Se publicó como un suplemento de Literatura del Boletín de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, la única institución cultural vasca no prohibida por el franquismo; por ello, supuso un verdadero hito, la primera tregua al euskera en la posguerra.
El 29 de mayo de 1937, las ilegítimas autoridades franquistas prohibieron en Donostia el uso del euskera. “Se denunciará a todo aquel que infrinja lo dispuesto sobre la prohibición de hablar idiomas y dialectos diferentes del castellano”, alertaron. Bilbao aún seguía en manos republicanas pero aquello supuso un primer empujón a la clandestinidad. Un año más tarde, en 1938, los idiomas diferentes al castellano fueron eliminados de los registros públicos en aquellas zonas controladas por los sublevados, que incluían ya todo el territorio vasco, aunque radios catalanas captadas en la Euzkadi conquistada emitías algunas señales en lengua vasca. Paulatinamente y de forma escalonada se fue eliminando de la vida pública hasta casi desaparecer.
Fueron años difíciles para los vascoparlantes del interior, pero una década después, en 1948, el idioma pudo volver a recuperar parte de la vida pública que le habían arrebatado gracias a dos iniciativas. La primera, el Día Internacional del Euskera, que fue proclamado de forma oficial en 1949 por Eusko Ikaskuntza para dar a conocer la universalidad del euskera al mundo. La iniciativa, sin embargo, surgió un año antes durante el VII Congreso de Estudios Vascos que tuvo lugar en Baiona, en la Francia democrática. Allí se determinó que cada 3 de diciembre, Día de San Francisco de Javier, se celebrase el Día Internacional del Euskera “no solamente en las capitales, ciudades, aldeas de Euskal Herria- según dice la proclama realizada entonces-, sino también allá donde existan colectividades vascas, próximas o alejadas del país natal”. La segunda de las iniciativas para devolver el euskera al ámbito público fue la creación de Egan, la primera revista que se publicó íntegramente en euskera, aunque en sus inicios también albergaba contenido en castellano.
Egan se publicó como un suplemento de Literatura del Boletín de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, la única institución cultural vasca no prohibida por el franquismo. Por ello, supuso un verdadero hito, la primera tregua al euskera en la posguerra. En ella se dieron a conocer autores reconocidos José Luis Álvarez Emparanza, conocido como Txillardegi, o el poeta Gabriel Aresti. “La revista está ligada a la vida de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País desde su propia fundación, hay que confesar que en el año 48 en la inmediata posguerra española la aparición de Egan en su seno significó un cambio en su anterior rumbo deficiente respecto al hecho lingüístico vasco. Fue básica la labor del filólogo Koldo Mitxelena o también del académico Juan San Martin. Por otra parte, supuso un eslabón fundamental en la literatura moderna vasca, especialmente bajo la dirección de Mitxelena”, explica a este periódico su actual directora, la académica vasca Koro Segurola.
Segurola, que lleva al mando de la revista desde el año 2017, ha trabajado por la renovación y la visibilidad de la publicación, con el objetivo de que la revista llegue a más personas a través de su digitalización, pero sin perder su esencia. “En un primer momento la revista es bilingüe y nace con la mirada puesta en los jóvenes para aglutinar y alentar las inquietudes literarias de la juventud. A partir de 1953 comienza una nueva andadura y la única condición que se pone entonces para publicar en la revista era que fuera en euskera. La revista ha sido el testigo en esa época de la verdadera renovación de la lengua vasca en lo referente a la unificación y, en el ámbito literario, publica artículos que van desde el hiperrealismo hasta corrientes más universales como el existencialismo, la poesía social y narrativa”, detalla.
Por el momento, no han realizado investigaciones a fondo para averiguar qué barreras tuvo la revista una vez comenzó a publicarse durante el franquismo, pero Segurola describe aquella época como “oscuridad franquista”. “En el contexto de oscuridad franquista de entonces, una revista en euskera, en su sencillez, era un paso influyente que daba esperanza, ya que en aquel desierto un sencillo árbol era también un opulento oasis. Y aquel Egan de hace 70 años, íntegramente en euskera, no era un árbol cualquiera, como lo demuestra el nombre de los autores que lo crearon y lo escribieron en él”, sostiene.
Entre la revista Egan de aquellos años y la que se publica actualmente, Segurola, entiende que hay grandes diferencias, sobre todo si se mira al contexto social y político. “Donde antes sólo eran pequeños oasis abundan hoy día numerosos bosques, entre los cuales Egan quiere ser capaz y digno de dar su sombra. Hemos hecho un gran esfuerzo por renovar la revista, pero es difícil en una comunidad lingüística como la nuestra, y en una lengua minorizada, y con la presencia de diferentes tecnologías mantener el prestigio, la calidad y visibilidad de la revista. Nuestro siguiente objetivo es lograr una mayor visibilidad, intentando que la revista esté en un mayor número de bases de datos y repositorios, esa es nuestra apuesta. Ahora estamos ya en Latindex (una red o un sistema en línea para revistas científicas…) y en otros sistemas o base de datos. Hemos digitalizado todos los números de Egan desde el primero en el año 48 hasta el día de hoy y se pueden consultar de forma gratuita”, explica.
Con el objetivo de conmemorar los 75 años de existencia de la revista, realizarán una serie de actividades como publicaciones especiales y conferencias. “Coincidiendo con mi lección de ingreso como Amiga de Número en Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, en junio, al finalizar el acto y para conmemorar el aniversario, Juan Luis Zabala escritor y miembro del comité de redacción dio una conferencia sobre ‘La creación literaria en la revista Egan’. La publicaremos en el siguiente número de la revista. Ahora estamos preparando un seminario, para principios del año siguiente, con tres conferencias y una mesa redonda sobre las revistas literarias vascas (y las periferias), la aportación de los trabajos literarios de Egan y demás revistas desde la década de los 50 y la influencia de la revistas literarias en la modernización de la literatura y en los movimientos literarios”, concluye la directora de la revista que dio alas al euskera cuando el franquismo quiso cortárselas.