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Solidaridad con los Cinco Cubanos

Desde Cape Town a Lompoc, California

Fuentes: Rebelión

En su calidad de consejero espiritual, y gracias a la intervención de un capellán, el padre Michael Lapsley logró visitar a Gerardo Hernández en la prisión federal de Lompoc. Emprendiendo un largo viaje desde Cape Town hasta el remoto poblado en la costa de California, el sacerdote anglicano da testimonio del creciente movimiento internacional de […]

En su calidad de consejero espiritual, y gracias a la intervención de un capellán, el padre Michael Lapsley logró visitar a Gerardo Hernández en la prisión federal de Lompoc.

Emprendiendo un largo viaje desde Cape Town hasta el remoto poblado en la costa de California, el sacerdote anglicano da testimonio del creciente movimiento internacional de solidaridad por la liberación de los cinco cubanos presos en los Estados Unidos.

Desde 1973 reside en Sudáfrica, donde como miembro del Consejo Nacional Africano, participó en la lucha contra el apartheid. Vivió años de exilio en Zimbabwe y sobrevivió un ataque terrorista en el cual perdió las dos manos y un ojo.

Durante las tres horas que duró la visita el pasado 25 de junio, Lapsley siente que está ante «uno de los mejores hijos de Cuba, un hombre comprometido con su pueblo.» Lo impresiona la gran calidad humana y la convicción de Gerardo.

Condenado injustamente a dos cadenas perpetuas por conspiración para cometer espionaje y por conspiración para cometer homicidio, el autor de «El Amor y el Humor Todo lo Pueden», no sabe lo que significa deprimirse. «El está bien, se encuentra saludable, le gustaría ver a su familia, estar de nuevo en Cuba».

Desde 1998 Gerardo no ha visto a su esposa, a quien el gobierno de los Estados Unidos le ha negado la visa en repetidas ocasiones, con el pretexto de que su ingreso al país representa una amenza a la seguridad nacional.

Semana tras semana, Gerardo recibe numerosos mensajes de solidaridad de todo el mundo. Se disculpa por no poder responder a cada una de las cartas que le llegan. «A veces se siente culpable de ver una película cuando tiene tantas cartas que responder». Y es que a raíz de la campaña para la publicación del artículo sobre el caso de Los Cinco en el New York Times, la correspondencia ha aumentado.

Un día después de su visita a Lompoc, Lapsley se reúne en Berkeley con un grupo de amigos de Cuba. Los invita a fortalecer el movimiento de solidaridad por la liberación de Los Cinco. Comenta que así como el pueblo sudafricano en su lucha contra el apartheid no pidió al mundo que lo liberara sino solidaridad con su causa, el pide hoy solidaridad para Cuba y para Los Cinco. «Ellos son víctimas de la patología del sistema estadounidense que inculpa injustamente, utiliza chivos expiatorios y busca la venganza». La gran ironía del caso es que «Los Cinco se encuentran en prisión por combatir el terrorismo, a ellos más bien deberían darles la máxima medalla de honor».

Refiriéndose a la estrecha relación histórica entre el pueblo de Cuba y el de Sudáfrica, Lapsley afirma que «desde el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 hasta la fecha, Cuba ha brindado su apoyo absoluto al pueblo sudafricano. Ninguna nación le ha enseñado al mundo lo que significa la solidaridad como lo ha hecho Cuba».

Los cubanos que se sumaron a la lucha contra el apartheid en Angola, entre ellos Gerardo, no pidieron nada para sí mismos. «Lo único que se llevaron consigo de regreso a Cuba fueron sus muertos».

Esa deuda de gratitud con el pueblo cubano inspiró a Lapsley en sus años de exilio en Zimbabwe a gestar un comité de solidaridad con Cuba, el cual se hizo realidad cuando regresó a Sudáfrica. Con ese mismo sentimiento de gratitud ahora conserva, por encargo de Gerardo, la foto en la que aparece Nelson Mandela con el Presidente cubano Fidel Castro. «Cuando el salga libre se la devolveré. Es un pequeño recorte de revista que junto con sus objetos personales, le fué decomisado a Gerardo cuando estuvo aislado y que recuperó meses más tarde, al salir del hueco».

Discutiendo las motivaciones del bloqueo y las injustas condenas impuestas a Los Cinco por parte de la corte de Miami, el líder religioso explica por qué una pequeña isla de once millones de habitantes representa una amenza para los Estados Unidos. «En estos tiempos en que los Estados Unidos pretende ondear su bandera sobre el mundo entero, organizándolo sobre la base de la ambición, Cuba con su ejemplo y sus logros, nos ofrece una alternativa. Cuba es una luz en la oscuridad del mundo. Cuba debe sobrevivir por el bien de Cuba, pero también por el bien de toda la humanidad».