No deberíamos asustarnos el número de páginas. Se lee -con pasión e indignación, si bien el autor ha controlado adjetivos y adverbios- como una novela, como una buena novela. Trágica y política por supuesto.
Del autor: Doctor en historia por la Universidad de Barcelona y periodista, gran estudioso de la historia chilena y de los movimientos obreros y populares, ha sido profesor invitado en la Universidad de Chile. Entre sus obras destacan las biografías de Allende (2013), Miguel Enríquez. Un nombre en las estrellas (2014) y Neruda. El príncipe de los poetas (2015). Rapa Nui. Una herida en el océano es la penúltima de sus publicaciones. Este Pinochet es su último libro. Por el momento. Apoyándose en una amplísima documentación inédita (procedente en parte de archivos militares), Mario Amorós reconstruye la infancia de Pinochet y su vida familiar, relata al detalle su larga trayectoria militar, desvela episodios ocultos como su participación en la masonería y examina su papel durante el gobierno de Allende y en las horas dramáticas del golpe de Estado en la primera parte del libro: “Un militar chileno en el siglo XX”.
En la segunda parte, “La “guerra” de Pinochet, nos describe sus años de (mal) gobierno, su ilimitada ambición de poder, de crueldad asesina. En la tercera, “La sombra del dictador”, nos habla de sus años de decadencia, de la rebelión popular, del sabor de la derrota. Una cita del general asesino abre el libro: “Porque los soldados somos distintos, somos gente de pocas palabras. Los civiles nunca nos han entendido. Pero ahora será la historia la que tendrá que juzgarme” (De él es también esta “Oración del soldado” de 1978, publicada como documento oficial: “¡Oh, Dios, ayuda a Chile/ a encontrar su destino!/ A ti, ¡oh Dios Todopoderoso!,/ que ayudaste con tu sabiduría infinita/ a desenvainar la espada y empuñarla/ para recuperar la libertad de esta Patria/ que tanto amamos,/ te pido ante mis conciudadanos,/ lo que tantas veces te imploré/ en el silencio de la noche,/ antes de ese 11 de septiembre:/ Ayuda hoy a este pueblo/ que con fe en ti busca su mejor destino.”
De las prácticas asesinas de este régimen despótico el siguiente ejemplo (que conmocionó a la sociedad chilena en plena dictadura) puede ser ilustrativo:
“El 6 y 7 de octubre de 1973, quince habitantes de la localidad rural de Isla de Maipo fueron detenidos por varios efectivos de Carabineros. La madrugada del 8 de octubre, los carabineros, mandados por el teniente Lautaro Castro, condujeron a Sergio Maureira Lillo y sus hijos José Manuel, Rodolfo, Segundo y Sergio; los hermanos Carlos, Nelson y Óscar Hernández; Enrique Astudillo y sus hijos Omar y Ramón, así como Miguel Brant, Iván Ordóñez, José Herrera y Manuel Navarro a los hornos de Lonquén, a unos seis kilómetros. Los bajaron de la camioneta ante las chimeneas, les ataron los manos con cables eléctricos y los amordazaron con trapos y trozos de sacos. Luego los arrojaron vivos al interior de uno de los hornos, que se cerraba como un embudo en su parte inferior. Y cubrieron los cuerpos con piedras y tierra.”
El múltiple asesinato se descubrió en 1978. Once años más tarde, pese a todas las evidencias, Pinochet formuló algunas conjeturas: “Creo que puede ser factible que hubo un combate, una lucha; y ahí parece que aquellos que combatieron no encontraron nada mejor que meter a los muertos adentro de unos hornos”. Cuando dos periodistas le recordaron lo sucedido, el militar golpista afirmó: “¡Ah, claro! ¡Los campesinos no hacían nada! Yo no justifico los asesinatos, pero acuérdese, en tiempos de la Unidad Popular a una señora la violaron delante de sus hijos y luego ella se suicidó”. “¿Los campesinos de Lonquén?” le preguntaron. No, respondió Pinochet, “Otros, pero así eran estos angelitos que ustedes pintan como santos”.
En la actualidad, cuando una ola reaccionaria recorre el planeta y diferentes voces en distintos países lo reivindican, esta biografía se vuelve más urgente que nunca, se señala en la contraportada.El general Pinochet, prosigue, integra el panteón de las personalidades más siniestras de la historia. Y no solo en Chile, “donde su régimen se cobró la vida de miles de personas, torturó a tantas otras y destruyó la democracia republicana, sino también a nivel mundial. El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 que derrocó al presidente Salvador Allende y su posterior dictadura, que se prolongó hasta 1990; la imposición feroz de los principios del neoliberalismo a partir de 1975 y su alto costo en desempleo y hambre, y su detención en Londres en 1998 a petición del juez Baltasar Garzón, fundada en la jurisdicción universal frente a los crímenes de lesa humanidad, lo transforman en un personaje ineludible cuya figura regresa cada cierto tiempo”.
En síntesis: pasen, lean y recuerden una de las grandes tragedias del socialismo del siglo XX, una que jamás podremos olvidar. Y más en estos momentos, cuando el pueblo chileno, la ciudadanía popular del país hermano, se manifiesta a lo largo y ancho del país de Neruda, Allende y Violeta Parra, contra los continuadores de aquel Régimen de odio y opresión, contra la injusticia, como el neoliberalismo inhumano y antiobrero, contra una Constitución pensada y redactada a las órdenes del general asesino, tan amigo, tan próximo de otro general criminal al que, como se relata fielmente en el libro de Mario Amorós, vino a despedir en noviembre de 1975.
Fuente: El Viejo Topo, diciembre de 2019.