La crisis financiera Argentina, que continúa a pesar del auxilio del FMI, con todas las repercusiones internacionales que ello provoca; la guerra de aranceles y de protección comercial iniciada por Estados Unidos y otras turbulencias similares a lo ancho del globo; replantean el debate sobre la situación de la economía mundial y sus perspectivas. A […]
La crisis financiera Argentina, que continúa a pesar del auxilio del FMI, con todas las repercusiones internacionales que ello provoca; la guerra de aranceles y de protección comercial iniciada por Estados Unidos y otras turbulencias similares a lo ancho del globo; replantean el debate sobre la situación de la economía mundial y sus perspectivas. A pesar de los informes optimistas de parte de las principales voces del Capital mundial, no dejan de sonar alarmas de que, a «mediano plazo», se presentan elementos que indicarían que se está frente a una nueva situación de características similares a la Gran Recesión de 2007- 2009. Este debate, localizado en este texto solo desde el ángulo de la situación económica, debe realizarse en el contexto de la crisis civilizatoria del capitalismo, que es integral, pero que no abordaremos en este trabajo. La discusión actual es si se avecina un nuevo remezón de la crisis económica que sacudió al mundo hace ya una década. Desde nuestro punto de vista, la pregunta en todo caso no es si sucederá sino cuándo.
Optimismo inconsistente y alertas «tempranas»
En su informe sobre la perspectiva de la economía mundial de abril de 2018, el FMI[1] señalaba de manera optimista que las principales economías, léase Estados Unidos, estaba creciendo por encima de los pronósticos previos. Y que eso se podía ver de igual modo, en el conjunto de las economías mundiales más grandes. Unas líneas más abajo de estas afirmaciones, resaltaba los riesgos, aunque ubicándolos en el mediano plazo: el crecimiento de la deuda global, la política proteccionista que puede está dando origen a una guerra comercial, y la reforma impositiva en EE.UU.
Menos de un mes después de ese informe, la crisis financiera ocurrida en Argentina desnudó que ese «mediano plazo», en lo que hace a las llamadas economías emergentes, era sustantivamente corto, al menos en el tema de la deuda. Para el mismo tiempo que la crisis se instalaba en Argentina, lo que obligó al FMI a intervenir para evitar el efecto contagio en América latina; Turquía, Ucrania y Sudáfrica pasaban por situaciones similares. Y, aunque Brasil[2] no alcanzó aún los niveles dramáticos de esos países, viene sucediendo una devaluación del Real por las mismas causas, una deuda insostenible en el tiempo, la principal de las llamadas economías emergentes.
Otro que dio señales optimistas fue Jerome Powell, Presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos. El 19 de junio, en una rueda de prensa ratificó que esa institución continuará con su política de aumentar las tasas de interés que fija la FED y que sirven de piso a todos los intereses en ese país, hasta duplicarla en 2020. Para justificarlo dijo: «La economía está en el mejor momento de la última década». Al señalar que los índices con los que la FED evalúa la situación, el de nivel de empleo y el de inflación, estaban con buenos indicadores.
Casi en simultáneo, Donald Trump, daba un portazo en la cumbre del G7 y volvía a aumentar los aranceles para importación del acero y aluminio además de a China, a históricos socios de Estados Unidos como Canadá y la Unión Europea, provocando de parte de estos una respuesta en el mismo sentido y dando los primeros pasos de una guerra comercial que venía anunciando desde su campaña electoral. La primera consecuencia de esta guerra comercial, es el anuncio realizado el 25 de junio por Harley Davison de mudar, fuera de Estados Unidos, la fabricación de sus motocicletas destinadas al mercado europeo para evitar pagar los aranceles del 25% que como respuesta la política de Trump aplicó la UE sobre esa producción.
Todos los que hacen pronósticos optimistas dan, de hecho, por superada la crisis de 2007-2009. Y plantean los riesgos y amenazas actuales sobre la economía global como fenómenos aislados de las causas de fondo que los provocan, para mostrarlos cómo riesgos a atender en una fase de crecimiento.
Sin embargo desde el punto de vista marxista y dándole una mirada histórica a esa crisis, se puede afirmar que la situación abierta en aquella crisis no se ha superado. Concretamente todavía todos los principales indicadores económicos positivos no logran superar los previos a aquella crisis, estamos atravesando el periodo que Michael Roberts denomina Larga Depresión para diferenciarla de la Gran Depresión que siguió por más de una década al crak de 1929.
El estado de la economía a 10 años de la crisis de 2007
Las características centrales de la situación de la economía en los últimos diez años son, según Roberts: «La Gran Recesión de 2007-8 y la consiguiente Larga Depresión desde el año 2009 ha cambiado el panorama económico. En una economía capitalista mundial estancada, donde el crecimiento de la productividad es bajo, el crecimiento del comercio mundial ha disminuido y la rentabilidad del capital no se ha recuperado, la cooperación (relativa) ha sido sustituida por una competencia cada vez más feroz…»[3]
Al mismo tiempo en su clásico lenguaje técnico, el FMI enciende las alarmas que apuntan cada vez con mayor angustia a una situación global de la Deuda de características similares a las que se presentan previas a las crisis. Dice un vocero del organismo entre otras cosas: «Se está perfilando una dinámica más propia del fin del ciclo crediticio, (…) reminiscente del periodo de gestación de la crisis»[4]. Para anunciar luego un plazo optimista de tres años para una nueva recesión como las del 2008. Lo mismo opinan los expertos del Banco Mundial[5].
Los consejos de los organismos multilaterales para las principales economías son similares al «gradualismo» que le cuestionaron a Macri, el presidente argentino, exigiéndole para el préstamo de 50.000 millones de dólares otorgado, un acelerado ajuste fiscal y monetario.
Al contrario del «buen momento» que el propio Fondo anuncia en los primeros párrafos de su informe de abril, o el Banco Mundial en el de junio, el pronóstico principal que enuncia cuando se refiere a los riesgos, es el casi seguro estallido de un nuevo momento recesivo, en el que la deuda y por consiguiente los bancos estarán en el ojo de la tormenta. Este es quizás el mayor reconocimiento por parte de los cancerberos económicos de capitalismo mundial de que la crisis de 2007-2009, no fue superada. Y que como en los movimientos sísmicos, siguen las réplicas, que aunque parezcan de menor intensidad, pueden producir daños incluso superiores a los terremotos originales.
Deuda, reducción de impuestos en EE.UU y guerra comercial
Algunos datos pueden ayudar a comprender lo que se anuncia en el horizonte.
- A) crecimiento global de la deuda: los niveles de la deuda total tomando en cuenta la deuda pública, la de las corporaciones y empresas y la de los ciudadanos ha alcanzado a nivel global el 235%[6] del PBI mundial, un 12% por encima del pico previo a la crisis de 2007. En este caso cómo entonces, los alertas del FMI apuntan a los bajos tipos de interés para créditos corporativo y de los países y los ciudadanos y señala como uno de los sectores económicos más inflados a la vivienda. Sin que haya habido una recuperación consistente de la economía real, productiva, que aún no ha logrado volver a los indicadores anteriores a la crisis, agregamos nosotros.
En las economías avanzadas, por ejemplo Estados Unidos, la deuda pública se ubica por encima del 105% de su Producto Bruto mientras que la de las empresas y corporaciones está alrededor del 120% del PBI y el de las familias supera también los niveles alcanzados para el 2007 al colocarse en el 77% del Producto, lo que hace el total de deuda en ese país se sitúe por encima del 300% del PBI.
Mientras que en las economías emergentes, que son las más vulnerables, el caso argentino es paradigmático pero no el único: Brasil es, medida con relación a su PBI la economía emergente más comprometida mientras que en situación parecida se encuentran India, Turquía y Sudáfrica. Un dato relevante es que en estas economías el peso de las deudas soberanas se encuentra en una proporción por encima del 50%[7], similar a la década de los 80′ del siglo pasado cuando estalló una crisis de deudas soberanas y de empresas.
- B) El costo de la reducción de impuestos en Estados Unidos una locomotora para la crisis global de la deuda. En diciembre de 2017 Trump logró que el parlamento estadounidense aprobara la ley de reducción de impuestos más grande de su historia. Esta ley que beneficia fundamentalmente a las corporaciones, grandes empresas y a los multimillonarios individualmente, significa que el Estado dejará de percibir en los próximos 10 años alrededor de un billón y medio de dólares en impuestos.
Esta política va acompañada de la subida de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, que ya mencionamos, lo que funciona como una aspiradora de fondos de inversión o especulativos para refugiarse de la volatilidad de los emergentes, el caso argentino una vez más lo prueba.
- C) La guerra comercial de Trump. Aunque aún es muy pronto para medir el impacto real y la profundidad de las medidas proteccionistas tomadas por el gobierno de Trump sobre la importación de acero y aluminio, lo mismo que para saber si se detendrá allí para negociar o continuará. Pero es un hecho que estas medidas ponen en cuestión y generan fuertes roces en la relación entre los principales países imperialistas, una prueba de ello fue el desplante de Trump al G7.
A la modificación del tablero político y la crisis de los clásicos sistemas bipartidistas de esos países, que se vienen expresando en los procesos electorales, el último de ellos el italiano, hay que sumarle las turbulencias en el estricto terreno económico. Las consecuencias en este campo serán importantes. La primera reacción conocida, la deslocalización de Harley Davison, lo mismo que el cierre de los productos agrícolas estadounidenses por parte de la UE, pueden llevar a una escalada que algunos miden en la reducción en el comercio internacional de al menos un billón de dólares anual y la perdida casi inmediata de medio millón de empleos en Estados Unidos. Cómo sea que suceda, el proteccionismo de estos países es una típica reacción a depresiones económicas profundas y duraderas el ejemplo lo da la primera parte de la década del 30′ del siglo pasado. Y llevan a que repitan recesiones traumáticas. Sin dudas, como lo señala el propio FMI entre los riesgos que enumera, estas políticas en el comercio cierran el periodo de débil recuperación económica que se venía registrando desde el año 2016.
En este contexto mundial una nueva crisis de la deuda por ahora en los «emergentes», como la que presagia la situación de Argentina o en alguna de las economías hoy comprometidas, dejarán al desnudo otra vez más, en el último siglo, el agotamiento irreversible del capitalismo. Y planteará también, de manera urgente, la necesidad de construir una salida anticapitalista a la crisis. La pregunta del principio de este texto no puede ser contestada con una fecha o lugar, pero si se puede afirmar que el próximo capítulo de la crisis económica mundial abierta en el 2007 está a la vista.
[1] Informe completo sobre la perspectiva económica mundial, FMI abril 2018 http://www.imf.org/es/publications/weo
[2] Michael Roberts: Brasil, austeridad, deuda y comercio http://www.sinpermiso.info/textos/brasil-austeridad-deuda-y-comercio
[3] Las rabietas de Trump y la economía mundial http://www.sinpermiso.info/textos/las-rabietas-de-trump-y-la-economia-mundial Michael Roberts.
[4] FMI alerta riesgo de una recaída en la crisis… https://elpais.com/economia/2018/04/18/actualidad/1524007836_088916.html?rel=str_articulo#1530198560839
[5] Perspectiva económica mundial, junio 2018, Banco Mundial http://www.bancomundial.org/es/publication/global-economic-prospects
[6] Informe Monitor FMI mayo 2018
[7] Sin tener en cuenta la utilización de contabilidades creativas que ocultan con pases contables, niveles muy superiores de endeudamiento.
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