de la sociedad civil, con grandes retrasos tecnológicos y modelos de industrialización semejantes a lo de los periodos iniciales del capitalismo, con escaso desarrollo de los bienes de consumo y baja productividad, sin democracia de género, sin medidas preservadoras del patrimonio natural… el socialismo del Siglo XXI deberá ser diferente, deberá tener en cuenta tanto esas lecciones como los cambios que han tenido lugar en el capitalismo y el imperialismo actual.

Siempre será necesario partir de las bases del socialismo científico elaborado por Marx y Engels en el siglo XX, desarrollada por Lénin y por otros grandes revolucionarios del siglo, pero será imprescindible también determinar cuando se alejó de ese proyecto original lo que hizo crisis en la década de los 80 y principio de los 90 y cuantas cuestiones no pudieron ni prever ni formular los padres del socialismo en cuanto a ese tránsito y en cuanto la evolución del capitalismo hasta llegar a su fase actual.

Por eso es necesario repensar el socialismo, renovando en la teoría y la practica, rearmando y dotando de atractivos capaces de darle actualidad y futuro.

Por eso es necesario hablar de nuevo socialismo o del socialismo en el Siglo XXI. Hay que establecer diferenciaciones claras y precisas para no repetir ni los mismos errores, ni darle cabida a condicionantes superados por la vida.

La gran propiedad capitalista, transnacional y local torna ficticia, formal y además secuestra la democracia liberal de por sí limitadísima.

La idea de un gran monopolio estatal, una estatización completa o casi completa, de la vida económica, social y cultural debe ser desterrada.

La negación de la democracia política, de la democratización del Estado, de las organizaciones de la sociedad civil y de los partidos políticos debe ser apreciada como una aberración ajena al socialismo al transito hacia él.

Por eso hablamos de una democracia superior a todas las experiencias vividas que han sido bautizadas con ese nombre.

A todas las experiencias vividas que han sido bautizadas con ese nombre del dominio de lo masculino sobre lo femenino es una negación de una parte importante de los derechos a la mitad de la sociedad.

El despotismo de los adultos contra los niños (as) y jóvenes es esencialmente negador de aspectos importantes de toda democracia.

La depredación de la naturaleza y la contaminación del ambiente vulneran el derecho a la vida, que es un derecho democrático fundamental.

El desconocimiento de las soberanías nacionales es un componente ominoso de la dictadura política , militar y económica en los escenarios globales, regionales y nacionales.

La explotación del trabajo ajeno y la exclusión social equivalen a la negación de los derechos humanos fundamentales.

El nuevo socialismo debe ser la negación de todos esos antivalores: de la propiedad capitalista, del dominio imperialista, del estatismo generalizado, de la burocratización de las instituciones, de la burocratización sin control y sin participación de las fuerzas sociales, del machismo, de la depredación del medio ambiente y los recursos naturales, del machismo, del racismo, del adulto centrismo.

El nuevo socialismo debe implicar una amplia democratización del Estado y la sociedad civil; la socialización de la propiedad sobre los medios de producción, distribución y servicio, la socialización de la economía y del poder.

Debe incluir diversas formas de propiedad social: estatal con gestión democrática y control ciudadano, cooperativa, asociativa, municipal, de los (as) trabajadores (as), colectiva.

La socialización de la pequeña y mediana propiedad industrial, artesanal, campesina, de servicios debe ser voluntaria y estimulada por políticas estatales ejemplares.

La gestión empresarial dentro del nuevo socialismo debe ser democrática, esto es con autonomía administrativa, participación de las comunidades laborales, gerencias por concurso y control ciudadano. Y debe tender a la autogestión.

La planificación económica debe ser igualmente democrática y participativa. La elaboración de los presupuestos de las empresas e instituciones por igual.

La democracia política y la democracia de género deben ser llevada a su plenitud.

El burocratismo progresivamente reducido y eliminado.

Las cuentas del Estado deben ser de dominio publico. También la de las empresas socializadas no estatales.

La libertad de creencia y la libertad de expresión, el pluripartismo, los derechos de minorías, la libertad de opción sexual… deben ser escrupulosamente respetadas.

El saber científico debe predominar a través de la educación y la persuasión sin represiones a las demás formas de pensar, el mundo y la sociedad.

La defensa y seguridad nacional debe pasarse en la hermandad entre civiles y militares.

Las armas para esos fines no deben estar bajo el monopolio de los militares. Ellos como el Estado deberán existir mientras sean necesarios para preservar la democracia socialista, procurando su progresiva extinción.

Los medios de comunicación deberán responder a las diferentes formas de propiedad social y expresar la diversidad dentro del socialismo.

La creatividad y la constante innovación deben ser palancas permanentes del progreso.

El nuevo socialismo debe ser tan multicolor, multicultural y multiétnico como los es objetivamente la sociedad donde logre triunfar.

Debe ser tan peculiar como los países, las regiones y el mundo que vivimos, reflejando su riqueza cultural y artística, sus indiosicracias, sus historias y los anhelos de sus pueblos.

Debe recoger y articular las experiencias comunitarias y las tradiciones solidarias de los pueblos.

Debe combinar valores nacionales y universales.

El socialismo del siglo XXI debe ser un socialismo alegre, sin tabúes, sin inhibiciones, in prejuicios.

Libre.