En estos momentos cualquier proyecto que intente corregir la deriva hacia la barbarie y concitar en torno a él un proceso constituyente de otra realidad en la que se logre la plena aplicación de las generaciones de DDHH: los económicos, los político-sociales y los medioambientales debe tener conciencia exacta la época y la fase en […]
En estos momentos cualquier proyecto que intente corregir la deriva hacia la barbarie y concitar en torno a él un proceso constituyente de otra realidad en la que se logre la plena aplicación de las generaciones de DDHH: los económicos, los político-sociales y los medioambientales debe tener conciencia exacta la época y la fase en la que vivimos, padecemos y soportamos la consecuencias de una crisis sin parangón con ninguna otra anterior. A mis reflexiones sobre la situación presente quiero añadir otra que a modo de complemento ayude a calibrar la tragedia de nuestros días.
El historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975) escribió una vastísima obre titulada Estudio de la Historia. Para él, el desarrollo de la Humanidad no es otro que el las 26 civilizaciones que han existido desde el comienzo de la Historia. Como antecedente inmediato a la nuestra denominada civilización occidental, Toynbee situó a la Helénica
Todas las civilizaciones han tenido cuatro características fundamentales:
1. Un Estado universal u organización económica, política y militar que surge en la época inmediatamente anterior a su declive.
2. Una Iglesia Universal o conjunto de creencias, valores e imaginarios colectivos cristalizados en una institución que los sistematiza, regula y difunde para vertebrar la solidez del sistema.
3. Un proletariado interno que termina por socavar los fundamentos de la civilización.
4. Un proletariado externo que de manera simultánea con aquél otro consigue el mismo desenlace.
Aplicadas estas características a la civilización Helénica tendríamos:
1. Estado Universal, el Imperio Romano.
2. Iglesia Universal, el derecho Romano.
3. Proletariado interno, el cristianismo.
4. Proletariado externo, los pueblos denominados bárbaros.
Nuestra civilización Occidental vendría marcada por dos características fundamentales:
1. La industrialización y el sistema capitalista.
2. La democracia representativa.
El capitalismo Industrial, tanto es sus fases de capitalismo comercial, industrial y hoy en las de globalización y financiero ha tallado el mundo actual. Las palabras de Marx y Engels en el Manifiesto Comunista (1847-1848) sobre el papel revolucionario de la burguesía y la conformación del mundo a su imagen y semejanza no pueden ser más proféticas.
Es evidente que también al sistema capitalista y la civilización que él ha creado le van las cuatro características comunes a las otras civilizaciones:
1. Estado universal; USA y aliados.
2. Iglesia universal, la trinidad capitalista: mercado, competitividad y crecimiento sostenido. Junto a ella las organizaciones que velan por su aplicación: OMC: BM: FMI; BCE; etc.
3. Proletariado interno, inmigrantes, marginados, capas urbanas en creciente depauperación, delincuencia organizada, y restos del proletariado industrial que todavía no ha sido abducido por el sistema, etc.
4. Proletariado externo, países emergentes, BRICs, etc. que aliados ocasionales en su momento, se configuran como rivales y competidores.
El otro pilar sobre el que la civilización occidental se ha elevado lo constituye la democracia representativa. Recordemos en apretada síntesis los jalones más importantes del desarrollo de la misma.
Desde el Renacimiento la concepción antropocéntrica del mundo se va abriendo paso y poco a poco figuras eminentes de la Filosofía y el Derecho van asentando las doctrinas que con posterioridad serán la base del Derecho Internacional y el de gentes. Podemos situar el proceso a través de los siguientes acontecimientos.
– Declaración de Independencia de USA en 1776
– Declaración de los derechos del Hombre y el Ciudadano en 1789 de la Revolución Francesa
– Constitución Republicana de 1793 que contempla la abolición de la esclavitud, el sufragio universal y el derecho e resistencia a la opresión.
– Derecho al trabajo a través de Victor Prosper Considerant (1808-1893)
– Constitución mejicana de 1917
– Constitución de Weimar de 1919
– Constitución soviética de 1936
– Declaración de Derechos Humanos de la ONU en 1948
En el transcurrir de estos acontecimientos ha habido revoluciones, organizaciones proletarias, pensadores sociales y todo un movimiento que ha ido yuxtaponiendo los derechos políticos y los económicos y sociales de la ciudadanía. Este proceso, con avances y retrocesos ha desembocado en revoluciones como la soviética o situaciones de bonanza social como el keynesiano Estado del Bienestar.
También desde entonces se asiste a una pugna entre la Política y el Mercado. Así, tras la abolición de esclavitud se torna a ella con Napoleón. Los avances democráticos del sufragio universal hacen que este devenga en censitario; es decir sólo podían votar los que disponían de determinadas rentas. Los sistemas electorales se retuercen y se ponen al servicio de las oligarquías dominantes. La riqueza y los que las poseen van imponiendo su preeminencia y conforman al sistema democrático a la medida de sus intereses.
Pero nunca como ahora llega el paroxismo del conflicto. A la mundialización y globalización e la economía le sigue como consecuencia derivada la subversión de valores y de concepciones democráticas. Recordemos algunos hitos.
En 1973 la Comisión Trilateral aconseja favorecer la abstención en los procesos electorales porque una alta participación obligaría a los políticos a hacer concesiones incompatibles con la recta economía.
En plena Globalización y construcción de la UE los criterios que van supeditando las decisiones políticas a los designios de los mercados aumentan, se imponen y justifican sin tapujos.
En 1993 Fernando Faria de Oliveira, Ministro de Economía y Comercio e Portugal entre 1990 y 1995 afirmaba que; Hemos alcanzado en términos de competitividad el límite de la sostenibilidad del Bienestar Social. Europa debe defenderse del dumping social de los países asiáticos
Jaen Athuis, senador francés, en el informa dirigido al primer ministro Balladur sobre el mercado único: se trata de fabricar allí donde es menos caro y vender donde existe poder de compra. Hoy existe un divorcio entre los intereses de la nación y el interés de las empresas.
Hans Tietmeyer, presidente del Bundesbank, en 1994: Los políticos deben aprender a someterse a los dictados de los mercados
La lista es interminable y desde luego los contenidos de las declaraciones de las distintas personalidades que la componen evidencian la muerte de la Política a manos del mercado. Y como colofón permítanme los lectores reproducir un texto de un artículo en la publicación del Círculo de Empresarios de Madrid en 1995. El texto es de Juan Velarde Fuertes y se refiere a la aprobación el tratado de Maastricht: Maastricht convertido en reforma constitucional, tiene una trascendencia enorme. Nos va a obligar a apartarnos de conductas disparatadas.
Pues bien, la evidencia no admite contestación. La civilización occidental está asistiendo a la eliminación de uno de sus pilares a manos del otro: el mercado capitalista. En consecuencia las constituciones, el derecho y la política están desapareciendo como consecuencia de esta nueva barbarie.
Ante esto solo caben dos opciones sin que quepa ninguna intermedia o ecléctica: asumir lo que hay o prepararse para combatirlo. Lo veremos en la próxima entrega.
Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/5162/%C2%BFdonde-estamos-iv/