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Distinguir populismos progresistas de movimientos fascistas

Fuentes: Rebelión

Hoy en día hay una gran confusión que tiene que ver con las movilizaciones de protesta, los reclamos de renuncias de presidentes, y otras cuestiones relacionadas. En primer lugar hay que tener en cuenta que hay dos clases sociales bien definidas, más una clase media heterogénea que sigue al que tenga más fuerza en cada […]

Hoy en día hay una gran confusión que tiene que ver con las movilizaciones de protesta, los reclamos de renuncias de presidentes, y otras cuestiones relacionadas.

En primer lugar hay que tener en cuenta que hay dos clases sociales bien definidas, más una clase media heterogénea que sigue al que tenga más fuerza en cada momento de la situación política, económica y social.

Con esto queremos decir que hay solamente dos políticas fundamentales, la de la burguesía, sobre todo la gran burguesía y la de la clase obrera. Todo el resto son posiciones intermedias que se acercan a una u otra. Esto en cuanto a tener objetividad acerca de a qué responden las distintas ideologías y posiciones políticas concretas.

En las últimas décadas se ha desarrollado la política de los llamados golpes blandos [1], sistematizados por el ideólogo Gene Sharp [2], y llevados adelante principalmente por la política exterior de EE.UU., junto al resto del capital concentrado y centralizado internacional (CCy CI). Se basa fundamentalmente en tomar muchos aspectos de las auténticas movilizaciones democráticas y revolucionarias, imitándolos falsamente e introduciendo elementos fascistas que favorecen sus verdaderos fines.

Para muchos se trata de legítimas protestas en las que participan ingenuamente, hasta que los resultados, esto es el acceso al poder de un gobierno de ultraderecha, fascista o semifascista, ultrarepresivo y antipueblo los hace arrepentirse. Para entonces el primer objetivo de los golpes blandos se habrá cumplido, derrocar a gobiernos progresistas que obstaculizan la concreción irrestricta de los intereses del CCyCI.

Pero no es solamente la falsa imitación de auténticas movilizaciones democráticas, sino que también introducen fuerzas de choque, como las guarimbas venezolanas, que realizan acciones violentas destinadas a crear un clima de caos en el país de turno, y provocar la represión del gobierno que quieren derrocar, para acusarlo, precisamente, de represor y aumentar progresivamente el clima destituyente.

No se trata de que los gobiernos progresistas no repriman en alguna medida, pero es en lo esencial una actitud defensiva frente a estos movimientos con características claramente fascistas. Ocurre que, usualmente, estos gobiernos progresistas se manejan dentro del estado capitalista y la respuesta a la ofensiva destituyente utiliza siempre, en mayor o menor medida, los métodos capitalistas de responder a los disturbios sociales.

Parte de estos golpes blandos son las revoluciones naranjas, una de las últimas la acaecida en Ucrania, que dio lugar a un gobierno fascista y a muchos que participaron que hoy están arrepentidos.

Un ejemplo más actual es lo que está ocurriendo en Venezuela.

Los golpes blandos tienen distintas características, y se adaptan a la situación política de cada país.

Los nazis producían grandes movilizaciones de masas, pero eso no impedía que fueran profundamente reaccionarias.

Hay tradiciones en la izquierda, que asignan a toda movilización un carácter progresista y hasta revolucionario. Pero no es así y es fundamental que todos los partidos de izquierda y progresistas y el pueblo en general, tengan clara la diferencia entre uno y otro.

Para esto es imprescindible aprender a discernir la orientación objetiva de cada movilización, y a qué clase social responden. En los tiempos que corren esto se ha vuelto una necesidad imperiosa.

Las movilizaciones y en general todo tipo de luchas verdaderamente democráticas son generadas esencialmente por necesidades del pueblo no satisfechas, como condiciones de vida, libertades democráticas y otras. Y se basan en una conciencia cada vez más clara de la realidad, del rol antipueblo de determinado gobierno, etc.

Las movilizaciones fascistas, las de los golpes blandos, también se basan, en alguna medida, en las necesidades populares pero fundamentalmente, en la desesperación irracional frente a la insatisfacción de esas necesidades, fabricando un chivo expiatorio como los judíos en el nazismo. Unas son auténticas, basadas en una conciencia creciente del papel que tienen cada uno los partidos y del gobierno. En las otras, las derechas (representantes políticos del CCyCI) aprovechan la desesperación popular, la ignorancia, engañan al pueblo y lo utilizan empujándolo a movilizaciones irracionales como las de los nazis contra los judíos. Nunca hubo una prueba concreta de que los judíos eran los causantes de la crisis económica alemana. Tampoco hay ninguna prueba de que en el gobierno anterior de nuestro país «se robaron todo». Pero, por ejemplo, a Cristina Fernández de Kirchner muchos la insultan, la llaman chorra, etc. Con los judíos en la Alemania nazi, salvando las distancias, pasaba algo similar.

Pero hoy la política de los golpes blandos se ha sofisticado, perfeccionado y responde a organizaciones internacionales del CCyCI y no solamente a la política interna de cada país en particular.

Una necesidad imperiosa de la hora actual es saber diferenciar a unos y a otros.

Notas:

[1] Golpes blandos, la nueva tendencia en la región, Santiago O’Donnell, Página 12, 1.9.2016,

https://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-308295-2016-09-01.html

[2] Según el documentalista Ruaridh Arrow «el doctor Gene Sharp propone 198 técnicas para su estrategia de una revolución no violenta. Sharp es el experto en revoluciones no violentas más famoso del mundo. Su obra ha sido traducida a más de treinta idiomas.» http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/02/110221_gene_sharp_revolucion_no_violenta_cr.shtml 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.